En Grunhornlucke y una mañana que promete a pesar de todo.
Refugio konkordia, Grunhornlucke,
Fieschergletscher, Galmigletscher, Oberaarjoch, Oberaargletscher, Oberaarsee y
Greimsel.
Desnivel de subida 1200 m.
Desnivel de bajada 1800 m.
Distancia recorrida 24500 m.
Tiempo efectivo 09:00 h.
Mixto.
Bastante fácil.
Travesía.
Nuestra travesía de los glaciares del
Aletsch ha sido una travesía eminentemente glaciar en la que durante cuatro
días hemos pateado glaciares y en los que, pese a las apariencias hemos movido
unos desniveles de 4300 metros subidos y 4600 bajados en 27 horas de camino
efectivo. Pero todo esto no puede tomarse en modo alguno como medida ya que el
tiempo y las condiciones de la nieve pueden convertir estas cifras en otras
distintas y con terminar la travesía nos podemos dar por satisfechos.
Aguan en los Refugios Konkordia, Finsteraar
y Oberaar, también en la Presa de Oberarsee y en Grinselpass; además de en
algunas escorrentías glaciares según temporada.
Juan Castejón, Rosa Mª. Martínez y Mariano Javierre.
Mapa del Aletschgletcher procedente de la ONT de Suiza. Vía en amarillo.
La
noche será cómoda y larga. Llueve sobre las dos y repetirán los chaparrones a
lo largo de la noche lo que me permitirá especular sobre nuestro pobre abanico
de posibilidades de continuación. Siempre es bueno tener alguna alternativa.
A
las seis menos cuarto de la mañana llueve. Nadie de la habitación se mueve pero
nosotros tenemos que afrontar el 18 de
Julio de 2013. El desayuno nos espera.
El
personal del refugio no ha debido madrugar pues somos de los primeros que
bajamos al comedor para desayunar decentemente lo clásico de los refugios y
recoger un litro de té caliente por barba, cantidad que, evidentemente, nadie
controla pero no es nuestro problema ya que la confusión con uno de los
paquetes de comida ya ha sido compensada en cuanto a lo que se refiere al
aporte de sales al agua.
Nos
lo tomamos con calma ya que aunque ha dejado de llover, la mañana está medio
medio y ya hemos tomado decisiones.
No
subiremos hasta el Jungfraujoch como teníamos proyectado. Se trataba de caminar
por el glaciar alrededor de tres horas para alcanzar y recordar los lugares que
ya recorriéramos en el 92 y volvernos a Konkordia para recoger bártulos y
proseguir hasta el Refugio Finsteraarhorn.
Lo
que pudimos ver ayer desde este privilegiado balcón en el que se asienta el refugio
carecía de relieve y no suponía más que una machacona marcha en muy suave
ascenso siguiendo una transitada huella que mantienen los que desembarcan del
ferrocarril y se llegan al refugio. Con buen tiempo pues serviría para recordar
y distraer espléndidamente la vista. En un día como hoy con las nieblas
coronándolo todo pues como que no tiene demasiado sentido además de carecer de
toda norma medianamente práctica e incluso poderse convertir en la causa de una
fallida travesía.
Con
tiempo regular en el mejor de los casos si se confirma la evolución del
momento, malo será que no podamos ir de refugio en refugio y eso es lo que
vamos a hacer cuando a las siete menos cuarto marchamos en busca de la
escalinata que nos permita bajar al glaciar iniciando nuestra jornada.
Bajamos
la escalinata apoyando las manos limpias en el pasamanos que está frío y mojado
para preservar de la humedad a los guantes.
Alrededor
de cuatro horas por delante no nos preocupan demasiado contando que habrá
huella entre refugios pero tan pronto como llegamos a la pedriza de base
enfilamos el Grunneggfirn sin pérdida de tiempo.
Se
trata de un corredor muy rectilíneo que en dirección este-nordeste se va
directamente en busca del Grunhornlucke, un collado que permite el paso hacia
un siguiente valle y que viéramos perfectamente desde el momento que
alcanzáramos el Aletschjoch sin ninguna duda.
