Era una mañana de Agosto, tenía 12 años y estaba en la peluquería de mi pueblo, la de Abós, para que me cortaran el pelo. Mientras
esperaba cogí una revista que podría ser el Hola o alguna por el estilo y
ojeándola leí la noticia de la Muerte de Alberto Rabadá y Ernesto Navarro cuando
escalaban la Norte del Eiger, el Ogro se había cobrado la vida de los dos
escaladores aragoneses más punteros de la época.
En el 63 yo era futbolero en medio
de unas montañas que tenía ante los ojos pero a las que daba la espalda sin
ningún pudor: subía a Santa Orosia, o a los Capitiellos cuando me aburría y había estado en Ordesa
un día pero el futbol y la guitarra eran mi mundo.
Aquella mañana, no sé por qué, sentí
una pena tremenda. Aquellos dos chavales habían perdió la vida tratando de superar la última gran Cara Norte de los Alpes, la Nordwand, en una época en la que los países se ocupaban en demostrar “quién la tenía más
grande”, la historia del montañismo está llena de esas cosas y seguimos pues los
humanos debemos de ser así.
Lo habían intentado la pareja
Anglada y Pons sin éxito y para lograrlo allí estaban dos escaladores de
roca sin apenas experiencia en hielo y
con materiales claramente inadecuados pues llevaban crampones de 10 puntas
cuando ya los había de 12 y la diferencia es abismal.
Aquella noticia no se me olvidaría jamás pues se encargarían de refrescarla mi ascensión, de paquete, al Aspe por la Vía
de los Murciélagos o la contemplación del Monolíto conmemorativo en Riglos y luego,
con la llegada de Internet con Youtube un buen día hará alrededor de10 años, descubrí
un video en el que se trataba de reproducir aquella fatídica ascensión de tan
trágicos resultados.
El tiempo no era bueno pero una
ventana aceptable los empuja para arriba. Pasaron bien el zócalo inferior e
hicieron la Travesía Hinterstoisser, la roca era lo suyo, pero el tiempo cambia
y los deja en los neveros, con crampones de 10 puntas, en los que pasaron un
par de días tallando peldaños en el hielo cuando tendrían que haberlos
remontado en unas horas, con un tiempo de perros y con vivacs insoportables.
Algunas cordadas abandonan por la
vía de Salida del Tren de la Jungfrau pero ellos, no se sabe por qué, no lo
hacen embarcándose en un imposible,
hartos de agua y sin comida.
Al quinto día de ascensión Rabadá
deja de pelear, se “quita los crampones” y se deja vencer por el sueño eterno; Navarro
que lo asegura desde arriba, asegurado en una reunión que monta y luego vuela al encuentro con su amigo. Estarán seis meses colgados trágicamente en la pared hasta que
son rescatados finalmente rapelando desde arriba. Por delante irían la pareja del Vivac
de la Muerte que también perdió su vida y los cuatro alemanes del 36 que inauguraron
la popularidad maléfica de la Nordwand, también perdiendo sus vidas.
Cuando en el 92 fuimos a los Alpes
Berneses, nuestro programa incluía la ascensión a la Jungfrau y el Monch, no
estaba el Eiger ni siquiera por la Arista Mitteleggi, para mí era una cima
proscrita. Mis chicos no lo saben pero en la parada que hizo nuestro tren a la
Jungfrau, me marche a por un momento de soledad
para contemplar la Nordwand desde Kleine Scheidegg. Aquella pared de
1700 metros oscura y osca me pareció poseedora de una crueldad infinita.
Unos años antes y a la vuelta de
otro de nuestros viajes a Alpes nos enteramos de la muerte de otra pareja, esta
vez de Sabi: Tito y Calvo que también se quedaron en una grieta del Pelvoux. La
montaña que tan buenos ratos nos propicia de cuando en cuando también nos llena
de pena.
Aquí está el video de Al Filo de lo
Imposible como homenaje a esa pareja irrepetible de escaladores con más ilusiónes que medios:
Alberto Rabada, Edil y Ernesto Navarro, Navarrico. Algunos no os olvidaremos.
Y que no tengan una avenida con su nombre en Zaragoza, manda huevos
ResponderEliminar¡Hola Jorge!
ResponderEliminarNo sé si el tema es que les pongan una Avenida o no en Zaragoza pues vista la "responsabilidad" de los que mandan poner calles pues...
A mí me gustaría que aquellas autoridades deportivas de la época que palmotearon y empujaron a esta pareja para que se metieran en ese cirio, que también deseaban, se hubieran preocupado por facilitarles antes la adquisición y los materiales necesarios y la preparación para afrontar semejante empresa; pero no, se conformaron con empujar a los "primos" y.
En nuestra memoria permanecerán con o sin Aveida.
¡Que vaya bueno!
Bonito recuerdo!!
ResponderEliminar¡Hola David!
ResponderEliminarNo sé, no soy escalador, no le conocí realmente pero les recuerdo con cierta frecuencia y siempre con una pena infinita, lo que se siente por la muerte de dos inocentes.
¡Que vaya bueno!