Despedida del Circo de Toubkal. 2-8-99.
Campamento le Neltner, Sidi Chamarrouch, Aremd e
Inlil, Ceuta y Sabiñánigo.
2-08-1999.
Desnivel descendido 1400 m.
Distancia recorrida 13000 m.
Tiempo efectivo 02:30 h.
Sol.
Muy fácil.
Senderismo.
Mapa global del viaje.
¡Qué
buena está la sidra! Lástima que la saboreemos un tanto apresuradamente puesto
que el día 2 de Agosto del 99 no ha terminado todavía. Hace calorcillo durante
la comida pero no demasiado.
Una
vez comidos empezamos a desmontar el campamento. Monto rápidamente la mochila
de Rosa que se va camino abajo cuando son las cinco y veinte.
Seguidamente
nosotros organizamos las cosas, desmontamos la tienda, y montamos las mochilas.
Solamente nos queda recoger y llevar a la basura los cartones que teníamos bajo
la tienda como mullido y pasar por la fuente para coger un poco de agua, Rosa
se ha llevado un poco también.
A las
seis menos veinte alcanzo a Juan que espera en el camino y con la bolsa de la
basura en la mano emprendemos el camino con decisión hacia Imlil.
Nos
ofrecen mulas para bajar la carga hasta Imlil pero no vamos a necesitarlas,
bastante mulos somos nosotros.
Muleros en Toubkal. 30-7-99.
Rosa
nos dirá que ha bajado a buen ritmo mientras le han dejado, ya que se cruza con
un grupo y un guía un tanto pegajoso le pregunta cogiéndola del brazo, que si
tú ir sola española buena ja, ja, ja, si no tener hombre; pues parece ser que
nos debía conocer de algo, a lo que Rosa
le contesta que tiene dos y que bajan a todo trapo.
Nosotros
desde luego que bajamos a todo trapo, andamos cara abajo que ríase usted del
correr. Nos vamos alternando en la cabeza para aligerar un poco más.
Cabras del Atlas. 2-8-99.
Hemos hecho una pequeña parada para hacer
una foto del valle en la que se contempla el Ras, el Tadart, el Akioud y
posiblemente el Biiguinnoussene.
En
resumidas cuentas que cazamos a Rosa media hora después y ¡menos mal!, porque
el ritmo que llevábamos hubiera terminado por ponerme contra las cuerdas.
¡Joderse con las patazas de Juan!
Sidi Chamarrouch. 2-8-99.
Todos
juntos, pues hoy parece que ha sido el día en que la cabra llevaba un cuerno
para cada lado, y mucho más relajados aunque a buen ritmo nos acercamos hacia
Sidi Chamarrouch, reconociendo el camino que por la noche solamente
adivinábamos, hacer alguna fotografía y echar un vistazo a la “Roca Sagrada”
que no es blanca sino pintada de cal y las casuchas más próximas al camino
chiringuitos de compra-venta y cambio, lo normal para turistas en este país.
Cerca de Aremd.
La
tarde se va haciendo más calurosa conforme vamos perdiendo altitud y eso que el
sol ya va de baja. Pasamos junto al nogal en el que rezaba el mulero a la
subida y junto a la acometida del agua de riego que baja al pueblo por el lado
derecho del barranco
Aremd. 2-8-99.
Hacemos
una fotografía de Aremd y tomamos la pista ya sin las dudas de nuestra nocturna
subida.
Otro detalle de Aremd. 2-8-99.
Enseguida
aparece el tortuoso y empinado camino que baja, absolutamente polvoriento,
hacia Imlil.
Sin
ganas y contemplando a un matrimonio con una cría que nos llama la atención
pues ella va con chancletas playeras y con la cría en brazos pues él parece un
moro muy moro, entramos en la umbría de los vetustos nogales y en el frescor
del barranco encauzado por acequia hormigonada
cuando llega al pueblo.
Imlil. 2-8-99.
Son
las ocho de la tarde y entramos en Imlil a la escucha del teléfono móvil que no
tiene cobertura. Hemos bajado en dos horas y cuarenta minutos, nosotros veinte menos, pero de
cualquier forma no ha estado nada mal para ser un día en el que hemos subido
2038 metros y bajado 3445, pero que nada mal.
