Corredor y Cara Norte de Arroyeras.
Aparcamiento de Anayet, Barranco
Culibillas, Rellano de Anayet, Collado Oeste y Arista Oeste.
26-03-2011.
Salida 10 h. Llegada 15 h.
Mixto.
Fácil.
Esquís de montaña.
Rosa Mª. Martínez y Mariano Javierre.
Mapa de Arroyeras procedente de Prames. Vía en amarillo.
Precisamente, su corredor norte fue el que en su día nos tentara y
nos llenara de deseos para iniciarnos con el esquí de montaña. ¡Cómo
disfrutaban aquellos franceses bajando
el corredor más arrastro que esquiando!
Tenemos que ir a Arroyeras más tarde o más pronto y hoy 26 de
Marzo de 2011 puede ser el día.
El tiempo se irá estropeando conforme avance el día pero no
creemos que las precipitaciones lleguen antes de media tarde. Consecuentemente,
si no es aconsejable una actividad larga
que desestimamos nos vamos a Arroyeras.
Son las diez de la mañana cuando tras aparcar en Anayet, los
aparcamientos están medio vacíos, nos vamos en busca del Barranco Culibillas.
Comenzamos a 1700 metros
de altitud.
La mañana está suavemente soleada, la temperatura es excelente y
la nieve se encuentra superficialmente dura aquí en la parte baja del barranco;
posee esa dureza propia de las noches en que tras una tarde muy cálida y con
mucha fusión le sucede una noche a punto de helar.
Avanzamos por fuera de las pistas y en dirección sudoeste por la
orilla derecha del barranco utilizando las pocas huellas de esquí que hay y
enseguida adelantamos a un grupo mixto de cuatro que se va a aprovechar de
nuestra huella en la zona inclinada junto al barranco.
Poco más arriba giramos al oeste y enfilamos barranco arriba
quitándonos ropa pues se hace calor en tan abrigado lugar.
Ojos de primavera en el Barranco Culibillas.
Hacia el Gendarme de Culibillas.
Ascendemos suavemente por la orilla derecha del mismo en busca del
Centinela o Gendarme de Culibillas, ese
crestón afilado que se ha desprendido ligeramente de la cara norte del
pico.
Rodeamos el centinela por el norte y alcanzamos la zona en el que
el barranco queda completamente cubierto y uniforme.
En el rellano localizamos un grupo de raqueteros que va delante y
que alcanzaremos a la entrada de la
Cubeta de Anayet.
Al inicio del resalte de cierre de la cubeta, desestimamos la idea
de continuar la ascensión por el Corredor Norte de Arroyeras y nos vamos a por
la pala de cierre de los ibones que está soleada y tiene aspecto más amable.
Son las once de la mañana un poco pasadas cuando tras contemplar
la hoy siniestra imagen del Diente de Anayet pues las nieblas han ido entrando
y dado vacaciones al sol, estamos a 2200 metros , giramos al sudoeste y
prácticamente en horizontal nos vamos a atravesar la planicie en dirección a la Sarreta , seguimos una muy
débil huella de esquís en ascenso, de un esquiador con el que nos cruzamos en
su descenso.
Diente de Anayet.
Parte del grupo de franceses se va directo hacia la norte de
Arroyeras, mientras que a nosotros se nos hace larga la travesía para alcanzar
tras unos suaves resaltes una especie de depresión que en dirección sudeste nos ha de llevar hacia el nacimiento
del Corredor Norte de Arroyeras. Coincidimos en la pala terminal bajo el
collado, así que no hemos ido tan despacio como nos ha parecido.
La Norte de Arroyeras.
Los últimos 50
metros que nos separan del Collado Oeste de Arroyeras
son un pequeño muro que arrancando muy suave se yergue paulatinamente
poniéndose medianamente severo y con nieve pelín dura, que superamos con un par
de vueltas marías un tanto comprometidas por la pereza de no haber puesto abajo
las cuchillas.
Son las doce cuando alcanzamos el collado situado sobre los 2425 metros de altitud.
Las nieblas nos envuelven y quiere empezar a nevar.
La primera parte se puede hacer bien sobre la nieve o buscando las
rocas y las peladuras próximas a la arista. Hay una vieja huella rellena de
nieve y como rehacerla no supone gran beneficio, adelantamos a los franceses
que están poniéndose los crampones y nos vamos para arriba haciéndonosla sobre
una nieve decente.
