7 jul 1990

6-90. CIRCO DE MACHIMALA. CULFREDA. 7-7-1990.


Suelza, Baliniero Culfreda desde Guerreis. 10-7-01.

Refugio de Tabernes, Pluviómetro, Barranco de la Madera, Cauarere, Culfreda, Guerreis, Guerreis Norte y Puerto de la Pez.
07-07-1990.
Salida 17:30 h. Llegada 18:30 h.
Mixto.
Bastante fácil.
2 d.
Ascensión.

Juan Castejón, Rosa Mª. Martínez y Mariano Javieerre.

Mapa de Culfresa procedente de Iberpix. Vía en amarillo.

            Pasábamos bajo la Cara este de Machimala en nuestro segundo día de travesía del verano 87. Habíamos dormido en Estós y tras superar el valle por el Collado de Gistain en el que habíamos encontrado una enorme manada der rebecos, nos lanzábamos para abajo hacia las Granjas de Viadós.
            Paramos a la bajada a almorzar frente a un pico poco atractivo fundamentalmente por su, desde este lugar, acolinado, piritoso y rojizo aspecto.
            -Ese es Machimala.
            -¿Es un tresmil?
            -No faltaría más, es un hito importante dentro del Pirineo Axil.
            A pesar de ello, conforme íbamos bajando, el pico se yerguía cada vez más majestuoso y le dimos la espalda al virar al sur siguiendo el ya crecido Barranco de Añes Cruces.
            En el Invierno 89-90 se me ocurrió incluirlo como preparación para los Alpes, era el aldabonazo final de un circo que ofrecía una preciosa cabalgada de altura que era lo que nos interesaba.
            Intentamos recabar información sobre la zona pero era una auténtica desconocida en los ámbitos montañeros que frecuentábamos. El Mapa de la Alpina describía como fáciles un par de tramos pero el resto, la mayoría, era una auténtica incógnita.

Refugio de Tabernes,

            Todo quedó preparado para finales de la primavera del 89 pero unos incipientes granitos en el cuerpo de Biola, era varicela, malograron la marcha.
            El año siguiente está fastidiado, Biola marcha a la Colonia de Inespal en Altafulla y nosotros trataremos de aprovechar la circunstancia. Juan se vendrá para celebrar el aniversario de nuestros primeros Alpes. Estrenará la tienda.
            El viernes 6 de Julio de 1990 quedamos a las dos de la tarde, Rosa sale a las dos y media y es cuestión de iniciar la marcha cuanto antes pues además hay cortes en la carretera y si nos “toca la vespa” se puede fastidiar algo el proyecto.
            A las dos y cuarto salimos a todo trapo hacia la Guarguera en medio de un tórrido día. En Boltaña buena carretera de nuevo para tomar en Ainsa la carretera de los cortes anunciados. Nos salvamos de los primeros pero nos retienen los segundos en el Valle de Gistain, serán diez minutos.
            En San Juan de Plan tomamos la pista que estaba reparada según nos habían dicho pero los 10 kilómetros se nos llevarán casi una hora para depositarnos bajo un soberbio pino en compañía de moscas y tábanos junto al Refugio de Tabernes.
            Estamos a 1700 metros de altitud, son las cinco y media y tras comernos unos bocadillos y enterrar convenientemente una litrona en el Cinqueta de la Pez nos vamos barranco arriba entre el pino silvestre y el abeto blanco que salpican el verde pastizal vestido del encanto y la finura del rododendro florecido.

Machimala desde el Ibonet Glace de en las Planas del Abet. 6-8-08.

            Cruzamos a la orilla derecha en busca del pluviómetro que alcanzaremos en media hora. Hemos subido 100 metros cuando tomamos al oeste el camino por la depresión del Barranco de la Madera no sin antes contemplar al norte  parte del tajo del día siguiente.
            Por fuerte y sombreado repecho voy a saborear plenamente el amargo sabor de mi deplorable estado físico; estoy tan cansado, cosa que ya sabía, que lo voy a pasar bastante mal, el infierno acaba de empezar.
            Mal que bien vamos ganado altura y haciendo camino bajo la justicia de las mochilas. No cederé ante las tentaciones de repetidos descansos que me proponen los socios pues eso podría suponer un pequeño desastre a la sombra del pino negro.
            Una hora después hemos salido del bosque y bebemos del primer arroyo que baja de Picarueta en pleno dominio, nunca mejor dicho, del rododendro: atravesamos un delicado océano de flor que yo no disfruto convenientemente, lo que no deja de ser una pena.
            Por el Puerto de la Madera comienzan a colarse delicadamente blancas nieblas. Estamos lejos de ellas pero suponen una amenaza aunque sea remota: creemos que puede obligarnos a dormir más debajo del collado.

Cima de Batoua, al fondo Ordesa. 

