Peña Solana desde La Espuña. 16-11-08.
Ciresa, Pista a la Collada , Cara Sur y Arista
Este. Descenso por el Camino del Turmo.
23-4-2010.
Salida 11 h. Llegada 16 h.
Nublado.
Bastante fácil.
Ascensión.
Mapa de Peña Solana procedente de Prames. Vía en amarillo.
Peña
la Solana está
a la sombra de Peña Montañesa, diríamos que le hace mucha sombra y bien se le
vale. Hermana menor de ésta, raramente es visitada y, consecuentemente, su vía
de acceso no es precisamente agradable, posiblemente, por eso, por no ser “muy
visitada”.
Solana y Montañesa desde el Ara. 16-11-08.
Habíamos
estado repetidamente en la Peña Montañesa
tanto por el norte como por el sur y la peña Solana nos llamaba poderosamente
la atención desde hacía algún tiempo.
Nieblas sobre Solana desde la Guarguera.
La
pista que primero estuvo abierta, luego se cerró y había que subir a la Collada desde Ciresa, un
interesante esfuerzo que propició el hecho de que la visita quedara
sucesivamente pospuesta.
Peña Solana desde Ciresa.
Hoy
23 de Abril de 2010, aprovechando que dan un tiempo regularcillo para otras
cosas decidimos emplear la jornada en subir desde el Ciresa: caminaremos por
bajo y así podemos evitar el mal tiempo.
La
mañana esta parcialmente nublada, con algunas nieblas apelmazadas en los
barrancos y en las laderas de la umbría pero no tiene mala pinta cuando,
llegados a Ciresa, nos encontramos con la pista abierta al tráfico y limpia de
nieve según nos confirman en el pueblo.
Nos
metemos unos metros para arriba y en una vuelta con ampliación aparcamos,
cogemos las mochilas y nos echamos a la pista. Son las once de la mañana y
estamos sobre los 900
metros de altitud.
Tenemos
por delante de nosotros una larga pista
que entre vueltas y más vueltas nos tiene que llevar, en dirección
sudeste, a la Collada ,
depresión natural entre la Peña Solana
y la Peña Montañesa.
Desde la Selva.
Enseguida
localizamos balizas naranja que van atajando y con ellas hacemos algunos
tramos. Poco más arriba de la fuente de la pista tomamos otro camino del que,
poco después, nos daremos la vuelta pues en lugar se progresar hacia el
barranco se eleva en dirección contraria, quizás hacia el Tozal de los Pozos.
El asunto se salda con un cuarto de hora perdido.
Proseguimos
pista arriba hasta la gran lazada y al final de la misma localizamos de nuevo
las balizas naranjas del principio que en su momento despreciamos por las
rojas.
Transitamos
el camino cuando nos cruzamos con un grupo que baja por la pista y enseguida
alcanzamos la Collada
situada a 1552 metros
de altitud. Es la una menos cuarto.
Solana desde la Collada.
En
el vértice del collado tomamos una marcada senda que en dirección norte
atraviesa un corto praderío y se introduce en la genista siguiendo la loma
divisoria, pasa junto a un bloque calizo claro y en un minúsculo rellano se
orienta horizontalmente hacia la vertiente oeste en lugar de hacerlo hacia la
entrada de los corredores lógicos de la pared.
A
retepelo nos vamos unos minutos con el camino, que está recientemente limpiado,
pero enseguida volvemos sobre nuestros pasos para retomar nuestra idea original
de los corredores centrales de la pared sur, lugar que presenta el aspecto más
accesible de la misma.
No
hay camino definido en la ladera vestida de genista hórrida y progresamos en
dirección nordeste a través de las zonas más claras en busca de la base de la
pared ya en las proximidades de los corredores.
Hay
cinco corredores pero el “bueno” como así será es el central. También es el más
directo, el más amplio y el más vestido de todos.
Pasamos
bajo los dos del oeste y cuando en travesía entre vestido sotobosque de boj,
pino y enebro alcanzamos el pequeño canchal del corredor central y localizamos
un par de citas que nos confirman nuestros presagios.
La Collada desde la parte intermedia de la pared.
El
corredor tiene un aspecto algo delicado no por la dificultad que presenta sino
porque está muy vestido, los vegetales espinosos deben de ser obviados y los
bojes están mojados pero…
El
corredor directo es accesible y aunque un tanto erguido, está lo
suficientemente escalonado para que nos vayamos de frente para arriba.
Siempre
buscando pasos fáciles y lo más libres de maleza posibles vamos ascendiendo con
algunas dudas, mirando por aquí y por allá siempre en busca del paso más libre
que, evidentemente, no aseguran el siguiente.
