Crresta Sur desde el Pico de la Madona.
Aparcamiento de Pont, Refugio Victor Manuel I, Glaciar del Gran
Paradiso, Arista Sur y Pico del Gran Paradiso, Arista Norte y Pico de la
Madonna. Descenso por la Arista Sur y mismo camino hasta el Aparcamiento de Pont.
24-08-2001.
Salida 13 h. Llegada 13 h.
Sol.
Bastante fácil.
2 d.
Ascensión.
Mapa del Gran Paradiso procedente del IGC. italiano. Vía en amarillo.
Pasamos junto a la
Estació del Teleférico de Lagalb y poco más arriba, junto a un barranco y en un
ensanche de la carretera paramos a comer.
Después vendrá el Berninapass
a 2323 metros de altitud y comenzamos el descenso a la vez que comienza a
chirriar la pastilla del freno de la rueda delantera. La carretera baja brutalmente
2000 metros en 35 kilómetros.
En Tirano nos rebajan
el testigo de las pastillas de los discos, continuamos hasta el Lago de Commo e
inmediatamente entramos en la autovía que bordea al lago por el este en una
sucesión de largos túneles en los que cogemos ritmo para compensar tramos anteriores.
Enseguida llegamos a
Lecco lugar donde termina la rama de lago del mismo nombre, cae la tarde y
buscamos un sitio para pasar la noche antes del lío de Milan.
Cuando
las estrellas han salido de paseo por el cielo nosotros nos empiltramos con
ganas de terminar el día. Hoy hemos acabado la primera actividad en la que
hemos metido 2163 metros de desnivel, Juán y yo le hemos echado 400 metros de
propina. El Piz Bernina es una montaña con carácter.
Serán
las cinco de la mañana cuando Rosa pretende que nos levantemos. ¡Esta tía
quiere que hagamos el turno de la mañana! Pero nosotros nos resistimos
heroicamente hasta que al final capitulamos incondicionalmente a las seis menos
vente y nos levantamos para comenzar el jueves 23 de Agosto
Desayunamos
un poco mientras amanece, dándonos tiempo para despedirnos de las estrellas.
Pasamos
Milán bastante bien, luego Santhia e Ivrea. Malas carreteras hacia Aosta que se
hacen pesadas y pasar la ciudad es la leche.
Gran Paradiso desde la Carretera a Pont.
Vemos
el desvío hacia Gressoney-La Trinité, pasamos el desvío hacia Cervinia, y nos
encontramos ya próximos a St. Pierre. Allí hemos de tomar el tramo final que
nos ha de conducir al Aparcamiento de Pont tras un lío considerable. Son las
doce y cuarto llegamos al Aparcamiento de Pont. Los últimos 26 kilómetros se
han hecho casi eternos.
El
amplio, aunque no demasiado, aparcamiento está situado a 1960 metros de altitud.
Hace un día caluroso y soleado como difícilmente se pueda superar. Sacamos las
tiendas, extendemos todo y preparamos las mochilas mientras Rosa va disponiendo
la comida.
Yo
voy un tanto acelerado pero es que la mañana me ha probado: el tránsito entre
Diavolezza y Pont se ha saldado con 392 kilómetros en los que hemos empleado 10
horas.
La
caseta de información tiene un cartel que indica:“Vengo enseguida.” Bueno, ya
se sabe, debía estar puesto desde el principio del verano. Tiene una foto de la
arista cimera del Gran Paradiso y nada más de nuestro interés. Juan irá
repetidamente en busca de información inútilmente.
Comemos
al sol, terminamos de recoger y a la una y cuarto iniciamos la marcha sin pausa
ya que está subiendo bastante gente para arriba.
En
el puente que nos ha de pasar a la orilla derecha del barranco hay un cartel
que sugiere, como siempre, consultar si hay plazas en el refugio. Dan un número
de teléfono pero no hacemos caso, además de que tampoco podemos hacerlo por lo
que mi esposa tiene doble motivo para refunfuñar.
El Aparcamiento de Pont desde el Camino al Refugio Victor Manuel I.
El
camino que llanea un poco en dirección sur está trilladísimo y lleno de gente.
Adelantamos a algunos enseguida, antes de que el camino comience a empinarse a la sombra de los
alerces.
Cascadas de camino al Refugio Victor Manuel I.
Poco
más arriba se empina más, hace calor y vamos sin agua puesto que el camino debe
subir junto al barranco.
