La Sur de las Maladetas Occidentales.
12-08-1999.
Salida 10 h. Llegada 18 h.
Mixto.
Bastante fácil.
Ascensión.
Rosa Mª. Martínez y Mariano Javierre.
Mapa de las Maladetas procedente de Prames. Vía en amarillo.
El día 12 de Agosto del 99 no ha hecho más que comenzar.
Rosa “quiere ver” la anunciada brecha entre el Mir y el
Sayó que suponemos aquí mismo.
Así que, en menos de diez minutos nos despedimos del Pico
Mir y siguiendo la arista en dirección este continuamos en descenso hacia el
amplio, pedregoso y suave collado que separa a este pico del siguiente.
Sin ninguna dificultad alcanzamos el nuevo punto de
inflexión de la arista tras descender apenas 75 metros. En el collado desde
luego que no hay rastros de esa brecha complicada, previamente anunciada y nada
sabremos de ella.
Cima Mir. Al fondo Sayó y Maladeta.
Un suave ascenso de 110 metros de desnivel sobre una
pedrera granítica corriente nos conduce a la cima del Pico Sayó situada a 3220
metros de altitud, tercer tresmil del día cuando son las diez y media de la
mañana.
La arista continúa hacia el este y se afila
inmediatamente: nada que tenga que ver con lo que hemos hecho hasta ahora. Por
otra parte, yo estoy lleno de dudas.
Realmente no sé en que pico estamos a ciencia cierta: la
brecha anunciada entre el Mir y el Sayó no ha aparecido, siendo la única
dificultad importante de la arista según Juan Buysé que dice, que la continuación ascendiendo al Sayó ya es
fácil, así como la continuación hasta el
Pico Cordier. De allí en adelante se complica para llegar hasta el Collado de
la Rimaya.
Frente a nosotros, sin perder altura prácticamente,
tenemos una arista absolutamente dentada y estrecha. Un poco más adelante
aparece un diente un poco más importante, luego unos pocos dientes más que
conducen a una tramo de arista fácil un poco en diagonal a la dirección que
llevamos y en la que tenemos que continuar, y un poco más atrás un pico más
elevado, más afilado y más abrazado por las nieblas que para mí, o se trata del
Pico Cordier o ya es el Maladeta en cuyo caso…las nieblas no son muy buenas
compañeras nunca y menos sobre terreno desconocido.
Las nieblas van y vienen, no hace muy buen “orache” que
digamos pero paramos a comer, a beber y a esperar. De vez en cuando las nieblas
se intensifican y en algún momento hasta
casi queremos tener alguna “rayada” de sol, el día está regular y desde luego
no apto para principiantes, cosa que desde luego no somos nosotros, o quizás sï
y no lo suponemos.
Hacemos alguna foto, y en plan explorador continuamos
adelante hacia el este empezando a funambulear por la dentada arista que no es
difícil, requiere reconocer, dar vueltas e ir trepando arriba y abajo en los
tres primeros dientes. El siguiente nos ofrece un muro de unos 4 metros formado
por una laja con una fisura muy estrecha. En el flanco norte hay una
alternativa muy complicada y al sur nada de nada, pues se trata de un paretazo
que se pierde allá abajo en el lecho del Ibón de la Maladeta, que no vemos,
pues a partir del Collado Cordier, al pedregal sur le va saliendo una pared que
a esta altura alcanza la arista que estamos transitando.
El Ibón de la Maladeta desde el Collado Cordier. 2-9-05.
La también anunciada escapada al sur, en el supuesto caso
de que este sea el paso difícil, no es precisamente una alternativa que se
salve con una pequeña pérdida de metros, hay que perder aproximadamente 150
metros como mínimo que serán con toda seguridad al final 200 metros, para pasar
bajo la cota 3000 e iniciar el retorno a la arista pasada esta dificultad y
algo más.