El
coche está que ni se conoce del polvo que lleva encima. Dejamos las mochilas
dentro y nos vamos a dar una vuelta por el pueblo no viendo nada de interés a
excepción de unas rosquillas de masa de churros, frita en el acto y que Rosa
compra por un dirham y que Juan y yo no queremos probar. Pagamos al abuelo los
30 dirhans acordados por el aparcamiento indicándonos que nos quitemos de
encima al pesado de las pulseras que quiere bajarse a no sé dónde con nosotros,
cosa imposible ya que nuestro coche sigue yendo a tope.
Media
hora más tarde, tras quitar concienzudamente el polvo del coche con una paletina
ancha que ya he traído previendo una situación como ésta, decimos adiós a Imlil
y salimos para abajo. Son las ocho y media de la tarde.
Vamos
directamente en busca de un lugar junto al barranco al que podamos acercarnos
con el coche para pegarle y pegarnos una buena remojada y pasar luego la noche
tranquilamente.
Los
lugares próximos a Imlil pasan pronto y luego bajar al barranco resulta
complicado, ya que como no hay casi coches, ¿para qué va a haber bajadas para
los coches?
Dejamos
la pista y entramos a la carretera cuando empieza a anochecer ya.
Poco
más adelante aparece un ensanche junto a la carretera. Hay un coche junto al
barranco y una bajada al mismo. Yo ni corto ni perezoso bajo al barranco por el
paso, lo atravieso y me quedo junto al mismo al otro lado.
Están
lavando el coche y se quedan a cuadros cuando nos ven llegar y como un rayo
cruzar el barranco.
Mientras
mis socios se quitan las botas y se remojan las patas pues el barranco baja
limpísimo, yo con el cubo le doy un baldeo impresionante al coche y me pego un
buen remojón tras quitarme las botas ya que bajado desde el campo ya de corto.
Tengo
un pequeño rifirrafe con mi esposa a la que no le apetece ni un pelo el lugar
para acampar pero yo a estas horas no puedo ofrecerle ni el palacio hecho de
día ni el rebaño de elefantes. Hay lo que hay y se trata de aprovecharlo por si
no lo hubiera mejor.
Estamos
a la entrada de Asni, terminamos de cruzar el barranco y encontramos en
la orilla derecha unas manchas de verde llanas junto a un seto de una
propiedad, que a mí me parecen estupendas: cerca y discreto parece el lugar por
lo que decidimos acampar allí pues ya es prácticamente de noche. Son las nueve
y media pasadas.
Tetuán 3-8-99.
Montamos
la mesa junto al coche y preparamos la cena a la vez que recogemos lo que nos
hemos ido quitando.
Cenamos
tranquila y relajadamente disfrutando del fresco de la noche. Luego llega la
sempiterna policía. Nos dice que es peligroso quedarse allí. Les diremos poco
más o menos que allí nos quedamos a pasar la noche. Que ya somos mayorcitos y
que ¿cómo es posible que sea peligroso un país absolutamente controlado por la
policía? Pues si no ¿qué leches están haciendo ellos allí? Parece ser que nos
han querido hacer miedo como a los niños pero no van a conseguir que ahuequemos
el ala.
Terminan
por irse con viento fresco y a nosotros se nos hace idem con la humedad del
lugar; así que, liquidadas nuestras más perentorias necesidades, limpiamos de
ramillas un trozo de hierba, plantamos la tienda y a las once de la noche
estamos horizontales.
La
noche va a resultar estupenda sobre un lecho de arena y hierba medianamente
blando y fundamentalmente larga, ya que habrá que levantarse y esperar a que se
haga de día antes de salir a la carretera, y eso sucederá a las siete y media
de la mañana, hora a la que nos presentaremos al día 3 de Agosto.
Entre
dos luces nos aseamos y desayunamos antes de que salga el sol.
Relajaditos
y hechos unos “brazos de mar” nos metemos al coche a las ocho y media pasadas y
nos echamos a la carretera con un solo objetivo: plantarnos en Ceuta para pasar, al menos, la noche en la estación
del ferry en el caso de que se nos escape el último del día. Por ello,
carretera y manta.
