Nordeste de Punta Zarre.
Cima del Falisse, Collado Larre y Arista
Este de la Faxa hasta cota 2959. Vuelta al Collado Larre, Ibones Altos de
Pecico, Vira Norte de Zarre y Arista Oeste. Descenso a Brecha Este, Ibones
Azules, Brecha de Arnales, Ibones de Arnales, Mallatas y Balneario de
Panticosa.
06-09-2011.
Salida 10 h. Llegada 18 h.
Sol.
Bastante fácil.
Ascensión.
Mariano Javierre.
Mariano Javierre.
Mapa de Punta Zarre procedente de Prames. Vía en amarillo.
POR MI PIRINEO DE CELEBRACION Y 4.
Bajo la pared
del Falisse siguiendo idéntico camino que a la subida y sin ningún problema me
llego hasta la mochila que he abandonado en el collado y tras faldear los dos
dientes del mismo me siento al sol de la mañana para almorzar un poco. Este 6
de Septiembre me parece que va a terminar cargado y no acaba más que de
empezar.
En dirección
norte y en mediano ascenso atravieso
toda la pedrera que separa las aristas de sur a este y muy próximo a la arista
este prosigo un poco más el ascenso utilizando un terreno bastante estable.
A continuación
me incorporo a la Arista Este de la Faxa y sobre ella me voy para arriba.
La primera
sorpresa es que no hay citas aunque pienso que como el tramo es tan tendido y
sin ninguna complicación… Solamente encontraré ya en la pared una y eso me
preocupa.
Sobre los 2750
metros termina la parte tendida y fácil de la arista y aparece un primer
resalte tras el que confluye con la Arista Sur. El terreno está muy roto pero
se faldea bastante bien por el norte. Una pequeña brecha me permite cambiar de
vertiente y me enseña la zona de placas.
Hay que llegar a
una segunda brecha que se veía desde antes de comenzar el primer faldeo, desde
la que arranca la pared.
Es un lugar
cómodo desde el que me queda claro definitivamente que la vía va a ser
problemática.
Una placa
bastante tiesa y lisa, con un patio de narices tiene una fisura ligeramente en
diagonal que permite subir con relativa facilidad los primeros 20 metros.
Seguidamente hay que hacer un poco de travesía hacia el sur buscando estrechas
repisa y oquedades entre las que ir progresando dentro de un terreno inclinado
que tendrá una pendiente por encima de los 60º. Serán alrededor de 50 metros
complicados tras los que la pared se acuesta un poco y aunque presenta
materiales sueltos se progresa mejor, siempre por la izquierda de la arista.
Poco después se
vuelve al filo de la arista en un tramo bastante decente por el que gano unos
metros rápidos hasta alcanzar un nuevo muro en el que de nuevo por el sur hay
que buscar la progresión entre medianos bloques en una trepada algo atlética y
prácticamente continuada.
Luego hay que
volver a la arista por lo que se superan un par de protuberancias fáciles en
una zona en la que la pendiente se ha dulcificado de nuevo.
Coronada la
segunda protuberancia la arista se arrellana y medianamente aérea progresa
hacia el muro somital defendido por un par de gendarmes que habrá que faldear ineludiblemente ya que
están compuestos de placas lisas y verticales a ambos lados.
Avanzo hacia los
mismos no fijándome en ellos sino en los posibles faldeos: no los hay en
ninguna de las dos vertientes y… no llevo material y aunque lo llevara tampoco
proseguiría solo. Conozco perfectamente mis limitaciones y no tengo ningún
problema en admitir determinado nivel de riesgo ni en renunciar. Creo que es
una fórmula bastante adecuada para ir envejeciendo en la montaña.
Estoy a 2950 metros de altitud, son las doce de la mañana, más allá de los gendarmes hay un muro con muchas opciones pero…
El descenso lo
hago siguiendo las citas que he hecho mientras subía y que deshago una a una.
Es una arista en la que no debes equivocarte.
La bajada ya
conocida se lleva su tiempo ya que hay que poner todo el cuidado del mundo para
estar seguro. En la brecha bajo las Placas Inferiores respiro pues llevo el
alma un poco cargadita y aligerando el ritmo hago el faldeo inferior y abandono
la arista bajo el resalte de entrada.
Me tiro corredor
abajo buscando las zonas patinables de la pedrera que no son gran cosa pero me permiten
perder metros deprisa y en dirección sudeste. Alcanzado el punto bajo en la
pedrera remonto unos metros y me sitúo en el Collado Larre de nuevo.
Atravesar toda la cara sudeste de la Faxa y la parte de la este de las Puntas de Pecico se lleva su tiempo pero finalmente alcanzo el rellano en el que se asientan los dos ibones altos y la atravieso con la vista doblemente entretenida: por una lado busco citas y por otro la vía en medio de la Pared Norte de Punta Zarre que no conozco pues siempre he subido por la cara sur. Es una pena que lo que tiene que venir te mediatice a la hora de disfrutar el presente, la Cuenca lacustre de Pecico se merece un poco más de atención de la que le dedico pero a pesar de ello todavía me agacho a la orilla del ibón más alto y saco una fotografía con la plancha de agua del ibón y la Norte de Punta Zarre.
