Ibónes de Anayet y Espelunciecha desde el Diente de Anayet. 23-7-14
Canfranc Estación, Barranco de Canal
Roya, Ibonciechos de Anayet, Ibones de Anayet, Barranco Culibillas, Corral de
las Mulas, Sallent y La Sarra.
25-07-1985.
Desnivel ascendido 1350 m.
Desnivel descendido 1050 m.
Distancia recorrida 22000 m.
Tiempo efectivo de marcha 09:00 h.
Sol.
Fácil.
Se trata de una larga etapa de
senderismo que hubiera sido más agradable sin tratar de visitar los
Ibonciechos, inexistentes prácticamente, de Anayet. A cambio hacer los 7
kilómetros de carretera en coche ha compensado sobradamente.
Agua
en Canfranc, en el Barranco Canal Roya, en las Surgencias del Ibón de
Anayet, en Sallent y en la Sarra. Cuidado con los barrancos por el ganado.
Rosa Mª. Martínez y Mariano Javierre.
Mapa de Canfranc-la Sarra procedente de Iberpix. Vía en amarillo.
Salir
a la montaña cuando la residencia habitual está prácticamente en la montaña es
un proceso normalmente sencillo y breve, con la ventaja adicional de que puedes
observar directamente el tiempo que con bastante aproximación vas a tener sin
salir todavía de casa.
Así
era la montaña que conocíamos, generalmente a salvo de mojaduras y temporales,
evidentemente bastante cómoda. Una hora
de coche nos colocaba en ruta ya no apta para vehículos, lo que no era más que
un simple paseo: una hora de coche por la mañana y otra por la tarde, de vuelta
salvo alguna ocasional noche pasada en refugio que no era más que la excepción
a la regla general.
El
proceso de ir y subir media jornada para pasar la otra media bajando y
volviendo, no por asumido dejaba depositada en nuestra mente la idea de la inestimable pérdida de altura, ¡con lo
que costaba ganarla!
La Entrada al Túnel de canfranc. Tecordando. 6-8-11.
La
solución al despilfarro era evidente: la travesía, pero ese peregrino concepto
en nuestra reducida experiencia montañera era algo que debía esperar a nuestra
maduración en un medio en el que nos estábamos iniciando con evidentes
inquietudes.
Una
travesía que discurra por rutas no pateadas con anterioridad y que pretenda
contar fundamentalmente con tus propios medios requiere además de experiencia
una buena capacidad de organización. Se podría teorizar al respecto pero lo
mejor puede ser que cada cual desarrolle sus propias posibilidades.
Del
“querer” al “estar” todo dispuesto dista lo mismo que del dicho al hecho, pero
tendríamos tiempo suficiente para fijar una ruta inédita para nosotros en un
Pirineo enorme y desconocido para nosotros, sin demasiadas complicaciones con
los medios de transporte y con un tiempo limitado: pretendíamos un amplio
desplazamiento entre media y alta montaña y queríamos autoabastecernos.
La Entrada a la Canal Roya. 6-8-11.
Todo
esto, con ser poco nos colocaba en un disparadero para el que no contábamos con
suficientes mapas como comprobaríamos después, ganas e ilusión en cantidades
tantas como inexperiencia.
Contábamos
con el ferrocarril y un Land Rover que hacía una especie de servicio en Pineta.
Vivíamos en Sabiñánigo e iríamos de Canfranc a Pineta en cinco días.
Reparto
de jornadas, ruta a seguir, campamentos, abastecimientos, comunicaciones,
comidas, ropas, equipos diversos… un follón bastante considerable, ruta previa
que hay que recorrer necesariamente más conociendo que no nos gusta demasiado
la improvisación. Aparecen las listas y el peso se convierte en una auténtica
amenaza pues me liaría a pesarlo todo y como premio el pasar de 30 a 25 kilos
finalmente, todo incluido. Bajar de allí ni nuestros materiales lo permitían,
ni la seguridad mínima lo aconsejaba, ni la mínima comodidad lo recomendaba y
aun así hubo que renunciar a llevar un segundo piolet, llevaríamos una cuerda
de tan solo 9 metros y nos dejábamos en casa mis zapatillas pero nuestra
ilusión podía con todo.
Sobre la Cabaña Lacuars dejaríamos el fondo del valle. 6-8-11.
Todo
quedó bastante bien atado menos el tema de los campamentos que con la excepción
de una noche en Góriz, el resto podía salir bien o dejarnos a cubierto, bajo un
plástico, de la noche y las estrellas.
Salvaríamos
lo mejor que pudiéramos las dificultades familiares: no les gustaba ni un pelo
nuestro proyecto y nuestra hija se quedaría en casa de su abuela paterna aunque
podía quedarse en cualquiera de las dos.
Todo
quedaría dividido en dos partes: 7 kilos para mi señora y casi 18 kilos para
mí, la ropa puesta y sin agua. Cuando el día anterior me eché a la espalda la
mochila os aseguro que un ligero escalofrío recorrió mi cuerpo.
Los Ibonciechos Orientales de Canal Roya con más agua que en el 85. 6-8-11.
El
pueblo está en fiestas, nos despedimos de los amigos pues a la vuelta nos
marcharíamos a la playa a la carrera, disfrutamos del desfile inaugural de
fiestas, bebemos zurracapote de las peñas, pero en medio de tanta algarabía
festiva, nuestras mentes están en otros lugares.