Los
apoyos de manos son frecuentes, los cambios de dirección también pero
ascendemos fundamentalmente de manera rectilínea, superando el corredor que se
resuelve en una pared bastante erguida pero que al ser amplia ofrece
posibilidades diversas.
Elegimos
un crestón un poco al este de la línea iniciada en el corredor y avanzamos
hasta el encuentro de algunas pedreras discontinuas en las que localizamos
algunas citas cuando la pared se ha acostado bastante.
El
avance no es cómodo puesto que las pedrizas están absolutamente sueltas y
tenemos que buscar afloraciones calizas firmes en las que hay que apoyar las
manos para facilitar la progresión.
Cerca
ya de la cresta nos orientamos un tanto al noroeste y a media ladera alcanzamos
la cresta cuando ya viene de algo abajo.
Un
último tramo de subida por una cresta amplia y descompuesta nos sitúa a la
vista de la verdadera cima que se encuentra un poco más al oeste ya que se
trata de una cresta longitudinal y alargada. Los materiales de la misma son
firmes y enseguida alcanzamos la cima de peña Solana situada a 1903 metros de altitud.
Son las dos menos cuarto.
El
cielo se ha ido cubriendo de nubosidad
estratificada sobre las cimas circundantes y el día es absolutamente
gris tanto que no invita al regalo de la vista: por el Collado Culliver ya
llueve.
Tuca y Montañesa.
Contemplamos
desde la cima la cara norte de las Peñas Tuca y Montañesa, Sestrales, Castillo
Mayor y Puntas Llerga y Palomera justo debajo de las nieblas y poco más,
Cotiella y Mobisón no están y es una pena.
El Puntón y CastilloMayor.
A
nuestra vista queda los desconocidos y deshabitados valles tanto al sudeste
como al norte y el valle por el que hemos subido desde el Cinca. ¡Qué grande y
desconocido es el Pirineo!
Llerga y Palomera.
Mi
chica no quiere jaleo con el descenso y nos vamos tras comer un dulce y echar
un trago.
Desandamos
la arista hasta el punto donde la hemos
tomado y proseguimos unos metros más al este también con citas. Luego nos
introducimos en la pared y bajamos perdiendo y recuperando citas que están diseminadas
por la misma.
Bajando un poco por cualquier parte.
Se
puede bajar un poco por cualquier parte y cualquier elección te recuerda que
podría haber sido mejor y peor. Finalmente optamos por bajar un poco más al
este de nuestra subida en busca de una ruta menos erguida ya que da una media
vuelta en la pared para terminar incorporándose a la parte baja del corredor
por el que hemos subido. Y allí vemos la cita que nos hemos saltado a la subida
y que nos sacaba del fondo del mismo por donde hemos progresado.
Salidos de la pared.
Quieren
caer algunas gotas que siembran las claras calizas de manchas grises cuando
descendemos por la pedrera de debajo del corredor en la que hay dos espléndidas
citas. Vamos directamente hacia la
Cabaña de la
Collada pues el agua, sin prisa pero sin pausa, viene del
este.
Atravesamos
la franja de genista, “arizon” en dirección sur-sudeste y sin ver, pues la
conocemos y hemos visto desde arriba, alcanzamos el emplazamiento de la cabaña.
Son las tres menos cuarto y gotea débilmente.
La
cabaña pastoril está desastrosa. Han entrado los animales, está llena de
estiércol y el tejado está ruinoso. En la zona de la puerta a cobijo de la
lluvia comemos.
La
cosa no va a más y alrededor de las tres y media recogemos, nos ponemos los
chubasqueros y nos vamos para abajo.
La Sudoeste de Solana desde el barranco de la Bilas.
Vamos
a bajar por el viejo Camino del Turmo que transita por las inmediaciones del
Barranco las Bilas. Anuncian 55 minutos y tan caro nos remojemos gran cosa.
Peña Solana entre nieblas.
Se
trata de un camino que transita el pinar de pino silvestre que recubre las dos
vertientes del barranco y que, poco antes de llegar al pueblo muere en una
pista que desemboca tras un corto tramo en la principal, justamente en el lugar
que hemos desechado a la subida.
La primavera de la lunaria antes de que maduren las monedetas.
Unos
minutos después nos llegamos al coche,
con suerte y en seco pues tan pronto como hemos comenzado el descenso ha dejado
de lloviznar. No son todavía las cuatro y media.
Allí
se ha quedado la peña Solana, de nuevo entre nieblas y los 900 metros de desnivel
que hemos tenido que hacer para pisar su cima. Por delante queda un precioso
puente del que hoy era el peor día anunciado meteorológicamente hablando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Gracias por tu comentario! Responderé tan pronto como lo localice.