Pico del Collado de la Rimaya. 12-8-99.
28-8-05.
Salida 17
h. Llegada 14
h.
Mixto.
Bastante
difícil.
2
d.
Ascensión.
Mapa del Pico del Collado de la Rimaya procedente de Prames. Vía en amarillo.
Era la última actividad de Agosto y
con ella rematábamos nuestro periodo vacacional, ya que Rosa había terminado
con todas sus vacaciones. El verano de 2005 había sido interesante puesto que,
por fin, habíamos marchado a los Alpes y realizado la travesía de La Berarde a Le Tour. Pero lo
que restaba de año suponíamos que iba a dar muy poco juego ya que no dispondría
de ningún puente. Por tanto teníamos que ir a Benasque aprovechando la fiesta
corta de final de mes.
El tiempo lo dan “medio medio” pero
nada más, con alguna posibilidad de
tormenta. Parecía ese tiempo de verano que casi siempre sale bien y cuya
predicción no es más que una cura en salud de los meteorólogos.
El
viernes 27 marchamos a Benasque a las dos y cuarto entre unas cosas y otras. La
mañana ha marcado un poco de tormenta y cuando se levanta Rosa decidimos
marchar finalmente.
Antes de meternos en el coche
llamamos a la Renclusa
y nos dicen que podemos dormir en el refugio; de esta manera eliminamos del
equipaje nuestro material de vivac y pasamos de tienda o de la incertidumbre de
si puede gotear o no por la noche.
En poco más de dos horas nos
llegamos a Benasque pues se nota el tramo de Ainsa a Campo que ya está abierto
totalmente. Subiendo ya hacia La Besurta Rosa habla con Biola que viene a casa en
el Autobús pues luego ya no habrá cobertura y a las cuatro y media aparcamos en
La Besurta.
Nos cambiamos de ropa y tomamos el
autobús que sale en esos momentos, bueno, yo creo que salen cada media hora
como poco. Pagamos 3,5 euros por cada ida y vuelta lo que significa que es un
buen servicio.
La tarde tiene cierta nubosidad que
interpretamos como la clásica de desarrollo vespertino y tranquilamente nos
vamos hasta el Refugio de la
Renclusa situado a 2140 metros de altitud
tras subir 220 metros
de desnivel ya que La Besurta
esta a 1920 metros .
Cubeta Lacustre de Paderna.
Son las cinco y media cuando nos
apuntamos en el refugio, subimos a la habitación, dejamos los bártulos y nos
vamos a la ermita, de camino hacia
Paderna. Se trata de la visita de rigor a los ibones.
En Paderna.
Hacemos alguna fotografía, contemplamos
los mismos paisajes de siempre y terminamos haciendo los mismos comentarios. No
hay demasiados buenos sitios para vivaquear.
Un rato después nos bajamos por el
corredor del sur ya que hemos subido por el del barranco y atravesando la zona
de acampada que está completamente libre nos llegamos al refugio.
Capilla de la Virgen de las Nieves en la Renclusa.
En la puerta, nos reconocen la
pareja de Zaragoza con la que coincidimos en el área de servicio de la
autopista en nuestro viaje a los Alpes. Están haciendo encuestas por cuenta de
Prames.
Nos dicen que el tiempo les salió
regular y que no hicieron gran cosa: Pirámide Vincet y la Dome de Neige de los Ecrins
pero que les gustó.
Después de cenar nos juntamos en una
mesa a charlar un poco y a entretener a una alemana de Berlín que va con ellos y
que tiene muchas ganas de practicar Español
Son las diez cuando nos empiltramos. En la
habitación hay luz y en comedor follón por lo que los últimos en subir a la
habitación tardan bastante. Cuando se apaga la luz llega la oscuridad y el
silencio que dura poco pues inmediatamente se pone a soplar un angelito que nos puede dar la noche.
La noche no nos la da porque al rato
y jaleado por el personal, parece ser que sale de la habitación y no se vuelve
a saber más del tema.
A las cuatro y media, algunos
nerviosos que vienen a la conquista del Aneto se ponen en pie de guerra y ya no
habrá manera de pegar ojo. Nos han dado la noche entre unos y otros de tal
manera que Rosa dirá que más nos hubiera valido vivaquear.
A las seis no es de día pero de eso
tienen culpa las nieblas. Nos levantamos al
sábado 28. En media hora recogemos, desayunamos y nos echamos a la
niebla pues no le concedemos mayor importancia.
