Barre des Ecrins, Pic Lory y Dome de Neige des Ecrins. 23-7-95.
Pre de
Madame Carle, Glaciar Negro, Glaciar Blanco, Refugio des Ecrins, Glaciar
Blanco, Cara Norte, Brecha Lory, Arista Oeste y Pic Lory.
26-08-2001.
Salida 13 h. Llegada 08 h.
Sol.
Bastasnte
fácil.
2 d.
Ascensión.
Mapa des Ecrins procedente del IGN. francés.Vía en amarillo.
Bajados del Gran Paradiso, comemos
en un merendero y nos aseamos en un
barranco. Luego por carretera nos acercamos a Turín metiéndonos en la Autopista
Tangencial. Hacemos kilómetros en dirección a Susa. Cuando nos queremos dar
cuenta llegamos a la ciudad y nos metemos en la autopista que soluciona el
valle a base de túneles y puentes.
Salidas… bueno, bueno; no hay
ninguna. Continuamos adelante y un buen rato después aparecerá la primera en
San Bertrand Oeste y hay que tomarla, ya que, esta autopista se va hacia el
norte en busca del Túnel de Frejus y nosotros queremos ir al oeste en busca del
Col de Montgenevre.
Paramos en un pueblo llamado Oulx
encontramos un precioso merendero y allí nos quedamos. Cae la tarde.
Ponemos a refrescar las cervezas en
la fuente, cenamos y montamos las tiendas a oscuras para pasar una noche larga
cómoda y cálida al gusto de mi señora.
Retraso todo lo que puedo el inicio
del sábado 25 de Agosto de 2001. Rosa nos prepara un estupendo desayuno en
medio de una espléndida mañana y tras recogerlo todo continuamos hacia
Montgenevre.
En la parte alta del puerto que se encuentra sobre los 1800 metros
de altitud hay pistas de esquí por todas partes y un campo de golf de 18
hoyos a lo largo de la carretera durante
aproximadamente un par de kilómetros de longitud, absolutamente original,
abierto y bastante bien cuidado
Los 12 kilómetros de descenso hasta Briançon son vertiginosos pero
con muy buena carretera.
Tomamos la salida hacia Gap y enseguida entramos por un desvío a
nuestra derecha que nos ha de conducir hasta Vallouise sin necesidad de bajar
hasta L’Argentier La Beese. La carretera es estrecha y llena de ciclistas pero
como no tenemos ninguna prisa no habrá problema.
Pasamos La Vallouise y Ailefroide
con su enorme área de acampada a ambos lados de la carretera y luego la
estrecha carretera, aunque no tanto como nos pareció la primera vez, que nos
conduce al aparcamiento del Pre de Madame Carle lugar donde se encuentra el
Refugio Cezanne a 1874 metros de altitud. Llegamos a una hora inimaginable
puesto que son las diez y media.
Nos vamos hasta el refugio para olisquearlo todo y entramos en el
centro de interpretación del parque. Después de buen rato decidimos llamar al
refugio haciendo una concesión a mi esposa y teniendo en cuenta que será la
noche del sábado al domingo y puede haber llenazo arriba.
Llaman al refugio desde el restaurante y le dicen a Juan que está
lleno y ya estamos con las decisiones heroicas a pesar de la celérica y
relajada proposición de Rosa: “nos quedamos aquí”, haciendo el pavo, “y subimos
al día siguiente.”
Glaciar Blanco y Neiger Cordier desde el Pre de Madame Carle.
Yo lo tengo claro. Vámonos para arriba que ya nos harán sitio.
Pues no faltaría más; y de subir material para vivaquear, nada de nada. Mi
esposa retuerce el morro.
Preparamos las mochilas, comemos como generales y a la una y media
iniciamos la marcha al fin por el trillado y conocido camino que en dirección
nor-noroeste atraviesa el Glaciar Negro en horizontal y se eleva a lazos sobre
la morrena lateral derecha del Glaciar Blanco bajo el gran resalte.
Rosa sube como en todos sus principios de caminata, repitiendo la
subida de hace unos años. No nos pasa el tiempo para nada. Luego la cosa
cambiará como siempre. La ventaja que tenemos es que vamos tan sobrados de
tiempo que ni siquiera nos preocupamos.
Grieterío en el Glaciar Blanco.
Ganamos altura vuelta a vuelta y cruzándonos con mucha gente que
camina entre los refugios inferiores, alcanzamos el rellano intermedio bajo el
viejo Refugio Tuckett a través de materiales gastados por el glaciar.
