11 jul 2002

10-02. DE ISABA A CANDANCHU. ETAPA 1. DE ISABA AL COLLADO DE PETRAFICHA. 11-7-2002.


Ibón de Ezcaurre sin nieblas. 13-8-07.
 
Isaba, Pista Barranco Berroeta, Ibon de Ezcaurre, Peña Ezcaurre, Zuriza, Pista a Tatxeras y Collado de  Petraficha.

11-07-2002.

Desnivel ascendido 250 m.

Desnivel descendido 1250 m.

Distancia recorrida 25000 m.

Mixto.

Bastante fácil.

Tiempo efectivo 07:00 h.
 
Senderismo.

No sé si hay algo peor que las nieblas en la montaña. Con nieblas y por terreno completamente desconocido no se debe caminar. A pesar de seguir un camino más o menos balizado te pierdes como así nos pasó repetidamente. Luego, con visibilidad normal no tuvimos ningún problema.

 Agua en Zuriza, Tatxeras y en las partes altas de los barrancos según costumbre.

Rosa Mª. Martínez y Mariano Javierre.

Mapa de Isaba a Zuriza procedente de Prames. Vía en amarillo.

Mapa de Zuriza a Oza procedente de Prames. Vía en amarillo.
 
            La Traspirenaica  a pie no debe ser moco de pavo precisamente.

            En nuestra época de fogosos principiantes, allá por los años 85 y 87, ya habíamos hecho las travesías de Canfranc a Ordesa y de Benasque a Ordesa. Nos quedada, del Pirineo Aragones el tramo occidental que había sido pospuesto paulatinamente por un rosario inacabado de excusas.

            Caerá en mis manos información de la GR11. Y consultada convenientemente deduzco algunas ideas interesantes y de entre ellas el emplear algo menos de los cuarenta y tantas  jornadas para hacerla de mar a mar, la necesidad de partirla en tramos y el altísimo nivel de exigencia y esfuerzo para hacer la actividad en un tiempo razonable, al menos para nosotros.

Ni siquiera sé si le gustará el tema a Rosa y por ello decido probar haciendo precisamente el tramo aragonés que nos falta.

Queda programada la actividad para este mismo verano de 2002 con la intención de hacer las cuatro etapas en dos días y a la vuelta de nuestro viaje en familia a Egypto, el día 10 de Julio, teniendo en cuenta que han anunciado un tiempo irregular que suponemos será tanto peor cuanto mayor sea la altitud en la montaña, preparamos todo a la carrera y nos vamos  a las cinco de la tarde en el autobús de Pamplona, con la intención de empalmar en Benta Carrica con el que va de Pamplona al Valle de Roncal.

Cuando llegamos a Benta Carrica, confirmando lo que nos ha dicho el conductor, el autobús de Pamplona ya ha pasado hace cinco minutos. ¿Será posible que no se pongan de acuerdo las compañías para posibilitar el enlace?  Lo que le faltaba a este Pirineo para estar un poco más incomunicado.

Creo que hay 3 kilómetros hasta Sigües y nos echamos a la carretera, mochilas al hombro, para comprobar los rigores del peso y sacar el dedo a ver si hay suerte. Son las seis y media de la tarde, de una tarde cálida que nos va a hacer entrar en calor.

Llegamos a Sigües pues no ha habido suerte y a la salida del pueblo nos detenemos para hacer dedo.

No será necesario, pues cuando pregunto a un hombre por si hay taxis en el pueblo, me contesta que no, pero me dice que si esperamos un poco nos sube hasta Roncal. Nos ha visto ya hace un rato con nuestra faena.

Se va al huerto a por unas lechugas y poco después nos subimos a su coche y  salimos para arriba.

En Roncal aparca, nos bajamos y continuamos hasta la parte alta del pueblo, quedan 7 kilómetros y decidimos hacer dedo hasta que se haga de noche, ya que tampoco hay taxis, según nos indican. Luego, cuando se haga de noche y ya no se pueda hacer dedo ya nos subiremos andando. Pero enseguida nos para un tío que tiene una tocinera por coche. Montamos los dos delante con él y las mochilas detrás revueltas en un basural.

A las ocho y media, tras una entretenida conversación acerca del Opus Dei, nos deja en el inicio de la pista donde hemos de iniciar nuestra travesía. La paciencia tiene premio.

Isaba esta a 814 metros de altitud. Tomamos una pista  en bastante buen estado que en suave ascenso siguiendo la dirección este y por la orilla derecha del Barranco de Belabarce nos conduce hasta la entrada de Alteras de Belabarce, lugar en el que cogemos agua y tomando el ramal de nuestra derecha, junto al Barranco de Berroeta, continuamos para arriba en busca de un lugar adecuado para plantar nuestra tienda.

Se acaba la pista a 930 metros de altitud y allí, junto al barranco, encontramos un lugar utilizado al efecto y  acampamos. Son las nueve y media, un poco tarde pero con hora. Estamos donde queríamos estar aunque con un par de horas de retraso.