Hay
una huella no demasiado marcada que seguimos sobre nieve sin rehielo y que se
va valle arriba junto a algunas
afloraciones rocosas.
Enseguida
alcanzamos el último cordón rocoso, nos ponemos los crampones y nos encordamos
aunque ni una cosa ni la otra son estrictamente necesarias pero lo hacemos en
previsión de lo que pueda suceder; mejor
ahora que cuando la meteorología nos pueda apurar.
Subida
la primera rampa suave aparece un rellano amplio que se adorna de una cascada
de seracs en la parte este y que nosotros pasaremos más al norte mientras
llevamos al noroeste los contrafuertes del Grunneghorn que tan bien
fotografiáramos ayer y las paredes del
Fieschergabelhorn al sur que es la culminación de la arista que nace en
Konkordia y en la que se asienta el refugio.
El
corredor pierde amplitud y va ganando inclinación a la vez que el sol se quiere
asomar por el este mejorando notablemente la mañana. Es el momento en el que te
dices eso de por qué habremos cambiado de planes pero sin ninguna convicción. Y
es que solamente se puede tomar una opción y hay que olvidarse de las posibles
que no se harán realidad.
Vienen
dos cordadas detrás pero no parecen tener prisa lo que confirmaremos
posteriormente ya que los perderemos de vista en el collado y nunca más
sabremos de ellas. Dejamos dos preciosos circos colgados uno a cada lado,
pasamos algunas grietas muy cerradas y afrontamos el ascenso de la parte más
estrecha del corredor en la que quiere entrar el sol.
La
pendiente que no pasará de los 30º enseguida se acuesta y se alarga en busca
del Grunhornlucke situado a 3280 metros de altitud. Son las nueve menos cuarto.
Hemos subido más metros de los previstos en menos tiempo. Esto funciona.
En
el collado nos recibe el sol que se cuela entre nieblas y algo más y se abre
ante nosotros una enorme cuenca glaciar que ocupa toda la vertiente este.
Una
suave ladera se ahonda poco a poco ofreciéndonos la tentadora opción de bajar
de frente al este hasta el enorme rellano que ocupa una buena parte del circo
glaciar, el Fieschergletscher pero nosotros no tenemos prisa y preferimos una
huella que marcha al nordeste con la presumible intención de dar una buena vuelta
por la cabecera norte del circo que no del glaciar ya que desde el norte acude
a la cita el Waliserfiescherfirm que ocupa todo el sudoeste del enorme
Finsteraarhorn que reina en esta zona glaciar.
Bajamos
un primer y suave resalte y aparece ante nosotros un rellano agrietado que nos
hace felicitarnos por la opción elegida. Las grietas parecen bastante cerradas
pero están perfectamente dibujadas en la nieve de la temporada.
Para
alcanzar el rellano hay un corto paretazo que la huella lo solventa con una
diagonal al norte justo en las primeras y únicas afloraciones rocosas en las
que se puede coger agua.
Ya
en el rellano seguimos rodeando aproximándonos a las paredes del Finsteraarhorn
que dormita sumido en las nieblas a la vez que vamos buscando el emplazamiento
del Refugio Finsteraarhorn que es nuestro objetivo y que, suponemos no debe
estar demasiado lejos.
Enseguida
lo localizamos encaramado en la pared al sudeste del Finsteraarhorn.
En este caso se encuentra alrededor de
100 metros por encima del glaciar y se puede acceder por un corredor al
noroeste del mismo o por el lomo central, erguido pero limpio de nieve.
Avanzando
prácticamente de llano nos aproximamos a
la base del refugio cuando van a ser las diez menos cuarto. No hemos comentado nada pero creo que los tres lo
tenemos claro teniendo en cuenta que la mañana no pinta mal del todo.
La
huella se inclina definitivamente hacia la orilla izquierda del glaciar y
nosotros la abandonamos, le decimos adiós al refugio y proseguimos en suave descenso
en dirección sudeste. ¿Qué íbamos a hacer en el refugio ya con todo el día por
delante?
