2 jun 2014

39-14. CIRCULAR A LAVIGNE Y CHERUE DESDE FABREGUES CON NIEBLAS. 1-6-14.

La Norte de Cherue.

Aparcamiento de Fabregues, Barranco Cherue, Cabaña Cherue, Collado Lavigne y Arista Sur de Lavigne, vuelta al collado Lavigne, Faldeo Oeste, Cresta Norte y Pic Cherue, Collado Magnabaigt, Cota 2175, Cabaña Saoubiste y Puente de Camps.
01-06-2014.
Salida 09 h. Llegada 17 h.
Mixto.
Fácil.
Ascensión.
Juan Castejón, Rosa Mª. Martínez y Mariano Javierre.

Mapa de Lavigne-Cherue procedente del IGN. francés. Vía en amarillo.

            Anuncian nubes de retención en la vertiente norte del Pirineo Centrooccidental pero como la tendencia es a mejorar con el paso del día, nos vamos a hacer una circular de baja cota y así conocemos más terreno.

            Estrenamos el mes de Junio de 2014 a las nueve menos cuarto aparcando en un pequeño ensanchamiento de las inmediaciones de la Presa del Embalse de Fabregues justo en frente del arranque del Teleférico de Artuste, lugar por donde desagua el Barranco Cherue. Estamos a 1240 metros de altitud.


            Un transitado camino en dirección oeste se introduce inmediatamente en el hayedo y sin calentamiento previo nos ofrece un par de rampas que nos meten inmisericordemente en calores y en las nieblas.
            El hayedo-abetar está precioso de hoja tierna, la mañana es cálida y unas clementes zetas nos permiten acercarnos ya más cómodamente, de nuevo, al Barranco Cherue, para pasar enseguida a su orilla derecha y seguir ganando altura en busca de la Cabaña Cherue.

            Fotografiamos a un confiado o enfermo rebeco en un claro próximo al barranco y enseguida salimos del hayedo para proseguir un tanto al sur y por pradera alpina pero sin paisaje ya que las nieblas cierran a cal y canto las alturas.


            Con una hora de camino nos situamos en el rellano el que se asienta la Cabaña Cherue sobre los 1810 metros de altitud. Está abierta, tiene varias camas y una estufa con leña.

            El camino se pierde un poco en el praderío frente a un resalte que tiene aspecto de ofrecernos una subida inútil. Iniciamos su faldeo de llano y hacia el norte y enseguida aparecen citas y camino de nuevo.


            Se trata de un contrafuerte que baja de Cherue y alcanzada su cabecera cómodamente aparece ante nuestros ojos la parte superior del barranco que conduce al Col Lavigne. No vemos la cima que está semicubierta de nieblas pero si podemos contemplar los tres primeros resaltes, uno de ellos una potente aguja, con los que se inicia la Arista Lavigne-Cherue que queremos recorrer.

            Había un coche aparcado cuando hemos llegado y el personal va delante a juzgar por las huellas en la tierra y ahora en los neveros que tenemos que atravesar en la nordeste del Pic Cherue y la arista que le une a Lavigne.

            La nieve está blanda pues  no ha helado esta noche y la temperatura es agradable a pesar de que el sol solamente se insinúa de cuando en cuando.

Col Lavigne e inicio de la Arista a Cherue.

            Atravesamos prácticamente de llano una serie de neveros terminales en dirección noroeste y nos situamos bajo el collado al que ascendemos seguidamente siguiendo tramos del camino limpios de nieve.


            Son las diez y cuarto de la mañana cuando alcanzamos el verde Col Lavigne situado a 1950 metros de altitud. Nos reciben las nieblas que ocupan todo el ámbito al oeste del collado y la cima a la que nos dirigimos.

            Un hombro herboso y corto  en dirección norte nos sitúa en la base de las paredes. Hay camino y no hay problema a pesar de que las nieblas se espesan.


            El primer resalte es corto y se sube directamente, también se puede bordear un poco por el oeste. Un corredorcillo nos lleva a la arista desde la que localizamos al grupo en la cima.