            Poco después viendo que la niebla persiste y además va bajando para abajo, decidimos cruzar el Barranco de la Madera y buscar un lugar abrigado del viento que escupe la niebla en los últimos dominios del sol. De cualquier forma la niebla es más rápida que nosotros y nos alcanza antes de que encontremos ese lugar abrigado que vamos buscando y que encontramos poco después junto a unas escorrentías que bajan de Cauarere.
            Nos abrigamos rápidamente pues hace un frío tremendo en comparación con la temperatura que teníamos no hace más de media hora; además estamos sudados y eso nos produce una mayor sensación de frío. Montamos la tienda y nos disponemos a capear la situación. Son las siete y media, estamos a 2250 metros de altitud y habremos perdido en media hora alrededor de 30º centígrados de temperatura. Hacemos un caldo caliente  y tras calentarnos las manos con el vaso caliente,  dejamos el resto de la cena para meternos en el confortable interior de la tienda. Allí, abrigados del viento y vestidos con todo lo que llevamos rematamos la cena a base de queso, embutido, frutos secos y leche mientras la persistente niebla prosigue valle abajo dejando arrociada a la mullida pradera.
            Cuando la niebla quiere nos regala con la encantadora imagen  de la Oeste de Posets y las Espadas. Pasa la tarde y también al fin la nieblas disfrutando de un divino anochecer de luna llena sobre los agresivos y recónditos Picos de Eriste, pero no estamos por la labor, hemos comenzado a entrar en calor y preferimos recordar nuestras  pasadas correrías en el Mont Blanc y la luna llena.
            A las diez y diez nos empiltramos convenientemente. Es todavía de día, sigue haciendo frío pero los sacos lo remedian satisfactoriamente. Me consuelo al calorcillo, pues voy a dormir vestido, pensando que el frío que me tenía congelas las manos ha pasado y que después de un largo sueño reparador del que estoy completamente falto, recuperaré mis fuerzas y podré comenzar a disfrutar que para eso he venido.

Cilfreda desde Cauarere. 

            De la primera tacada se me hacen las seis de la mañana y sin llorar como dice mi amigo Jorge. A las siete y media el sol nos llama, nos despierta y nos levantamos satisfechos, a disfrutar de una espléndida mañana que nada tiene que ver con el atardecer del día anterior.
            Nos aseamos como los señores, desayunamos copiosamente como unos ídem y tras recoger nos echamos las mochilas a las espaldas a las ocho y media  saliendo por fuerte pendiente, no ya en dirección al Puerto de la Madera sino un poco hacia el norte en dirección a Culfreda, alcanzando la cresta una hora después en la Antecima Occidental con un altímetro que señala 2650 metros y que nos la va a jugar.
            Echamos un limón con azúcar cara al sur  y ya por la cresta continuamos contemplando el Valle de Rioumajou apacible y recoleto. No hay mucha ganadería pero las pocas ovejas que vemos son de “alta montaña.”  Encontramos huellas de rebecos y luego una perdiz nival se asusta con nuestro paso.
            Enseguida llegamos a Cauarere, todavía estamos a 2901 metros de altitud. Yo voy sintiendo el peso de la mochila y el peso de mi cansancio del que todavía no me he recuperado.
          
Desde Culfreda Balinier y Balinet.  

            Ante nosotros se extiende una bella y, para mí, desoladora imagen: el Pico Batoua, según Juan, majestuoso y elegante está muy lejos, tanto que me considero incapaz  de tragarme el plato programado para el día y no es que pretendiera terminar la jornada al mediodía ni mucho menos.
            Continuamos cresta adelante y yo al menos con la mente en una quimera.
            Subiendo a Culfreda nos cruzamos con dos franceses y dos españoles serán los únicos seres vivientes que veremos en todo el día.
             En la cima el altímetro  ha descendido y los 3034 metros pasan por un dosmil más. Son las diez y media pasadas, la cresta es alomada, llana y descompuesta, está constituida por materiales metamórficos de oscuras tonalidades que refulgen con el sol.
            Delante de nosotros tenemos un par de promontorios relativamente próximos son las cimas de Batoua de una altura similar a Culfreda, pero el circo sigue.

Cresta de Machimala desde Guerreis.

            Frente a nosotros tenemos un profundo diente que nos obliga a dar un rodeo en descenso de aproximadamente 200 metros antes de afrontar la subida a Balinet que salvaremos por el sur ante su aspecto poco amble cuando menos. Para ello hemos de perder otros 100 metros más por terreno descompuesto pero fácil y una vez alcanzada la base iniciar  el ascenso que nos devolverá de nuevo a la cresta a pesar del duro sol.
            Ya en la cresta que se encuentra ahora más descompuesta nuestros pasos nos llevan a la Cima de Balinier  a 2963 metros de altitud en medio de mi creciente envidia por el elegante y delicado vuelo de un buitre leonado: la moral por los suelos.
            El Puerto de Peguera nos espera allá abajo en el infinito, son 200 metros de desnivel en descenso que calificaré como poco de entretenidos pues se nos llevan una hora cumplida. La cresta, descompuesta y afilada nos obliga a sortear sus continuas dificultades agrandadas por mi pésimo estado de ánimo, con continuos apoyos de manos pues es casi un destrepe.
            La continuación nos enseña unos delicados dientes que habrá que sortear de la mejor manera posible y que se nos puede llevar descaradamente un buen rato. Aquí, al  Puerto de Peguera sobre los 2800 metros de altitud llega un brutal corredor que atravesamos por su parte superior con el vértigo que solamente puede proporcionar el cansancio. Entre tanto Rosa y yo conspiramos de camino a Guerreis sin saberlo.