Recuperamos ritmo y pasamos a una nutrida cordada, que parece ir
para arriba, cuando ya hemos atravesado el desagüe del Glaciar Blanco y
ascendemos en dirección norte hacia el Refugio del Glaciar Blanco.
Subimos el segundo resalte tras echar un trago en el rellano del ibón
y dejando el refugio a la derecha nos vamos de frente por la morrena lateral
izquierda del glaciar al encuentro con el mismo.
Una grieta en el Glaciar Blanco y discreta la Barre.
Alcanzamos el glaciar vestido de nieve blanda pero consistente en
la huella. Nuestro ritmo ya es bueno. El falsamente plano glaciar tiene un par
de pequeños resaltes con la huella un tanto rota. Vamos virando hacia el este.
Recordando nuestro tránsito anterior nos vamos aproximando al
refugio que localizo pronto, mientras pasamos a un grupo y nos aproximamos a
una pareja que nos precede en el camino.
A las cinco menos cuarto llegamos al Refugio de los Ecrins situado
a 3170 metros de altitud. Hemos subido en tres horas y 15 minutos, lo que ha
estado bastante bien.
A Juan le dicen que nos darán literas si quedan, pero que en
cualquier caso podremos dormir en el comedor.
La tarde es espléndida pero el glaciar vomita su característico
frescor que nos invita a buscar un magano más abrigado en la pared sudoeste del
refugio a pleno sol, una vez que hemos puesto a secar lo que hemos sudado
subiendo.
Llegando al Refugio de los Ecrins.
Al sol como los lagartos sobre una losa de hormigón bebemos,
ponemos las memorias al día, bueno, lo de Juan es otra cosa; descansamos y
recordamos: la vez anterior llegamos mucho más tarde, hacía algo de fresqui y
nos metimos directamente al refugio para cenar puesto que ya empezaba a
despedirse la tarde.
A las seis y media se esconde el sol tras alguna nube del oeste,
recogemos seco todo lo nuestro y nos metemos en el refugio para cenar. El
amplio comedor ha sido renovado, la zona
de cocina libre a un lado del comedor está nueva y el mobiliario está como si
fuera recién estrenado. El agua debe de estar potabilizada ya que todo el mundo
la coge y la bebe directamente del grifo del fregadero.
Teníamos prevista una buena cena ya que no había que portearla
demasiado y pasamos hora y media pantagruélica, entre tajadas de pan, sardinas
a barullo, quesitos, sopa, ensalada medianamente variada, fruta y café con
leche además de chocolate y galletas.
Nunca habíamos reservado plaza en ningún refugio y siempre
habíamos tenido sitio. Lo hacemos en esta ocasión atendiendo el ya viejo
consejo de casi todos los refugios y nos dicen que está lleno. ¿Estaba lleno
para montañeros que solamente querían
pernoctar y quedaban plazas para otras
gentes que fueran a pensión completa? ¿Se reserva a barullo como si se tratara
de un hotel y luego si te he visto no me acuerdo?
Hacemos cola para enterarnos de nuestro destino inmediato y nos
dicen los guardas que tenemos literas para dormir. Nos adjudican cuatro a falta
de tres. La conclusión es lógica e inmediata: nosotros somos montañeros y no
turistas. Montañeros de los de siempre que se suben su comida y se bajan su
basura, alguno también baja la basura de otros; que no confunde a un refugio
con un hotel ni a los turistas con los montañeros, que entiende que el precio
de la tarjeta de la federación debe servir para algo más que para prestar
cobertura en caso de accidente y que entiende del compañerismo en la montaña.
Al respecto, personalmente ya lo he dicho alguna vez, si un día
llego a un refugio y me niegan cobijo, es posible que esa noche no la pase
dentro del refugio pero será sencillamente porque la pasaré en la cárcel ya que
me habré llevado por delante a algún hotelero. Por otra parte y como fin del
tema nos conjuramos con Juan en no volver jamás a llamar a un refugio para
reservar alojamiento y amén.
Una larga cola que termina con el pago de 47 francos franceses más
1 franco como tasa ecológica por cada uno y a las nueve nos vamos a nuestras
literas.
Estoy un poco preocupado porque después de la cena me ha venido un
apretón que por poco tengo que decir eso de “me he cagau.” No me atrevo ni a
respirar fuerte. Menos mal que no volveré a saber más del asunto tras la toma
de un tanagel.
