Cara
norte y arista nordeste. Descenso al Windjoch, Cabaña Mischabel y Saas Fee.
20-07-1989
Salida 12 h. Llegada 09:30 h.
20-07-1989
Salida 12 h. Llegada 09:30 h.
Sol.
Algo
difícil.
3 p.
3 d.
Ascensión.
Juan
Castejón, Rosa Mª. Martínez y Mariano Javierre.
La arista
oeste de la Nadelhorn
impresiona pero no mucho más que el brutal y vertical paredón que conforma la
cara norte, pero por allí hay que pasar. Una huella medianamente marcada nos
saca del collado y nos introduce en la pared.
Croquis de la Nadelgrat procedente de M. Vaucher.
Trabajamos
de lo lindo con el regatón del piolet pero vamos avanzando prácticamente en
horizontal por la cara norte hasta atravesarla completamente. La nieve se
endurece enseguida conforme ha sido azotada por el viento pero es noble, se
hace larga la travesía pero finalmente alcanzamos la arista nordeste que sube
directamente desde el Windjoch. Aquí es hielo puro.
El hielo
difícilmente se deja mellar por las puntas de los crampones y escupe a las
puntas de los regatones cuando la arista en ascenso discurre por terreno mixto
de hielo y roca. No es un terreno muy difícil pero la sensación no es demasiado
agradable cuando gana definitivamente el tramo de arista orientado de norte a
sur.
Seracs en la Norte de la Nadelhorn.
La cima
está allí mismo defendida por una breve y fuerte pendiente que nos lleva a la
zona noroeste de la misma. Una fina arista
nos permite alcanzar la limpia y aérea cima de la Nadelhorn con sus 4327 metros de altitud
después de ocho horas largas de marcha. Va a ser la una.
El tramo de arista que no hemos hecho el Stecknadelhorn desde la Nadelhorn.
No hay
sitio para todos. Dejamos pasar a un guía con su cliente que vienen del flanco
de la Lenzspitze
y que han hecho seguro en la cruz de hierro que se yergue en la cima.
Cima de la Nadelhorn.
No
encuentro manera de sacar la cima con la arista. Por tanto me conformo con
sacar a mis socios en la cruz que tampoco es cosa fácil. No debe de haber
muchas fotos de esta cima.
Nos
felicitamos agarrados a la cruz y contemplamos la preciosa cara norte de la Nadelhorn recordando a
los “dos mosquito sobre la tarta de nata” que vimos por la mañana. Más al oeste
aparecen el Weisshorn, el Bishorn y Zinalrothorn ya perdiendo nitidez y al este
la jornada del día desde un balcón de excepción.
La aguda Cima de la Nadelhorn.
Ha caído
el cuarto y último cuatromil del día que hemos hecho con la “inestimable”
compañía del viento.
Y como
allí poco o nada nos queda por hacer con sumo cuidado iniciamos el descenso
aunque con algo más de garbo que a la subida, conocido el patatar.
El
descenso se hace a través de la arista nordeste completamente helada y azotada
por el viento impío que, en el tramo medio ha formado peligrosas cornisas. Nos
libraremos de ellas como de hacernos pipí en la cama.
El Cervino desde la Nadelhorn.
Adelantamos
a la cordada de la cima cuando la pendiente se modera y el hielo se convierte
en nieve muy dura, estamos próximos al Windjoch, pasamos el lugar en el que
hemos abandonado la arista a la mañana y alcanzamos el Windjoch. Es la una y
media pasadas.
De allí
para abajo nos espera la nieve blanda del Glaciar de Hohbaln. Bajamos
relajadamente lo que no impedirá prestar la debida atención a las grietas.
Prolongamos el descenso por la nieve todo cuanto nos es posible a pesar de la nieve profunda y
finalmente, salidos de la misma nos quitamos los crampones y nos llegamos a la Cabaña Mischabel
cuando son las tres de la tarde.
Comemos
con satisfacción y con gana, lo que en mí es síntoma poco menos que de
“gracia”. ¡Ya era hora!
Desde el Windjoch la Lenzspitze y la Nadelhorn.
Se han
terminado los problemas con los guardas que nos hacen de cocineros y nos
regalan con las mejores de sus sonrisas.
En un
momento propongo a mis socios bajarnos a Saas Fee pero la moción es derrotada
por amplia mayoría.
Luego la
cena y una dilatada conversación en tres o cuatro medias lenguas en la que
hablamos de todo lo humano y lo divino nos catapultan a una noche reparadora
aunque no estamos demasiado sobados.
Engañosa imagen de la Nadelhorn desde debajo del Windjoch.
El día 21
no tiene demasiada historia. Nos levantamos a las seis con permiso de los
guardas y algo antes de las siete emprendemos la marcha para abajo. Será más relajada que la subida pero a buen ritmo
fácil de mantener a pesar de todo.
Son las
nueve cuando alcanzamos las primeras calles de Saas Fee. Hemos liquidado en 48
horas 3300 metros
de desnivel y cuatro cuatromiles.
El día no
ha hecho más que empezar y todavía tenemos que subir hasta la cabaña Britannia
pues nos espera el Rimpfischhorn.
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