Decidimos
dar la vuelta por el camino que hemos traído y pasamos ligeramente al sur de
cima del Pico Sayó en busca de un lugar en el que la pared pierda potencia o
bien alcancemos algún corredor que no se corte y nos baje hasta abajo para
acceder de nuevo a la arista más delante de la dificultad que nos ha echado
para atrás. Calculo que se nos llevará más de una hora pero tenemos tiempo.
Desechamos
varios corredores con finales entre imposibles y dudosos y finalmente tomamos
uno que nos permite no tener que volver hasta las inmediaciones del Collado Cordier.
Ya abajo vamos bordeando la pared por su base
contorneando el contrafuerte sur del Pico Sayó, transitando por la parte
superior de un pequeño nevero.
Contorneado el espolón trazamos una recta que en suave
ascenso a través de tramos fundamentalmente rocosos salpicados con pequeñas
manchas de nieve nos ha de llevar a la base de un corredor pedregoso y fácil
por el que podemos retornar a la arista pasados los conflictos que hemos
abandonado. Hemos desechado tomar un corredor próximo situado unos metros al
sudeste del elegido porque aunque se llega por pedrera, se trata de una ese muy
empinada y con materiales muy sueltos y pequeños aparentemente.
Pico Le Bondidider desde el Ibón de la Maladeta. 12-8-06.
Para
llegar a la base del corredor elegido hay un pequeño nevero poco inclinado que
hemos de atravesar en una longitud de unos 40 metros. La nieve sin ser
abundante se deja hollar suficientemente con el simple paso pero tomo una
piedra como siempre que atravesamos un nevero si no llevamos en la mano el
piolet.
Faltarán
unos 15 metros cuando la nieve blanda desaparece prácticamente y hago huella
con un par de patadas. Seguidamente intento hacer otra y resbalo.
Instintivamente me intento asegurar con la piedra que llevo en la mano
izquierda intentando clavarla en el nevero pero me falla un pelín la suerte.
Iba tan tranquilo y confiado que ni siquiera debía llevar bien cogida la piedra
de tal forma que el golpe que doy sobre la nieve hielo repercute sobre el dedo
medio de mi mano izquierda doblándose con fuerza al impacto hacia atrás a la
vez que escucho perfectamente un ruido seco en mi mano. Inmediatamente siento
un dolor importante en la palma de la mano.
Estiro
con la otra mano los dedos y compruebo que los puedo doblar perfectamente,
luego compruebo que en la muñeca no tengo ningún problema, pero tengo un tremendo
dolor en la mano.
Me he
hecho mal. Tengo plena conciencia de ello y con el paso del tiempo tendré plena
seguridad.
Sacamos
los piolets pues no falta ya casi nada para alcanzar las rocas del corredor.
Doy un par de pasos pero mi mano está muy torpe y nos espera una pequeña
trepada en el inicio del corredor.
-Rosa,
nos damos la vuelta. No me encuentro con facultades suficientes para vencer ni
en ascenso ni mucho menos en descenso las dificultades que pueden surgir por
simples que sean.
Son las
doce menos cuarto y se nos acaba de escapar la oportunidad de completar la
arista desde Alba hasta Aneto, con la excepción de la Punta Oliveras. Pero qué
se le va a hacer, la montaña seguirá allí para otra ocasión.
Nos
vamos para abajo con mucho cuidado, con un ritmo lentísimo y yo con un nuevo
equilibrio de tres patas de un banco con cuatro. Me tomo una aspirina para
calmar el dolor, cosa que conseguiré.
He
recuperado un poco el ritmo y alcanzamos el Collado Cordier. Me quito la
mochila y me voy hacia la cima del Pico le Bondidier.
Cima de Le Bondidier. 13-8-09.
Creo
recordar una arista de puro trámite pero saldrá una trepada maja para las
condiciones en las que me encuentro. A pesar de ello no tengo problemas y de
paso compruebo que apoyando la muñeca no me duele la mano, mano que por cierto
se ha inflado y enrojecido un poco.