Montamos la tienda, cenamos nuestra ensalada de tomate y una tortilla de patatas y a las diez y diez, cuando ya casi ha caído la noche del todo, nos empiltramos. Mañana será un día bastante duro y queremos comenzarlo pronto.

Con nieblas no hay fotos. Nuestro trabajo de la tarde.
 
 Muy temprano comenzamos el día 11 de Julio, tanto, que a las cinco y media todavía no es de día y hemos de esperar diez minutos para levantarnos. Luego, a todo trapo recogemos bastante seco puesto que la noche ha estado algo nublada, desayunamos y a las seis y veinte cruzamos el barranco e iniciamos en dirección sur-sudeste, camino en  consistente ascenso por medio del pinar.

Seguimos unas pocas balizas rojiblancas y casi nos pasamos la que poco más arriba indica el abandono de la maltrecha pista y nos introduce a nuestra izquierda en un camino que sigue bosque arriba.

Nos entretenemos con un festival de digitalis púrpura y ganamos altura hasta que aparecen las primeras hayas ya algo arriba.

Vamos girando sobre la cabecera del valle a nuestra izquierda, alcanzamos un pequeño collado y a media ladera continuamos sobre pradera alpina al encuentro del hayedo, mientras contemplamos como las nieblas que cubrían la zona somital del Pico Ezcaurre van bajando valle abajo.

Transitamos por el borde superior del hayedo en dirección este cuando las nieblas alcanzan nuestro nivel. Nos hemos perdido ligeramente y alcanzamos una sucesión de lomas que identificamos como Casiniellos y Arnaia. Luego perdemos definitivamente las balizas y nos engulle una espesa niebla a la vez que entramos en zona de lapiaz.

Alcanzamos los 1700 metros de altitud en busca del Ibón de Ezcaurre y deambulamos para arriba y para abajo inútilmente a la vez que la niebla nos harta de agua. Finalmente, tras parar a comer un poco y ver si se levantan las nieblas entre tanto, llego a la conclusión de que hemos girado demasiado en la cabecera del valle y tomamos la decisión que debíamos haber tomado hace tiempo: volver sobre nuestros pasos hasta encontrar la última baliza sobre el hayedo.

Así lo hacemos gracias a mi buen olfato orientativo y aproximadamente una hora después recuperamos las balizas rojiblancas. Han sido dos horas y media largas las que hemos perdido y además sin parar.

Pared de subida a Peña Ezcaurre desde el ibón. 23-5-12.
 
Viramos un poco al este subiendo una loma herbosa y poco después volvemos a perder las citas y otra vez más vueltas. Es la niebla tan espesa que nos perdemos de cita a cita y llegamos a pasar a 15 metros de la pared sur de Ezcaurre y a otros 15 del ibón y no lo vemos.

Me acerco para ver el blanquecino neblinoso que asemeja un paraje cortado y me encuentro de narices con que se trata del Ibon de Ezcaurre situado a 1680 metros de altitud. Es el ibón más occidental del Pirineo, tiene reducidas dimensiones y esta bastante colmatado.

Damos un par de vueltas al ibón intentando localizar las balizas  pero no hay manera, así que, decidimos plantar la tienda y ponernos a cobijo ya que estamos bastante humedecidos en general y hartos de rodillas para abajo en particular.

Hemos llegado al ibón a las doce y media y a la una nos metemos dentro. Comemos un poco ya que solamente hemos probado un bocado hace ya bastante rato y no bebemos nada, puesto que solamente tenemos litro y medio de agua, en previsión de que  si la cosa no mejora igual tenemos que pasar la noche aquí y el agua del ibón habría que hervirla.

            Nos comemos una naranja que llevamos y dormitamos un tanto húmedos al amor de la tienda tras escurrir los calcetines.

            Son las dos de la tarde pasadas cuando nos despierta un incremento de la claridad dentro de la tienda, comienzan a levantarse las nieblas y todo va seguido: vemos los contornos del ibón, luego la pared sur del Pico Ezcaurre ante nuestra sorpresa y salgo fuera localizando las balizas de llegada pero no las de ascensión al pico. Llegan un par de perdidos en la niebla y nosotros recogemos la tienda como motos, montamos las mochilas y nos tiramos por una empinada canal hacia arriba a pesar de que no tiene balizas.

Se  trata de subir un corredor lineal en la vertical del Ibón de Ezcaurre.23-5-12.
 
            En dirección norte encontramos enseguida una cita de piedras  y luego otra además de trazas de camino. Sabenos que la GR no va por aquí pero tenemos claro que 300 metros más arriba nos espera la arista que nos ha de conducir a la cima.

Canchal en la Cima de Peña Ezcaurre. 13-8-07.
 
            La canal tendrá alrededor de 50 metros de desnivel es fácil y se continúa con un pequeño y falso llano pedregoso. Luego se vuelve a empinar formando una amplia pared bastante inclinada que se puede subir por cualquier parte y que terminamos subiendo casi de frente. Los metros de desnivel caen rápidamente a pesar de las circunstancias e inmediatamente el terreno se rellana en la loma cresta que en dirección este conduce enseguida a la cima de Peña Ezcaurre situada a 2045 metros de altitud. Son las tres y veinte de la tarde y llegamos en compañía de la niebla que todavía sitia la cima.

