Crampones y para adentro.
Canfranc Pueblo, Barranco de los Meses, Majada de Gabardito, Barranco Campón, Tortiellas Bajo y Corredor Sur.
28-02-2009.
Tiempo efectivo 07 h.
Mixto.
Fácil.
Raquetas.
Agua en Barrancos de los Meses, Añaza y Aguaré; Fuentes
de la Paja y de
los Abetazos siempre de la Majada Baja
de Lecherines para abajo.
La gruta está siempre allí pero las condiciones que
varían según los momentos climáticos de las estaciones deben ser controladas.
Las condiciones idóneas siempre requerirán un generoso esfuerzo.
Gillermo Acín, Gabriel Miranda, Juan Castejón, Rosa Mª.
Martínez y Mariano Javierre.
Mapa de Lecherines procedente de Prames. Vía en amarillo.
Visitar una gruta helada, si la quieres conocer helada,
requiere una cierta conjunción de dioses y astros. No es suficiente con que
tenga que ser en invierno, la estación ha tenido que ser preferiblemente
húmeda, hay inviernos secos y tiene que haber deshielo durante el día y frío
estacional por la noche para que no se derrumben las columnas y eso no se
produce durante todo el invierno; además el tiempo y la nieve te lo tienen que
poner un poco de tu parte. No es un tema fácil.
Nos
habíamos propuesto ir a la
Gruta Helada de Lecherines ni se sabe la de veces, pero en
este mundo todo tiene su momento y su lugar y en Marzo del 98 las visitamos por
primera vez, quizás un pelín tarde o es que el año no había resultado demasiado
favorable con la nieve a partir de los 1700 metros de altitud
A las ocho estamos
aparcando a la entrada de Canfranc Pueblo a 1020 metros de altitud
y hemos de subir por el Barranco de los Meses, terriblemente encajonado entre
enormes paredones calizos.
Se trata de un barranco orientado al noroeste en el que
encontramos compartimentaciones escalonadas hechas con piedra de mampostería en
su orilla izquierda y las rojiblancas balizas del GR-11.
Cruzamos el barranco y ya dejando su orilla derecha
seguimos un viejo camino perfecta y primorosamente asentado en medio de la
profunda selva mixta en la que pisamos los primeros neveros.
Pasamos la
Fuente de la
Paja y poco después salimos de la angostura del barranco y alcanzamos
la pista que arranca de Villanúa y llega por el sur y que prosigue para arriba
suavemente virando ahora un poco más al noroeste.
La pista, muy suave, enseguida se llena de nieve continúa
y bastante blanda lo que nos aconseja poner las raquetas cosa que hacemos a la
altura de la Fuente
de los Abetazos.
La pista nos enseña de inmediato el “precio del billete”
que religiosamente hemos de pagar al contado: no será una jornada regalada y
habrá que pelearla desde muy abajo.
Majada de Gabardito y la Magdalena.
Alcanzamos luego y atravesamos la pradera muy cerca de la Cabaña de la Majada de Gabardito a la
vez que avistamos los Picos de Lecherines. Estamos a 1520 metros de altitud
y son las nueve y media pasadas de una mañana cálida con un cielo lleno de
altoestratos y una amenaza de cúmulos por el oeste
Mallos de Lecherines desde Gabardito.
Pasamos junto a la cabaña y bordeamos el profundo
Barranco de Añaza hasta encontrar el paso del mismo en un lugar favorable al
efecto a la vez que tenemos las primeras dudas y damos las primeras vueltas
puesto que las balizas de suelo están completamente cubiertas de nieve y alguna
huella que avistamos resulta tan indecisa como nuestro camino.
Giguelo desde Gabardito.
Detalle de los Mallos de Lecherines.
Prácticamente de llano nos adentramos en un pinar en el
que progresamos “a huevo” atravesamos un par de barrancos pequeños, subimos,
bajamos, siempre en busca de claros por los que progresar y nos acercamos al
Barranco Campón más conocido como Aguaré
por los barranquistas.
Cara Sur de Lecherines.
Buscamos el lugar en el que hemos de cruzarlo al final
del pinar y se nos hace largo. Finalmente, rodeamos por el sudoeste un
promontorio en el que destacan calizas ocres y alcanzamos la entrada de la Majada de Lechería Bajo
tras cruzar el barranco.
Tortiellas Baja y nuestro corredor.
Nos adentramos en la majada en la que se asientan un par
de refugios pastoriles en medio de un manto absolutamente inmaculado de nieve.
Allí nos orientamos al norte. La nieve está un poco mejor con lo que nos
olvidamos del infierno del bosque. Estamos a 1650 metros de altitud
y son las once de la mañana
Vertiente Sur de la Garganta de Borau.
Ante
nosotros aparecen dos corredores. Uno que nace tras los refugios y que se
orienta al norte en busca del Paso de la Garganta de Borau y el otro, paralelo al anterior
que se eleva un pelín al nor-nordeste y que es el nuestro.
Acercándonos al corredor.
Una sinuosa y perfectamente nevada depresión que se va
elevando paulatinamente nos saca del rellano y nos coloca en la base del primer
resalte
Resaltes Inferiores hacia la Gruta de Lecherines.
Los Resaltes Superiores por debajo de la Gruta Helada de Lecherines.
