Peña Montañesa.
Collada, Cara Nordeste y Arista Este.
25-02-1990.
Salida 09:15 h. Llegada 13:30 h.
Sol.
Fácil.
Ascensión.
Rosa Mª. Martínez y Mariano Javierre.
Mapa de Montañesa procedente de Iberpix. Vía en amarillo.
Estamos
en medio del trafago que supone la construcción de nuestra casa, un lío de
pronóstico reservado; condenados voluntariamente a prescindir de nuestro
particular placer que es la montaña y a pesar de ello surge la ocasión de hacer
alguna escapada. Sabemos que será éste el destino del año 90.
¿A
dónde vamos? Es la pregunta que requiere una respuesta tamizada
convenientemente. Algo no muy largo pues yo al menos estoy más sobado de lo
normal.
La
Peña Montañesa puede ser algo apropiado para el momento: no está muy lejos, es
corta la ascensión y no es muy alta por lo que no puede haber mucha nieve en
este invierno-veranillo que padecemos y
menos mal porque si no, no habría forma de andarla. Además, la tenemos en
nuestra agenda desde hace bastante tiempo esperando disfrutar de un paisaje que
se promete extraordinario.
Queremos
para la actividad un día impecable y tal como está el tiempo no puede der de
otra manera: hay hasta incipientes calimas y no hemos llegado siquiera a Marzo.
Montañesa y Cotiella desde el Puerto del Serrablo. 26-1-08.
Decidimos
hacerla sin miedo a la pista y en plan “sobrao”: poca mochila y un piolet por
si acaso. Vamos bastante bien informados pues Michel Sebastien en so obra “Las
100 mejores ascensiones en el Pirineo” la describe con bastante detalle.
El cielo, cuando nos levantamos al 25 de
Febrero, está un poco arañado por el norte aunque limpio al este; así que,
adelante.
Media
hora después estamos en el coche camino de la Guarguera. Rosa se va a marear
como va siendo casi habitual en ella pero una hora después estamos en Boltaña,
enseguida Ainsa y ya por buena carretera dejamos atrás la entrada a Añisclo y
en La Espuña nos vamos a la derecha custodiados impenitentemente por la Peña
Montañesa.
Casquete Somital de Montañesa desde la Tuca. 9-6-12.
Preguntamos
allí y en Ciresa, nos pasamos de largo y tenemos que retroceder para tomar la
única pista que sale de nuevo a nuestra derecha.
Es
una pista de caliza bien cuidada aunque peligrosa para las ruedas de los coches
que entre pinos silvestres autóctonos y otros de repoblación va serpenteando la
cara oeste de la montaña. Con cuidado, tomamos agua en una fuente y en media
hora nos hacemos los 5’5 kilómetros de pista.
En
un ensanche hay un coche aparcado y una tienda. Tomamos las primeras planchas
de hielo y dejar el coche pues el
collado se adivina próximo.
Montañesa desde la Collada. 30-4-11.
Son
las nueve y cuarto, tomamos los bártulos, enterramos en la nieve unas latas de
cerveza y nos vamos para arriba. La pista se ha allanado y discurre entre pinos
negros tachonada de hielo.
En
diez minutos alcanzamos el collado. Seguimos la pista que continúa para abajo,
pasamos el abrevadero y continuamos en busca del evidente comienzo del camino
que esperamos encontrar.
La
pista pierde altura y damos la vuelta enseguida
pues deducimos que el camino tiene que partir del mismo collado.
Inicio del pedregal en la Nordeste de Montañesa. 30-4-11.
Se
nos va un cuarto de hora pero lo encontramos: sale del mismo collado en
dirección oeste por medio de un bosquecillo de roble, pino silvestre y haya que
dejarán paso inmediatamente al boj y al pino negro.
Caminaremos
alrededor de un cuarto de hora casi de llano para desembocar en el amplísimo corredor que
el camino atraviesa también en horizontal, falsamente guiado por hitos pues es
evidente que lo nuestro va a ser el corredor en el que también encontraremos
hitos hacia arriba en dirección sur.
El el Centro del Corredor Nordeste de Montañesa.
Paramos
a almorzar, son las diez y nos espera
una pala de nieve, es cara norte, de unos 400 metros y nosotros a pelo.
Mientras comemos los bocadillos hago con la navaja y con boj un par de bastones
y un par de “machetes” que podemos
emplear. Hemos venido en plan “sobrao” y ahora caemos en la cuenta de que
aunque la cima está a 2300 metros y no había nieve, tenemos que subir por la
cara norte y si hay nieve.
