31 jul 2013

35-13. PUNTAL DE LABATA. 31-7-2013.


La Norte del Puntal de Labata que en invierno suelta tremendos aludes.

Aparcamiento de Candanchú, Collado Causiat, Paso de Aspe, Cantalera, Huerto Estanés, Laderas de Cantal, Fisura Arista Nordeste y Cara Norte. Descenso a Fisura, Foya de Aragüés, Lapiaz y Valle Colgado de Bernera, Valle de los Sarrios, Cantal de Escuarez y Paso de Aspe.
31-07-2013.
Salida 08 h. llegada 17 h.
Sol.
Bastante fácil.
Juan Castejón, Rosa Mª. Martínez y Mariano Javierre.

Mapa del Puntal de Labata procedente de Iberpix. Vía en amarillo.

            El Puntal de Labata o Lie Labate como figura en algunos mapas es un pico que suele despertar inquietud cuando lo contemplas en las inmediaciones del Valle de los Sarrios.

            Si pasas por la Cantalera después de contemplar los Torreones del Huerto de Estanés aparece la espectacular placa de su cara norte de aspecto inaccesible más si contemplas, al transitar por sus alrededores, las aristas este, y oeste defendidas por paredes verticales y te dices que algún día entrarás por el sur. Luego otro día te llegas por el sur a la Foya de Aragüés y en la cresta adviertes que la cima es un castillo defendido por una arista con dos torres de auténtico respeto.

            Los aludes de placa más colosales que he visto en el Valle del Aspe provienen de la Norte de Labata cuya pared se parte todos los años propiciando tan espectacular como peligroso aspecto, aunque por suerte, se trata de una zona poco transitada.

            Es un pico similar al Liouviella Norte que ya ascendiéramos en su día tanto en ubicación como en estructura y materiales y hoy, 31 de Julio de 2013 nos vamos a echarle un tiento.

            Son las ocho y cuarto cuando aparcamos el Candanchú a 1600 metros de altitud. La mañana está espléndida y presagia un buen día de monte.

            Iniciamos la marcha en dirección este y de llano para tomar el GR 11. y alcanzar el Collado Causiat a 1634 metros de altitud. A partir de allí el camino desciende suavemente por praderío alpino muy verde para introducirse enseguida en la Cabecera del Hayedo de Sansanet.

            Pasamos bajo las Paredes de Espert y alcanzado un punto bajo sobre los 1530 metros de altitud iniciamos la travesía de la pedriza primero vestida de verdura completamente florida y después desnuda, terrosa e inclinada que nos conduce al Paso de Aspe.

            Las lluvias y los aludes de este pasado año han deshecho un poco la senda y ha sido trazada un poco más abajo. Nosotros pasamos por donde siempre, cogemos agua en el Barranco de Aspe que baja crecidillo y proseguimos adelante por la cabecera del hayedo  hasta atravesar un par de barranquillos secos.


            Inmediatamente, cuando la senda quiere empezar a descender en dirección norte para pasar bajo unas paredes características, abandonamos el camino principal y tomamos una poco marcada senda en la pedriza, que en dirección oeste va a ascender por la Cantalera, un pequeño barranco lleno de grandes bloques calizos desprendidos de los Mallos del Huerto Estanés. Hay que saber donde se inicia el camino, ya que no está demasiado marcado.


            Ascendemos bajo las paredes de los mallos y tras pasar una ladera de verdura en la que hay flor de lys atravesamos la pedriza y alcanzamos el Huerto Estanés, un precioso rellano en el valle en el que encontramos un primer nevero residual y asfódelos todavía con capullos sin abrir, para atravesarlo longitudinalmente al noroeste y salir del mismo en persistente ascenso en busca del corredor que se resolverá con buenos pasos en la pared izquierda y que nos deposita a la entrada del Rellano del Cantal de Escuarez o de Escurez, como se quiera. Estamos a 1900 metros de altitud y van a ser las nueve y media.


            Aquí abandonamos nuestro particular camino al Valle de los Sarrios y a Estanés y  partimos en dirección sudoeste en busca de nuestra quimera que discretamente asoma en el horizonte.


            El Puntal de Labata es un contrafuerte (puntal) de la arista que conforma la Foya de Aragüés cuya cima está separada un centenar de metros de la cabecera del cordal. Por el norte se asienta sobre una ladera bastante uniforme de calizas claras salpicada de pequeños resaltes que se superan fácilmente con algún pequeño quiebro en el camino o empleando un poco las manos si no quieres molestarte en buscar paso.


            Las Laderas del Cantal que acogen neverillos residuales ascienden paulatinamente hasta alargarse a la base de la placa somital defendida por los restos moribundos de los aludes de la temporada.