El
Refugio Finsteraarhorn se encuentra a 3048 metros de altitud y nosotros
estaremos alrededor de 100 metro más abajo. Tenemos por delante un todavía
enorme glaciar que, muy amplio, se alarga en imperceptible descenso hacia el
sudeste. Nuestra primera idea es bajar por su orilla izquierda pero la
presencia de una gran cantidad de grietas por allí nos invita a proseguir un
poco más por el centro e ir probando grietas cubiertas de nieve blanda.
La
verdad es que la tarea es ciertamente desagradable además de que ralentiza
nuestra progresión.
Elegimos
trayectoria en el glaciar por donde mejor nos parece y al rato encontramos unas
huellas recientes que parecen provenientes del Refugio Finsteraarhorn, lo que
confirma nuestras apreciaciones.
La
huella es reciente, parece de una pareja, recorrerá el glaciar
longitudinalmente en dirección sudeste y
nos va a facilitar la tarea sobre manera puesto que comprobamos una trayectoria
idónea en el medio en el que nos estamos desenvolviendo. Consecuentemente nos
proponemos no perderla a ningún precio puesto que en peor de los casos se puede
marchar por el Fieschgletscher para abajo en cuyo caso nos servirá para la
mitad del camino al Refugio Oberaarhorn.
Cogemos
ritmo y nos aproximamos a un dorso vestido de hielo viejo con grietas que
pasamos bien en descenso junto a unos pequeños cordones de roca suelta. De esta
manera nos aproximamos a la depresión que forma el glaciar frente al extremo de
la Arista Sudeste del Finsteraarhorn.
La
huella resuelve uno de los problemas que tenía en mente desde que plantee la
travesía: se llega hasta el fondo de la depresión y sale de la misma dando un
pequeño rodeo alejándose de la orilla izquierda del glaciar.
A
estas alturas ya sabemos que la huella ya no se irá en dirección sur por el
Fieschgletscher y que nos ha de conducir al refugio con lo que ha desaparecido
una buena parte de la incertidumbre que se va a compensar con el empeoramiento
del tiempo.
Son
las once menos cuarto de la mañana, el sur está muy negro y por el norte bajan
las nieblas. Nosotros iniciamos el ascenso de una rama de glaciar que se va a
orientar hacia el nordeste. Se trata del Galmigletscher pero poco sabremos al
respecto ya que bajan las nieblas y se echa a llover.
Nos
ponemos las capas y seguimos nuestro ascenso sin horizonte en dirección
nordeste dejando a nuestra izquierda o norte una cascada de seracs que proviene
de un glaciar que suponemos baja de la Vertiente Este del Finsteraarhorn.
Intuimos
que nuestro camino gira al norte pero las nieblas no nos permiten ni visión ni
consecuentemente orientación.
El
punto bajo del glaciar por el que hemos pasado debía de situarse sobre los 2750
metros de altitud y tenemos que remontar por encima de los 3200 metros de
altitud, así que, con la pendiente moderada que estamos subiendo, nos tiene que
quedar todavía algo para alcanzar el Oberaarjoch, lugar en el que se asienta el
Refugio Oberaar que es nuestro inmediato objetivo en estas condiciones.
La Sudeste del Finsteraarhorn.
Nuestro
camino se arrellana atravesando una pequeña planicie que conduce a un casi
imperceptible lomo proveniente de las paredes de un circo que va girando
primero al norte y luego al noroeste. Las nieblas quieren levantar un poco y ya
nos tienes más pendientes de los negros paredones que se pergeñan a nuestro
alrededor que de las grietas.
En
un momento se levantan ligeramente hacia la zona del Finsteraarhorn pero no es
el horizonte que nos interesa precisamente. Nos quitamos las capas y
proseguimos.
Al sur, hacia Fiesch está muy negro pero
finalmente se nos abre un poco al norte y localizo el refugio colgado en la
pared. ¡Bingo!
