Pallas desde la Cubeta Lacustre de Arriel.
9-8-09.
Desnivel acumulado 800 m.
Distancia recorrida 14000 m.
Tiempo efectivo 05:00 h.
Nublado
Facil.
Senderismo.
Agua a lo largo de todo el camino.
En temporada invernal la vía es bastante avalanchosa en las laderas del Pico Arriel y
especialmente difícil en la zona del paso del Onso.
Cesar Campos, Rosa Mª. Martínez y Mariano Javierre.
Mapa de Arriel procedente de Prames. Vía en amarillo.
A
los Ibones de Arriel subimos en cualquier tiempo con excepción de los periodos
invernales en los que tanto las laderas
de Arriel como las de las Frondiellas están peligrosamente cargadas de nieve
sin estabilizar. Se trata de uno de nuestro lugares predilectos, claro que
tenemos muchos, y especialmente
preferido por mi chica.
Relativamente
cerca, en la cabecera del Aguas Limpias, y a un prudente par de horas de camino
a partir del Embalse de La Sarra ,
es un discreto, recóndito y encantador lugar que siempre agrada al visitante
puesto que cuenta con un entretenido camino que ayuda a disimular un
considerable desnivel no demasiado propicio para quien va a conocerlos.
No
sabemos muy bien el número de veces que hemos estado en ellos desde aquel Julio
del 85 pero de nuevo volvemos, siempre son agradables.
Embalde de Lanuza.
Es
9 de Agosto de 2009. Ha
tormenteado salvajemente durante la noche, la mañana está muy nubosa, no
presagia nada demasiado bueno para moverse por la montaña pero… nos subimos a
media mañana hasta La Sarra
dispuestos incluso a dar media vuelta.
A
las once llegamos allí y nos ponemos en camino por la orilla derecha del Aguas
Limpias. Estamos a 1450
metros de altitud y tomamos en dirección norte el
transitadísimo camino balizado en rojo y blanco pues es el GR11, nos vamos para
arriba.
Parte Inferior de la Cascada de Balzaroleta.
El
camino es una pista no transitada, hasta que se llega a cruzar el Barranco de
Ministirio que baja casi sin agua. De allí en adelante la pista se convierte en
camino, asciende un pequeño resalte metamórfico y se aproxima a la Cascada del Barranco de
Balzaroleta. Previamente hemos dejado en la orilla izquierda del río el
Barranco Musales con su enorme cono de deyección.
Parte Superior de la Cascada de Balzaroleta.
Fotografiamos
la parte superior de la cascada y también la inferior situada por debajo del
camino y menos conocida y proseguimos hayedo adelante disfrutando del agradable
sombrío que propicia, especialmente inestimable en esos días en el que el
tórrido sol se apelmaza en las partes bajas del valle. Nos acompaña el
agradable rumor de las espumeantes aguas que saltan y burbujean sorteando
resaltes y bloques de granito entre los
que se han encajado insolublemente los troncos de hayas centenarias que han
perecido con el paso del tiempo.
Un
camino en persistente ascenso con un par de rellanos intermedios para que el
personal recupere el aliento deja al oeste primero el Barranco de Soba poco
fotogénico al estar completamente invadido por los habitantes del, aquí bosque
mixto, y luego el camino de entrada al Valle de Soba, una de las vías más
utilizadas para subir a los Picos de Arriel.
Paso del Onso.
Luego,
se arrellana posteriormente y gira un
tanto al este para pasar el estrecho y colgado Paso del Onso; se iguala en altura con el río y se introduce en
el rellano del Llano Cheto. Estamos a 1700 metros de altitud
y hemos empleado una hora un poco larga puesto que hemos ido “de visita”.
Cascada Inferior del Barranco de Arriel.
En
el rellano han practicado una importante limpia del camino y enseguida
alcanzamos las obras del Puente bajo la Cascada Inferior de Arriel, que
ya hemos visto cambiar en repetidas ocasiones.
Parte Inferior de la Cascada del Paso del Pino.
Nos
encaminamos hacia el este y ascendemos hacia la Cascada del Pino en el
Desagüe de Reespomuso hasta alcanzar el desvío a los Ibones de Arriel,
debidamente señalizado.
Abandonamos
el camino principal del valle y tomamos otro que en dirección noroeste abandona
la cuenca del Llano Cheto y gana altura rápidamente sobre la pared norte del
mismo para pasar sobre la Cascada Inferior
del Barranco de Arriel.
Secnecio florido en Arriel.
Primero
por inclinada pradera alpina y luego de un resalte granítico en el que hay que
apoyar las manos, se introduce de nuevo en el hayedo, asciende un tramo más y
se arrellana entre restos de víctimas de los aludes de esta temporada para
retornar al Barranco de Arriel sobre los 1850 metros de altitud.
Cascada Superior de Arriel.
Se
pasa fácilmente a la orilla derecha del barranco puesto que la mayor parte del
agua es reconducida por tubería hasta Reespomuso y bien junto a la orilla para
contemplar de cerca la Cascada Superior
de Arriel o un poco más al oeste, por el
centro de la pared, se va subiendo la enorme pedrera que ocupa la base de las
paredes del sudeste del Pico Arriel.
Entrada a la Cubeta Lacustre de Arriel.
Serpenteantes
caminillos asciende la pedrera orientándose respectivamente hacia la entrada
inferior de la Cubeta Lacustre
de Arriel por la que desagua el barranco. Hay otra entrada más al norte para la
que hay que remontar un trozo más de pedrera y que conduce a la zona intermedia
de la cubeta pero es poco utilizada y
nos recuerda un reconfortador limón en la base del persistente nevero
que adorna la pared hasta bien mediada la temporada estival.
