14 ago 1987

4-87. TREVESÍA BENASQUE –ORDESA. CUELLO ROBIÑERA-BALCÓN DE PINETA 87. 14-8-1987.


Paredes del Fondo del Circo de Pineta.5-10-11.

Cuello de Robiñera, Ibones y Barranco de la Larry, Pineta, Gran Cascada, Balcón de Pineta, Breha Tucarroya y Rellano del balcón de Pineta.
14-08-1987.
Desnivel ascendido 1268 m. 
Desnivel descendido. 1650 m.
Distancia recorrida 21000 m.
Tiempo efectivo de marcha 09 h.
Sol.
Fácil.
Senderismo.
Jornada exigente si se ha de hacer con carga.
Agua en el Cuello de Robiñera, en los Ibones y Barranco de la Larry, en Pineta, en el Ibón de Tucaroya y en el Cinca.
Rosa Mª. Martínez y Mariano Javierre.

Mapa del Collado de Robiñera al Balcón de Pineta procedente de Iberpix. Vía en amarillo.

            Empieza a clarear el alba cuando nos levantamos al 14 de Agosto del 87. Estamos a 2850 metros de altitud en el Cuello de Robiñera y la temperatura es impensable. Pasamos revista con nuestros ojos y todo está en su sitio: el Perdido despierto,  los Ibones de la Larry medio dormidos y nosotros, con el sueño de quedarnos aquí, desayunamos, recogemos los bártulos e incluso algunas piedras dispersas en el praderío, lo dejamos todo impoluto como es nuestra costumbre abrigando la esperanza de que quede mejor de lo que lo hemos encontrado. Tenemos costumbre de arrimar piedras a los abrigos, barrer los refugios si se es posible… se pueden hacer tantas cosas que cuestan tan poco…
            Salimos a las siete y media derrumbándonos pedregal abajo hacia los ibones. El cielo se araña de nubes de escaso desarrollo vertical que nos van a filtrar el sol con lo que el agradable fresquito de la mañana se va a prolongar un rato pues hemos de bajar 1500 metros de desnivel.

 Ibones de La Larry desde el Cuello de Robiñera. 6-8-03.

            Tras despedirnos del ahora oscuro y acantilado Cresterío de la Munia, al amparo del Pico Robiñera llegamos a la vacía y extraña cubeta lacustre donde se asientan los dos Ibones de la Larry. Se respira una soledad especial en el lugar.
            Acompañamos al barranco valle abajo hasta encontrarnos con la pradera alpina salpicada de hitos hechos con estacas de madera que sin duda guiarán a los campistas que saliendo de entre la multitud de Pineta se atreven, más arriba de los llanos, con los ibones.
            Hemos descendido 800 metros,  nos cruzamos con los más madrugadores y nos detenemos para almorzar vigilados por el Perdido. Un sudoroso montañero, el repecho es importante, se detiene junto a nosotros y conversamos. Nos dirá que pasaron el glaciar sin crampones, nosotros le informamos de la zona a la que va y de la que venimos.

Robiñera tras los Ibones de la Larry. 13-9-13.

            Se va disipando la nubosidad a la vez que aparecen las primeras huellas de la calima con lo que el día puede ser una copia del anterior.
            Seguimos bajando y nos precipitamos vertiginosamente en la herbosa y vertical pared norte que cierra el Circo de los Ibones de la Larry para recorrerlo posteriormente por un pateado sendero.
            Es mediodía cuando desde el límite superior del arbolado contemplamos el Parador de Pineta y la multicolor acampada de la que huiremos mientras podamos, lo nuestro es otra cosa y decididos a perder el mínimo de altura iniciamos el descenso del sendero boscoso cuando aparece un camino forestal muy transitado que se dirige al oeste.

La Munia y el Ibón Sur de la Larry desde el Collado de las Puertas. 13-9-13.

            Dispuestos a pasar si fuera preciso hasta el barranco a nado lo tomamos dándonos cuenta inmediatamente de que se trata de un camino perfectamente acondicionado por los equipos de conservación del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido en cuyos límites hemos entrado.
            Dulcemente sombreado es recorrido por un buen número de paseantes nos conduce e incorpora al camino general del valle, concurrido y polvoriento en extremo pues la Gran Cascada atrae.
            Decidimos ganar altura  y a falta de sombras acerarnos al frescor del agua pulverizada que se despeña desde el Balcón de Pineta formando un rosario sinigual de cascadas.

Llanos de la Larry, Punta Blanca y la Munia. 16-10-10.