El
miedo y las dudas pueden más que nuestras convicciones y finalmente Juan se va
para arriba a buen paso con intención de adelantar a gente que hemos visto
salir delante de nosotros y así tratar de evitar problemas en el refugio. Nos
dirá que se ha pegado una buena sudada cuando nos juntemos arriba. Yo me quedo
con Rosa, la pongo a su paso y nos vamos para arriba algo más tranquilos que
Juan. Adelantamos a un grupo que se nos va a pegar a los talones y somos
adelantados por alguno suelto y por un par de franceses de Saint Lary Soulan
con los que charlamos un poco.
Ellos,
muy pillos, no llevan reserva y quieren saber si nosotros la llevamos.
-¿Y la casa? -Nos preguntan con
un buen Español mientras van adelantando.
-No entiendo lo que quieres
decir. -Le contesto.- Ya me lo explicarás arriba. -Le digo yo cándidamente pues
he comprendido perfectamente su mensaje y de la situación tengo más datos que
ellos.
Subimos una empinada ladera con un barranco a
nuestra derecha que se nos queda un tanto hondo. Suerte que solamente tenemos
que subir 787 metros de desnivel y que, aunque sea algo arriba, encontramos
agua.
Al
fin, Juan ha llegado a las dos y media y nosotros lo hacemos a las tres en
medio de un tropel de gente que vuelve de la excursión al Refugio Victor Manuel
I.
Nuevo Refugio Victor Manuel I.
El
refugio está situado a 2732 metros de altitud. Consta de un edificio nuevo en
forma de medio tonel, de considerables dimensiones, con capacidad para 143
plazas y al lado, el viejo refugio con capacidad para 40 plazas. No tengo
ninguna duda de que tendremos plazas cosa que nos confirmará Juan de inmediato.
No han alojado en la primera habitación del viejo refugio que está
estupendamente con baños y aseos en la puerta de al lado y con un vigilante que
los mantiene impecables.
Hemos
sudado de lo lindo en la subida pero son
las tres de la tarde y tenemos tiempo
para casi todo: ponemos lo que está húmedo a secar al sol, bebemos
abundantemente para reponer líquidos, nos aseamos cada uno a nuestra manera y entre
tanto va llegando gente, al final seremos una pequeña multitud que hará cierta
la frase: “Mucha gente en todo el recorrido.” Nosotros vamos preparando las
mochilas para el día siguiente.
La amiga de las cabras en el Refugio Victor Manuel I.
Sobre
las seis y media y aprovechando un rinconcillo en el lado oeste del viejo
refugio, acunados por el sol, preparamos el té tranquilamente y luego cenamos dilatada
y abundantemente.
Alrededor
de las ocho nos empiltramos en las literas altas que nos han correspondido para
“complacencia” de mi señora
Rosa
anda con su run-run particular por la cabeza imaginando casi todo lo imaginable
para la jornada siguiente. El Bernina le ha impresionado de manera poco
agradable, según dirá; jurando que si
encuentra otra arista así, se quedará. ¿Se había creído esta tía que iríamos a
alguna chocolatería o qué? ¡Que mayor que está mi chica!
La
noche se viste por fin de silencio y a dormir se ha dicho.
El
viernes día 24 de Agosto llega también para nosotros muy a nuestro pesar, a las tres de
la mañana.
Un
grupo de catalanes, discretamente ruidosos se tiran una hora de preparativos y
marchan, pero ya, la noche está sacrificada y nosotros, más despiertos que los
luceros del alba, nos levantamos.
En
media hora tenemos tiempo más que sobrado
para asearnos un poco y desayunar y a las cinco menos veinte nos echamos
a la noche.
Salimos
a la parte norte del refugio que está vestida con un enorme pedregal y adornado
por algunas frontales dispersas incorporándose a la morrena glaciar. Juan va
delante y Rosa a continuación con las frontales, yo voy detrás al tiento pues
no llevo la frontal. No voy mal del todo pues con lo que veo delante de los
pies de Rosa me resulta casi suficiente.
Enseguida
se va a hacer calor en una noche cálida y estrellada. Hemos salido a 2732
metros de altitud, deambulamos llaneando cinco minutos y siguiendo las hitos
que Juan localiza perfectamente en la pedrera, iniciamos el ascenso de la
morrena lateral izquierda del Glaciar del Gran Paradiso, atravesando pequeñas
manchas de verdura en algún tramo pequeño del camino a la vez que viramos al
este.
Inicio del Galciar del Gran Paradiso.
En
la parte alta de la morrena pasamos a la primera cordada. Poco después,
siguiendo por la parte superior de la morrena el camino se allana un poco y
adelantamos a otro grupo. Llevamos luces delante destacándose sobre el tenue
claro de la nieve todavía en noche oscura.
Enseguida
alcanzamos la nieve y como está un poco dura nos ponemos los crampones
cómodamente sentados sobre unas piedras, los piolets ya los llevábamos en las
manos.