Camino que nos ocultan las nieblas. 31-7-04.
Comenzamos el camino con la frontal
pero enseguida se ve lo suficiente sin ella, así que por medio de una inmensa
maraña de caminos y citas iniciamos el ascenso de la pared sudoeste del Pico de
la Renclusa ,
ganamos altura a ritmo normal y vamos dejando atrás a algunos.
Nos vamos acercando a uno de
los desagües del Glaciar de La Maladeta y sobre los 2400 metros de altitud,
cuando la mayoría de las sendas se orientan hacia la Cresta de Los Portillones
nosotros continuamos en dirección sur por el fondo de la canchalera granítica,
con lo que quedamos solos fuera ya del mundanal ruido de los conquistadores del
Aneto, aunque el colectivo de las cinco y media de la mañana nos amenice un
rato la sesión mientras se acerca, a gritos, a la zona del Portillón.
Las nieblas se han levantado un poco
en general pero no tienen el aspecto ni de quedarse abajo ni de marcharse por
arriba, nos dejan ver un poco y a esperar a ver qué pasa.
Por encima del Portillón Superior. 31-7-04.
Seguimos ganando altura en dirección
sur directos al glaciar que hemos visto un instante. En la primera hora hemos
subido 450 metros
largos y en la segunda otro tanto. Son las ocho y media y a la orilla inferior
del glaciar nos ponemos los crampones y nos abrigamos un poco ya que hemos
subido en mangas de camisa. Estamos sobre los 3100 metros de altitud
En un claro instantáneo el moribundo Glaciar de la Maladeta.
El
inicio del glaciar está medianamente erguido y es un mar de aguas sobre una
frágil capa de hielo viejo. Qué va a ser de los Glaciares del Pirineo si los de
los Alpes se calcula que han perdido un 25% de la masa de hielo en los últimos
años. Ascendemos de frente hasta encontrar una grieta que sorteamos por un
puente a nuestra derecha y alcanzamos la
zona somital del mismo donde se
arrellana y se viste de nieve reciente sobre restos de nieve de la temporada.
El Collado de la Rimalla. 31-7-04.
Pasamos con cuidado las grietas
rellenas y alcanzamos el final del Glaciar frente al Collado de la Rimaya. Son las nueve
de la mañana.
El Collado de la Rimaya que está a 3232 no
es un collado en el sentido convencional de paso sencillo entre las dos laderas de una montaña, tampoco es
una brecha en el sentido de hueco estrecho y único, a lo sumo es una ligera
depresión en medio de una arista absolutamente dentellada y decididamente intransitable, al que se llega
bastante mal por la cara norte y se baja peor por la sur. Nosotros lo sabemos
puesto que lo conocemos, se puede pasar de Paderna a Cregüeña pero no se
utiliza para paso.
Grieta en el Glaciar de la Maladeta.
Las nieblas nos envuelven de nuevo
pero ahora de forma consistente y a duras penas nos permiten localizar un puente de nieve bueno para franquear la
rimaya al este del collado como vía para ascender con relativa facilidad al
Maladeta.
Localizado nos vamos hacia el centro
del collado alcanzando la rimaya en la base de la pared, una pared joven,
descompuesta y llena de basura que cuanto más avanza la temporada más difícil
resulta de subir ya que la nieve cada vez se queda más abajo.
La Noroeste del Pico del Collado de la Rimaya. 22-5-10.
Comemos un poco aunque a Rosa no le
apetezca pues en la montaña hay que comer cuando se puede y no cuando se
quiere.
No queremos llegar al collado ya que
no conduce a nada, nosotros buscamos o bien la arista oeste o bien algún
corredor al oeste del collado que nos permita ganar la arista fuera del collado
y más allá de las dos primeras agujas, que completamente descoyuntadas,
amenazan la ley de la gravedad.
En el fondo de una depresión de
viento, buscando un poco el abrigo, nos colocamos los chubasqueros ya que se ha
puesto a aguanevar. El día se estropea
finalmente.
Rosa se queda allí mientras yo salgo
de la depresión e inicio el descenso por el crestón nevado en dirección oeste.
Voy en busca de algún corredor practicable.
Glaciar de la Maladeta desde el Mir. 12-8-99.
Unos metros más al oeste inicio el
ascenso de otra cúpula nevada que se incorpora a la pared y en la base
encuentro huellas que se van más al oeste en ascenso.