Un
cuarto de hora después nos vamos para arriba en dirección sudoeste, por
pendiente moderada y a través de una escombrera caliza manchada de nieve.
Enseguida desaparecerá la pedrera bajo el manto blanco y continuo de nieve
primavera. El sol ya alto calienta lo suyo y la nieve blandea ya.
Ordesa y Castillo Mayor ndesde la Cima de Montañesa. 18-6-94.
Dejamos
atrás los últimos pinos negros a la vez que la pendiente se empina para acercarse a los 45 grados. Poco a poco
la mañana va entrando en calor definitivamente y comenzamos a sudar. De
cualquier forma subimos bastante bien a pesar de que no hemos hecho nada este
invierno.
Una
hora después la pendiente estará próxima a los 55 grados y estamos muy arriba.
En algunas zonas comienza a desaparecer la nieve pero nosotros continuamos en
ella pues a pesar de que abrir huella con nieve blanda es tarea pesada sobre
todo si se hace seguido, es mucho mejor que progresar por una pedrera caliza
empinada y convertida en una gravera.
Dejamos a nuestra
izquierda unos testimoniales y aguerridos pinos negros y nos vamos a por los últimos y pedregosos
metros del corredor. Terminamos trepando espolones rocosos que al menos nos
ofrecen pasos firmes. Hemos subido 450 metros en hora y cuarto, en verano debe
ser un delicado martirio.
En la Cima de Peña Montañesa.
Pasadas
las once y media ganamos el collado limpio de nieve y ya sobre la cara sur, por
camino suave y en dirección noroeste salvamos los últimos 100 metros de
desnivel y alcanzamos la Cima de la Peña Montañesa con sus 2298 metros de
altitud. Van a ser las doce.
Paramos
junto al vértice geodésico en medio de una cima amplia y llana y nos abrigamos
pues el viento campa por sus respetos. Luego comemos unas naranjas y nos
empapamos de paisaje. Ciertamente es un mirador extraordinario pero se
encuentra un tanto alejado de su paisaje. Nosotros lo esperábamos menos remoto.
Descendiendo la parte intermedia del Corredor Nordeste de la Montañesa. 30-4-11.
A
pesar de ello identificamos desde una nueva perspectiva: Bisaurín, Telera,
Tendeñera, Ordesa, las Cutas, Punta Suelza, detrás Machimala, Posets, Cotiella
y al fondo Sierra Negra. Más al este el Turbón y al sur los pantanos en medio
de la llanura. Es una pena que el día esté neblinoso y que difumina un tanto el
paisaje, nada importante desde luego, ante la inseguridad anunciada por las
predicciones meteorológicas.
Un
buitre leonado nos deleita con sus magistrales evoluciones por los alrededores,
todo queda inventariado. Hacemos un par de fotografías y a las doce y media,
satisfechos ya nos vamos para abajo, primero tranquilamente, del collado para
abajo más deprisa por la gravera y luego sobre la nieve como motos, mi desposa
practica la clavada de talones.
Otra más de Solana y Montañesa. 12-5-07.
Alcanzados
los pinos hacemos una fotografía del corredor y dejamos de buscar la nieve para
alcanzar enseguida las inmediaciones de la pista cuando nos cruzamos con una
pareja, deben ser los de la tienda, que no tienen demasiada buena pinta; a la
una y media estamos en la pista, hemos bajado en una hora.
Nos
vamos al praderío entre bojes a descansar a tomar el sol y a comer
tranquilamente disfrutando de un agradable mediodía como sabemos.
Son
casi las tres cuando emprendemos la pista para abajo en busca del coche
encontrando a un coche francés que ha subido un poco más que nosotros pero no
hemos visto a sus ocupantes.
A
las cuatro menos veinte estamos en Ciresa. Abrimos las cervezas que están
heladas al haberlas dejado en la nieve y nos damos una vuelta por el pueblo en
busca y captura de los innegables encantos
de los pueblos de nuestro Pirineo.
A
las cuatro paramos en Laspuña, damos otra vuelta sobre el solanar en el que se
encuentra sin saber que mi cuñado está comiendo en el pueblo.
Peñas Solana y Montañesa desde la Espuña. 16-11-08.
Luego
carretera abajo me pega el sueño y pasado el Puente sobre el Ara en Boltaña
decido parar a echar una cabezada.
Bajando
el Puerto del Serrablo cogemos unos plantones de pino silvestre que crecen como
pelos, visitamos por fuera la casa de Joaquín Calvo y a las seis y media con
nuestra hija con la esperanza de volver pronto a la montaña.