Entramos
en la nieve y siguiendo la huella nos vamos a subir un pequeño valle nevado que
presenta un par de escalones sucesivos al encuentro del glaciar.
Viramos
ligeramente al sudeste para ganar altura acercándonos a la arista que tiene su
origen por encima del refugio y como procedimiento de salir un poco de la
subida directa del glaciar ya que presenta un importante resalte intermedio
como veremos a la bajada, puesto que ahora es todavía de noche.
En
la primera hora subimos prácticamente 500 metros.
Ciarforón y Becca de Monciair desde el Glaciar de Gran Paradiso.
Próximos
a la arista alcanzamos a los catalanes que al final de un pequeño resalte se
están encordando. Nosotros seguimos dejando gente atrás en una huella que es
cómoda y más ahora que amanece.
A
continuación afrontamos el ascenso de una pendiente fuerte y consistente sobre
el glaciar que se aproximará a los 35º en su parte superior con lo que
superamos el segundo resalte. Son las siete menos cuarto.
El
camino se arrellana un poco y proseguimos por terreno amplio cercano a la
arista que llevamos a nuestra derecha y virando paralela y conjuntamente con la
misma nos vamos orientando hacia el norte. Hemos bordeado el glaciar por su
orilla izquierda y nos encontramos frente al Pico Becca de Moncorve. La nieve
se endurece un poco cuando de nuevo transitamos algunos tramos de pendientes
escalonadas y adelantamos a la cordada que llevamos delante.
Sabemos
que el pico no se verá hasta que no estemos sobre los 3800 metros de altitud y
el altímetro ya los señala. Tenemos muy próxima, a nuestra derecha, una arista
y suponemos que cuando la alcancemos en un pequeño collado al que llega la
huella enseguida, veremos al otro lado el campo de nieve terminal que nos
deberá conducir al pico.
Vertiente Oeste del Gran Paradiso y el Pico de la Madona.
Subimos
los últimos 50 metros, pasamos la rimalla que está bastante cerrada y
alcanzamos la arista en el que recibo la agradable caricia del sol en toda la
cara que me deslumbra. Cuando recupero la visión; al este, al sol, no está el
pico como imaginábamos y una fuerte pendiente se hunde rotundamente hacia
abajo. Estamos en la arista cimera... y el pico está aquí mismo. La imagen que
un rato antes hemos visto recortándose sobre una roca en el cielo debía ser “La
Madonna”, la Virgen que dicen que hay en el pico.
Debemos
estar sobre los 4000 metros ya que nos quedan alrededor de 50 metros de
desnivel y este jodido altímetro se ha vuelto a pasar pero varios pueblos.
Como
lo que queda ya es todo roca nos quitamos los crampones y más teniendo en
cuenta las informaciones que nos anuncian un paso “increiblemente aéreo” del
que el catalán nos ha dicho que él se quedó sin subirlo.
Próximos
a la arista y en su lado oeste progresamos entre grandes piedras y diminutas
manchas de nieve que conforman un tramo mixto que se sube bien por cualquier
parte. Subimos tranquilamente pero con ganas de alcanzar la dificultad
anunciada.
Faldeo por el oeste de la Punta de la Madona.
Ya
muy arriba, un pequeño corredor nos lleva a la arista que no tiene nada
especial, pero a nuestra izquierda una maroma horizontal rodea por el oeste el
resalte rocoso.
En la Cima del Gran Paradiso.
Nos
encordamos inducidos por las informaciones más que por lo que vemos y pasamos
el fácil tramo equipado por la maroma que es una vira plana y ancha de unos 10
metros de longitud rodeando el resalte. Luego,
una vira estrecha pero suficiente para apoyar los pies y unas buenas
presas para las manos permiten atravesar un pasaje aéreo y vertical sobre la
cara este de la arista y por un pequeño corredor alcanzamos la arista
conformada por enormes lajas planas y escalonadas que nos conducen sin más a la
larga y plana cima del Gran Paradiso a 4061 metros de altitud cuando son las
ocho de la mañana.
La arista es sencillamentre espectacular.
Hacemos
fotos y contemplamos la cara de sorpresa de mi esposísima que, decididamente,
echa pestes de las referencias de las guías. La verdad es que, aun sabiendo que
guiar resulta complicado, ya que la montaña es un medio muy cambiante, en este
caso ha sido una auténtica pasada.
