Murallones de Borau desde la Entrada a Tortiellas.
Campamento de Rioseta, Majada de Tortiellas Baja, Paso de Borau,
Collado de Lecherines y Cara Sur. Punta de la Garganta de Aisa, Cara Sur,
Lapiaz de Riguelo, Collado de Lecherines, Paso de Borau e Ibón de Tortiellas.
22-06-2003.
Salida 08 h. Llegada 17 h.
Sol.
Bastante fácil.
Ascensión.
Rosa Mª. Martínez y Mariano Javierre.
Mapa del Sombrero procedente de Prames. Vía en amarillo.
Es 22 de Junio y llevamos casi un
mes de un calor exagerado, algo inusual para esta época. La primavera 2003 se
despide por todo lo alto en el termómetro.
Ayer pasamos calor debajo de Hoz de
Jaca con la Quebrantahuesos y hoy también nos va a tocar pasar un poco de
calor.
Nos acostamos tarde con lo de la
cena y no madrugamos demasiado. Nos levantamos a las siete menos cuarto y como
el trayecto hasta Rioseta no es muy largo, a las ocho estamos de camino tras
aparcar el coche a la entrada de la pista de la mina de mármol a 1380 metros de
altitud.
Pasamos al sur de las instalaciones
militares y en dirección oeste comenzamos el ascenso por el arrastre de la
pista de entrenamiento de los militares, para continuar ascendiendo poco a poco
por camino balizado en la ladera sur del Tobazo.
El Sombrero desde Canal Roya. 23-8-05.
Próximos ya a los paredones del
Circo de Rioseta viramos con el camino un tanto al norte para salvar con
grandes lazadas la altura correspondiente a la parte superior de los paredones.
Luego, en dirección sur-sudeste,
atravesamos una zona de dolinas sobre pradera alpina situada a 1900 metros de
altitud e iniciamos el descenso hacia la cubeta lacustre colmatada de
Tortiellas.
Invernal de los Murallones de Borau.3-1-06.
Damos un poco de rodeo sobre el
barranco con el propósito de no descender hasta el fondo de la cubeta y tras
atravesar el barranco aprovechando un encajonamiento natural entre rocas,
cogemos agua, terminamos el tránsito horizontal sobre los 1725 metros de
altitud e iniciamos de inmediato el ascenso. Son las nueve y cuarto.
Nuestro camino en la pared, que
presenta tres corredores y dos espolones divisorios va a transcurrir por el
espolón de nuestra derecha. Podríamos haber tomado cualquiera de los
corredores, pero optamos por el espolón, rocoso en su inicio y en su final y
herboso en su tramo medio.
El ascenso en fuerte pero fácil
siempre tomando los tramos de materiales calizos más consistentes, terminando
por introducirnos en el corredor herboso central que nos ha de depositar, a la
sombra de un gendarme, ¡qué maravilla!, en el rellano intermedio de la pared.
Desde debajo de Tortiellas Bajo. 26-6-10.
Allí encontramos la nieve que vamos
a utilizar para atravesar cómodamente el fondo del rellano y proseguir, de
nuevo en ascenso hacia la cabecera del ya único y amplio corredor.
La nieve está buena y nos permite
ganar altura con ella, pedrera ya vendrá luego y con ella se afianzarán los
calores que hoy tendremos a granel. El corredor es bastante empinado, está al
sol y solamente en la parte superior nos regalará con un último y corto tramo a
la sombra que agradecemos.
Pasos de Aisa y Borau desde Candanchú. 19-3-11.
Pero no hay tiempo para disfrutar
demasiado de la sombra. La parte superior del corredor tiene un empinadísimo
nevero de unos 20 metros de altura que superamos por la soleada rimaya
alcanzando el Paso de la Garganta de Borau situado a 2284 metros de altitud
cuando son las diez y cuarto.
Vertiente Norte del Paso de la Garganta de Borau. 28-6-08.
El paso, más suave y fácil por el
lado sur tiene todavía, poco más abajo, algunas
acumulaciones de nieve que no me preocupan. No ocurre lo mismo con su
ladera oeste en la que una pedrera caliza corta se remata con unos paredones
blanquecinos y verticales que defienden el acceso directo al Pico Lecherines, e
impiden nuestro paso pues pretendemos faldearlo.
Con este tema no contaba y tiene
cierta trascendencia pues todos los metros que tengamos que perder hemos de
recuperarlos de inmediato. Además los paredones me impiden la orientación que
supongo cierta pero que, evidentemente, no puedo confirmar.
Iniciamos el descenso del amplio
corredor con el objeto de tomar perspectiva, confirmar nuestra localización y
obrar en consecuencia. Rosa refunfuña pues soñaba con una actividad de esas de
“llegar y meterla.”
Lapiaz de Lecherines.