            Ascendemos de frente hacia la mitad de la pared y especulamos sobre el lugar por el que vamos a empezar.

            La arista noroeste parece algo más amable y tumbada que la nordeste y que el conjunto del perfecto triángulo que conforma la placa; pero nosotros, según recuerda Juan, hablamos el día que subimos este invierno a la Mujer Muerta de una especie de vira de entrada a la arista nordeste que parecía permitir el acceso a la mitad de la placa. La entrada directa es un poco lisa y como que no nos apetece afrontarla desde abajo a pesar de que está bastante cuarteada y de que tenemos seguridad de poder subirla.

            Consecuentemente, tomamos una amplia vira herbosa que se aproxima  a la arista nordeste y tras pasar bajo el inicio de la misma continuamos para arriba ligeramente al este, a través de una ladera descompuesta que se puede subir por cualquier parte.

            Nuestra vista recurre continuamente a los paredones verticales que defienden la arista advirtiendo que la parte superior no tiene buen aspecto y no aparece en principio la vira de entrada que buscamos.

            Pasamos frente a una fisura que se podría ascender y proseguimos un poco separándonos de las paredes para tener perspectiva.

            Lo que vemos es desalentador, no hay nada oculto que pueda ser utilizable y decidimos atacar la fisura.


            Bajamos unos metros y nos acercamos a la entrada. Se trata de una fisura vertical de alrededor de 20 metros que no tiene mal aspecto salvo la entrada que tiene un paso largo y liso. Sacamos la cuerda, sube Juan y desde arriba asegurará un poco a Rosa que también sube sin ningún problema salvo la dificultad para ella de la entrada.

            Hago alguna foto y subo detrás. La fisura tiene caliza bastante descompuesta pero presenta sobrados apoyos francos lo que supone una trepada entretenida.

            Salimos ligeramente por encima del rellano herboso de mitad de la pared y tras salirnos unos pocos metros de la arista entramos en la placa y nos vamos para arriba siguiendo grietas que articulan la pared y en algunas de las cuales hay pequeños asentamientos de pratenses.


            La placa de la cara norte nunca supera los 40º y ofrece variadas alternativas de progresión. Nosotros vamos atravesando la pared en diagonal hacia el oeste hasta que tomamos una potente grieta que asciende más decididamente aproximándonos a la arista noroeste.

            Me alargo hasta arista, compruebo que las paredes persisten también a lo largo de toda la arista y luego, ya un poco por cualquier parte, la placa se acuesta un poco, alcanzamos la Cima del Puntal de Labata situado a 2407 metros de altitud. Son las once menos cuarto.


            Hay unos bloques  tras los que la cima se alarga hacia el sur unos metros hasta un escalón bajo el que aparece un potente gendarme y más allá otro todavía más erguido y sobresaliente. En la base del escalón hasta el que destrepo hay unos viejos anclajes de rápel.


            Desde la cima contemplamos de este a oeste desde la Zapatilla hasta la Llena del Bozo aquí mismo y detrás del Ruabe del Bozo. El Circo de la Foya de Aragüés prosigue con el Puntal del Bozo, una pirámide innominada y posteriormente el Cresterio Calizo Claro de Olibón. Más allá Bisaurín, Secús, Portaza y Liouviella. Detrás aparecen muy nítidos Acherito, Petrechema, Mesa y Anie; delante Acue, Estanés y Aguas Tuertas muy neblinoso. En el norte Sesques con el Caperan, Serous, Gazies, Midi y perfilándose casi al este la silueta del Diente de Anayet.

            Almorzamos y disfrutamos de esta cima tan largamente ansiada. No sube mucha gente ni hasta aquí ni por aquí.

            Media hora después, desestimamos la idea de bajar por la arista noroeste  y siguiendo las citas que he ido haciendo con las pocas piedras sueltas que quedan en la pared nos vamos para abajo. El mayor problema de estas paredes es perder la vía y terminar enrallado, lo que no es demasiado difícil.

            Destrepo la fisura de espaldas al valle y seguidamente lo hacen mis chicos. Será de IIIº seguro en descenso.

            Recogemos la cuerda y nos vamos para arriba en busca de la arista. Ascendemos un tramo descompuesto y seguidamente entramos en la zona de placas donde se puede elegir camino para progresar. Hay que decir que 200 metro más al este hay una rampa herbosa que sube fácilmente hasta la cresta pero nosotros no nos vamos a molestar en ir a buscarla.

            Tomamos una grieta muy amplia y erguida que tiene un bloque empotrado y salimos directamente a la arista. Son las doce y estamos a 2400 metros de altitud.