Pasamos
Asni y en una curva paramos en un puesto
de quincallería con la intención de comprar algún trilobites, solamente hay uno
y está pegado. El morito que lo atiende, con más sueño que alma pide 40 dirhans
y al final Rosa le dice que 10 o nada montándose en el coche. Carece de
interés, únicamente se trata de un recuerdo que guardándolo con todo cuidado
envuelto en un paño ya se le rompe. Bueno, en casa lo pegaré yo un poco mejor y
a camino.
Terminado
el puerto y antes de llegar a Marrakech paramos para coger media docena de
higos chumbos, pues Rosa está empeñada con probarlos. Yo casi no recuerdo su
sabor pues hace muchísimos años que los probé pero lo que sí recuerdo son sus
pegajosas espinas.
Juan
hace fotos, Rosa se pone morada de espinas y todos tan contentos.
En
Marrakech, como casi conocemos la ciudad, echamos gasolina en la plaza de junto
a la muralla y tras pagar con dirhans, pues tenemos suficientes, tomamos sin
problemas la salida hacia Casablanca.
Ceuta. 3-8-99.
La
carretera mejora y la circulación aumenta pero vamos a muy buen ritmo contemplando
las ingentes cantidades (filas de cestos) de higos chumbos. Es la época y lo
que yo no sé es que van a hacer con tanto higo pues ni siquiera creo que sean
capaces ni de comérselos todos. Pero llegan en este tiempo y no deben tener
nada mejor que hacer que pasar el día en la carretera a ver qué venden.
Pasamos
Benguerir y a continuación el desvío al Embalse El Massira. Más adelante
atravesamos Settat. Pasamos a hacer un
café en la carretera y luego a continuación tras pasar Berrechid entramos de nuevo
en terreno conocido.
Enseguida encontramos la autovía y el
desvío al Aeropuerto Mohammed V.
Por
no entrar hasta el centro de Casablanca ya que la circulación a esta hora es
importante, decidimos saltarnos la gran ciudad yéndonos por la carretera de Mediouna.
Se
hace un poco de calor y el ritmo es lento con tanta circulación terminarán por
hacerme larga la incorporación a la autopista en medio de tanto camión.
Ya en
la autopista cogemos nuestro ritmo de 140 kilómetros por hora, pasamos Mohamedia y Bouznica que es el lugar del área
de servicio donde pernoctamos en el viaje de ida, y nos llegamos a Rabat cuando
va a ser la una.
En
algún momento me despisto y no veo el indicador de autopista para Kenitra.
Cuando me doy cuenta estamos entrando ya a Rabat: me he debido pasar la
circunvalación de la capital.
Se
acaba la autopista y entramos en una de las avenidas de la ciudad capital del
estado que está concurridísima. Avanzamos muy lentamente debido a la densísima
circulación deteniéndonos continuamente en los semáforos: es la hora del
mediodía. La calle, de la que ni soñamos salirnos, atraviesa la ciudad en
dirección a la costa y no vemos ningún cartel direccional. Nosotros lo que
queremos es salir a la otra parte de la ciudad y allí ya nos orientaremos.
En un
semáforo, un golfillo se pone más pesado que de lo que decía la cuenta hasta
que me cabreo. Al fin nos deja en paz casi a la brava.
Son las dos de la tarde y se nos ha ido una
hora con el embarque de Rabat.
Continuamos
en una autopista, casi desierta, a nuestro acostumbrado ritmo. Tan desierta que
ni siquiera vemos peatones cruzarla andando como a la ida.
A las
tres y cuarto paramos para comer en un área de servicio, no tiene árboles,
pero la pared trasera de la gasolinera
proyecta una estupenda y fresca sombra sobre la amplia, nueva y limpia acera.
Allí nos vamos a colocar. El coche lo aparcamos al lado y el paisaje se
completa con una fresca brisa que convierte al momento y al lugar en
simplemente delicioso, dadas las circunstancias, teniendo cierto cuidado con
los platos de plástico que quieren volar.
Juan
y Rosa se van a comprar agua y cocacola frescas: Beberemos a gusto.
En el ferry. 3-8-99.
A las
cinco menos cuarto nos ponemos de nuevo en marcha.
Los
kilómetros de autopista que nos quedan son pocos y a pesar del calorcillo que
hace, posiblemente sea el día de más caluroso que hemos tenido, se terminan
pronto.