Bajamos por el lado derecho del
corredor, escudriñando alguna posibilidad que nos permita superar la pared pero
no lo vamos a conseguir hasta situarnos sobre los 2100 metros de altitud. A ese
nivel, la muralla pierde potencia y una serie de pequeñas viras escalonadas se
encaraman en la pared y nos depositan en una zona de grietas de lapiaz bastante
vertical pero accesible en las que encontramos los restos de un sarrio más bien
pequeño que acabó sus días allí en este pasado invierno. El paso no tendrá en
total más allá de 20 metros y nos deposita en la parte superior de la pared.
Allí diviso el más occidental de los Mallos de Lecherines y el camino está
expedito.
Giramos prácticamente 180 grados
sobre pradera alpina y orientándonos en dirección nor-noroeste comenzamos a
ganar altura poco a poco, pasamos sobre una enorme depresión circular de
paredes verticales, muy característica de zonas calizas y nos introducimos en
el lapiaz que defiende toda la cara sudoeste del Pico Lecherines.
Con el fiel de la brújula en nuestro
collado de destino transitamos el enorme lapiaz siempre en suave ascenso.
Disfrutamos y padecemos la nobleza de la caliza blanquecina y el ingente
trabajo de las aguas sobre la misma. Pasamos junto a simas catalogadas y
marcadas, contorneamos depresiones y nos buscamos la vida con algún rodeo que
otro en ese colosal laberinto.
La Sur de Lecherines. 28-6-08.
Se hace sed al duro sol sobre la
caliza. Localizo una fuente de deshielo de neveros que se alojan en las
depresiones y bebemos su agua antes de que se sumerja en las entrañas de la
tierra. Se hace largo salir del lapiaz y afrontar los últimos 100 metros de
desnivel por terreno mixto aunque mucho más cómodo e inclinado. Son las once y
cuarto cuando alcanzamos el conocido collado que separa los Mallos de
Lecherines del Pico Lecherines situado a 2390 metros de altitud.
Echamos un trago de agua mientras contemplamos a una pareja que marcha
hacia el Refugio López Huici y sin más, iniciamos el camino de ascenso hacia el
norte.
Hemos de perder alrededor de 25
metros de desnivel tras atravesar el nevero que viste la ladera oeste del collado.
La nieve está buena y hago buena huella. Luego, rodeamos de la forma más
económica posible la zona inferior de los paredones de la cara oeste del Pico
Lecherines, atravesamos un par de corredores nevados e iniciamos un fuerte
ascenso por terreno mixto utilizando un espolón limpio de nieve.
En la Cima del Sombrero con el Pico Lecherines.
Poco más arriba superamos unas
placas calizas ocres más fácilmente de lo que imaginábamos desde abajo y tras
ascender directamente el nevero que defiende el casquete somital del pico,
alcanzamos la arista y casi de inmediato la cima del Sombrero situada a 2561 metros de altitud. Nos ha
costado lo nuestro, tres horas y tres cuartos pues son las doce menos cuarto
alcanzar, a puro de vueltas, lo que tan
bien y tan pronto hemos visto desde muy abajo.
Almorzamos pues nos lo hemos ganado y lo
hacemos contemplando a un grupo de cuatro que nos enseña el camino directo
entre el Pico Lecherines y el Sombrero. Sin duda lo conocen bien.
El pico, cortado al ídem sobre el
Ibón de Tortiellas nos enseña desde su inigualable pináculo las pistas altas de
Candanchú y Astún los alrededores del Midí, Panticosa, Sallent, Aisa, Borau,
Villanúa..., toda la colección de viejos amigos archiconocidos.
Desded Aspe 25-6-04.
A las doce y cuarto, viendo que el
grupo no termina de decidirse a alcanzarnos, tomamos la arista en dirección
oeste y en suave descenso nos aproximamos al pico que domina La Brecha de Aisa
de 2503 metros de altitud. Es la Punta de la Garganta de Aisa.
Antes de subir a la punta
atravesamos una brecha vestida con nevero en el que localizamos unas huellas
que se van hacia los cortados del nordeste del
corredor. Al noroeste aparece una faja limpia de nieve que puede
conducir a la Brecha de Aisa, pero no vemos huellas en la nieve que conduzcan
hacia allí.
Cara Sudeste de la Punta de la Garganta de Borau.
Bajamos de la cima y nos aproximamos
a la brecha. Un trozo de arista delicado a simple vista nos impide el paso.
Luego, continúa bajo la misma, con un trozo de pared descompuesta y bastante
vertical pero que parece transitable y que nos deposita fácilmente en el
collado.
No me gusta el asunto y decimos
buscar acceso al corredor algo más abajo aunque luego haya que remontar un
poco. Por tanto iniciamos el descenso en dirección sudoeste paralelos al
corredor, con la intención de localizar un paso que permita bajar de lo alto de
los paredones en los que nos encontramos.