Del
plateau glaciar en el que nos encontramos arranca un corredor que girando un
poco se orienta al norte en busca del Oberaarjoch, el paso que buscamos. Son
las doce y media y el tema ha ido realmente bien.
Con
un cierto cansancio propio del relajo del momento ascendemos el corredor
siguiendo la ya característica nieve blanda del día ahora en ausencia de grietas.
Un
cuarto de hora después alcanzamos el Oberaarjoch situado a 3233 metros de
altitud. Se trata de un amable collado, bastante amplio y dominado por el
Refugio Oberaar que se sitúa 50 metros más arriba en las paredes del noroeste
del collado.
Para
acceder al mismo hay que elevarse sobre la nieve que viste el collado, y tomar
una vira inclinada y amplia que suponemos conduce a un tramo corto de
escalinatas; pero antes de subir decidimos alargarnos unos metros para tener
perspectiva sobre la vertiente este del mismo que será nuestra continuación
pues creemos que desde el refugio no será muy fácil que veamos el glaciar de
descenso del día siguiente.
Al
instante se asoma el Oberaarsee y unos pocos metros más adelante todo el
Oberaargletscher que es nuestro último de la travesía.
El
glaciar ni tiene resaltes, ni cascadas y el embalse está increíblemente cerca.
Estamos en el collado que viéramos entre nieblas hace tres años y no hay ni
sorpresas ni añadidos; así que, pasamos de refugio y nos vamos para abajo:
¡nada nos va a parar!
Tenemos
hambre, pero como corre una fresca brisa proveniente del este preferimos bajar
unos metros y tras alcanzar un poco de abrigo nos paramos a echar un bocado, es
la una del mediodía.
Un
cuarto de hora después reemprendemos el descenso en medio de un caos de viejas
huellas que relajadamente se van para abajo por cualquier parte pues el glaciar
está muy cubierto de nieve y tan apenas se aprecian grietas.
Vuelve
a llover, nos ponemos de nuevo las capas y continuamos con un buen ritmo. El
glaciar se articula en cinco suaves y consecutivos resaltes que bajamos sin
compasión, el Oberarsee nos espera.
Nos
cruzamos con una cordada que pacientemente inicia el ascenso del glaciar y a
los que compadecemos sin acordarnos de que nosotros llevamos todo el día en
similares condiciones.
Ya
muy abajo la nieve de temporada empieza a escasear y aflora el hielo viejo en
ausencia prácticamente de grietas con lo que el descenso sigue siendo benigno
pero no se ha terminado. El glaciar resultará bastante más largo de lo que nos
ha parecido desde arriba.
Conocemos
el glaciar visto de abajo a arriba y sabemos que habrá que tener cuidado con el
origen del barranco hasta el que llegamos en aquella mañana torrencial de hace
tres años. La cordada ha entrado al glaciar por la derecha del mismo pero
nosotros nos vamos a la izquierda alargando el hielo cuanto nos es posible.
Ya
muy abajo nos quitamos los crampones y las polainas, son las dos y media, y entramos en la morrena buscando los
caminillos de los paseantes que suben a contemplar el glaciar. Enseguida
estamos en terreno que recordamos adornado por originales citas hechas con
capricho inusual. Cruzamos el naciente barranco y por su orilla izquierda nos
vamos hacia la Cola del Oberaarsee cuando una vez más deja de gotear. No lo
hará más y ya era hora.
Son
las tres menos diez y con el camino que bordea el embalse por su orilla
izquierda nos separamos del mismo ganando un poco de altura sobre el nivel de
las grisáceas aguas amayencadas de granito y a través del praderío nos vamos de flor en flor: nomeolvides,
botones de oro, ínulas, saxífragas, campanulas, lotus... una auténtica eclosión
salidos del imperio mineral del Aletsch.
Preciosa ínula en el Oberarsee.
Hasta
quiere salir el sol cuando nos fotografiamos junto al gran bloque del camino
recordando.