Lustou desde Guerreis. 

            -¡Qué mal voy!
            -Pues yo… No tendríamos que haber venido. ¡Qué dirá Juan!
            -Oye Juan, nosotros nos vamos a desmontar por aquí, tú continúa si quieres, ya nos encontraremos abajo.
            Discutimos sobre la continuación del circo después del pico al que nos dirigimos que no concuerda con la idea que tenemos del Puerto de la Pez ni con el resto del circo.
Si este de aquí abajo es el Puerto de la Pez yo no veo sentido de continuidad al circo por donde dices.
            -Al menos podemos hacer el pico que tenemos delante y luego ya veremos mientras comemos.
            Asiento como ante un supremo sacrificio. El camino es ahora  una serie indefinida de dientes ascendentes separados por sus correspondientes brechas de respeto que salvamos con la esperanza de que allá arriba vamos a parar a comer y que, en eso coincidimos con Juan, el Puerto de la Pez está cerca.
            Son la dos y media, estamos en la Cima de Guerreis a 2962 metros de altitud. Y ahora se aclaran nuestras dudas: a tiro de piedra tenemos la Cima Norte de Guerreis y a nuestra derecha el Puerto de la Pez de feo aspecto. Saco mi mapa francés de la zona y comprobamos que el pico al que se refería Juan era el Lustou, más al este aparece Arrouyette y el altímetro se ha mojado al menos 75 metros.

Llegando al Puerto de la Pez desde el oeste. 10-7-01.

            Comemos tranquilamente con la moral reconstituida lo que no cenamos ayer en medio de un espléndido día con poca agua y mucha sed. Después de resolver un problema aflora a la conciencia como inminente el problema siguiente: agua. No hemos querido llevar mucha y nos pasa lo de siempre, que se desea una cosa cuando precisamente falta.
            A las cuatro menos cuarto Rosa dice que se queda pero nos acompaña, nos vamos por una cresta que sigue dentada y descompuesta y un cuarto de hora después estamos en la Cima Norte de Guerreis a 2975 metros, la altitud del Pallas o el Cap de Toro. Hacemos un par de fotografías y nos vamos por el amplio, empinado y descompuesto corredor que nos tiene que llevar al Puerto de la Pez. Se trata de una gravera infernal que se baja bien.
            Nuestro problema es el agua próxima al lugar de acampada, ya que agua hemos visto al final de un nevero en medio del corredor que estamos bajando.
            Vemos tan problemática el agua para acampar que decidimos hacerlo en el más Occidental de los Ibones de Machimala pues en la proximidad del puerto no hay ninguna posibilidad de ella.
            Antes de llegar a las escorrentías del nevero de Guerreis  encontramos otra escorrentía en la que saciamos nuestra sed a golpes de “gaseosas de pito”, Rosa se remoja los pies un tanto castigados y Juan escucha el Tour; Perico, como ya es costumbre ha perdido medio minuto.
            El corredor está cortado en su parte inferior y por tanto hemos de atravesarlo para ganar la cresta y por ella buscar algún camino que nos lleve al puerto, lugar inexcusable de tránsito.

Vertiente francesa del Puerto de la Pez. 10-7-01. 

            La cresta, afiladísima, nos ofrece un destrepe por el lado francés que aceptamos como la mejor vía. Nos coloca en el también afilado aunque horizontal Puerto de la Pez salpicado de verdura. Hemos bajado 525 metros de desnivel, estamos a 2451 metros de altitud y desde aquí el ascenso es inimaginable.
            Son las cinco y media. Contemplamos el francés Valle de la Pez verde e inclinadísimo, picoteamos un poco, descansamos las castigadas rodillas por el brutal descenso y disfrutamos un poco que ya era hora.
            Reanudamos el camino atravesando el estrecho puerto por el que nuestros “ilustres picatostes” quieren hacer pasar la Línea Eléctrica Aragón-Cazaril, elección por otra parte “acertadísima” pues así se mancillará uno de los poquísimos valles que quedan medianamente vírgenes en este Pirineo. Solamente queda esperar que Dios no les pague de acuerdo con la bondad de esta obra.

            Vamos ascendiendo una vez que hemos sobrepasado el collado, por la vertiente española en dirección a los ibones, no descartando la posibilidad de encontrar algún lugar para acampar antes de llegar a ellos cosa que conseguiremos junto a unas escorrentías que bajan del Pico del Puerto de la Pez, en unas manchas de verde acunadas al sol de la tarde a 2550 metros de altitud. Son las seis y media de la tarde.

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