Aparcamiento del Hospital de Viella,
Barranco y Cascada Superior de Mulleres. Cara y Corredor Norte, Col de la
Tallada y Cara Sudeste. Descenso directo a la Cascada Superior de Mulleres.
10-08-2021.
Salida 08 h. Llegada 15:15 h.
Sol.
Bastante fácil.
Juan Castejón, Rosa Mª. Martínez y Mariano Javierre.
A
media tarde, nos pegamos un buen remojón en el Barranco Mulleres y nos queda
una inmensidad de tiempo para echar unas cervezas, picar unos encurtidos, cenar
tranquila y dilatadamente para empiltrarnos sobre las nueve y media pues nos
espera el Feixant.
Son
las siete y cuarto de la mañana del 10 de Agosto de 2021 cuando nos levantamos
y sin llorar, desayunamos y a las ocho nos metemos en marcha desde el
Aparcamiento del Hospital de Viella, situado a 1625 metros de altitud, en las
inmediaciones de la boca sur del túnel.
Inicialmente
había programado una circular sin decisión
acerca del sentido, pero me parecía más lógico subir desde la Cola del Embalse
de Baserca por el Valle de Riueno al Col de la Tallada y bajar por el Corredor
Norte al Valle de Mulleres. Pero Juan que de cuando en cuando se informa sobre
algunas actividades, se encuentra con que además de no haber camino por el sur,
algo esperado, tiene una zona conflictiva. Yo le creo y como no tenemos
especial interés nos olvidamos de la circular y lo haremos por el norte.
Consecuentemente
nos introducimos en el Valle de Mulleres por el camino que lo recorre primero a
través de la turbera para alcanzar luego
el hayedo y girar ligeramente y
orientarse al oeste atravesando la Pleta de Mulleres.
El
camino pasa junto al barranco en la cascada inferior y siempre por su orilla
izquierda prosigue en suave ascenso hasta que poco más arriba se perfila la
Cascada Superior de Mulleres.
Para
entonces el Corredor Norte de Feixant se ha ido asomando a nuestra vista: no se
ve nieve en absoluto y decidimos dejar piolets y crampones para recogerlos a la
vuelta y evitarnos el peso.
Alcanzamos
la Cascada Superior de Mulleres y ascendemos su resalte siguiendo el camino que
transita junto a la rama de menor caudal. Tras el resalte aparece un rellano
dividido por una prominencia que se puede superar siguiendo el camino por el
norte o faldeándola por el sur como hacemos nosotros.
Vemos
en una pequeña pedriza ligeros signos de tránsito pero suponemos que
encontraremos alguna línea de hitos que se encaminen a una zona de paredes que
divide a la vertiente norte del pico partiendo del camino principal del valle.
Estamos sobre los 1950 metros de altitud y se nos ofrecen varias opciones: una, la más directa, consistente en una rampa de verdura que rompe en diagonal la
zona de paredes y otra más al oeste donde hay un grupo de corredores que rompen
la pared.
Tomamos
la segunda opción con la esperanza de encontrar la línea de hitos y remontamos
la ladera con muchos bloques de granito que afloran del praderío en terreno de
morrena, perdiendo los ojos en busca de hitos que no veremos.
Ya
en las paredes tenemos a nuestra izquierda un angosto torrente que descartamos
y a nuestra derecha dos corredores tumbados. El más al oeste tiene muchas
placas lisas y nos vamos por medio, ya que el del este también se angosta algo
dentro de las reducidas dimensiones de los mismos.
Hay
que apoyar un poco las manos para remontar una veintena de metros que
terminamos progresando por verdura y poco más arriba atravesamos una faja de
rododendros y enebros que nos llevan a otro corredorcillo rocoso soslayable por
el este pero queremos ver.
Yo
dejo un par de hitos estratégicos que nos puedan salvar de algún embarque en
descenso cuando ya iniciamos una travesía ascendente que abandona el praderío y
se introduce en un canchal granítico que se hará más largo de lo que parece.
Terminará en un crestón morrénico que limita al Corredor Norte y desde el que
veremos un reducido tramo de nieve anidado en la parte intermedia del corredor
rellenando su zona más angosta. ¡Joder!
Hay
que descender una treintena de metros largos y bastante inestables para
alcanzar el enorme canchal que rellena la parte inferior del corredor. Será la
carta de presentación de lo que nos espera.
Una
vez en la pedriza que rellena la parte amable y amplia del corredor los
materiales se estabilizan y tras una zona de grandes bloques el corredor se
empina a la vez que se estrecha,
limitado por restos de un glaciar moribundo en la zona derecha del corredor, la
más sombría.
La
nieve está abollada y todavía dura a estas horas de la mañana, son las diez. Trazamos
una diagonal en busca de la rimalla derecha del corredor tallando peldaños con
unas piedras planas encontrándola inicialmente muy cerrada e impracticable
además de que unos metros más arriba se ciega.
Tenemos alrededor
de 50 metros de nieve bastante erguida y Rosa dice que se queda mientras que
nosotros nos lo pensamos:
-Habrá media hora
de picar nieve por lo menos.
-…¡venga, vamos!