La arista cuenta con dos resaltes más, cortos y separados por un
descansillo intermedio. Con las botas de travesía y apoyado en los bastones la
huella se hace bien. La aprovechara primero
mi chica que sube como una princesa confiada en su piolet y luego el
grupo de franceses que viene detrás en la gloria.
Son las doce y media de la mañana cuando alcanzamos la Cima de Punta Aroyeras
situada a 2557 metros
de altitud.
La cima es un crestón alargado prácticamente horizontal y vestido
de cornisas hacia el sur. Envueltos en las nieblas y nevando débilmente no
tenemos paisaje definido que disfrutar.
Hacia Culibillas.
Los franceses nos dan las gracias vivamente por la huellas y tras
intercambiar fotografías, diez minutos más tarde nos vamos para abajo.
Iniciando el descenso.
El descenso hasta el collado es cómodo puesto que los talones de
las botas practican una huella suficiente y cómoda sobre la nieve incluso en
las partes más erguidas de la arista. Solamente hay que cuidar con no
aproximarse a las afloraciones rocosas junto a las que la nieve aparece dura.
En el collado, echamos un trago y decidimos sacarnos de delante la
matraca del inicio de la pared. Recogemos los bártulos y sin darle más vueltas
nos vamos para abajo.
La nieve está estupenda y en la parte más erguida con la que se
inicia el descenso de la pared daremos los tres mejores giros del descenso.
Inmediatamente se cierran un poco más las nieblas y nos quedamos
sin visibilidad por lo que practicamos una larga diagonal hacia la cabecera del
Corredor Norte y tras unos cuantos giros “a guevo” alcanzamos la silla de la orilla izquierda del
recién nacido corredor.
Hay una peladura en la nieve y en unas rocas de la misma nos
sentamos a comer. Es la una y cuarto y comemos tranquilamente ya que las
nieblas van y vienen hurtando la poca visibilidad que hay. Esperamos a que se
produzca algún claro para aprovecharlo y disfrutar el descenso del corredor que
conocemos y que, según hemos visto tiene la nieve muy uniforme.
Bajando por el Corredor Norte de Arroyeras.
Media hora después sigue nevando intermitentemente, la visibilidad
no ha crecido ni esperamos que lo haga y, consecuentemente, nos vamos para
abajo.
Descendemos los dos resaltes que articulan el corredor sin pena ni
gloria ni disfrute, hay que bajar y… bajamos. Es una pena la buena nieve que
tiene.
El clásico alud de la Sur de Espelunciecha.
Alcanzado el fondo del Barranco Culibillas bajamos unos metros
sobre el fondo del mismo y en el lugar que ya hemos elegido a la subida
iniciamos una larga diagonal sobre la Cara
Sudeste de Punta Espelunciecha. Se trata de faldear con el
mínimo esfuerzo para alcanzar el collado entre Espelunciecha y La Punta de la Garganta para acceder a la Glera de Anayet.
La primera parte de la diagonal la hacemos en suave descenso para
transitar la parte más erguida de la ladera con cierto ritmo e iniciar un
imperceptible ascenso con los esquís desbloqueados, atravesar el potente y
clásico alud que suele caer todas las temporadas y alcanzar el collado
prácticamente en horizontal aprovechando una nieve cómoda para hacer una huella
tan alta.
Las nieblas vienen descendiendo y ahora cae aguanieve. Lo hará
hasta prácticamente alcanzar casi el aparcamiento.
Tubo Pipos y nieblas.
Nosotros bloqueamos los esquís y nos vamos para abajo en busca de la Pista Pipos con la intención de
abreviar en el descenso pues nos estamos mojando.
Da casi lo mismo bajar por la pista que junto a la misma, la nieve
está muy húmeda y pesada. Lo único que ha cambiado es la visibilidad que ahora
es decente a pesar de las gotas de agua sobre los cristales de las gafas de
ventisca.
La gente ha dejado en su gran mayoría de esquiar cuando llegamos
al aparcamiento. Son las tres menos cuarto las nieblas se han quedado un poco
más arriba y al menos no llueve. El tiempo nos ha presionado un poco más de los
previsto y los 870 metros
de desnivel acumulados en la jornada han resultado un tanto caros para el
reducido disfrute que nos han propiciado. Pero qué vamos hacerle la montaña es
así y mañana parece que será peor según han dicho y no hay nada que permita
augurar ninguna mejoría del tiempo.