            Pasamos a la vertiente este y en suave ascenso vamos en busca de un corto, escalonado y empinado corredor que rodea la cima y que nos permite colocarnos al norte de la misma.


            Allí están los cinco destrepando el corredor cimero.

            Juan pasa por arriba, nosotros esperamos a que lo desocupen y lo subimos. Se trata de 4 metros con buenos apoyos sobre una excelente roca metamórfica que está húmeda. Solamente tiene un paso largo pero no supone ninguna dificultad.


            Son las diez y media escasas cuando hacemos una foto de cima sin paisaje.

            La cima es estrecha y alargada, nosotros no tenemos nada que hacer allí e inmediatamente nos volvemos para abajo.

            En el cambio de vertiente nos juntamos y los adelantamos para alcanzar enseguida el Col Lavigne. Se han quedado sumidos en las nieblas y ya no volveremos a verlos.

            Durante la espera charlamos un poco y dicen que hay camino por el oeste de la arista hacia Cherue. Nosotros tenemos delante un primer resalte que podría ser asumible pero seguidamente está la aguja que es insalvable y luego el siguiente resalte más consistente pero quizás también asumible en otras condiciones pero no con las de hoy.

            Podemos faldear las dificultades por el este como ya hemos visto o por el oeste como parece ser posible y digo parece porque no se ve un carajo pero si un camino que se ahonda ligeramente en esa vertiente y diversas trochas de animales que avanzan en busca de la base de las paredes. También quieren clarear entre las nieblas algunos neveros residuales bastante erguidos y preferimos proseguir por el camino ya que de momento desciende poco.

Faldeando con cuidado pues hemos cambiado de valle.

            No se ahonda demasiado y nos permite avanzar en la dirección correcta y cuando consideramos que ya vale lo abandonamos para proseguir el faldeo en suave ascenso y por la base de los neveros.

            La ladera es muy transitable y no pasa de medianamente erguida. Está llena de trochas de animales lo que nos indica que se trata de una ladera pastoril e iniciamos un suave ascenso por terreno cómodo en busca de la arista.

            Como no hemos perdido mucha altitud, tampoco hemos de recuperarla en exceso. La llegada a la loma no se demora gran cosa y alcanzamos la arista en un amplio cuello herboso que tiene al norte una cita.


            Nos alargamos hasta la misma, encontramos una placa recordatorio de un tablonero. Las nieblas no nos permiten ver las agujas ni al Lavigne, no podremos hacerlo en todo el día y consecuentemente nos damos la vuelta y proseguimos al sur cresta adelante.

            Nos paramos a echar un bocado contemplando intermitentemente la parte alta del Barranco Cherue por la que hemos transitado, al este no hay nada que hacer ya que vienen continuamente inmensas masas de nieblas arrancadas de la depresión gala totalmente cubierta.

            En un claro instantáneo logramos ver la arista que queremos transitar y con ello nos damos por contentos.


            Se trata de una suave loma herbosa que asciende poco a poco pero de manera persistente y en la que hay hasta alguna traza de camino. Algún nevero coloniza la cresta pero la mayor parte está limpia.

            Serán las once y media cuando proseguimos para arriba en dirección sur sorprendiendo a una pareja de confiados rebecos y transitando una serie de resaltes suaves y herbosos, uno de ellos rocoso, que nos van elevando poco a poco.


            En un instante hemos querido visualizar la parte alta del Midi de Ossau pero será más ilusión que otra cosa.


            Tranquilamente y resalte a resalte alcanzamos la Cima del Pic Cherue situada  a 2198 metros de altitud. Son las doce.

            Se trata de una amplia cima herbosa en la que confluyen dos aristas con la que acabamos de subir. Las nieblas imperan, y nos sentamos en una zona abrigada al este para esperar que sus señorías, Sesques, Lurien, Arrious, Pallas, Ferraturas, Saoubiste y Midí tengan la amabilidad de mostrar sus egregias caras.

            No será así, y media hora después, yo me he echado una cabezana, volvemos a la punta y tomamos la arista sudoeste que nos ha de conducir al Col Magnabaigt.

Al fondo la Cabaña Saoubiste.

