Diente de Anayet desde los Ibones de Anayet.
Aparcamiento de Anayet, Glera de
Anayet, Collado de la Glera
de Anayet, Barranco Culibillas e Ibones de Anayet.
13-03-2005.
Tiempo efectivo 03:15 h
Sol.
Muy fácil.
Esquís de montaña.
Mapa de los Ibones de Anayet procedente de Prames. Vía den amarillo.
En
las repetidas ocasiones que, o bien subíamos a los ibones de Anayet o
transitábamos por los alrededores del Barranco Culibillas, nos llenaba de
curiosidad los grupos, casi siempre de esquiadores franceses que transitaban el
Collado de la Glera de Anayet situado
entre la Punta
Espelunciecha y la
Punta de la
Garganta o Garmet, de camino a los Ibones de Anayet. Nosotros
siempre subíamos desde las Minas de
Anayet a las que llegaba la pista y para nosotros ese paso era la “Vía de los
Franceses”.
Es
13 de Marzo de 2005. Ayer tuvimos un día “medio medio” con los esquís y hoy
queremos subir a los Ibones de Anayet.
La Glera de Anayet de camino a los ibones.
Son
casi las diez de la mañana cuando estamos en el Aparcamiento Bajo de Anayet
pues el alto está lleno. Preparamos los bártulos y con ellos encima nos vamos
hasta el final de la Pista
de Batallero y tras montarnos en los esquís vamos a tratar de recorrer la Pista de la Glera por la orilla norte de la misma.
Estamos
a 1780 metros
de altitud. Cruzamos el barranco y orillados nos llegamos hasta la confluencia
de pistas. Cruzamos con cuidado y
seguidamente continuamos el ascenso junto a la nieve pisada, hay una
zona muy buena para subir en dirección oeste.
Poco
más arriba, la nieve está soleada y un pelín dura, la pendiente se empina y yo
empiezo a padecer, las pieles de foca no retienen lo suficiente y me voy para
atrás. Tampoco llevamos las cuchillas pues se trataba de un paseo.
De
frente imposible y en los flanqueos por el estilo. Mi chica sube bien y se hace
cruces con lo que me está pasando.
Terminaré
por quitarme los esquís, ganar a pie el final del resalte del que solamente me
quedaban unos pocos metros y volvérmelos
a poner cuando la pendiente se ha dulcificado un poco.
Culibillas y Arroyeras desde la Glera de Anayet.
Seguidamente
cruzamos la pista de esquí y nos introducimos en la amplia y bastante llana
Glera de Anayet. Tenemos a nuestra izquierda la Punta de la Garganta , ligeramente a
la derecha la Punta Espelunciecha
y en medio el Collado de la
Glera de Anayet que es nuestro objetivo.
Avanzamos
en suave ascenso y en dirección oeste atravesando por la cabecera los declives
que van a apareciendo a nuestro paso y cundo son las once y cuarto llegamos al
collado.
Arroyeras y Barrnco Culibillas.
Hay
varias huellas tanto de esquís como de caminantes que se incorporan, más arriba
o más abajo, al Barranco Culibillas. Nosotros, prudentes, tomamos una huella de
esquís intermedia y con ella nos vamos a faldear Espelunciecha.
Se
trata de un leve descenso que hacemos controladamente y de frente, atravesamos
un par de pequeños aludes y ya bastante abajo, rodeamos lateralmente con la
huella un promontorio tras el que alcanzamos la huella que sube por el fondo
del barranco.
Aludes de fusión en el Barranco Culibillas.
Avanzamos
un poco por lugar conocido y cuando nos encontramos en el final del Corredor
Norte de Arroyeras giramos al norte para
afrontar la pala de cierre de los Ibones de Anayet ya que el barranco no se
puede subir.
Pala terminal del Barranco Culibillas.
Hacemos
un par de cetas amplias hasta media pala pero cuando la pendiente se yergue un
poco comienzo a tener los mismos problemas que hace un rato: la nieve soleada
está un poco dura; teóricamente está perfecta pero yo no estoy por la labor de
pelear, me quito los esquís, los planto y continúo para arriba a pié. Rosa
subirá con algún apurillo sin importancia en alguna vuelta maría pero
tranquilamente.
Enseguida
se termina el resalte y ya, suavemente alcanzamos la entrada de la Cubeta Lacustre de Anayet
cuando son las doce de la mañana.
En los Ibones de Anayet.
Estamos
a 2240 metros
de altitud y damos unas vueltas de aquí para allá, todo está cubierto de
nieve. Nos acercamos hasta el Ibón Bajo
y de vuelta en unas piedras de la Arista Sur
de Espelunciecha nos quedamos a comer.
Detalle del MIdí de Ossau.
El
día está espléndido, la nieve no está mal, la temperatura divina y el cielo
impresionantemente azul: una auténtica delicia. Del paisaje no hay que hablar:
el Midí divinamente remoto, el Diente espléndido y salvaje, el Vértice amable y
retirado, el Arroyeras de blanco vaticano, el Espelunciecha amable y las puntas
de la
Canal Roya coronadas de personal.
La Sudoeste de Espelunciecha desde los Ibones de Anayet.
Es
la una cuando iniciamos el descenso, renunciando a dar una vuelta por la zona
sur del rellano de los ibones, que poco o nada nos iba a aportar.
En
el descenso de la pala de cierre mi chica se bloquea un pelín pero sin más. Yo
me monto en los esquís y me hago el primer trozo de barranco girando como un
“vendito”, ¿será posible?
Cometemos
el error de bajar por el barranco un poco más
de la cuenta aprovechando para hacer algunos giros más y luego, ya algo
más abajo de huella que hemos hecho a la ida, tendremos que remar algo más de lo previsto e incluso escalonear
con los esquís para alcanzar el collado. Todo por no volver a poner las pieles
de foca.
Balaitus desde la Glera de Anayet.
La Oeste del Pico de la Garganta o Garmet.
La Arista Este del Portalet.
Luego
entramos en el rellano de la
Glera de Anayet que
nos recibe con la espléndida imagen del Pirineo Axil vestido de blanco. Se
trata de una ventana espectacular que tiene como diamantes más valiosos al
Balaitus y a los Infiernos.
Infiernos y Garmo de la Mina.
Garmo Negro y Argualas desde la Glera de Anayet.
Luego
en suave descenso y llegando a las inmediaciones de la Pista de la Glera , nos vamos para abajo
junto a ella hasta que, en la cabecera del largo resalte final, la atravesamos
y nos vamos a su parte norte para hacer
unos giros aproximadamente en el mismo lugar en el que he tenido los problemas
con las pieles de foca. La nieve está muy buena y además de batallada.
Son
las tres menos cuarto cuando alcanzamos el Aparcamiento de Anayet. Finalizamos
un paseo en el que hemos movido unos cortos 500 metros de desnivel.
El día ha sido espléndido pero nosotros seguimos teniendo mucho que aprender
con todo pero especialmente con los esquís. Luego una cervecilla compartida
para quitar el reseco que no el ligero amargor que nos ha quedado en el cerebro
y para casa.