Los Torreones de la Sur del Puntal de Labata.

            Lo suyo hubiera sido tras bajar la grieta marcharse de vuelta pasando o no por el Ibón de Estanés con lo cual ya habría una vuelta cumplida. Nosotros queremos dar una vuelta por el Valle Colgado de Bernera que conocemos parcialmente pues el Pirineo aunque conocido, siempre guarda novedades.


            Iniciamos el descenso a la Foya de Aragüés por praderío y en dirección sudoeste contemplando por la ventana que aparece entre la Llena del Bozo y Olibón a Napazal y Mesola  que dan paso al oscuro Pirineo de pinares.

Llena del Bozo.

            Bajamos tranquilamente, cogemos agua fresca en una surgencia y faldeando  por la ladera oeste hacemos una travesía en busca de la entrada de Lapiaz de Bernera lo más alto posible y alejados del praderío del fondo de la Foya de Aragüés.

            Bajaremos finalmente hasta los 2200 metros de altitud lugar en el que accedemos al lapiaz iniciando el faldeo de la Cara Sur de Olibón


            Ascendemos suavemente por el lapiaz entre Olibón al norte y las dos puntas de Ruabe Bernera al Sur hasta que tras sortear un persistente nevero por su orilla norte lo cruzamos cuando se arrellana en el Collado de Ruabe Bernera a 2370 metros de altitud.



            La mañana está muy pesada y lo notamos. También lo debe notar el rebeco que se deja aproximar de manera poco usual, haciéndonos pensar que estaba enfermo. Ni siquiera nos acercamos para que los socios conozcan la trepada de los Dientes de Olibón y contemplar desde allí el Valle de los Sarrios. Nos reunimos allí e iniciamos el descenso del valle colgado en dirección oeste-noroeste  mientras preside el Bisaurín.

Bisaurín.

            Se trata de un pequeño valle glaciar vestido de pequeños resaltes de calizos completamente lleno de simas. Nos ha de conducir al Barranco de los Castillones por el que desagua la parte occidental del Valle de los Sarrios pero en modo alguno queremos bajar hasta el refugio de los Forestales: vamos a buscar algún atajo y sabemos que puede ser complicado.

            La Arista Oeste de Olibón que desciende paulatinamente hasta la Plana Mistresa vistiendo de paredes al valle de los Sarrios ofrece hacia el sur una ladera pedregosa y transitable fuera de las paredes cimeras. Nosotros a medio descenso del valle colgado lo abandonamos para introducirnos en la ladera siguiendo caminillos de animales que nos hacen el tránsito más cómodo ya que está bastante descompuesta.


            Sobre los 2225 metros de altitud nos acercamos a la arista para comprobar que no podemos atravesar todavía la sierra. Tendremos que bajar una ladera inclinada y vestida de verdura  para ver si más abajo es posible. Solamente por no dejar cabos sueltos me acerco de nuevo a la arista y me tropiezo con un corredor estrecho y erguido que rompe las paredes y termina en la pedrera lateral del Valle de los Sarrios.

            El corredor arranca alrededor de los 2150 metros y nos deja en la pedrera fácilmente tras bajarnos alrededor de 50 metros fáciles.


            Son las dos menos cuarto cuando nos detenemos a la sombra en la base del corredor vestido de jugosa y fresca verdura a comer. Como decimos aquí hace “una calor” importante y es que por aquí distinguimos entre el calor y la calor, qué vas a comparar.

            Media hora después continuamos con una travesía suavemente descendente por inestable pedriza para buscar el fondo del Valle de los Sarrios  en las inmediaciones de la divisoria de aguas.

Ibón Viejo.

            Alcanzada la divisoria a 2120 metros de altitud nos apartamos del camino unos metros para visitar el Ibón Viejo vestido de verdosas y encantadoras aguas en el que todavía moja sus pies un neverillo residual.

            Luego proseguimos en suave descenso y en dirección oeste al encuentro de la turbera  que rezuma agua por doquier y tras la que tomamos el camino de salida en la Trinchera.

Valle de los Sarrios.

            Bajamos unos metros por el camino y cuando éste gira al noroeste para desembocar poco más abajo en Estanés, nosotros lo abandonamos  para recorrer el Rellano Herboso del Cantal de Escuarez en dirección este y cerrar el bucle que hemos abierto a la mañana. Van a ser las cuatro de la tarde.

            Descendemos el corredor, atravesamos el Huerto de Estánés, bajamos la Cantalera y nos introducimos en el Hayedo de Sansanet con ganas de sombra.

Amapolas pirenaicas.