En la Cima de Peña Ezcaurre y con nieblas.
 
            Hemos subido en media hora, hacemos una foto llena de niebla junto al vértice geodésico y cinco minutos más tarde, tirando de lógica volvemos para abajo por la loma al encuentro de las teóricas balizas que han de faldear la cima por el oeste a una altitud de 2000 metros.

Espelunga, Acher y Alano desde Ezcaurre. 13-8-07.
 
            Inmediatamente localizamos las balizas que se van a bajar la cara norte del pico y casi de inmediato el viento que campa por la alomada cima disipa las nieblas a la vez que el camino se pierde vertiginosamente para abajo, ahora sobrado de balizas.

Descenso de Ezcaurre a Zuriza.
 
            En el  herboso Collado de Arbizondo entramos en el hayedo a la vez que vamos girando en dirección este. Luego en medio del bosque el camino vuelve a girar al norte al encuentro del Puerto de Navarra al que llegamos ya que hemos desechado la idea de atravesar la pradera de frente hacia el Cámping de Zuriza que hace un rato que hemos viso.

En el Collado de Arbizondo.
 
            Estamos un poco cansados fundamentalmente de hombros y pies, ha sido nuestra pírrica victoria sobre la niebla pero la hemos pagado a buen precio: calculábamos estar en Zuriza sobre las doce como muy tarde y serán las cinco menos diez cuando lleguemos, cosa que haremos por la carretera y con pocas alegrías a pesar de que estamos donde estamos y que sabemos que hoy ha sido una mañana de las prohibitivas para caminar por la montaña. Solamente nuestra experiencia nos ha permitido alcanzar un objetivo, en el mejor de los casos, poco asequible y ciertamente complicado.

Punta Arbizondo delante de Ezcaurre desde Zuriza.
 
            La tarde entra en calores y en dirección este-sudeste iniciamos la segunda etapa de la GR que pretendíamos comprimir en el primer día. Estamos a 1227 metros de altitud y nos espera la Pista de Taxeras con un par de kilómetros largos en suave ascenso.

            A la izquierda de la pista, en uno de los torrentes que bajan de Quimboa Baxo paramos a echar un buen trago de agua pues tenemos sed y a comer otro poco. Son diez minutos que nos saben a poco pero es tanto el tajo que nos queda...

Ezcaurre de camino a Petraficha.
 
            Luego cuando la pista va a atravesar el Barranco de Petraficha nosotros la abandonamos y tomamos un caminillo que nos conducirá en quince minutos al Refugio de Taxeras tras un primer repecho que se nos ahinca. Son las seis menos diez y estamos a 1410 metros de altitud.

            Dejamos a la pareja que había acampado la noche anterior en el lugar que lo hicimos nosotros la pasada noche y tomando el camino de media ladera con dudas nos vamos valle adentro llevando el barranco a nuestra derecha.

            El camino es un auténtico rompepiernas: tan pronto subes como bajas y al final termina incorporándose al que sube por el lecho del barranco. Era lo que le faltaba hoy.

            El sol calienta lo suyo como para equilibrar un poco el día y el suave camino en el fondo del valle va a resultar tedioso, largo e inacabable: un delicado suplicio en un día como éste. La llegada al collado de Petraficha se dilata de forma indefinida pero al final, con un cansancio casi infinito, a las ocho y cinco nos situamos sobre los 1961 metros de altitud. Nos ha costado una eternidad alcanzarlo, tanto que en repetidas ocasiones le he propuesto a Rosa acampar aprovechando algunas manchas planas de verdura ya que llevamos bastante agua.

            Descansamos cinco minutos tendidos sobre la todavía jugosa hierba y luego continuamos siempre en dirección este para abajo al encuentro del primer plano herboso que nos permita plantar la tienda y dormir con comodidad, cosa que sucederá un cuarto de hora después coincidiendo con la aparición de agua en el barranco.

            Acampamos sobre los 1800 metros de altitud a la sombra de la tarde y en la orilla derecha del recién nacido barranco que está lleno de tritones. Son las ocho y veinticinco de la tarde y aquí se acaban las tribulaciones del día. Nos hemos quedado a dos horas largas, según calculo, del lugar al que pretendíamos llegar en nuestro proyecto. A pesar de ello estimo que además de los 250 metros que subimos ayer, hoy habremos subido realmente los 2000 metros aunque no hayan sido todos efectivos y calculo que habremos bajado alrededor de 1250 metros a lo largo de 21 kilómetros, ya que ayer hicimos 4 kilómetros.

            Soltamos las mochilas y nos remojamos los pies en el barranco.

Luego, con un cansancio mitigado por el hecho de que sabemos que la jornada ha terminado, montamos la tienda  bebemos abundantemente, nos hacemos unos fideos que nos saben a gloria y que disfrutamos dentro de la tienda con nuestra sacrosanta lata de sardinas y demás corrientes de estos casos.

A las nueve y media nos empiltramos tras tomarnos nuestro vaso de leche caliente y liquidamos la jornanda con la esperanza de que mañana será otro día.

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