Seguimos
a partir de Larache con una carretera regularcilla que recordamos con obras de
autopista a su alrededor, al encuentro del desvío, que esperamos a nuestra
derecha, pues ya lo vimos a la ida, hacia Souk el Arba Ayacha. Ya tomamos nota
convenientemente a la ida de no acercarnos a Tánger ni por recomendación médica.
Son
las siete cuando pasamos Tetuán prácticamente sin tocar la ciudad y la carretera,
cada vez con más circulación se aproxima a la playa, nos hemos debido de ir a
la costa, pues en el mapa había una carretera que iba directa a Cabo Negro. Lo
cierto es que se trata de una zona turística importante. Es, desde luego, la
primera que vemos y se cumple siempre lo mismo: entre la carretera y la playa
se suceden hoteles de categoría, villas y urbanizaciones bastante finas y
cerradas. Hay mucho portero, mucho verde y mucha gente en plan playero:
Marruecos en bañador.
Conforme
nos alejamos de Tetuán se va empeorando el aspecto de playa y sus alrededores.
Cuando nos acercamos a la frontera, la playa es rocosa y con poquísima arena
negra y la vista del Peñón al frente. Van a ser las ocho de la tarde cuando
entramos a las “instalaciones aduaneras.”
La
frontera es como un mercado marroquí: un enorme tumulto. Inmediatamente nos
asaltan los cómplices de la policía de aduanas y nos ofrecen los conocidos
documentos a rellenar con los datos personales, otra vez con la misma mandanga.
Rellenos
los papeles, aparcado el coche en un lado, se queda Rosa en él y con Juan y el
paisa nos vamos para la aduana
El
paisa nos dice que hay mucha gente y que un trabajo rápido necesita una
propina. Le preguntamos que cuánto es la propina y después de pensárselo nos
dice que 100 dirhans.
Le
decimos que ni hablar, que eso no es una propina, es una limpieza de bolsillo.
Al
fin, tras algunas dudas le decimos que a tope 50 dirhans. Los toma con los
pasaportes y los documentos rellenos y nos acercamos a una ventanilla sin gente.
Presenciaremos
la corrupción funcionarial más descarada que pueda imaginarse, algo que
nosotros no éramos capaces de imaginar, algo difícil de creer. El paisa pasa
por la ventanilla toda la documentación con el billete de 50 dirhans debajo. El
funcionario la coge y lo levanta un poco, ve lo que hay y se lo devuelve todo.
No es suficiente para sobornarle.
El
paisa nos devuelve la documentación y nos dice que tendremos que hacer cola
allí, las otras ventanillas, algunas incluso sin cola no son para turistas
extranjeros.
Se
va, pensamos nosotros, para intentar alguna martingala más y nos quedamos con
Juan en la cola hablando con algunos españoles que están padeciendo la
diligencia funcionarial de la aduana: la cola no avanza, sencillamente porque
adentro están de brazos cruzados. No queremos imaginar lo que habrá pasado en
los días de fin de mes, pero o cambia esta situación o puede explotar en
cualquier día.
Al
rato nos damos cuenta de que el paisa no vuelve y nos percatamos de que se ha
debido pirar con nuestra pasta ya que no se le ha vuelto a ver el pelo. Se
queda Juan en la cola mientras yo me voy en su busca.
Doy
una vuelta bastante larga pero infructuosa, no se le ve el pelo a pesar de que
miro hasta tras el muro de la playa.
Pongo
al corriente a Rosa de la situación y me dice que han intentado llamar por
teléfono pero que se ha cortado la llamada antes de descolgar.
A
continuación me quedo yo en la cola y se marcha Juan en su búsqueda, con más
suerte, lo encuentra negociando con otros y lo emprende.
-Así que, ¿ tú qué servicio nos prestas?
¿Te querías quedar con el dinero por la cara o qué?
El
paisa lo debe ver clarísimo y antes de que el cirio llegue a mayores le
devuelve a Juan los 50 dirhans haciéndose el descomido y queriendo dar a
entender que no quería saber nada más sobre el tema. Juan lo pone para pelar
antes de darse la vuelta para la fila, que por cierto, sigue igual: en un
cuarto de hora han diligenciado dos pasaportes.
Pero
el destino nos salva. Llega otro funcionario, corta la cola en dos, abre una
ventanilla que no parece utilizarse habitualmente y de pone a trabajar, “a
trabajar.”