            Tras cruzar el Barranco de Aspe faldeamos con el camino bajo las paredes de Esper en las que fotografío unas amapolas pirenaicas y tras transitar la última zona de hayedo remontamos cansinamente hasta el Collado Causiat para llegarnos  con ganas al Aparcamiento de Candanchú. Son las cinco un poco pasadas y hemos liquidado con muchísimas ganas nuestra jornada que entre unas cosas y otras se ha ido a los 1250 metros de desnivel, aunque creo que lo peor del día ha sido el calor incluso por encima del desnivel.

            En Canfranc paramos a coger agua fresca para empezar a reponer los líquidos que hemos perdido a raudales.              

19 jul 2013

5.13. ALPHUBEL. 19 y 20-07-2013.


Alphubel desde la Cima del Allalinhorn. 1-8-07.

Teleférico de Spielboden, Langflue, Glaciar del Fee, Islote Rocoso, Cara Oeste, Alphubel Norte, Alphubel y Descenso a Saas Fee.
19 y 20-7-13
Salida 16 h. Llegada 15 h.
Sol.
Facil.
Juan Castejón, Rosa Mª. Martínez y Mariano Javierre.

Mapa del Alphubel procedente del Landeskarte der Schweiz. Vía en amarillo.

            El reloj de la torre de la iglesia de Fiesch me comunica las dos, las cuatro y las seis, lo que significa que no duermo demasiado mal.

            A las ocho nos levantamos, el sol está ancho patalero en este 18 de Julio de 2013, y parece ser que molesta nuestro aparcamiento a alguien relacionado con el camping del pueblo.

            Relajadamente desayunamos, ponemos a secar nuestras pertenencias  y tenemos un altercado de menor importancia, yo paso del tema.

            Nos han cerrado la salida cruzando un coche y ya nos la abrirán, como así será un rato después sobre las nueve y media. Nos podrían haber fastidiado en otras circunstancias pero hoy tenemos el día para descansar y organizarnos, así que, ¡Sanjoderse!

            Nos bajamos al aparcamiento y yo sigo secando cosas húmedas mientras mis chicos marchan a la Ofina de Turismo de Fiesch.

            El parte meteorológico anuncia buen tiempo y consecuentemente nos reprogramamos enseguida: esta tarde nos subiremos a Langflue para hacer mañana el Alphubel.

            Carretera hacia Saas Grund echamos gasolina y buscamos un lugar discreto y sombreado para pasar la  mañana entre almorzar, pegarnos un buen baño en el barranco y preparar las mochilas. Sabemos organizarnos y disfrutar de casi todo con muy poco.

            Alrededor de la una proseguimos carretera abajo hasta Saas Grund y tras tomar el desvío con obras nos subimos hacia Saas Fee.

            Cerca del pueblo y en una parada de la carreta aparcamos, comemos y nos cambiamos de ropa.

            Serán las tres menos cuarto cuando aparcamos junto a la Oficina de Turismo de Saas Fee, el mediodía está medio nublado pero no nos preocupa.

            Tardamos un pelín en dejar la furgo en el aparcamiento 4, a cubierto,  ventilada y lo más arriba posible. Luego, cargamos con nuestras mochilas y entramos al pueblo.

            Es un pueblo sin tráfico donde únicamente se mueven cochecillos eléctricos y un tren chispita. Atravesamos por medio de las casas típicas de madera destinadas a atracción turística y nos vamos para abajo por la calle principal. No es una hora punta pero nos parece un tanto vacío el pueblo.

            Teníamos dos opciones para hacer el pico. Una la centelleante con tiempo poco seguro consistía en subir por la mañana con el teleférico a Langflue hacer el pico y bajar con el teleférico. La otra con buen tiempo podíamos hacer andando desde Saas Fee.

            Las informaciones que teníamos eran que el teleférico subía a Langflue pero eso solamente lo hace en temporada de esquí. Ahora nos dicen que el hotel está cerrado y que el teleférico se queda en la estación intermedia, en Spielboden. Con semejante variante las cosas cambian ligeramente y puestos a reconocer el camino desde el pueblo, nos subiremos en el teleférico y nos bajaremos andando. Conocemos y evitamos la sudada de ascenso.

            Pensábamos pasar del hotel y llevar lo necesario para acampar por nuestra cuenta y la nueva situación no cambia ese aspecto de nuestros planes. Consecuentemente las mochilas van cumplidas con el material de acampada y molestan lo suyo de camino al teleférico en una tarde tórrida.

Casas típicas de Saas Fee.

       Hemos de atravesar todo el pueblo y desde la Zona Polideportiva acercarnos a la base del teleférico.

           Sacamos billetes de ida por 24 francos suizos y el servidor de la taquilla nos pregunta, quizás con la intención de advertirnos ya que le pedimos billetes a Langflue. Le decimos que llevamos tienda y parece tranquilizarse.