Juan talla delante
y yo profundizo detrás, los peldaños quedan bien profundos para bajarlos y en
cada uno ganamos algo más de medio metro de altura.
Pasamos la zona de
rimalla cegada y enseguida, al ampliarse suficientemente nos introducimos en
ella. La pared lisa y meteorizada no ofrece presas de mano ni de pie, solamente
algunas pequeñas piedras empotradas nos ofrecen ayuda pues la inclinación
rondará los 40º.
Luego se ensancha
y la progresión es más cómoda aunque al no estar transitada sin nieve está muy
descompuesta y con materiales sueltos con lo que alcanzamos la altura final de
la nieve pero nos quedan todavía alrededor de 100 metros de corredor.
Será una trepada
continua de aquí para allá buscando la progresión más cómoda siempre sobre una
base muy rota y de pequeñas presas que utilizamos más de apoyo que de otra
cosa, los bloques que andan por allí están dispuestos para marchar de viaje,
salvo un par empotrados en el lado izquierdo del corredor que sirven de
retención de materiales. El tramo final es una gravera inestable que remontamos
por su derecha. Cómo se nota que este corredor no tiene tránsito sin nieve.
Son las once de la
mañana cuando alcanzamos el Col de la Tallada situado a 2623 metros de altitud.
La vertiente sur es un corredor de granito lleno de bloques que se arrellana un
poco en un Entanyet, más abajo la pared se ahonda oculta a nuestra vista.
Pero a nuestra
derecha arranca la ladera sudeste del pico de la que vemos un tramo inicial con
cordones de verdura que se rematan en una pedriza. Su ascenso es fácil y
subimos a destajo pues sabemos que tenemos por delante 300 metros de desnivel y
vemos alrededor de 100.
Poco más arriba se
despliega un tramo de pedriza descompuesta e inestable que subiremos por las
inmediaciones de la arista ya que presenta terreno más estable por el que
progresa un débil caminillo.
Es una media hora
un poco a tope la que nos deposita en la Cima de Feixant o Pic de la Tallada
situado a 2956 metros de altitud.
Hacer la foto de
Cima en un caos de bloques de granito de estas dimensiones no es fácil; luego
contemplamos un paisaje que incluye a Vallibierna, Maladetas, Mulleres y
Forcanada además de los picos que visitamos ayer con el Valle de Mulleres por
el que hemos accedido y enseguida nos vamos para abajo siguiendo idéntico
camino que a la subida y abreviando.
Son las doce
cuando llegamos de nuevo al Col de la Tallada, contemplamos la arista del Pic
del Mig de la Tallada e iniciamos el descenso del corredor intentando hacerlo
por el fondo para abreviar un buen tramo
de la parte superior rocosa pero es tal la cantidad de materiales acumulados
que por riesgo a derrumbarnos con ellos hasta abajo tenemos que tomar la
descompuesta parte derecha del mismo y con paciencia benedictina descender como
gatos con caracoles en las patas.
Luego de ir de
aquí para allá en busca de lo que nos parece mejor, entramos en la rimalla que
liquidamos rápido y tras introducirnos en la nieve la descendemos a buen ritmo
dándonos cuenta del tamaño de nuestros pasos.
Fuera de la nieve
hacemos una foto del hielo de un glaciar moribundo al que le quedará una hectárea
de hielo como máximo y nos bajamos enseguida al encuentro de Rosa que aguarda
en el rellano bajo el cono de deyección del corredor. Su decisión de quedarse
ha sido acertada ya que ni hubiera disfrutado y se hubiera eternizado con esas condiciones
que no le gustan. Nosotros hemos liquidado un corredor que estimamos como el
más desagradable de los que hemos recorrido y hemos hecho auténticas
cochinadas. Este corredor hay que subirlo en primavera vestido completamente de
nieve y ahora está fuera de temporada.
Son las doce y
media, comemos a la sombra de un gran bloque de granito y media hora después
continuamos descenso siguiendo un único hito pues no volveremos a ver otro.
Vamos a descender más directamente hacia la rampa diagonal herbosa que hemos desechado
a la mañana.
La ladera, vestida
de hierba alta, rododendro, enebro rastrero y arándano nos ofrece bastantes
alternativas escalonadas entre zonas un
poco más erguidas e incómodas. Bajamos tranquilamente solo con pensar de que la subida aunque perfectamente posible debe
ser muy penosa con esta vegetación.
Bajamos un poco de frente hasta dejar a
nuestra derecha la grieta de un estrecho y significativo corredor y allí iniciamos la diagonal que terminamos
con otro barranquillo muy transitable y vestido con algunos pequeños pinos
negros.
Recuperamos
enseguida el material que hemos dejado y desandamos camino que con tramo de
grandes bloques no es precisamente cómodo para entrar en el hayedo y contemplar
la Cascada Inferior de Mulleres con algún extra de temporada.
Son las tres y cuarto de la tarde cuando llegamos a la furgo con 1375 metros de desnivel
acumulado en las piernas y algo más que pone cierto picante a la actividad.
Otro remojón en el barranco unas cervezas con picoteo y nos vamos luego hacia
Aneto. Mañana será otro día programado.
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