Contemplamos
desde aquí los tres cuatromiles restantes en la arista sur a la vez que vemos
la llegada de los que venían detrás de nosotros al Pico de la Madonna y vemos
el Pícolo Paradiso en la arista norte al mismo tiempo que estamos en medio de
un dilatado mar de picos desconocidos, ya que lo que conocemos: Montblanc,
Combin, Monte Rosa y Cervino quedan al norte un tanto alejados.
Trepada en la Norte del Pico de la Madona.
Quince
minutos después y viendo que el personal está
llegando al Pico de la Madonna, desandamos el camino hasta la misma
brecha de separación de los dos picos y
llegando a la pared norte decidimos atacarla directamente sin rodear el pico.
Se trata de alrededor de 10 metros bastante verticales que tienen un primer
paso un poco largo y fuerte pero que una excelente roca en el filo de la arista
solucionará satisfactoriamente la escalada que será de IIº con chorrada.
En la Cima del Pico de la Madona.
Pointe de la Gran Casse y Tsantaleina desde el Pico de la Madona.
Son
las ocho y veinticinco cuando alcanzamos la cima del Pico de la Madonna de 4058
metros de altitud. En la diminuta cima hay gente alrededor de una imagen de la
Virgen de tamaño natural, sobreelevada por un trípode metálico. Es la imagen que
hemos visto subiendo y de la que yo he pensado que sería alguna réplica en un
pico próximo y fácil para el personal.
Cima del Gran Paradiso o Madonina desde el Pico de la Madona.
Desde la Madona el Central y el Roc.
El
paisaje es el mismo que desde el pico anterior y, por tanto, tras pedir a unos
que llegan por la arista sur que nos hagan una foto, nos marchamos para abajo
antes de que la multitud tome el pico.
Paso expuesto en la Este del Pico de la madona visto desde arriba.
Esperamos
a que suba una cordada que va asegurando hasta los parpadeos de los ojos y
luego, utilizando la estrecha vira, “increiblemente aerea”, pasamos en ensamble
y nos vamos para abajo hacia el collado al que llega la huella del glaciar.
El mismo paso desde abajo hacia la Madona.
Próximos
al collado y sobre una amplia y llana laja nos desencordamos, recogemos la
cuerda y nos ponemos los crampones con toda la comodidad imaginable mientras el
personal va pasando para arriba.
Luego,
como la compañía no tiene ningún interés en hacer los dos picos restantes: El Pico Central y El
Roc, y yo no insisto, nos vamos directamente al collado y de allí, por la
huella, para abajo. Son las nueve de la mañana.
En la parte inferior del Glaciar del Gran Paradiso.
El
descenso tiene una corta historia de espaldas al sol. En menos de hora y media
nos llegamos al refugio y eso que paramos repetidamente a hacer fotografías
siempre, más o menos, a contraluz.
Bajamos a buen ritmo, a muy buen ritmo. Bajamos por la huella y atajando
por fuera sin contemplaciones, la nieve esta
divina para los crampones.
Al
final de la nieve nos quitamos los crampones y en el pedregal próximo al
refugio le hago una foto a Rosa con un rebaño de cabras de cuernos largos.
A
las diez y veinticinco llegamos al refugio que, por cierto, está casi desierto
a estas horas. Hemos liquidado el grueso de la actividad en un pispas y de
manera absolutamente satisfactoria, aunque yo hubiera preferido volver más
tarde pero hacer los dos picos que quedaban en la arista.
Deshacemos
las mochilas y las recomponemos tranquilamente mientras almorzamos al suave sol
de la mañana que de paso irá secando algunas cosas húmedas por el sudor.
En
mitad del almuerzo pasa el francés de Sant Lary y le pregunto qué tal la casa.
Me contestará que bien, que igual que la nuestra. Nos ponemos a charlar.
Hablamos
de los Pirineos y nos dice que para el Ramougn hay que mirar porque existe una
vía que cruza toda la pared y que es muy fácil. Al final le pregunto por algún
pico guapo y nos contesta que “esto.”
En
el refugio pagamos 15000 liras de cada uno a 0’085 pesetas la lira, lo que supone un precio aceptable
por pernoctar allí y a las once y media emprendemos el camino para abajo. Vamos
a una hora estupenda.
Allá arriba se ha quedado el Gran Paradiso.
Bajamos
con las manos en los bolsillos y nos cruzamos con una enorme cantidad de gente
que sube hasta le refugio para dar una vuelta.
Ya
entrados en el arbolado charlamos con unos españoles y a la una menos cuarto
llegamos al coche dando por liquidada una actividad en la que hemos movido 2123
metros de desnivel en 24 horas.
La
oficina de información del aparcamiento sigue cerrada. Montamos en el coche y
nos vamos para abajo en busca de un merendero que habíamos visto 3 kilómetros
más abajo.
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