Alphubel desde Saas Fee.

            El teleférico funciona continuamente y a las cuatro nos montamos para desembarcar en la Estación Espielboden a 2447 metros de altitud diez minutos después pues asciende algo lento. Nos ha servido para reconocer la multitud de caminillos que recorren la Ladera del Circo de Saas Fee, salpicada de caminantes. Incluso hay una pista que llega hasta arriba.

Saas Fee y atrás Langinhorn y Weissmies.

            Salimos a la parte de atrás de la estación y tomamos la pista que se empina endiabladamente suponemos que recorrida por pisanieves y motos de nieve. Sube sin compasión y nos mete en sudores salvajemente pues la tomamos sin misericordia, espoleados por la inquietud de buscar un buen vivac a 2870 metros de altitud y suponiendo que la gente que haga esta vía también ha de subir a vivaquear ya que todavía restarán casi 1400 metros de desnivel hasta la cima.


            El teleférico ha ascendido por encima de un espolón de verdura, el Gletscheralp, en dirección sudoeste y ahora el espolón se prolonga  casi en dirección sur para superar un resalte rocoso en la arista por un tramo de pista de esquí artificial que se encuentra hormigonado.

            A la entrada del tramo pisamos el primer nevero y poco más arriba el espolón se arrellana  apareciendo las primeras manchas de nieve que enseguida se hará continua.

            La pista de esquí va por nuestra derecha y nosotros casi siempre entre ella y la arista que sube indecisa a nuestra izquierda. Nos guían los cables y pilonas del teleférico.

            La nieve está muy blanda y lo que es peor, muy húmeda, por lo que nos vamos hacia la arista en busca de roca pues con esta nieve se puede hartar uno de agua en un visto y no visto.

Langflue.

            Tendremos que emplear las manos frecuentemente pero enseguida avistamos la llegada del teleférico en unas potentes instalaciones. Estamos a 2870 metros de altitud y son las cinco menos diez.

            La primera comprobación la hace Juan que va delante: tenemos mucho sitio a cubierto en la llegada del teleférico. Lo imaginábamos pero subir sin nada hubiera sido una temeridad imperdonable.

            Luego en el enorme edificio hay varias puertas abiertas para unas instalaciones de trabajo con varios lugares para poder echar las esterillas y los sacos. Finalmente en un pequeño hueco también abierto hay mesa, sillas, jergones que no emplearemos y un par de placas enormes de gomaespuma cubiertos por un plástico que han sido utilizadas como colchón. También hay una ingente cantidad de botellas de agua gasificada.

            Más arriba hay un segundo edificio y todavía un tercero a los que con alguna artimaña se puede acceder pero no será necesario. El más alto es el Hotel Langflue que evidentemente no tiene el aspecto que esperábamos pues parece un viejo refugio y no de la capacidad anunciada.

Allalinhorn.

            Tenemos una enorme tarde para contemplar más de la mitad del camino de mañana, para deleitarnos con el Allalinhorn espléndidamente iluminado y los verticales paredones que se elevan hacia el Taschhorn y el Dom de Mischabel.

            Recorremos los alrededores y hacemos tiempo mientras contemplamos una relativa nubosidad de evolución que ronda por los alrededores.

            Sobre las siete nos hacemos la cena que liquidamos con apetito religioso para empiltrarnos suficientemente abrevados alrededor de las ocho.

            Cómodamente sobre los mullidos colchones la conversación se alarga distendida mientras que la luz que entra por el ventanal disminuye paulatinamente anunciándonos la llegada de la noche que nos pillará dormidos.
            La noche además de cómoda se hace larga pues nos despertamos repetidamente volviéndonos enseguida a dormir. Siempre nos pasa.

            A las cinco y cuarto echamos el pie al 20 de Julio de 2013 las primeras luces del alba de desparraman sobre el Glaciar del Fee.

            Desayunamos, nos ponemos crampones y polainas y a las seis de la mañana nos echamos a la nieve en una mañana con el cielo absolutamente despejado en la que todavía no ha salido el sol.

 El sol en Alphubel.

            Atravesamos el amplio rellano en dirección sur para pasar por las inmediaciones de la silla más alta que llega desde el oeste y junto al Hotel Langflue.

            No hay una huella definida y reciente pero si hay una carretera de huellas que ya vimos ayer desde Saas Fee y que vamos a seguir.

            Hay un pequeño lago medio helado que pasamos por su orilla oeste y tras atravesar el desagüe iniciamos el ascenso del primer resalte en el que encontramos la nieve blanda y que prosigue en suave ascenso en dirección prácticamente sur.