Vertiente Sur del Sombrero y la Gargata de Borau. 28-6-08.
La tarea no va a resultar fácil ya
que el corredor es más empinado que la ladera que bajamos y consecuentemente,
los paredones cada vez tienen mayor potencia, de tal forma que la cosa en lugar
de solucionarse se va complicando.
Y se complicará definitivamente
cuando alcanzamos los 2200 metros de altitud, se esfuma una de nuestras
posibilidades y lo que es peor, suponemos que hay que descender mucho más para
que el terreno nos ofrezca una alternativa.
Por tanto, desistimos de nuestro
propósito de alcanzar la Brecha de Aisa para descender fácilmente hacia las
pistas de esquí de Candanchú y de allí sin esfuerzos inútiles al coche y
decidimos volver por donde hemos venido, sin subir hasta el Sombrero.
Por tanto nos introducimos con
dirección sudeste en otra superficie de lapiaz gemela de la de la mañana y
tomando la línea más económica de esfuerzo buscamos el rellano calizo bajo el
paredón sudoeste del sombrero.
Damos algún rodeo, hemos de perder
algunos metros de altura pero al final conseguimos pasar bajo el enorme caos
calizo de la pared que yo había visto anteriormente y que explicará a mi chica,
de forma convincente, el por qué teníamos que perder esos metros.
Lecherines desde los Manantiales de Rigüelo. 28-6-08.
Luego, alcanzado el rellano cubierto
de nieve iniciamos el ascenso de los 200 metros largos de desnivel de la pared,
también nevada, en la que aprovecharemos las huellas practicadas y que nos
conducirán al collado de separación entre el Pico y los Mallos de Lecherines.
Estamos de nuevo a 2390 metros de altitud y a partir de aquí hemos de desandar
el camino de la mañana.
Comenzamos a bajar en dirección
sur-sudeste, rellenamos las cantimploras, bebemos en la crecida escorrentía del
nevero orientado al sudeste y nos introducimos de nuevo en el lapiaz de la
mañana en dirección inversa.
La tarea no es fácil, pero al final
localizo uno de nuestros pasos sobre la nieve, lo que confirma mi aceptable ojo
y continuamos tranquilamente para salir del lapiaz en el lugar adecuado.
Pero no será así puesto que nos
elevaremos ligeramente y alcanzaremos los paredones algo más arriba; por lo que,
de nuevo orientados, tendremos que descender unos metros con enrisque incluido
que salvaremos con un paso de tercero, tras el que abordamos la zona de
descenso de los paredones.
Sombrero y Lecherines desde Saleras. 28-6-08.
El descenso al corredor lo haremos
en las inmediaciones del ascenso de la mañana, lo que confirma que las
posibilidades de paso eran varias.
Después, corredor arriba, nos
tendremos que subir otros 200 metros largos de desnivel, cosa que haremos con
infinita paciencia, tanta como sed y calor. No recuerdo cuando fue la vez anterior
en la que comí nieve, como tampoco recuerdo días con tanta sed a excepción del
día del M’Goum en el Atlas.
Van a ser las tres de la tarde y
echamos un potente trago de agua en La Garganta de Borau. Seguidamente, pasamos
la rimaya del nevero y continuamos el descenso del corredor por la pedrera de
mayores dimensiones al encuentro con los neveros que bajaremos al trote o
patinaremos hasta el rellano.
El descenso ha sido rápido, nos
introducimos por el mismo corredor que a la mañana y a la sombra de un farallón
rocoso paramos a comer pues hemos cogido agua de nuevo. Son las tres y cuarto,
estamos a 2050 metros de altitud y ¡qué fresquito que se está!
Quince minutos después continuamos el descenso
de nuevo al encuentro de neveros que nos depositarán relativamente pronto en la
cubeta de Tortiellas.
Y de nuevo, con lamentable lentitud
hemos de remontar con el peso de todo el sol a nuestras espaldas y el cansancio
de todo el día hasta el nivel de la Majada Alta de Tortiellas, para iniciar a
partir de allí el largo descenso que nos conducirá a las instalaciones
militares de Rioseta.
Pasamos las instalaciones por el
norte sin problema y tras contemplar las truchas del barranco en la poza bajo
la carretera, nos llegamos al coche tras emplear hora y veinte, sobre la hora
que he calculado cuando comíamos.
Hemos movido, hechas las cuentas,
2225 metros de desnivel en ocho horas y cincuenta minutos, en un día de
terrible calor; probablemente sea el día
que más me hayan fallado los cálculos previos además de los no previstos.
Estamos muy cansados
y creo que tenemos motivos. A las cinco y media estamos en casa de Carmen.