Detalle de Punta y Peña Gabás desde Labati en Aragüés del Puerto.
Barrancos
de las Huertas y Zarraz, Puntal de Maito, Cerro Maito y Arista Nor-noroeste.
23-04-2004.
Salida 09
h. Llegada 15
h.
Mixto.
Fácil.
Ascensión.
Rosa
Mª. Martínez y Mariano
Javierre.
Hace ya bastantes años que cayó en
mis manos el mapa Ansó-Hecho de la Alpina y allí vi, y me llamó la atención
inmediatamente, la Sierra de Maito. Y es
que en casa y para los amigos de siempre yo he siso y soy Maito.
Me bautizó con ese nombre mi madrina Mari Silva, una gallega que vivía
en mi casa cuando nací y que no pareciéndole muy bien eso de Mariano o
Marianito, de camino pasando por Marito
me quedó Maito.
Me había propuesto muchas veces ir
por allí pero siempre lo había dejado para mejor ocasión. Se trataba de una sierra
relativamente baja aunque próxima al Bisaurín pero que no caía al paso, las
sierras bajas no nos gustaban ni en verano porque son un secarral, ni en
invierno porque si hay nieve suele estar hecha una sopa; de tal manera que allí
se había quedado el asunto esperando.
Los últimos años hemos ido saliendo
más durante el invierno y hemos ido conociendo lugares de media montaña muy
aceptables para esta época, mas si se
tiene en cuenta las dificultades de esfuerzo que supone la montaña nevada a
poca nieve profunda que haya.
Aprovechamos el viernes 23 de Abril,
festividad de San Jorge para conocer la zona, dejar a Máximo en Aragües con
Vicente, su cuñado, y por la tarde llegarnos hasta Pamplona para recoger a
Biola: todo un programa.
El invierno de este año 2004 se ha
despedido con nieve en abundancia y el mes de Abril ha sido nuboso de cabo a
rabo con lluvias por abajo y nieves por arriba, como pocos. Las estaciones
están cerrando con más nieve que en toda la temporada, pero cierran con nieve
polvo por falta de clientela puesto que después de Semana Santa los esquiadores
huyen de la nieve. Por ello no podemos subir muy alto y hemos de realizar
actividades alternativas a las de altitud.
Nos levantamos a las siete de la
mañana y a las ocho y media estamos en Aragües del Puerto. Salinos del pueblo
en dirección hacia Lavati pero nada más pasar la zona deportiva alcanzamos la
curva de la Casa de los Frailes y nos vamos por la pista que nace a nuestra
izquierda junto al Barranco de las Huertas.
En dirección nor-noroeste, pasamos
la indicación de pista de uso restringido al encuentro de una valla que no
aparece, pasamos junto a la Paridera de Loco nos alargamos casi un kilómetro
hasta que la pista terrosa y húmeda se pone tiesa y aparcamos el coche a un
lado tras darle la vuelta.
Son las nueve menos cuarto cuando
iniciamos el camino a 1050 metros de altitud. La pista que transita la orilla
izquierda del pequeño barranco sube inclemente como pocas hemos visto y,
terrosa además de húmeda, mejor no hacerla en coche a pesar de que está en muy
buen estado. Se abre a su izquierda el ramal del Boyaral y tras una fuerte
lazada más llana se empina de nuevo y
nos deposita tras kilómetro y medio en la Basa Alta a 1390 metros de altitud.
Entre seguir por la loma que parece
bastante limpia o continuar por la pista, optamos por esta segunda alternativa
aunque en principio no gana altura pero si parece una ruta más directa. Por
tanto nos introducimos con la pista en la ladera derecha del Barranco Zarraz y
proseguimos adelante en dirección norte.
Se trata de una vieja pista maderera
en desuso, medio cerrada por el rosal silvestre y solamente transitada por vacas. Llanea en dirección norte hacia la
cabecera del barranco, lo atraviesa y continua llana por la otra orilla.
Nosotros desechamos los dos barrancos que bajan del Puntal de Maito por húmedos
y porque suponemos que hay que ir más a la derecha y lo hacemos hasta el
siguiente que tomamos para arriba cuando llevamos otro kilómetro y medio más.
Dejamos la pista sobre los 1600
metros y tras casi 200 metros de desnivel muy sostenido alcanzamos la parte
superior del contrafuerte que separa el Barranco Zarraz del de Turnolo y que
casi de inmediato nos conduce al nevero somital al abrigo del viento de una
loma acotada a 1800 metros.
La Norte del Puntal de Maito.
La mañana que ha sido suave y
agradablemente soleada, se torna áspera, ventosa y fría en un instante
minúsculo que nos obliga a buscar el abrigo de los últimos pinos, vestirnos y
prepararnos a otear a través de la niebla que nos aguarda en la ladera noroeste
de la Sierra de Maito.
Inmediatamente alcanzamos la parte
superior del ancho cordal de la sierra
en medio del frío vendaval que vomita la niebla que nos secuestra el
paisaje y nos llena de incertidumbre acerca de nuestro objetivo.
De momento tomamos el cordal y junto
a la valla de ganado nos vamos en dirección nordeste en suave ascenso hacia el
Zerro Maito situado a 1883 metros de altitud. Se trata de una larga, amplia y
llana loma que recorremos casi en dirección norte.
Azotados impíamente por el viento
seguimos adelante con la esperanza de que las nieblas nos permitan ver lo que
no vemos y así podamos orientarnos con certeza. Pero no será así y hemos de
decidir sin certeza.
Iniciamos el descenso de más de
100 metros en dirección norte, que nos deposita en el Collado de Cubilar Mentar
a 1770 metros de altitud, para seguidamente iniciar un suave ascenso en la
misma dirección hacia el contrafuerte que nace en los formidables paredones de
Peña Gabás.