En
cinco minutos diligencia cuatro pasaportes y en un par de minutos los tres
nuestros y sin sudar.
Le
doy las gracias de verdad. Rosa ya ha llegado con Juan que ha ido a buscarla.
Ella tiene un rifirrafe pues se ha
quedado un poco en medio pero pasa de todo.
Montamos en el coche y avanzamos hasta el
visado de la documentación del coche, tenemos que hacer otra cola pero esta
será breve, aunque me creo que si se nos hubiera terminado la carta verde
seguro que nos obligan a comprar otra para salir, de comprobar eso si que han
tenido tiempo.
La
policía ni nos mira el coche, comprueba los pasaportes y nos da el pase
enseguida.
Inmediatamente
la policía española y entramos en España: Ceuta.
Hemos
pasado el vado de desinfección y aparco mientras Rosa y Juan van a cambiar los
dirhans que nos han sobrado, son las nueve de la tarde.
Enseguida
nos llegamos a la estación de ferrys. Un funcionario, al ver nuestros billetes,
nos conduce y la policía, con perro incorporado nos revisa un poco pero sin
más.
En la
taquilla nos dicen que se ha ido el ferry hace cinco minutos pero que nos queda
el de los diez de la noche, el último del día.
No
sacamos ni mesa ni sillas, pero abrimos unas latas y picamos de casi todo ya
que disponemos de tiempo y de comida sobrada.
Después de cenar, movemos el coche hasta
la cola y nos vamos hasta los aseos que están desinfectados con zotal. Ha
debido de haber una movida salvaje durante estos días pasados.
Es totalmente de noche cuando dejamos
Marruecos y dejamos Africa. Allí se queda un país con sus virtudes y sus
defectos, con sus militares y su policía, con su posible felicidad y su basura.
No sé qué será de ellos. Espero que no cambien lo mejor que es suyo por lo peor
que le podamos ofrecer nosotros, sería un negocio infame. Pero cada vez, a
pesar de todo, llegan más pateras en su calvario particular a la conquista
personal del brillo deslumbrante de la viaja y ansiada Europa.
Son
las once menos cinco cuando abandonamos el puerto de Algeciras por el puente
que une los muelles con la ciudad. Ahora hay que hacer algún kilómetro en busca
de una salida cualquiera de la autovía para encontrar un lugar tranquilo donde
montar la tienda y pasar la noche.
A las
doce de la noche nos metemos en la tienda, hemos pasado Sotogrande y en un
lugar discreto damos por terminado el décimo día de actividad que ha resultado
completo, aunque desde luego, no mucho más que cualquiera de los anteriores.
Nos acostamos tarde y también nos levantamos
tarde pues son la siete y diez de la mañana cuando iniciamos el día 4 de
Agosto, undécimo día de actividad y último.
Antes
de las ocho estamos en la carretera sin otro fin que llegarnos a casa, de ello
estamos seguros.
En la
autovía llevamos un ritmo decente pues hay mucha circulación. Pasamos Marbella,
luego Fuengirola y el sol nos da de frente por lo que hay que irse con mucho
cuidado.
En
Málaga dejamos a nuestra izquierda la autopista de peaje y en la circunvalación
tomamos la nacional 321 que es autovía y que nos lleva hacia Antequera y Loja.
La
autovía no es extraordinaria pues se trata de una zona de media montaña, con
repechos, curvas y algún que otro puerto. Luego contemplando Sierranevada,
enseguida llegamos a Granada dejándola a nuestra derecha.
La autovía
mejora camino de Jaén. Hace un poco de calor cuando pasamos por La Carolina y
los ondulados campos de las Navas de Tolosa y poco después nos entretenemos un
poco pasando Despeñaperros.
Valdepeñas,
Manzanares, Madridejos. En Tembleque nos salimos a una vía de servicio y en una
chopera con profunda sombra junto a una gasolinera paramos a comer. Es la una y
media.
A las
tres menos cuarto nos incorporamos a la autovía a buen ritmo, pues estoy
descansado de conducir. Pasamos Ocaña y Aranjuez y nos llegamos a la M-40, la
circunvalación de Madrid.
Hay
circulación pero no es problema, en 13 minutos hacemos completa la
circunvalación entrando en la Autovía de Aragón: hemos pasado como el viento.