            Se trata de ir subiendo una amplísima rampa que deja al oeste los fabulosos seracs de la parte sur del pico y los seracs de la Cascada Inferior por debajo del crestón rocoso que con más o menos continuidad se llega hasta el Feekopf.


            Contemplamos la salida del sol al este del Weissmies a la vez que vemos como se tiñen de anaranjados y rosáceos los casquetes somitales de Allalinhorn y Alphubel y en la parte alta del segundo resalte atravesamos algunas grietas nacientes de la cascada de seracs bastante cerradas y a continuación nos alargamos por un rellano hacia el espolón rocoso acotado a 3173 metros, encontrando nieve reciente que enmaraña un poco la huella. Son las siete de la mañana.


            Rebasados los islotes rocosos la pendiente se empina un poco y avanzamos hacia el sur de manera más incómoda pues la nieve reciente está sin transformar y la huella se hunde demasiado con lo que la rampa se hace interminable.


            La capa de nieve recién caída cubre completamente las huellas y alcanzamos un discreto rellano en el que nos detenemos para echar un trago. Son las ocho de la mañana y estaremos sobre los 3500 metros de altitud.

            Pasado el rellano la rampa se vuelve a empinar y giramos un tanto al este al objeto de entrar en un poco notorio corredor por el que bajan un par de montañeros. Aquí toma el relevo Juan y me cuesta recuperar ya que estaba un tanto fundidillo. Sin tener que chafar nieve la ascensión es otra aunque Juan nunca lo pone fácil y en lugar de ascender suavemente en busca del corredor de forma cómoda y en la parte baja se marca una largada de frente  con lo que la pendiente se empina considerablemente y nos perdemos una buena parte de las bondades de la huella de los que han bajado ya que ellos se marcharán hacia el Metro Alpino y nosotros alcanzaremos su huella a medio corredor justamente debajo de una pequeña cascada de seracs.

             Una huella en descenso y con nieve blanda nunca es un chollo pero al menos te evita un tercio del esfuerzo de abrirla y según su trazado sabes si es fiable o no. En este caso lo es pero unos pocos metros más arriba la huella pasa por encima de los seracs abandonando el corredor con lo que nosotros hemos de seguir abriendo huella por nuestra cuenta.

            Estamos en la zona más erguida de la pared y con ella  ascenderemos alrededor de 200 metros de desnivel practicando algunas zetas que coinciden de cuando en cuando con imperceptibles depresiones por las que se desarrolla alguna vieja huella completamente cubierta por la nieve reciente. Son las nueve de la mañana y estaremos ligeramente por debajo de los 4000 metros.


            El corredor desaparece convirtiéndose en pared  que nosotros acostamos practicando algunas lazadas al gusto mientras que pasamos algunas grietas bastante cerradas y queremos advertir “la brisa de los cuatromiles” aunque lo que de verdad notamos es que están entrando las nieblas por arriba.

            Hemos derivado bastante al norte por lo que una gran diagonal al este nos permite aproximarnos a la parte superior de la pared visualizando entre girones claros de niebla una arista muy plana que suponemos se alargará en la distancia conforme ganemos más altura. Pero no será así. La arista se perfila muy llana y la alcanzamos en una suave protuberancia que identificamos como la Cima Norte de Alphubel situada a 4188 metros de altitud. Son las nueve y media de la mañana.

En Alphubel Norte. Atrás Tasch y Don.

            En ese punto  y tras hacer suficientes señales en la nieve por si las nieblas van a mayores, optamos por alargarnos por la cresta hacia el norte para perder unos metros por nieve helada y suelta y alcanzar un amplio lomo desde el que contemplamos una impecable imagen del Taschhorn, del Dom de Mischabel y de la Lenzspitze.

            Hacemos algunas fotos en medio de unas nieblas volanderas movidas por un fresco vientecillo y comprobamos que a partir de aquí la arista se hunde al norte en busca del Mischabeljoch donde se encuentre el vivac que tanto me había tentado a la hora de programar esta ascensión.

Alphubel.

            Seguidamente volvemos sobre nuestros pasos y buscamos un poco de abrigo del viento que molesta un poquillo.

            Enseguida pasamos por el punto de incorporación a la arista y proseguimos al sur en suave ascenso por la huella que han practicado los dos montañeros que hemos visto.

En la Cima de Alphubel.

            Unos minutos después, absolutamente relajados, alcanzamos la Cima del Alphubel casi a la par de un nutrido grupo de austriacos que hemos visto subir hace rato desde el Metro Alpino.