            Fuera de la vorágine de los visitantes y sumergidos en el fragor de las espumosas aguas, nos aseamos y comemos en bañador mitigando los rigores de un sol de auténtica justicia mientras nos concentramos en la tarde que nos espera.
            Son las dos cuando abandonamos la orilla del barranco y comenzamos a remontar el circo. Nos separa del balcón de Pineta 1100 metros de vertiginoso y decidido desnivel por un hollado y serpenteante camino que hemos visto en fotografía.
            A estas alturas de la travesía pensamos que o la has abandonado o que te echen lo que quieran: nos encontramos fuertes como osos y subimos suavemente a un ritmo de 500 metros por hora con paradas cada 200 metros y el altímetro se está llevando su palo con los rigores de nuestra espléndida forma.

Llanos de la Larry. 22-6-05.

            Contemplamos elevados la sinuosa senda por la que hemos ido ascendiendo, queda perdida allá en el fondo la recóndita Pradera de Pineta y ya muy altos nos comemos el limón que llevábamos por si surgía alguna pájara.
            La gente baja apresurada y nosotros sin problemas, a las cinco y cuarto estamos en la Cruz de Marboré.
            Echando pestes por la cantidad de basura que encontramos, posiblemente por su aspecto proveniente de Pineta y que no ha vuelto al lugar de dónde salió, avanzamos a través de un impresionante caos calizo que suavemente se eleva hacia el Collado de Astazu. Contemplando las enormes magnitudes de la cubeta nos acercamos al ibón.

Ibón y Brecha Tucarroya. 6-10-11.

            Dejamos las mochilas y casi en bañador continuamos hacia el ibón de camino a la Brecha de Tucarroya. Hay tiendas acampadas en la orilla sudoeste.
            Pasamos por las huellas y los restos de las obras para represar brevemente el Ibón de Marboré  cuyo entorno se ha convertido hoy en un basurero donde destaca la chatarra que tardará cientos de años en desaparecer si la educación y la cultura de este país no lo remedia y francamente, no llevamos camino de ello. Claro que la sociedad que lo explotó no sé si sigue haciéndolo, sí estuvo presta para recoger los beneficios económicos de la explotación aunque no tuvo la misma presteza para recoger sus basuras y adecentar el lugar y es que una sociedad especulativa como la nuestra no está para esas zarandajas. En Respomuso y Bachimaña la misma película.
            El ibón, si se mira desde la presa, está allí como si llevara siglos comprimido a la Pared de Tucarroya y petrificado testigo del caos de gris silencio calcáreo que las últimas glaciaciones del cuaternario regalaron al Pirineo.

En la Brecha Tucarroya. 14-8-87.

            Nos sentimos definitivamente minúsculos ante las colosales dimensiones que pasan desapercibidas hasta que no llegas a dominar la vastísima extensión del caos rocoso de Marboré y el ibón que a primera vista parece una charca grande, adquiere su definitiva magnitud al rodearlo para llegar por el este a la Brecha de Tucarroya. Allí está el refugio, pequeño y sucio, guardando su intemporal equilibrio de venteado y minúsculo collado. En un lugar internacional, internacionales basuras que no deben acumularse en mayores cantidades debido a que se precipitan a ambos lados del collado. En todas partes cocemos las mismas habas.

Glaciar en la Norte del Perdido desde el Ibón de Tucarroya. 6-10-11.

            La chimenea que se despeña hacia el Circo de Estaube es vertiginosa, luego se dilata el panorama con las estribaciones del Pico Monferrant. Los Astazus de amable aspecto te conducen por su cuello al recordado e imaginado Circo de Gavarnie y cara al sol, te encuentras con la inevitable y colosal pared que, ahora ya tan próxima, se ha llenado de relieves y colores y aquellas manchas blancas desde el Cuello de Robiñera se han convertido en enormes escalones de un glaciar que en franco retroceso defiende aguerrido la Cara Norte del Perdido.
            Desandamos largamente nuestros pasos  perdiéndonos de nuevo en la inmensidad de la cubeta. Hemos recogido nuestras mochilas y nos sumergimos en la sombra que proyecta ya la gran pared para plantar nuestra Mckinley en mitad de la cubeta próximos a un torrente, quizás en una de las brevísimas manchas de verde frente al Glaciar de Monteperdido  y en un lugar inmaculado en el que hay protectores para  fuegos por lo que deducimos que se trata de un lugar habitual para acampar. Por suerte no todo está perdido.
            Hacemos la cena bajo la supervisión del Cilindro de Marboré, serio y circunspecto. Es nuestra comida caliente del día que agradecen nuestros estómagos más si cabe ya que no hemos consumido nuestras vituallas de media tarde.

Croquis etapa cuatro de la travesía. 

            El silencio es absolutamente sagrado siempre que no te aproximes al lecho del, a estas horas, tumultuoso barranco que podríamos decir se encuentra en plenos ejercicios de calentamiento antes del impresionante salto que precipitarán sus aguas al llano de Pineta.
            Unos franceses dormitan ya en su tienda a pesar de que la tarde es agradabilísima y el marco además de incomparable es sobrecogedor. Nosotros nos empiltramos cuando son poco más de las nueve y todavía no se asoman las estrellas.

Para ver la Continuación.

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