A la
una hago cima en el Pico Le Bondidier a 3185 metros de altitud. Rosa que viene
detrás, duda en la arista, se pierde y aparece rebasando la cima a la una y
cuarto. Entre tanto yo he hecho la foto que quería.
Se
extraña de mi marcha pero yo voy bien y apenas me molesta la mano. A la una y
media estamos de vuelta en el collado. Cogemos las mochilas y a media ladera
llevando una línea de mínima pendiente alcanzamos el Collado Superior de Alba
cuando son las dos de la tarde.
La Sur de Le Bondidider desde Cregüeña. 20-10-07.
Bajamos
bien la gravera superior y tras atravesar en descenso el nevero superior
siguiendo las huellas de ascenso, nos sumergimos en la niebla que aquí en la
cara norte está afincada firmemente. No la abandonaremos hasta alcanzar la
pedrera plana próxima a la tienda.
A las
tres y media llegamos a la tienda, comemos un poco, recogemos, hacemos las
mochilas y a las cuatro y media reanudamos el descenso.
Veinte
minutos después llegamos a la Renclusa. Hay muy poco personal.
Esperamos
al guarda para preguntarle por los picos pues se ha ido a pasear. Pero como no
llega y son pasadas las cinco, nos vamos para abajo.
Los Occidentales de la Maladeta desde el Pico de Paderna. 17-5-12.
En
otros veinte minutos nos llegamos hasta la parada del autobús que llega
inmediatamente. Son las cinco y veinticinco.
El
autobús nos deposita en el aparcamiento donde hemos dejado nuestro coche y sin
siquiera quitarnos las botas, pues no nos molestan a pesar de que hemos movido
en conjunto 1725 metros de desnivel por lo menos aunque 400 de subida se
hicieron ayer, nos metemos en él y nos bajamos hasta Benasque.
Me
parece recordar la cruz roja en la circunvalación pero no será así y habrá que
volver, aparcar y preguntar en la farmacia.
Justamente
frente a ella está el ambulatorio de la Seguridad Social y compartiendo
edificio esta La Maz. Me pongo en principio a la espera del médico de guardia
que acaba de entrar con un paciente cuando me da por levantarme para ir a
preguntar a La Maz, no vaya a ser que por Muface también me corresponda
atención médica.
Un
médico muy amable me atiende me dice que ellos atienden a todas las
mutualidades deportivas. Yo estoy federado y ellos tienen rayos, conque puedo
elegir.
No
tengo ninguna duda pues si entro a la Seguridad Social me enviarán a Barbastro
pues allí no tienen rayos. Por tanto la decisión está tomada.
Dos
radiografías me proporcionan inmediatamente un mes de vacaciones: tengo una
rotura espiroidea del tercer metacarpiano de la mano izquierda.
Lo que
viene a continuación es sencillo: un par de apretones en vivo para reducir la
distancia de separación entre las partes del hueso roto que me hacen ver las
estrellas y reducen un poco la inflamación de manera inmediata y diez minutos
después estoy rellenando el parte del accidente con la mano enyesada. El doctor
Jose Luis Ballestin nos ha recomendado lo que es de rigor en estas ocasiones:
tomar algún antiinflamatorio y nos ha desaconsejado que vayamos al día
siguiente a hacer el Pico Rusell. Nos despedimos y a la calle.
Confirmamos
el parte meteorológico y a las siete y media al coche que conduciré hasta
pasada la Guarguera. Allí lo coge Rosa y para casa, no vaya a ser que me
espabilen.
Ahora
solamente queda esperar un mes, anular algún compromiso y rumiar un par de conclusiones: los accidentes se
suelen producir por falta de vigilancia, y dar referencias sobre itinerarios es
tarea harto complicada ya que las informaciones raramente tienen la precisión
necesaria para el que las recibe.
Posteriormente
reflexionaré cumplidamente sobre el asunto y seguiré en un mar de dudas y de
nieblas acerca de si hicimos también el Pico Cordier y los dientes que
escalamos pertenecían ya al conglomerado del Pico del Collado de la Rimaya.
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