            Ellos, con todo puesto se quedan un poco a bolos cuando nos ven llegar en mangas de camisa como si estuviéramos en el patio de nuestra casa y es que los Alpes casi se puede decir que son un poco nuestra casa. Una casa que nos hace padecer de cuando en cuando y que nos llena de completo gozo en otras  como hoy,

            Nos hacen hasta fotografías y al rato, cuando se van por nuestra huella, uno de ellos nos dice:” ¡Viva España!”. Nosotros les decimos que viva también Francia, Italia, Alemania, Austria y los Alpes.

Anda, y ese quién es...

La Nordend entre Signalkuppe y Punta Dufour.

Allalinhorn, Stralhorn y Rimpfischhorn.

            Las nieblas se disipan, la brisa cesa y contemplamos un paisaje conocido absolutamente extraordinario con un norte de postín que arranca con Pointe Margueritha, Punta Zunstein, Nordend, Punta Dufour, Liskham, Castore, Pollux, Roca Negra, las Tres Cimas del Breithorn, el Pequeño Cervino, el Cervino y el Dent de Herence, una buena parte de nuestra vida montañera en los Alpes. Al sur aquí muy próximos e impresionantes el Rimpfischhorn que nos presenta a su Gran Gendarme, el Stralhorn apacible y confiado y el Allalinhorn perfectamente luminoso y embriagador. Contemplamos la casi totalidad de las vías que hiciéramos a estos tres picos  íntimamente relacionados con la Cabaña Britannia.

Nubes de desarrollo hacia Italia como siempre.

De Signalkuppe a Kleine Materhorn.

Lagginhorn y Weissmies.

            Más al oeste del Cervino aparecen en la distancia  territorios por los que desarrolláramos nuestra Chamonix-Zermat pero no termina aquí el espectáculo. Al norte aparecen notoriamente el Laginhorn, Weissmies, el espectacular Weisshorn y los queridos Bishorn y Punta Burnavy. Estamos en casa y tenemos cosquillas en el alma.

            Nos damos un amplio homenaje, un delicioso chapuzón en nuestros recuerdos y ni siquiera notamos el fresqui que hace, la nieve se rehiela en las botas.
            Se nos hace las diez y media en un suspiro entre que nos asomamos al Feekopf y contemplamos la fácil arista de subida al pico, o los Glaciares del Ried,  Schwarzee, Grenz o el Gorner
            Seguidamente iniciamos el descenso  que realizaremos por el mismo camino de subida a pesar de que los austriacos han dejado la huella trillada y es que hay un importante grupo de montañeros que no respeta, creemos porque no reflexiona sobre el valor de una buena huella. ¡Con lo fácil que resulta bajar junto a la huella de subida! 

            Bajamos a ritmo pues sabemos que nos esperan 2500 metros de descenso.


            La nieve sigue buena para bajar y en nuestro primer tramo nos bajamos hasta debajo de los seracs del corredor. Hace abrigo y allí nos paramos a echar un bocado y un trago. Son las once y media.

Langflue y Saas Fee.

            En poco más de diez minutos nos desocupamos y proseguimos para abajo a buen ritmo que solamente cortamos en las zonas en las que aparecen grietas, asegurando el paso de una que tiene un poco de peor pinta.

            Son las doce y media cuando llegamos a Langflue. Hemos bajado a muy buen ritmo y el rellano con nieve muy blanda se nos resiste un pelín.

            Solamente tenemos que descansarnos un poco, comer algo y rehacer las mochilas. Juan se ha rezagado un poco y llega después de haberse pegado un remojón en el lago.

            A las dos menos veinte dejamos todo recogido y cerrado y continuamos con el descenso. Lo haremos aprovechando la nieve y en lugar de hacer el tramo de camino balizado que encontramos a la subida lo hacemos por la pista de esquí que baja por debajo de la silla más alta de la estación.

        La pista llega hasta una explanación realizada en la parte superior  del tramo de pista hormigonado. De allí para abajo seguimos el camino de subida y en media hora nos llegamos a Spielboden.


            Alrededor de la estación del teleférico incluido el bar, los paseantes pululan al igual que por los varios caminillos que deambulan por el espolón cubierto por una capa vegetal en la que destaca el rododendro en flor.

Marmota posando.

            Tomamos uno de los caminillos que bajan transitadísimos y nos vamos para abajo abreviando. Bueno, abreviar es un decir ya que entre fotografías a flores y paradas para contemplar algunas marmotas que creo están acostumbradas a comer en la mano de los turistas, no cogemos ritmo ni queriendo.

            A medio descenso del espolón nos olvidamos de los entretenimientos y nos dedicamos a bajar mientras contemplamos diversas opciones para hacerlo descartando la de la pista que a la postre creemos que será la más directa.