Localizo un par
de citas muy abajo en la pedrera y luego
no encuentro continuación ni en el corredor ni en la entrada de la vira. El
tema me preocupa puesto que llevo una mañana con poca “protección espiritual”
para mi alma. Pero no pasa nada: me introduzco en el primer corredor que tiene
un aspecto muy decente y empiezo a trepar de nuevo. Si algo sé hacer en la
montaña es trepar entre otras cosas.
Ibones de Pecico.
No es fácil
describir con precisión la vía que acabo de iniciar, sobre todo porque es
bastante uniforme y regular no presentando puntos claramente diferenciales.
Hay un primer
corredor amplio y medianamente inclinado con el que se sube una treintena de
metros fáciles al estar muy bien escalonado aunque con algo de basura
metamórfica. Cuando parece que se va a terminar aparece otro tramo similar con
presas un poco más pequeñas pero en la misma dirección e igual de inclinado y
longitudinal.
Terminando el
segundo corredor aparece un minúsculo rellano y una cita: ¡bingo! No habrán
querido colocar citas a la entrada por si pudieran inducir a algún error pues
las citas se sucederán continuamente.
A continuación
hay que superar otro corredor ya más estrecho también con bastante basura y que
presenta un par de pequeños bloques empotrados que se sube bien medio al sol y
a la sombra.
Terminada la
primera parte de la vira aparece una continuación que ya he localizado desde
abajo y que es una rampa algo más inclinada y compuesta de varios canalones
estrechos y paralelos donde las presas son más menudas y las rocas clarean
bastante. Es un tramo de alrededor de 40 metros bastante erguidos que no
presenta dificultades especiales que no se superen agarrándose bien.
Tras la rampa, y
atravesada más de la mitad de la pared llego a una zona en la que no tengo
claro si habrá que proseguir hasta la arista oeste o habrá que salir en
diagonal hacia la cima por una zona de placas lisas y verticales.
La vira sigue,
yo para arriba con ella y las citas desaparecen. En el peor de los casos tendré
que desandar un poco y punto.
Un nuevo
corredor algo inclinado y ligeramente pestoso me permite alcanzar la cresta con
lo que me asomo al Circo de Piedrafita. La cresta es vertical y aérea pero no
tiene mala pinta en el tramo de arranque. Es lo que hay y para arriba.
Son unos pocos
metros verticales, algo descompuestos pero a pesar de ello con muy buenas
presas que exigen una escalada atlética. Me recuerdan al tramo final de la
Norte de Retona.
Enseguida la
arista se acuesta un poco y el paso es más fácil. Conduce a una brecha que no
se puede franquear directamente. Hay que bajar unos metros en la vertiente
sudoeste dando un pequeño rodeo para remontar pasado el corredor.
En medio de la
faena me entra un mensaje al móvil, ni ayer tuve cobertura ni hoy hasta ahora.
Dejo la trepada, llamo a mi chica y todo en orden enseguida alcanzo la Cima de
Punta Zarre situada a 2947 metros de altitud. Son las dos de la tarde. Tenía
ganas de conocer esta vía.
Hago fotos, como
tranquilamente disfruto del lugar y poco antes de las tres me voy para abajo
por la arista este que conozco.
Bueno, creía
conocer, pero en realidad no recordaré nada a excepción de la placa de la vira
y la peña extraplomada de la Brecha Este y eso que he pasado dos veces.
El descenso de
la arista que no se hace casi nada por la misma arista me parece fuerte y
complicadillo. Tiene una sucesión de corredores bastante erguidos medio
herbosos, con materiales sueltos y con mucho patio. No es cómodo de bajar
quizás porque no le he subido hace ya años. Hay que ir con mucho cuidado y
emplear las manos en condiciones.
Se me hace larga
la llegada a la placa fisurada que es de lo más fácil de toda la arista y que
se desciende sin ningún problema.
La Piedra
extraplomada no está en la base de la placa sino un diente más allá y la
travesía por la vertiente sur no la regalan. Creo que se llegaba a la piedra y
desde allí para abajo.
Hay un paretazo
de unos 15 metros verticales de mal aspecto y sin citas. Yo hago una travesía
por medio de la pared siguiendo una vira herbosa en la que encuentro señales de
tránsito y en suave descenso aunque bastante aéreo salgo de la pared y me
incorporo a la ladera entre herbosa y pedregosa y granítica que me bajará hasta los ibones Azules.