Ibón Inferior de Arriel.
El
camino ha girado al este y nos introducimos a la cubeta lacustre y en la
entrada encontramos la captación de agua que ha de marchar entubada a
Reespomuso, e inmediatamente el Ibón Inferior de Arriel situado a 1150 metros de altitud.
Se
trata de un pequeño y poco profundo ibón asentado en una reducida cubeta de la que parte en ascenso y en dirección
sudeste el camino que prácticamente de llano permite enlazar con el Ibón de
Reespomuso a la altura de la pared de la presa mediante un camino de servicio
practicado en los tiempos de las obras de los ibones.
Cascada entre los Ibones Medio e Inferior de Arriel.
Una
brecha situada en el nordeste por la que
baja un espumeante y crecido barranco permite el acceso hasta la parte
intermedia de la cubeta lacustre en la que se asientan los dos ibones
intermedios.
Ibón Medio de Arriel.
El
Ibón Intermedio de Arriel, el del paredón granítico vertical de su orilla
noroeste, ya tiene unas dimensiones considerables tanto de extensión como de
profundidad. Hoy nos regala una inquietante y sombría imagen pitada de
espléndidos verdes aceitunados.
Su
orilla izquierda está recorrida por un artificioso camino labrado en el más
puro granito del Pirineo Axial que gira al norte, superado el mismo, en busca
del Ibón Superior. Nosotros nos vamos al noreste por el verde praderío
salpicado de bloques graníticos al encuentro con el Ibón Alto de Arriel, en las
faldas de la nordeste de las Frondiellas a 2200 metros de altitud.
Desde el Desagüe del Ibón Alto de Arriel.
Se
trata de un triangular y reducido aunque
profundo ibón que recibe la mayor parte de su caudal por un barranco que
procede de las filtraciones de la zona este del Ibón Superior. Nos regala con
un espléndido y profundo verde esmeralda oscuro en contraste con el inmaculado
blanco de las espumosas aguas que se remansan en el ibón.
Unas
fotos en una breve parada y retornamos al camino que gira al norte hacia la
pequeña presa que en dos pequeños tramos recrece el Ibón Superior de Arriel
situado a 2250 metros
de altitud.
Son
casi las dos de la tarde y en la orilla sur del ibón nos ponemos a comer.
El
ibón es el de mayor tamaño y capacidad de los cuatro, mejor dicho de los cinco
ya que hay otro que es el más pequeño en
el camino hacia Reespomuso. No es demasiado profundo para su superficie y está
compuesto de dos cuerpos en forma de ocho, no pudiéndose contornear
completamente por la orilla del mismo debido a un par de pequeños paredones
graníticos que se cortan a pico sobre la superficie del ibón.
Ibón Alto de Arriel y Arista de Batcrabere.
A
nuestro alrededor destaca poderosamente la arista este del Pico Arriel con su
puntón tan característico, el amplio Collado de Arremoulit, el Pitón Von Martin
como pórtico del Pallas, el Collado de Labedán y la dentada Arista de
Batcrabere que se sumerge en las nieblas que acampan en la cabeza del Balaitus.
Collado de Arremoulit.
Gotea
ligeramente en una tímida bajada de las nieblas, pero sin continuidad nos deja
comer tranquilamente. Media hora después mis socios se van tranquilamente para
abajo mientras yo me alargo por la orilla oeste hacia la parte próxima al
Collado de Arremoulit. Voy al encuentro de viejos recuerdos y a la captura de
una preciosa foto que tiene la Gran Diagonal
del Balaitus desde aquí aprovechando el boquete por el que desagua el Ibón
Helado, que no será posible hoy. A pesar de ello los ibones nos regalan su
singular y especial encanto, que a eso hemos venido. Hasta el Pallas se quita
la gorra en un momento como queriéndonos saludar.
Nieblas hacia Balaitus.
Es
más interesante el descenso haciendo el camino horizontal que nos permitiría
transitar la avalanchosa ladera sur de las Frondiellas y echar una visual al
Circo de Piedrafita desde la
Presa de Reespomuso, aunque algo más largo; por ello y viendo
que el personal novel anda justillo nos vamos para abajo por el mismo camino
tratando de economizar esfuerzos que alejen un paseo placentero de un
inesperado infierno.
Nos
entretenemos con alguna marmota cerca de la Cascada Superior
de Arriel y contemplamos la aparición de las primeras campañillas de la
digitalis purpúrea que junto a los también tempranos acónitos despiden a las
últimas gencianas lúteas señalando el corto y preciso ciclo vital de la flora
de montaña.
La Norte de Foratata.
Luego
disfrutamos de la espléndida fronda del hayedo del Llano Cheto desde las
alturas tratando de que las neblinas que tamizan las Peñas de la Foratata no rompan el
encanto y ya en el Paso de Onso nos deleitamos con las vertiginosas paredes de
Musales a las que les he estado echando
una interesada visual.
Avellanas en la Sarra.
Ya
en pleno hayedo dejamos que el piloto automático nos guíe mientras nos
deleitamos con los abundantes encantos de la masa forestal, el río y el
granito, de cuando en cuando pulido por el glaciar, al encuentro de las
pinguiculas ya muy pasadas y del orégano espléndidamente florido en las
proximidades del Puente de las Faxas al que llegamos cuando son las cinco y
media para poner fin a un espléndido paseo en el que, a la postre hemos movido 800 metros de desnivel
que nos han llenado de placer y que nos han regalado algún que otro quebranto y
es que ¡hasta las más bellas rosas tienen espinas!
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