La noche es cálida dentro del refugio y se llega a hacer calor con
lo que el confort se mantiene a base de un escalonado estriptease nocturno.
El domingo 26 de Agosto de 2001llega temprano, a las tres y media,
hora a la que ni siquiera han puesto las huellas en el glaciar. Pero no hay
problema, los hay más madrugadores todavía que ya reclamarán para que las
pongan y si fuera preciso ya las pondríamos nosotros.
Desayunamos
y recogemos de manera habitual y a las cuatro y cuarto salimos del refugio. Hay
luces en el glaciar.
Nos vamos para abajo en dirección sudoeste por la pared que
bajamos la vez anterior y que reconocimos ayer en su parte superior más próxima
al refugio. La pared nos conduce a la nieve en un punto muy alto. Está dura y
el nevero muy inclinado por lo que no queda más remedio que ponerse ya los
crampones.
Se nos va un buen rato con el asunto en un lugar francamente
incómodo. De nuevo voy sin frontal y la compartimos con Rosa. Una vez más hemos
perdido tiempo con la intención de ganarlo.
La vez anterior creo recordar que bajamos bastante más abajo por
la pared y no necesitamos ponernos los crampones para incorporarnos al glaciar.
Sobre la nieve que está muy dura alcanzamos fácilmente el fondo del glaciar y tomamos la huella en
dirección sudoeste guiados por un intermitente gusano de luces. Al paso
comenzamos a adelantar gente sobre un glaciar que asciende suavemente al
encuentro de la pared, fundamentalmente por su orilla norte, guiados por el Col
des Ecrins y en el que no hay grietas de importancia.
Complejo sistema de seracs en la Norte de la Barre des Ecrins tomada a la vuelta.
En una hora nos plantamos en la base de la pared que atacamos
directamente por la zona centro oeste de la misma ya que la zona oeste está
barrida por los aludes que bajan de una cascada de seracs localizada en una
altura intermedia de la pared.
La entrada que es un tramo de casi 45º de inclinación está ocupado
por dos o tres cordadas que en lazadas cortas moderan la pendiente de la pared.
Juan delante marca camino de frente sin cantar “ Asturias Patria queridaaaa” ni
nada.
-Oye, Maito. ¿Ves la huella?
-Sí, por aquí va. Lo he visto más claro que el agua a pesar de que
es noche oscura.
-No sé, no sé.
Subimos sin concesiones.
-¡Juan! ¿Vas por la huella?
-Sí, sí. Es por aquí.
-Pues yo no la veo. Me parece que éste...
-¡Tira! Tira y calla.
Pasamos como motos. La gente de las cordadas, armada hasta los
dientes ve pasar a mis socios de frente y fuera de las huellas y detrás ve a
otro que va hasta sin frontal. Alguno se queda mirando: verá como nos perdemos
enseguida hacia arriba en la oscuridad de la pared mientras cándidamente jurará
que hay gente que va como loca por la montaña.
Dejamos atrás a la multitud y siguiendo fundamentalmente de
frente, ya por la huella, acabamos el primer resalte tras el que describiremos
un par de profundos lazos para salvar las grietas más bajas, que son enormes.
A continuación y ya siempre a través de una pendiente muy
sostenida, terminamos de atravesar la pared hasta su parte este, cuando
localizamos a una cordada que cruza más arriba al encuentro de la rimalla y de
la Brecha Lory.
Amanece. Suave y persistentemente la luz del sol emerge por el
este navegando sobre un inmenso mar de nubes tiñéndolo, poco a poco y
delicadamente, con toda suerte de colores imaginables.
Poco más arriba giramos con la huella hacia el oeste de la pared a
la vez que la huella se arrellana. Son las seis de la mañana y estamos muy
altos.
Continuamos atravesando la zona batida por las avalanchas del casquete somital de La Barre y circulando
fielmente sobre la huella que pasa sobre unas brutales grietas nos llegamos a
la rimalla que se encuentra bastante cerrada, aunque el paso no sea demasiado
consistente.
La arista hacia el Pic Lory por encima de la brecha.
Enseguida alcanzamos la Brecha Lory. Estamos a 3974 metros de
altitud, son las seis y media de la mañana y no hay nadie en la brecha: igual
que la vez anterior, pero esta vez no vamos a caer en la misma trampa.
Saco la cuerda de la mochila y nos encordamos. Al final vamos a
saber qué es lo que hay tras la entrada.