Cuando nos encontramos sobre el
cubilar y al abrigo de los últimos pinos negros paramos un poco al abrigo del
viento para comer alguna cosilla y echar un trago pues suponemos que arriba no
estará el “orache” para esas cosas.
Paramos unos menguados minutos pero
los suficientes para que nos entre frío.
Así que nos apretamos un poco las ropas y continuamos para arriba.
No llegaremos al inicio de la arista
sobre la Peña Gabás puesto que suponemos que está azotada infernalmente por el
viento, hemos decidido atravesar el nevero del barranco que baja hacia Urdués y
atacar la pared por el centro, lugar que suponemos ofrecerá el abrigo del
viento.
Cruzamos el nevero con nieve blanda
e inmediatamente comienza a nevar pues hemos entrado en la niebla.
Se trata de una ladera medianamente
inclinada en su inicio en la que se alterna la piedra caliza suelta con
minúsculas manchas de pratenses y que se adorna con pequeños neveros residuales
de nieve reciente, pues está perfectamente acostada al sur.
Paulatinamente la pared se va
poniendo de pie y nosotros nos aproximamos a su parte oeste que suponemos más
limpia de nieve, como así sucederá, pero también más venteada.
Entramos al casquete somital del
pico, inmaculadamente nevado, tras un minúsculo rellano. La nieve polvo, recién
caída, está divina para caminarla y por tanto, atacamos de frente la pala de
nieve sumergida en una niebla que ahora si es realmente espesa y no nos permite
ver nuestro objetivo. Por tanto nos vamos para arriba, de frente y por lo
blanco.
En Punta Gabás.
Hago huella sobre buena nieve, el
piolet se clava muy bien y, por tanto, a pesar de que arrecia la fuerza del
viento nos aproximamos a la cima. Unos últimos paso francamente verticales y
difíciles de hacer no por la nieve sino
por el viento nos depositan en la amplia y plana cima de Punta Gabás a 2161 metros de altitud.
Son las doce del mediodía y en medio de un enorme
vendaval que nos recordará al día de Momdiniero, con una mano en el gorro
espero a Rosa para echarle la otra mano si hace falta. Juntos y de llano nos
alargamos hasta la cita cimera para tratar de observar desde allí la arista
este-nordeste que debe conducir al Puntal Alto del Foratón al que pretendíamos
llegar pero que, decididamente y en estas condiciones, no vamos a ir.
Tampoco
recorreremos la arista oeste que conduce a Punta Cuta y a Punta Mentar, lo que
vamos a hacer y con cuidado es abandonar la cima por la vía de urgencia
buscando un poco el abrigo del viento salidos de la cima.
Lo que tendríamos que haber visto desde la Cima de Punta Gabás.
Busco y encuentro nuestras huellas de llegada casi borradas por el
viento e iniciamos el descenso por las huellas. Tan pronto como entramos en la
pared desaparece el vendaval que no el viento y empezamos a encontrarnos a
gusto a pesar de que sigue haciendo viento y llevamos los forros polares y las
ropas blancas de nieve, además de las manos completamente heladas.
Vamos entrando en calor ladera abajo pero el viento sigue azotando, y
es lo suficientemente fuerte y frío para que las manos tarden bastante en
entrar en calor y hagan del descenso un rato francamente desagradable.
Llegados al Collado de Cubilar Mentar iniciamos el faldeo del Zerro
Maito por su ladera oeste.
Detalle de parte de la arista que hemos recorrido-
El faldeo se hace largo y entretenido en busca de claros en la ladera
vestida de nieve blanda pero finalmente alcanzamos la arista prácticamente en
el lugar en el que la hemos tomado a la subida.
Luego siguiendo en dirección sudoeste junto a la alambrada pasamos por
la cota 1800 y proseguimos hacia abajo hasta alcanzar por la amplia arista
alomada la cima del Puntal de Maito a 1700 metros de altitud.
Hemos ido echando la vista para atrás y en algún momento hemos contemplado
la Punta Gabás limpia de nieblas y casi hemos visto al Bisaurín, pero sólo
casi. Al este reluce impecable Collarada y aparecen tímidamente los Mallos de
Lecherines. Al sur Oroel oscuro y Guara blanco. En el fondo y al oeste Urdués,
Hecho y Siresa.
Desde allí tomando la arista en dirección sur continuamos el descenso
por la loma que hemos desechado a la mañana al encuentro de la pista.
La loma está bastante limpia pero parcialmente cubierta de pino
silvestre y enebro rastrero, lo que no supone prácticamente dificultad para su
tránsito. Pero a pesar de ello y contando con que Rosa baja fastidiada por el
estómago, se nos termina por hacer larga.
Ya próximos al Collado de la Basa Alta donde encontraremos la pista,
también encontramos el abrigo del viento y volvemos a un día cálido en
comparación con lo anterior. Nos dirán luego que hacía frío al mediodía en el
pueblo.
Cerca del coche, al sol y al abrigo del viento paramos a comer. Hemos
bajado rápidamente la pista y a las tres y diez estamos cambiándonos de ropas
en el coche después de haber comido.
Diez minutos después estamos en Aragües del Puerto. Saludamos a
nuestro primo Tomás y subimos a saludar a Vicente y a Fina que están con el
abuelo. Tomamos un café, echamos una charradeta y a las cuatro nos vamos puesto
que hemos de llegar para las seis a Pamplona.
A las ocho y cuarto estamos en casa. Cuando hemos parado a comer me
encontraba de cine, ahora, entre los 1225 metros movidos al viento y la paliza
de coche, tengo los riñones hechos polvo. Mi chica se va a trabajar a las diez.
¡Casi nada!
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