Comenzando la jornada en el Coll de la Serra donde hemos dormido.
Vilamaniscle, Col de la Serra, Ermita de
San Silvestre, Collado de les Portes, Llançá, Coll Perer, San Pere de Rodes,
Port de la Selva, San Baldiri y Cala taballera.
02-06-2012.
Salida 06:30 h. Llegada 16:30 h.
Desnivel ascendido 850 m.
Desnivel descendido 700 m.
Distancia recorrida 22000 m.
Tiempo efectivo 07:00 h.
Sol.
Fácil.
Senderismo. Travesía GR11.
Se trata de una jornada muy asequible y
sin problemas tanto para la reposición de agua como para la adquisición de
alimentos.
Agua en Vilamaniscle, Llançá. En Cala
Taballera no hay y consecuentemente habrá que contar con ello para acampar
allí.
Rosa Mª. Martínez y Mariano Javierre.
Mapa de Vilamaniscle a Port de la Selva procedente de Prames. Vía en amarillo.
Mapa de Port de la Selva a Cala Taballera procedente de Prames. Vía en amarillo.
Hemos
tenido finalmente suerte con el lugar para plantar la tienda y la noche se nos
pasa en un suspiro. Son las seis menos cuarto cuando estrenamos el 2 de Junio
de 2012, en medio de una espléndida mañana recién nacida en la que tratamos de
evaluar pequeñas molestias en hombros y pies.
Hemos
pasado tantas noches en una tienda de campaña que no notamos la falta de
costumbre a pesar de que últimamente lo hacemos muy poco. Mientras mi chica
prepara el desayuno yo desmonto y recojo. Luego desayunamos y enmochilamos
nuestras pertenencias y a las seis y media, igual que ayer nos echamos al
camino.
La
pista en dirección este, prácticamente llana, enseguida nos deposita en el Coll
de la Serra situado a 260 metros de altitud donde nos recibe el sol y con ella
nos vamos para debajo de inmediato y en dirección sudeste tras una potente
lazada al norte.
Ermita de San Silvestre un lugar idílico para acampar.
Recorremos
un par de kilómetros de pista bastante llanos, rodeados de flores por todas
partes y tomamos seguidamente un camino que enseguida nos deposita en la Riera
Balleta y en el rellano en el que se
encuentra la Ermita de San Silvestre. Es un lugar estupendo para acampar pero
será para otra ocasión.
Col de les Portes desde Llançá.
Tenemos
algunas dudas para salir hacia arriba ya que las marcas se dan una pequeña
vuelta sobre el cauce de la riera, pero iniciamos el ascenso en dirección este
y enseguida recuperamos las balizas que nos tienen que llevar al Coll de les
Portes sobre una ladera recientemente abancalada y repoblada.
Se
trata de un corto y suave ascenso que como mejor vianda nos ofrece la vista de
Llançá al llegar al collado. Desde allí, una pista se va hacia el este en suave
descenso y con ella nos vamos para abajo.
Detalle de la flor de la chumbera.
Por
la caliginosa ladera, ya a estas horas, nos acercamos hasta las inmediaciones
de una escombrera de respetables dimensiones y enseguida entramos en Llançá
alcanzando la zona de la estación de autobuses en la que hay una amplia zona
ajardinada con fuente.
Casi
son las ocho y media de la mañana, estamos a nivel del mar aunque un tanto
distantes del mismo al sudoeste y al que no llegaremos. Echamos un trago, nos
ponemos ropa para protegernos del sol y siguiendo las balizas rojiblancas
tomamos una calle que se pierde a los pies de la sierra en dirección sudeste.
Hay
un camino que asciende por las inmediaciones de la riera en principio para
luego cetear por un lomo en busca del Coll de Perer al que llegaremos tras
superar un repecho interesante.
Adiós a Llançá.
Hay
una alternativa al GR11 que transita las inmediaciones de la costa y que más directa y con menor desnivel conduce a
Port de la Selva pero nosotros iremos a visitar San Pere de Rodas.
El
Coll de Perer está a 360 metros de altitud y el camino todavía prosigue en
ascenso al sudoeste a la vez que nos ofrece bonitas vistas sobre la Marina de
Llançá y una buena sombra bajo la que nos quedamos a almorzar. Son las nueve y
media.
Casi
somos atropellados por un par de ciclistas y un rato después continuamos el
ascenso hasta alcanzar la parte alta de la sierra, lugar donde iniciamos un
tránsito prácticamente en horizontal por la cabecera de la misma en el que
efectuaremos un arco primero al sur y luego al este, venciendo la tentación de
atajar directamente hacia la Ermita de Santa Elena.
Desde el Coll Perer.
San Pere de Rodas desde la ermita de Santa Elena.
La
pista tontea muy llana pero finalmente nos acerca a las Ruinas de la ermita en
las que se está llevando a cabo tareas de excavación, tras cruzar la carretera
y el aparcamiento.
Luego,
por una pista encementada junto a la que hay un pequeño jardín botánico
llaneamos hasta que alcanzamos el Monasterio de San Pere de Rodas situado a 500
metros de altitud. Van a ser las once de la mañana.
No
vamos a subir hasta el Castillo de san Salvador situado en las inmediaciones de
Roda muy próximo a la cima, no tenemos ganas de remontar aproximadamente 200
metros para arriba.
Estepa negra de flores blancas.
Localizamos
la fuente que se encuentra discreta al norte del monasterio, cogemos un poco de
agua algo más fresca que la que llevamos y proseguimos de llano en dirección
este al encuentro de la carretera que baja a Port de la Selva hasta alcanzar el
aparcamiento de los coches.