Los socios cazados tras el rododendro.

            El camino elegido se da alguna que otra vuelta por la parte oeste del circo para alcanzar la pradera tras cruzar un par de barrancos y tener que remontar ligeramente al encuentro de la pista.

           Con ella alcanzamos las pistas polideportivas y luego la calle principal del pueblo que recorremos en busca del aparcamiento, pasándonos de largo incluso, lo que ya nos ha sucedido alguna vez. Son las tres y media.

            Nos aseamos un poco en los aseos de los aparcamientos y alrededor de las cuatro salimos de los mismos previo pago de 14 francos suizos para iniciar nuestra vuelta.

            El pueblo estaba flojo y hoy también lo está y la carretera flojilla como no la recordamos más si tenemos en cuenta que es sábado. Parece ser que no hay tanta gente como otros años.

            Además y por una vez parece que emprendemos el regreso sin que nos eche el mal tiempo y eso también es nuevo y ya para completar el cupo de novedades no me va a pegar el sueño a pesar de que la jornada ha sido interesante con 1750 metros subidos de los cuales ayer fueron 425 y 2525 metros bajados.

            Seguimos nuestro acostumbrado camino, nos llegamos por la autopista a Martigny y tras pasar la frontera entramos en Chamonix cuando son las siete de la tarde.

            Aparcamos frente a la zona deportiva y nos damos una vuelta por la calle principal en la que hay bastantes paseantes, es normal, aunque las terrazas están flojas.

            A la salida de Chamonix, sobre las ocho, echamos gasolina en un Carrefour a precio español y entramos en la autopista.

            A la altura de Les Houches hay una zona de descanso y entramos. Está sin gente, tiene un hotel al lado del aparcamiento y tiene aseos. Es justo lo que podríamos haber soñado y nos quedamos. Pasa el ferrocarril por al lado pero solamente pasarán un par o tres de trenes mientras estemos allí.

            Gotea ligeramente mientras preparamos la cena pero no es problema con el portón trasero levantado que nos permite maniobrar sin problema.

            Cenamos tranquilamente y celebramos con sidra fresca y galletas variadas el final de nuestro proyecto en los Alpes por esta ocasión en el que el cielo ha tenido clemencia con los montañeros.

            Sobre las diez de la noche nos ponemos horizontales para disfrutar de una noche espléndida que nos reponga de los abundantes dispendios del día en el que hemos conocido el Alphubel, un pico que hemos hecho casi al estilo de antes, es decir, pasando de remontes mecánicos. 

            El día 21 de Julio de 2013 lo tomamos con calma a las siete de la mañana.

            Nos regalamos con una espléndida vista de la Dome de Gouter y la Aguja de Bionnassai antes de que a las ocho nos echemos a la carretera.

            Con poca circulación  nos llegamos hasta el Iserre y paramos en nuestra playa de agua dulce  y caliente para echarnos un baño. Luego bajamos hasta Valence y decidimos marchar por el interior ya que por la costa pasaríamos a muy mala hora.

            Comemos cerca de Le Puy tras tirarnos un rato de malas carreteras. Después de comer mejoran y en Rodez ya son buenas con autovías incluidas y echamos gasoil.

            Un poco más debajo de Albi entramos en una parada de autovía que tiene buena pinta y allí nos quedamos pues son las ocho y media. Hace bastante calor.

            Hemos pasado todo el día con la musiquilla del ruido que hacen, para mí las pastillas de los frenos pero qué hacer en domingo en Francia. La furgo frena bien.

            El área de descanso tiene poco movimiento ya que los camiones tienen la parada un tanto distante de la nuestra y pasamos una noche tranquila.

            El 22 de Julio ya no tiene otra historia que desarrollarse, a juego con casi todo el viaje, con poca circulación. Pasamos por Tarbes y Lourdes y a la una estamos en casa finiquitando nuestra marcha a los Alpes de la que hemos vuelto con cuatro cuatromiles, dos de ellos de cierto fuste, al precio de 6000 metros subidos y 6750 bajados, caminando 35 horas y media efectivas a lo largo de 6 jornadas en las que habremos recorrido alrededor de 81500 metros, y además hemos recorrido una parte decente de los Glaciares de Aletsch.

            Alguien me dirá que cuando va a Alpes no hace esto, pero los Alpes que tantas satisfacciones nos han procurado permiten hacer esto y mucho más. Son tan variadas las opciones que difícilmente no encontraremos algo al gusto y la mediada de cada uno. Y no solamente en Alpes, se trata de la montaña y que se sepa, no está prohibido soñar. ¡Que nadie me despierte!

              Estas actividades de Alpes arrancaron Aquí.