Pasamos
Guadalajara con mucho calor y esperamos que acercándonos a Soria disminuya un
poco la temperatura.
Pasamos
Torija con su blanco castillo, luego Medinaceli que nos entretiene con su arco
romano perfilado delicadamente sobre el horizonte, luego Santa María de Huerta
y su gótico monasterio que casi no se ve ahora desde la autovía, y en Ariza
paramos a echar un trago y aprovecho para hacer ejercicios de relajación
muscular del tríceps femoral de la pierna derecha que me trae mártir cuando
conduzco mucho tiempo seguido. Son las cinco de la tarde.
Pasamos
Calatayud, vemos la avería de un camión que luego oiremos por Radio 5 y a las
seis estamos circunvalando Zaragoza. Estamos ya de verdad en nuestra tierra
A las
siete y media llegamos a casa de Juan poniendo fin a un periplo de 4296
kilómetros, de los cuales, los últimos
2853 los he hecho en las últimas
35 horas. Estoy harto de conducir pues me he venido de esta tacada de Asni a
Sabiñánigo parando a dormir únicamente 8 horas.
Nos
capuzamos en la bañera y el caldo que sacamos no se mejora fácilmente. A pesar
de que nos lavamos en el río, luego nos remojamos en el área de servicio de la
Autopista en Marruecos y después nos aseamos en la gasolinera de la autovía esta mañana, nos hemos lavado
cuanto hemos podido, no ha sido suficiente y asusta el color del caldillo que
echamos sobre el blanco de la loza.
A la
mañana siguiente, vueltos ya a la normalidad del aseo comprobaremos que el
coche huele a perro muerto al igual que la ropa que hemos traído. Lo de la ropa
se arreglará pasándola por la lavadora, serán 5 lavadoras las que incluirán
hasta a las mochilas y al coche le pego una limpieza tanto por dentro como por
fuera dejándolo como si Africa no
hubiera existido jamás.
Luego
ya, con tranquilidad todo vuelve a su sitio dando rienda suelta a la vida de los recuerdos que quedan, que los hay y
muchos, como siempre. Sobre todo a destacar los 4300 kilómetros hechos, los
8000 metros movidos y los 8 cuatromiles hechos en diez días y medio; la pena de
no haber completado totalmente el proyecto con los 3 cuatromiles de M’Goum que
vimos pero que no hicimos, las cincuenta y tres mil pesetas cada uno que hemos gastado en el
viaje; la incalificable frontera de Ceuta, vergüenza de un país que quiere
europeizarse; la imagen de un continente que no conocíamos, las gentes y la
montaña de la que nosotros certificamos su existencia, de esa montaña que
continuamente llama a todos aquellos que somos capaces de entender su llamada.
Puedes ir al Comienzo.
Puedes ir al Comienzo.
Impresionante y minuciosa descripción de esta auténtica aventura con mayúsculas. Autonomía total como suele ser vuestra costumbre. Como te comenté la iba a leer y hoy lo he hecho de seguido y con disfrute. No solamente has conseguido que me traslade al Atlas marroquí, todavía estoy quitándome el polvo del cuerpo, je, je. No se lo que os supuso más trabajo, la montaña o el viaje en sí, aunque este último a 140 km./h. parece que pasó en un suspiro...
ResponderEliminar¡Hola Alfredo!
ResponderEliminarA 140 fué en la autopista sin tráfico alguno, las carreterillas de Marruecos, eran maluchas siendo caritativos con el calificativo. No sé cómo estarán ahora.
Fueron días intensos tanto los del viaje como los de monte. Nosotros lo hacemos así y no sabemos si podríamos embarcarnos en algo más relajado. De hecho seguimos en esa linea mientras el cuerpo aguante.
Nos gusta organizarnos a nuestra manera y quizás seo por eso o vete tu a saber por que no hubiéramos hecho otras cosas más, pero ahora todo son Parques Naturales, todo son dificultudas y limitaciones cuando no imposibilidades de hacer cosas por tu cuenta. No les sirve con que pagues los permisos que "ellos" fijan, no es suficiente, tienes que cargar con acompañantes a barullo y ese no es nuestro rollo.
Me alegro que te hayas entretenido un rato.
¡Un saludo y que vaya bueno!