Hemos visto algo de nieve en la arista y decidimos mantener
puestos los crampones; además, el paso de entrada es una estrecha y alargada
repisa de hielo que conduce a un primer paso de roca largo y vertical: sol y
sombra casi siempre como en los toros.
Aseguramos a Juan que sube
10 o 12 metros sobre la pared, luego sube Rosa con alguna dificultad
debida más a los crampones que a la propia pared e inmediatamente detrás subo
yo. Es un paso de IIº que solucionamos fácilmente.
Nos reunimos y el comentario es inevitable: así que éste es el
paso en el que se eternizaba la gente...
Tiro yo delante, Rosa seguirá en medio y Juan detrás a entretenerse
con el paisaje y con nuestro baile, unas veces en el filo de la arista y otras
ligeramente por debajo de la misma siempre en la cara norte, un baile sencillo
a pesar de los crampones. La vía está limpia de basuras, la roca está finamente
decorada por las puntas de los crampones y las presas sobradas y firmes por
todas partes tanto para pies como para manos.
Pic Lory desde las inmediaciones de la Barre des Ecrins.
Atravesamos un corto tramo mixto y acostumbrados ya a los apoyos
con los crampones sobre la roca cogemos ritmo y en ensamble nos acercamos a la
cordada que nos precede y sin más pasamos por debajo de ellos.
Al pasar saludo al guía que sube con sus clientes y que nos mira.
-¡Hola!
-¿Españoles? Nos ha debido oír hablar.
-Sí, españoles. Le contesto.
-¡Buena cuerda! ¿Eh?
-Buena, buena. Con ésta nos va a sobrar.
-...Je...
No le ha sabido nada bueno que le adelantáramos y muestra su mala
educación y su abierto desprecio.
-Si te hace falta ya te la prestaremos. Sigo adelante ya que los
socios que vienen en ensamble me pisan los talones.
Nos perdemos por la arista fácilmente ya que a pesar de que está
un tanto erguida no presenta especiales dificultades. Poco máas adelante nos quitamos los
crampones y proseguimos por la arista pues creemos que ya no queda nieve.
En la Cima del Pic Lory a la vuelta.
Son la siete y media cuando les digo que ya ha caído el Pic Lory.
Estamos a 4086 metros de altitud al sol de una mañana extraordinaria pero los
chicos no quieren saber nada de parar por si acaso se enfrían y continuamos
adelante por la arista que ahora se arrellana para franquear nuevas y varias
brechas pequeñas con excelentes presas.
Cima de la Barre des Ecrins.
Quince minutos más tarde alcanzamos la cima de La Barre des Ecrins
a 4101 metros de altitud cuando son las ocho menos cuarto.
La cima es una reducida confluencia de tres aristas que conforman
el pico. En ella hay una cruz de hierro. Junto a la misma nos quitamos las
mochilas y echamos un trago al sol de la mañana que nos ha acompañado y
templado durante toda la arista. Juan hace algunas diapositivas, yo no llevo ni
cámara.
Bajando hacia el Pic Lory.
Barre des Ecrins desde la Cima del Pic Lory a la vuelta.
La mañana es espectacular y el paisaje sublime: al norte La Meije
y La Grande Ruine detrás de La Roche Faurio, al oeste la depresión de La
Berarde al sur muy próximo el Pic Coolidge y la Arista de Coup de Sabre hasta
el Macizo de Pelvoux y rematando al
nordeste con la dentada arista de La Grande Sagne.
Roche Faurio desde el Pic Lory,
Arista Cimera y Pared Norte de la Barre des Ecrins.
Comentamos la facilidad de la arista y la posibilidad de cruzarse
o adelantarse en muchos tramos de la misma, algo que, por desconocimiento, nos
ayudó a tomar la decisión de irnos para abajo en el 95. Rosa ha subido contenta
que ya es decir, mira si lo habrá visto bien. Solamente le queda un pero en la
memoria: la arista del Bernina que sigue jurando no hacer nunca más nada
parecido... hasta la próxima.
Dome de Neige des Ecrins desde cerca de la Brecha Lory.
Mont Blanc desde la Barre des Ecrins.
Hemos llegado a la cima los primeros como el día del Gran
Paradiso. No lo pretendíamos pero si nos habíamos prometido que no volvería a
pasar lo que sucedió hace seis años. Disfrutamos un rato de una cima que nos
había ocupado muchos momentos durante este tiempo.
Desde la Dome de Neige des Ecrins la Barre y el Pic Lory que de allí venimos. 23-7-95.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Gracias por tu comentario! Responderé tan pronto como lo localice.