Peña del Col de L'Iou.
Aparcamiento bajo el Portalet d’Aneu,
Cabaña Senescau, Ladera Sudoestre de Peyreget y Col de L’Iou.
08-01-2012.
Salida 12 h. Llegada 16 h.
Sol.
Fácil.
Esquís de montaña.
Rosa Mª. Martínez y Mariano Javierre
Hace
una mañana escandalosamente anticiclónica y antes de que el aburrimiento nos
pueda vamos a darnos una vueltecilla con los esquís. Hay poca nieve pero
sabemos dónde encontrarla sin tener que darnos una panzada de porteo.
Son
las doce de la mañana cuando con ciertas dificultades estacionamos bastante
fuera del Aparcamiento de la Cabaña de Arraille en el Portalet. Vamos con la
idea de disfrutar un ratillo.
La nieve de la orilla de la carretera
está dura como una peña y nos complica el acceso a la ladera herbosa que nos
permitirá alcanzar el Puente del Barranco d’Aneu situado sobre los 1710 metros
de altitud.
Con
los esquís al hombro hemos de atravesar también el puente sobre el Barranco que
baja de la zona de Arazures y remontando ligeramente alcanzar el llano en el
que nos calzamos los esquís.
Muchos pelados en la Sur de Arazures.
En
el rellano bajo la Cabaña Senescau hay muchas peladuras y la delgada capa que
cubre la pradera está muy dura. Son días de mucho rehielo y la nieve está muy
dura.
Hacia Peyreget.
Subimos
tranquilamente a la hora de los paseantes y en medio de un buen número de ellos
hasta que abandonamos la ruta que se orienta hacia el Col de Soum de Pombie
y proseguimos en dirección noroeste
hacia la zona del Col de L’Iou.
El
barranquillo que baja de la sudeste de Peyreget tiene poca nieve, está muy cortado
y por lo tanto decidimos atravesarlo bastante arriba para avanzar prácticamente
por la Ladera Sur del Peyreget un poco más altos de lo acostumbrado. La gente
anda desperdigada por el rellano pero las huellas son poco visibles: los
crampones, esquís y raquetas mellan poco la superficie de la nieve.
Ganamos
altura tranquila y progresivamente solventando las pequeñas dificultades que
suponen la frecuente aparición de placas de nieve cubierta de una capa de hielo
cristalino.
Peña Arazures.
Tramo
a tramo nos colocamos ya por encima y al este de la Falsa Peña del Col de L’Iou
a la que le hemos visto con su cristalina y brillante loma sur y seguimos
faldeando por encima del minúsculo collado que la separa de la ladera de
Peyreget.
Tratamos
de faldear la hoya bajo el Col de L’Iou y terminamos por poner las cuchillas no
sin antes de que arrastre mi bodi ladera abajo comprobando que es muy difícil
la detención con esta nieve.
Ventisca en el Col de L'Iou.
Con
las cuchillas puestas se acaban los problemas y alcanzamos enseguida el Col de
L’Iou que es una auténtica cristalería y nos precisamente de Bohemia. El viento
que nos ha recibido está firmando el estado de la nieve.
La cima vestida de hielo cristalino.
Peña Peyreget.
Estamos
prácticamente a 2218 metros de altitud, llevamos los crampones pero no los
vamos a sacar de la mochila, la prácticamente plana cima de la Peña del Col de
L’Iou se va a quedar sin nuestra visita. Es puro hielo mezclado con los
materiales metamórficos del terreno que afloran o emergen bajo el hielo
transparente que difícilmente se puede esquiar sin hacer polvo los esquís.
Desde el Col de L'Iou.
Son
las dos menos cuarto, nos abrigamos del viento, recogemos los bártulos y cinco
minutos más tarde nos vamos para abajo en busca de abrigo para comer al sol.
Echando un bocado frete a Peña Arazures.
Hielo cristalino.
Al
abrigo de un enorme bloque de la hoya situada bajo el Col de L’Iou nos sentamos
a comer y a contemplar los juegos que las nieblas hacen con la Peña de
Arazures. Más al sudoeste queda al contraluz la Peña de la Glera y atrás,
discreta y recóndita, Canal Roya. Son las dos y media.
Remontar
con los esquís un par de metros con desnivel prácticamente inexistente para
salir por encima del tubo que lleva al rellano de descenso nos cuesta un imperio.
Arista de Ferraturas.
Conseguido
nuestro propósito, emprendemos el descenso siempre a un nivel superior del
acostumbrado y aproximadamente por los
resaltes que hemos subido y que ahora, olvidándonos de la dureza de la nieve y
del tremendo ruido de los cantos de los esquís, no se baja mal del todo. Por lo
demás el día es cálido, luminoso: casi maravilloso.
Cruzamos
el barranquillo muy arriba y alcanzamos la bajada directa hacia la Cabaña
Senescau para llegarnos a las inmediaciones de los puentes.
Compartimos
nuestra acostumbrada lata de cerveza mientras recogemos bártulos deseando que
una buena nevada cambie las condiciones actuales de la montaña. La verdad es
que está para tener extremo cuidado con ella. Es la razón por la que cuelgo una
actividad que, colgada con anterioridad,
no ofrece variaciones reales.
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