            Se trata de una amplísima loma cubierta de abrasada verdura  que se estrecha un tanto y que nos deposita enseguida en el collado situado a 2070 metros de altitud.

            Hemos visto la Cabaña Saoubiste que es por donde queremos hacer el descenso pero alcanzado el collado y persistiendo en nuestro empeño de querer ver paisaje decidimos darnos tiempo y proseguir hacia el sur, hacia Saoubiste.

            Cruzamos en suave ascenso un nevero de collado y proseguimos adelante en suave ascenso superando algún promontorio entre intermitentes neveros.


            Alcanzamos un diente por arista un poco más estrecha con lo que alcanzamos un nudo de tres aristas perfectamente definidas y situado sobre los 2175 metros de altitud del que no sabré su nombre.

            Un descenso abrupto pero faldeable por el oeste nos puede conducir al irregular Collado Saoubiste. De allí para arriba una arista un poco más afilada y salteada de neveros nos puede conducir a Saoubiste pero lo vamos a dejar aquí, es la una y media y todo sigue igual.

Col de Suzon.

            En un momento pergeñamos el Col de Suzon y en otro la poco definida Cabaña Magnabaigt pero desandamos un trozo de arista y tomando un crestón limpio, antes de retornar al Collado Magnabaigt nos vamos para abajo.


            El descenso cómodo y relajado nos conduce a contemplar el potente alud de placa que se ha soltado de la ladera nordeste del desconocido pico del que venimos y que ha dejado entre otras lindezas, media docena de autobuses de hielo. Lo hemos oído sumergidos entre las nieblas y nos ha parecido consistente.


            Fuera de las paredes, la cabecera del valle se arrellana y por la orilla izquierda del barranco nos aproximamos a la Cabaña Saoubiste, situada a 1780 metros de altitud, cerrada a cal y canto y con cubierta nueva, las chapas de la vieja están diseminadas por los alrededores de la misma en una inequívoca muestra de desidia en un Parque Nacional.


            Poco más abajo nos sentamos a comer en unas piedras cuando son las dos y media contemplando el circo en el que creemos ver el Pic de Pombie, el Saoubiste queda retirado y la cima desconocida desde la que hemos bajado.

Soldanellas alpinas.

            Alrededor de las tres y cuarto proseguimos descenso para alcanzar y pasar sobre un nevero de alud el caudaloso Barranco de Saoubiste e introducirnos en el hayedo.

            Siguiendo camino por su orilla derecha alcanzamos los restos de un enorme alud que hará al menos tres años debió asolar el barranco no dejando títere con cabeza de todo aquello que se resistió a su paso en una longitud de algo más de 500 metros y una anchura  media de 50 metros. Son un notable bosque de hayas tronzadas, derribadas, astilladas y troceadas con motosierra pada dejar un paso muy sinuoso.


            Bajo una pequeña aunque espumosa cascada pasamos a la orilla izquierda  del barranco y ya en dirección nordeste descendemos lazada a lazada en busca de la carretera.

            No tenía clara la referencia de la entrada por este valle y por eso la hemos hecho por el Barranco Cherue y es que el camino desemboca en un corto tramo de carretera que cerrada al tráfico con cadena nos conduce en unos metros al Puente de Camps donde la carretera que baja del Portalet pasa a la orilla izquierda del Barranco de Brousset. Son las cuatro de la tarde.

Las Grasillas o pinguiculas, insectívoras de terrenos húmedos.

            Solamente nos queda tomar la orilla oeste de la carretera y caminar por la misma alrededor de 2,5 kilómetros llanos contemplando el Embalse de Fabregues y un sinfín de flores que pueblan la cuneta de la misma y el inicio del hayedo.

            Media hora después cerramos el bucle iniciado a la mañana con ganas, pues habremos movido un desnivel de alrededor de 1200 metros y un pelín decepcionados pues las nieblas nos han privado de algunas de las delicias que buscamos en la montaña. Pero no es mayor problema, volveremos otro día para recorrer estas aristas en una nueva y diferente circular que nos compensará a buen seguro.

            De vuelta al Formigal paramos par ver el zapatito de dama que, por cierto, se ha helado un poco y no tiene su acostumbrado esplendor.

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