A
las tres y media cruzamos sobre la pared de la presa entre paseantes
vespertinos y llegados al aparcamiento nos sentamos a comer junto a los aseos.
Todavía no se ha terminado la jornada. Estamos a 2310 metros de altitud.
Comemos
con apetito mientras secamos un poco los enseres húmedos y tras reordenar un
poco nuestras mochilas a las cuatro y diez nos ponemos de nuevo en marcha.
Tenemos por delante alrededor de 5 kilómetros de carretera que afrontamos
cuesta arriba ya que ttas pasar por el Albergue de Oberaar gana algunos metros
más para llanear a continuación colgada sobre el Embalse de Grimsel.
Subimos
tranquila y relajadamente sabedores de lo que nos queda y con los piolets en la
mano por si montamos en algún coche que nos baje a Grimselpass. Se trata de una
carretera de uso alternativo y regulado por semáforos que permiten el paso cada
hora.
El Final del Unteraargletscher en Grimsel.
Iremos
por la mitad de la carretera cuando hago dedo a un monovolumen que va vacío. Me
para a mí y luego a mis dos socios. Va recogiendo estudiantes que están de
prácticas en la zona y que terminan por llenar el coche. Nos dejan en
Grimselpass con lo que terminamos nuestra travesía a las cinco de la tarde pero
con un día de adelanto. Hoy hemos fundido dos etapas en una reafirmando nuestra
vieja costumbre. Todavía nos queda cuerda.
Allí
está el Totensee medio helado a 2160 metros de altitud y los recuerdos que nos
trae de aquella lluviosa mañana de hacerle la puñeta a una atrevida chova.
Hay
una parada de autobús y hacia ella se van mis socios. Yo me quedo en la derecha
de la carretera y saco el dedo. Sabemos que más arriba de Gletsch las
comunicaciones son muy escasas cuando no inexistentes.
Inmediatamente
me para un pik-up y me monto en la caja. Junto a un cortacésped bajaré hasta
Ulrichen. La pareja de italianos me desean suerte, ellos se marchan a Airolo.
Para
llegar a Fiesch todavía utilizaré tres coches más. Me paran dos amables
señoritas, una de las cuales me deposita en la entrada del Parking de Fiesch
cuando son las seis de la tarde. Ha sido un rato entretenido practicando
Inglés: “My car is in Fiesch.” “I have to
return to look for my friends to Grimselpass.” Y algunas lindezas por el estilo como
que “We begun this morning of
Konkordiaplatz.”
No
pierdo tiempo. Me cojo una manzana y
marcho carretera para arriba bendiciendo mi buena suerte pues hay una
kilómetrada hasta Grimselpass.
Además
de una kilometrada, la carretera asciende continuamente y se chupa un puerto clásico de los Alpes en
el que la furgo casi pide el botijo.
Estoy
a punto de llegar cuando mi chica me llama al móvil. Son las siete de la tarde
cuando los recojo. Han pasado el rato en el interior de la parada de autobús
que es una pequeña oficina de turismo con vistas a la carretera por donde
aparezco yo. Me dirán que se les ha hecho fresqui y que no había autobús con lo
que lo del autoestop era obligado.
Bajamos
hacia Fiesch recordando la oficina de turismo y el tren de carbón que nos
amenizara aquella tarde y que llenara de humo todo el valle.
Echamos
gasolina pues llevo la furgo seca y en un lago artificial en una zona de recreo
próxima a Fiesch nos paramos para poner a secar nuestras pertenencias y cenar
en el amplio aparcamiento.
Llega
la noche y como no está permitido dormir en la zona nos bajamos a Fiesch a nuestro
conocido lugar y allí nos pondremos horizontales para finalizar nuestra jornada
restañando las heridas que han producido los 1200 metros subidos y los 1800
bajados. Hemos liquidado la Travesía por los Glaciares del Aletsch felizmente
aunque tres años después de lo esperado. Nos espera el Alphubel.
En los días siguientes seguimos en Alpes si quieres Alphubel.
En los días siguientes seguimos en Alpes si quieres Alphubel.
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