¡Esto es lo que buscaba! Las huellas
ascienden la cúpula, se aproximan a la pared y terminan en la rimaya medio
taponada. Unos metros más al oeste hay un puente de hielo viejo que está divino. Al otro lado
hay una pared con posibilidades.
Vuelvo a por Rosa, pasamos el
puente, subimos un corto resalte escalonado de hielo negro muy vertical, nos
quitamos los crampones y los dejamos allí mismo junto a los piolets.
La mañana está fea entre las nieblas
y la casi constante precipitación que ahora es de nieve dura pero sabemos que
el Pico Collado de la Rimaya
está aquí mismo, y también sabemos que el tema puede estar complicado en estas
condiciones. A pesar de ello decidimos ir para arriba.
Empezamos haciendo una sencilla y
pequeña ida y vuelta hacia el este para salvar una primera placa vertical y
seguidamente dudamos sobre qué corredor de los dos tomamos, optando por el de
nuestra derecha.
La cresta hacia el Collado de la Rimaya desde el Cordier. 12-8-99.
Está muy descompuesto en la parte
inferior y lleno de tierra negra y húmeda pero con cuidado y buscando repisas
ascendemos unos metros. Poco más arriba el corredor se estrecha con una pared
de lajas muy lisas en la parte este y un pilar vertical de viejo granito en la
zona oeste. Subimos 4 ó 5
metros bastante erguidos y ya con buena roca aunque las
presas sean menores y menos abundantes.
El corredor se estrecha un poco más y se pone vertical con muy buen
granito. Pero el granito viejo está llano de líquenes y la roca muy mojada pues
ahora llueve y no corre nada de viento.
Mi chica se queda en un nicho
mientras yo pruebo un paso muy largo del
que desisto por las condiciones del terreno fundamentalmente y porque luego hay que bajarlo.
Hemos ido encontrando cintajos en el
ascenso, estamos en el camino, lo sabemos, el paso es por el pilar de nuestra
derecha que tiene buenas presas pero sin asegurar y con el granito lleno de
líquenes y mojados no es aconsejable aunque justamente encima, el corredor se
arrellana y se ve fácil la continuación. Por
tanto, nos damos la vuelta, bajamos unos metros y bajo un extraplomo nos
sentamos un poco pues sigue lloviendo y aquí tenemos abrigo.
Va pasando la mañana pero no tenemos
prisa. El ambicioso objetivo que teníamos creemos que está listo en estas
condiciones. Vamos a aguardar un poco a ver si afloja la lluvia y nos vamos por
el otro corredor.
Un rato después cesa un poco la
lluvia y destrepamos con todo cuidado el corredor que hemos ascendido guiados
por algunas citas que he dejado estratégicamente.
Bajamos hasta justamente encima del
lugar en el que hemos dejado el material y nos introducimos en el corredor que
decía Rosa, ligeramente al este del que hemos empleado.
Se trata de un tramo de pared similar. Cuenta con una parte inferior
descompuesta y llena de basura para luego irse limpiando poco a poco y terminar
poniéndose vertical con un diedro orientado un poco al este del corredor.
Pico del Collado de la Rimaya desde el Cordier. 12-8-99.
Es un paso largo en el que hay que
utilizar una presa amplia y lisa pero bastante inclinada al vacío. Da “cosa”
meter la bota allí para izar casi todo el peso del cuerpo sobre ese resbaladizo
apoyo, pero el granito resulta adherente y se sube bien.
Ayudo a Rosa desde arriba y luego
tras un flanqueo un tanto al este, a través de un caos de grandes bloques
graníticos un tanto inestables salimos de la pared y alcanzamos la arista. Allí nos recibe el
viento la niebla y la lluvia. ¡Menudo panorama!
Hacia el este, lo poco que vemos de
la arista parece horroroso aunque sabemos que la niebla colabora mucho en estos
casos. Hacia el oeste, que es hacia donde vamos hay una cita.
La arista es afiladísima pero está
abierta y ofrece defensa. Progresamos unos metros, faldeamos un pequeño
centinela, bajamos a una pequeña brecha y proseguimos por otro trozo de arista
afilado pero con buenas presas. Finalmente salimos de otra pequeña brecha hacia
la pared sur, ascendemos una laja lisa, muy erguida pero con un escalón
intermedio y nos encaramamos en la laja
superior en la que culmina la arista.