Tomamos
un camino que no me convence y tenemos que desandar un poco para encontrar el
correcto que en dirección nordeste inicia un descenso directo hacia Port de la
Selva atajando repetidamente las revueltas de la carretera.
Dolmen de Corredor de Mores Altes.
El
camino desciende continua y consistentemente, hace calor sin una sombra en los
alrededores y los pies nos duelen a dúo; así que, el camino se nos hace largo
sin serlo. Agradecemos la llegada a las primeras casas de Port de la Selva e
inmediatamente a la parte oeste de la Playa de la Rivera que vamos a recorrer
hacia el este. Son casi las doce y media.
Port de la Selva.
Llegamos
a la parte antigua del pueblo junto al puerto y en la oficina de turismo
confirmamos alguna de nuestras informaciones. Seguidamente nos vamos hasta un
pequeño espigón del puerto y nos sentamos
tranquilamente para pegar un buen remojón a nuestros pies mientras
comemos bajo un sol débilmente cubierto que no molesta a la orilla del mar.
Nos
lo tomamos con calma ya que nuestros pies requieren un “tiempo” y en el agua
están muchísimo mejor que encarcelados en el calzado.
Hemos
aplacado nuestra sed con unas cervezas con limón frescas, hemos comprado agua y
se nos hacen las dos cuando nos ponemos de nuevo en marcha sabiendo que nos
queda un esfuerzo relativamente corto.
Recorriendo
la línea de la costa en dirección norte vamos contemplando las zonas de baño a
la vez que rodeamos la Punta de la Cruz en dirección a Cala Tamariu.
Cala Tamariu.
En
suave ascenso y por las calles de una urbanización costera nos alejamos del
agua hasta alcanzar la parte alta del promontorio desde la que volvemos a
contemplar la zona del pueblo que hemos transitado. Allí nos orientamos al
sudeste para pasar muy altos sobre la cabecera de la Cala Tamariu y proseguir en
suave ascenso que a nosotros se nos hace pesado.
La
carretera se ha convertido en pista la recorremos solamente con el deseo de que
deje de subir e iniciamos lo que suponemos será el descenso a Cala Taballera.
La
pista finalmente inicia el descenso en media de una zona ganadera pero alcanzar
las Ruinas de San Baldiri se nos hace
eterno.
Ruinas de San Baldiri.
Nos
cruzamos con un trío que va de travesía en sentido contrario al nuestro y serán
a la postre los primeros y los únicos con los que nos encontremos en toda la
travesía. Parece ser que el personal no hace mucho esta parte del GR11.
En
San Baldiri hemos iniciado un sube y baja que nos lleva a un cruce muy
señalizado: al este el GR continúa al Cabo de Creus y al norte la pista conduce
a Cala Taballera, de lo que se deduce que el GR ya no pasa por la cala.
Nosotros
queremos ir a Cala Taballera y marchamos al norte, ya volveremos mañana o ya se
verá. Una familia con niña a la espalda nos dice que hay un rato todavía.
Llaneamos
para alcanzar el Mas Paltré y a buen paso nos acercamos hacia la costa hasta
alcanzar un pequeño aparcamiento donde termina la pista. La cala está 100
metros más abajo.
Hemos
dejado atrás las balizas y en la ladera que se incorpora a una pequeña riera
hay algunos tramos de camino muy poco definidos y alguna cita. Nos vamos para
abajo y alcanzada la riera con restos de humedad nos llegamos al rellano donde se encuentra la Cala Taballera y donde se asienta un
bonito pinar.
Son
las cuatro y media de la tarde cuando atravesamos el pinar y llegamos a una
zona de fina hierba, por detrás de la arena de la playa.
Soltamos
las mochilas, nos ponemos el bañador y nos vamos a dar un chapuzón. El agua
está fresquita, la playa es de piedras desgastadas con muy poca arena y la
orilla está llena de medusas así que nos damos un baño corto pero
suficientemente refrescante.
Salimos
del agua y nos vamos a las mochilas para poner a secar nuestras sudadas ropas
al sol que se quiere esconder al oeste de los pinos, cuando somos gentilmente
invitados a compartir la mesa de un grupo de amigos pescadores de Llançá que
han venido a pasar el día con sus familias y sus barcas, como vienen haciéndolo
casi desde tiempo inmemorial.
Somos
acogidos como si fuéramos conocidos de toda la vida. La caldereta de raya con patatas está exquisita, comemos y
bebemos cuanto nos apetece pues somos porfiados a hacerlo insistentemente.
Pasamos una tarde estupenda hasta que sobre las ocho inician la vuelta en sus
barcas a Llançá.
Nos
despedimos desde la orilla mientras en nuestras mentes se ha hecho sitio esa
preciosa frase de Lluis Llach que dice algo así como: “Que tinguem sort y que
la vida ens dongui un camí bien llarc” La buena gente no es patrimonio de ningún
lugar.
Cala Taballera.
Recorremos
la pequeña y delicada cala y luego buscamos un lugar discreto entre los pinos
para plantar la tienda pues no está permitido. Alrededor de las nueve y media,
nos hemos hecho un vaso de café con leche puesto que entre la caldereta y los
demás etcéteras han saciado nuestro apetito, nos ponemos horizontales. Ha sido
una jornada con 22 kilómetros, hemos subido 850 metros y bajado 700 caminando
efectivamente durante 7 horas.
Si quieres también puedes ver la Continuación.
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