Es el más largo y también el más erguido en su parte
superior. Con las raquetas hay que pelearlo a base de gemelos pues no nos hemos
puesto los crampones que hubiera sido lo suyo.
A continuación, el corredor se estrecha un poco y nos
ofrece un segundo resalte mucho más corto que el anterior y la maravilla de
caminar por un corredor inmaculado sin huellas, algo que no es demasiado fácil
de conseguir.
Se adivina la entrada a la Gruta o es que la conocemos.
Seguidamente ascendemos otro resalte similar al anterior,
tras el que nuestro corredor se abre en dos ramas para tomar la de nuestra
izquierda que se orienta un poco al noroeste.
Depresión de entrada.
Un último y corto resalte que tiene una incipiente
cornisa nos conduce sobre una pequeña silla nevada desde laque se accede a una
pequeña depresión: en la parte este de la misma y sobre la base de la pared se
adivina más que ve la entrada de la gruta.
Las columnas de la parte noroeste de la Gruta de Lecherines.
Cristales bajo una columna.
Estamos a 2050 metros de altitud. Son las doce y cuarto y
la boca, todavía a la sombra, es un pequeño boquete defendido por una pared de
hielo más vertical que en anteriores ocasiones. Hay muchísima nieve acumulada
en la depresión exterior.
Entra poco a poco el personal.
Nos ponemos los crampones Hacemos una foto a la virginal entrada
adornada con profusas estalactitas y una
preciosa columna de hielo y nos vamos para adentro.
La preciosa columna principal en la Gruta Helada de Lecherines.
La sala de la gruta tendrá sobre 200 metros cuadrados
de superficie y una altura media de 8 metros . El suelo es un irregular caos calizo
vestido parcialmente de hielo en la base de las estalactitas, sus escorrentías
y las varias columnas que se encuentran formadas.
La sala tiene buzamiento hacia el este, lugar por el que
se accede a la parte sudeste de la misma a través de uno precioso laberinto de
columnas de hielo.
Desde la parte Sudeste de la Gruta Helada de Lecherines.
Preciosa Cortina de Hielo en Lecherines.
La zona interior es algo mayor, más oscura y más alta.
Continúa con el buzamiento, tiene también algo de hielo en el suelo, pero poco,
el caos de piedras es de mayores proporciones y no tiene continuación a no ser
que se encuentre convenientemente taponada.
Columnas.
Detalle de una cortina de hielo.
Saliendo de la gruta Helada de Lecherines.
Hacemos fotos de una enorme cantidad de estalactitas que
no recordábamos haber visto en otras ocasiones
y de una profusión escandalosa de columnas de extraordinaria longitud
dada la altura de la gruta. La cueva, a pesar de conocida, nos sorprende con su
espectacular y casi insultante belleza a la que ha contribuido el viento
adornando o sacando de la verticalidad algunas estalactitas.
Mientras Juan y Rosa se alargan en dirección noroeste
para contemplar la vertiente sur del Paso de la Garganta de Borau y luego
hasta la Punta Este
del paso de la Garganta
de Borau para echar una visual a Tortiellas, Gabriel, Guillermo y yo, recogemos
y nos vamos poco a poco para abajo en busca de alguna zona limpia de nieve para
pararnos a comer y esperar al personal.
Cortinas calizas en Lecherines.
Hemos de bajar todo el corredor y en un pequeño lomo del
resalte de salida de la Majada
de Lechería Bajo, sobre los 1700
metros de altitud nos paramos a comer. Es la una y
cuarto pasadas.
La nubosidad que apuntaba por el oeste se ha adueñado ya
totalmente del cielo y ocultado definitivamente el sol. La temperatura es buena
pero parados se nos hace “fresqui”. Nos abrigamos, comemos y charlamos. Luego
contemplamos como se hunden hasta el culo nuestros socios que bajan el corredor
al igual que nos ha sucedido a nosotros. Son las dos menos cuarto.
Pasadas las dos continuamos con el descenso con una nieve
que empieza a hacerse profunda hasta para las raquetas.
Ni siquiera nos acercamos a las cabañas de la Majada Baja de Lecherines,
tomamos el Barranco Campón por su rama que nace en la majada y nos bajamos
siguiendo las huellas de un esquiador que conoce el terreno bastante bien y que
esquía algo mejor.
Primera Cascada del Barranco Aguaré.
En las proximidades del barranco la nieve es
profundísima. Cruzamos el mismo y encontramos enseguida nuestras huellas que
seguiremos en principio, luego, en la zona del pinar en la que hemos titubeado
a la subida las abandonamos y nos vamos con las del esquiador.
Las huellas del esquiador no van a la Cabaña de tabardito sino
que pasan un poco más abajo del mismo, contemplan la primera cascada del Aguaré
y nos conducen, prácticamente de llano a la parte baja de la Majada de Gabardito, lugar
en el que tomamos la pista.
En al Fuente de los Abetazos paramos a echar un trago de
agua y enseguida, en el cruce de uno de los varios torrentes que atraviesa la
pista nos quitamos las raquetas y disfrutamos del alivio que nos produce el
caminar con la bota pelada.
Son las cinco y media
cuando rematamos una jornada extraordinaria en el que hemos movido unos
pesadísimos 1050 metros
de altitud, pero hasta el que dijo a la mañana eso de “si lo sé no vengo”, pone buena cara. El día
ha sido duro pero oportunidades como esta son difíciles de conseguir.
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