Cordier y Rimaya desde Abadias. 23-8-97.
Creo que estamos en el Pico Collado de la Rimaya a 3265 metros de altitud.
No he estado nunca y por tanto no lo conozco y tampoco hay materiales para que
haya monolito cimero. Son las diez y veinte.
Los dos no cogemos arriba y tengo
que fotografiar a Rosa desde un poco más abajo. Hacia el oeste las nieblas no
dejan ver nada, hacia el este lo que hemos visto. Bajamos unos metros y en un
breve abrigo de la lluvia y el viento nos detenemos y esperamos un poco a ver
si levantan algo las nieblas y podemos ver algo.
Estaremos casi veinte minutos y a
duras penas puedo echar una fotografía al Ibón de Cregüeña entre nieblas. Luego
ya que nos hemos recolocado las ropas, que Rosa me ha hecho alguna fotografía y
comprobado que estamos hartos de agua nos vamos para abajo. Esto se ha parecido
al Falisse pero con roca mojada.
Solamente me anda por la cabeza una
cosa, la roca puede estar terrorífica tan harta de agua, o a lo mejor no. Ahora
cae agua en condiciones, los pantalones se pegan a las piernas como lapas, el
cuerpo lo llevamos seco pero el resto...
Ahora es el momento de demostrar que
en la montaña hay que estar a la altura necesaria empleando todos los
conocimientos que te han de permitir con seguridad salir de ella.
Descendemos con paciencia y cuidados infinitos, caen
piedras de la pared, más o menos cerca, produciendo algunas de ellas alarmante
estrépito, yo disimulo y resto importancia al tema aunque la procesión me va
por dentro puesto que ha caído una tan
tremenda que Rosa no ha podido reprimir esa pregunta cuya respuesta ya conocía;
pero ni siquiera eso nos desconcentra. El paso complicado no lo es demasiado,
luego las citas que también he dejado nos confirman la vía de descenso, dudamos un poco ya al
final puesto que hemos dado algunas vueltas entre los dos corredores pero
finalmente alcanzamos el material sin un solo resbalón.
¡Bravo chavala! Descender la pared se nos ha llevado algo más de media
hora. ¡Ha sido un trabajo duro!
Nos
ponemos los crampones, pasamos la rimaya y nos vamos para abajo.
Sigue lloviendo pero menos. Lo de la
pared ha sido de diluvio entre lo que caía y lo que escupía la pared harta de
agua.
Bajando de Maladeta el Collado de la Rimaya y detrás el pico del mismo nombre. 22-5-10.
Bajamos todo lo que podemos por el
glaciar convertido en un auténtico torrente. La última lengua está francamente
tiesa pero es igual. Debajo nos quitamos los crampones, recogemos los piolets y
casi deja de llover. Las nieblas siguen tapándolo todo.
Pico del Collado de la Rimaya de Le Bondidier. 12-8-99.
De allí para debajo de piedra en
piedra aprovechando que nuestras botas adhieren bien sobre el granito,
coincidimos con las citas de subida y bajamos al encuentro de caminillos sin
importarnos en absoluto perderlos o recuperarlos, ya aparecerá La Renclusa cuando toque. Ha
dejado de llover y comienza el tiempo de irse secando.
Y claro, casi dos horas después de
pasar la rimaya aparece el refugio entre nieblas.
Entramos al refugio y nos ponemos a
comer cuando es la una y media. El comedor está algo más de medio, el personal
parece ser que se ha dado la vuelta mayoritariamente y los tres franceses nos
han dicho que no han hecho “sommet”. Bueno, todos hemos vuelto y algunos no
podrían jurar dónde han estado. Al mal tiempo para qué se le va a poner mala
cara si ya vale con la suya.
El comedor está templado, no se nos
hace fresco, se está muy bien pero hay que irse para abajo. A las dos y cuarto
salimos hacia La Besurta
y en el descenso hasta sale un poco de sol.
Tomamos el autobús a la carrera y a
las tres estamos en el coche.
Luego, a petición de mi chica
subimos a contemplar el adefesio de los Baños de Benasque y luego para casa con
un poco de sueño debido fundamentalmente al cansancio provocado por la tensión
en el descenso de la pared más que por los 1400 metros movidos.
Antes de las seis estamos en casa.
Han caído unas gotas aquí. A nosotros nos han caído más.