Bajo buscando camino cómodo y transitando
zonas de pratenses que me descansen de tanta piedra, fundamentalmente en
dirección sur ya que no voy a llevar el camino tradicional que baja a media
ladera hacia la Colla de Bachimaña Superior. Yo quiero pasar por medio de los
Ibones Azules como procedimiento de perder la mínima altura posible pues la
jornada no va a terminar de cualquier manera.
Consecuentemente,
daré alguna vuelta para salir de los resaltes que cortan mi camino pero
persistiendo en mi empeño me bajaré alrededor de 400 metros que se me hacen
largos no contando con el reloj.
No hay nadie en
las concurridas orillas del Ibón Azul Superior, se acabó la concurrencia y por
supuesto las aglomeraciones, je, je, “Pirineo masificado”.
Rodeo por el sur
el Ibón azul Superior cuando son las cuatro menos cuarto y pongo un rumbo
interesado que lleve a la Brecha de los Arnales, me quedan los últimos 300
metros de subida de la jornada.
En dirección
sur-sudoeste atravieso la parte más irregular de la cuenca lacustre tratando de
no gastar fuerzas tontamente hasta alcanzar el barranquillo por el que desagua
el Ibonciecho de los Infiernos, es de visita obligada.
Pero no
solamente hay que echarle una fotografía y contemplar su delicada sencillez
acunado entre bloques de granito, hay que tocar el glaciar pues es un capricho
de verano que me viene de paso.
Pisar dos reducidas placas de glaciar en suave ascenso, con un centímetro de nieve blanda y moribunda es un placer para los sentidos y un ansiado descanso para los recalentados pies que no produce los efectos deseados y no estoy con ganas de descalzarme. Luego, perseverando en dirección sur-sureste me acerco en fuerte ascenso hacia los paredones que defienden la Brecha de los Arnales que separa al pico de la Arista de Bachimaña.
La verdad es que
me había propuesto buscar el paso un
poco al este de la doble brecha pero no tengo ganas de darle más vueltas al
asunto: me meto en la pared directamente hacia la Brecha Pequeña que es la que tiene
el paso, la situada al oeste es imposible para hacerla a mano.
Ni siquiera tomo
la fisura que utilizamos cuando descendimos por aquí, estoy un pelín más arriba
y no voy a bajar a buscar la entrada, tomo otra y para arriba, hay
posibilidades similares en pasos que no llegarán al IIIº.
La pared no
tendrá más de 20 metros pero yo me paso de frenada y aparezco tres metros por
encima de la brecha y eso tiene premio: un par de pasos, los más comprometidos
de la pared, serán suficientes para pagar el error.
El Circo de los
Arnales es un lugar poco transitado más arriba de los dos ibones. Al Arnales no
se va por aquí y la Arista de Bachimaña no suele ser un plato elegido por el
personal. Si a esto sumamos que el paso no es nada fácil y que hay un
desconsolador pedregal de 400 metros hasta los ibones pues acabose.
Yo voy ya
caliente pero a pesar de ello me enzarzo en un descenso energético de piedra en
piedra aprovechándome de mis patitas. Es el mejor procedimiento para llegar
pronto en dirección sur a las inmediaciones del Ibón Alto de Arnales.
El ibón resulta
difícil de fotografiar entero pues cuando lo ves estás encima de él. Vestido de
límpidas y azuladas aguas contrasta con el Inferior poco profundo y a medio
colmatar. En la cola del inferior una gran cita marca el final de los paseos
del personal que incluso no sabe de la existencia del alto. Son las cinco de la
tarde
Lo que si he
encontrado ha sido citas en el circo que indicaban camino de subida a la Brecha
de los Arnales y no estaban en la ocasión anterior.
Tampoco estaban
los recientes para aludes metálicos instalados en la época activa de
remodelación del Balneario, ahora paradas hasta no se sabe cuándo.
A la salida del
ibón Inferior de Arnales tomo el camino con ganas. Lo había abandonado a las
nueve de la mañana debajo del Puerto de Marcadau y la verdad es que después de
ocho horas de trajines pedestres se agradece.
Me esperan las
conocidas Mallatas Alta y Baja. El camino desciende en dirección sur un tanto
alejado de la Orilla derecha del Barranco de los Arnales y yo, una vez más dejo
que me cuide mi piloto automático: hará la labor de maravilla.
A pesar de ello
no dejo de controlar la entrada al pinar de Pino negro ni de localizar a la
menguada manada de yeguas que se reparten por las mallatas.
En la Mallata
Baja el camino gira al sudeste y se introduce en la sombra que le propicia la
verticalidad de los paredones del Circo del Caldarés de Baños. Bajo a ritmo,
fotografío La Cascada de las Argualas con ganas de agua y me llego a la furgo
que está a la sombra y descansadísima.
En la orilla del
Ibón de los Baños me siento a remojar los 2100 metros de desnivel movidos
mientras me tomo una cerveza. Un buen remate para rematar mi viaje de
celebración. Han sido dos días intensos: 3800 metros en dos días. No necesito
más.
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Si quieres puedes ver el Comienzo.
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