Tras
una noche de inquietud, nervios e insomnio el despertador, a una hora
prudencial nos llama al 25 de Julio de 1985. Son las ocho, desayunamos,
cargamos con las mochilas y nos vamos a la estación cruzándonos con los últimos
borrachines de la primera noche de fiestas y con algunos conocidos que nos
desean suerte. Sacamos billetes y esperamos la llegada del ferrobús, por una
vez, puntual.
Son
las nueve y media cuando arranca el tren y nos sentamos en un mullido asiento
de un vagón media vacío. Casi nunca vamos en tren y dejamos que discurra el
paisaje entre conversaciones intrascendentes en una mañana típica de Julio en
la que el sol va a calentar de lo lindo pues ya lo está haciendo.
El prácticamente colmatado Ibonciecho Oriental de Canal Roya. 6-8-11.
Dejamos
que discurra el tiempo que se nos hace eterno y nos desembarazamos sin apetito
de nuestro almuerzo hasta que la Tubería del Embalse de Ip nos anuncia que
nuestro viaje está a punto de finalizar.
Al
sol de las diez y media de la mañana de Canfranc nos colocamos las mochilas y
abandonamos la estación para tomar la carretera con dirección al Somport.
Estamos a 1196 metros de altitud. Nada más terminar el pueblo y a la altura del
Túnel Internacional, ahora fuera de servicio, saco el tomavistas e inmortalizo
el momento y el garbo de mi señora carretera adelante. Tendré tiempo para
considerar lo pesado que se puede hacer el día ya que el suave ascenso de la
carretera lo acusan las rodillas. Me consolaré con el fuerte ritmo que lleva
Rosa por delante y con el convencimiento de que todos los comienzos son duros.
Ganado en la Rinconada de Anayet. 16-9-04.
Dejamos
a nuestra derecha la Pared de Col de Ladrones y el acceso a Izas para continuar
por la derecha del Aragón un poco más hasta que llegamos a la boca del
siguiente valle y tras consultar el mapa abandonamos la carretera para
introducirnos en un pequeño bosque de
pino silvestre y boj recorrido por un tortuoso camino que se adentra en la
Canal Roya con 3 kilómetros de pista
El
camino se acerca al barranco del mismo nombre y por la derecha se encuentra con
una vieja pista simada a tramos. Hemos dejado el bosque y la pista se convierte
en gravera de rivera con lo que se terminan los anunciados 3 kilómetros. El camino
mantiene su ritmo de ascensión y nosotros el nuestro que bastantes esfuerzos
nos cuesta.
Cruzamos
el barranco y hacemos un breve descanso junto a un refugio pastoril situado
bajo la Punta de las Negras cuando todavía no son las doce. Tomamos la decisión
de proseguir al este abandonando el lecho del barranco para incorporarnos por
las campas herbosas bajo el Falso Anayet y alcanzar directamente los ibones más
bajos.
La Canal Roya desde las pedrizas hacia la Rinconada de Anayet. 23-7-14.
El
panorama ha cambiado, mejor dicho, lo hemos cambiado nosotros y ladera arriba
vamos haciendo nuestro propio camino: ganamos altura rápidamente aunque
nuestros esfuerzos nos cuesta pues la ladera está francamente empinada, no nos
andamos con rodeos y el sol calienta lo suyo. Estamos ansiosos por alcanzar los
primeros ibones.
Superados
los 2000 metros vamos virando un poco al sur. Hemos detectado la presencia de
una pequeña charca prácticamente desecada y empezamos a tener, como
coloquialmente se dice, la mosca tras la oreja.
Camino en la Rinconada de Anayet visto desde la Vía del Sarrio al Diente de Anayet. 23-7-14.
La
Cresta de Peña Blanca, alargadamente escarpada nos vigila desde la entrada del
valle, quizás nos compadezca por nuestra inquietud. Son las dos de la tarde
cuando me adelanto en un amplio escalón bastante horizontal en plena ladera y
alcanzo una pequeña zona hundida y vestida de abundante vegetación propia de
zonas lacustres colmatadas y tras breve conciliábulo decidimos parar a
descansar y comer junto al lecho de un menguado barranco. Estamos cansados,
acalorados y un poco defraudados pues o no hemos sido capaces de encontrar los
Ibones Bajos de Anayet o se han evaporado.
Comemos
con no demasiada gana nuestro bocadillo de tortilla de patatas con jamón, una
fruta y un vaso de leche teñida con dos terrones de azúcar, lo más nutritivo y
apetitoso por 38 gramos.
Son
las tres menos cuarto cuando tras consultar de nuevo el mapa. El Falso Anayet ó
El Diente y el Anayet nos cierran el paso al sur por lo que habrá que marchar
un poco al este como procedimiento de alcanzar la Rinconada de Anayet y por
ella la cubeta lacustre.
En los Ibones de Anayet.
Comenzamos
a perder altura, atravesamos una pequeña cubeta lacustre recorrida por un
barranquillo y nos asomamos al fondo de la Rinconada. Entonces se nos aclara
definitivamente la situación. Hay que perder altura en diagonal por una
inestable pedrera hasta alcanzar la rinconada en el fondo de la pared por la
que baja la cascada y ascender este escalón para alcanzar la Majada de Anayet
en la que se asientan los ibones.
A
pesar de nuestros empeños en perder lo mínimo posible tendremos que situarnos
en la base de la pared y ascender el zócalo de paredes marrones y grises que
escalonadamente la conforman. La ruta es evidente y nos permite fácilmente superar la pared y
ganar los últimos escalones herbosos que son el inicio de la majada en la zona
más próxima al Diente de Anayet. Hemos empleado hora y media en un trayecto
apresurado que se suponía horizontal a priori.
Iniciando el Barranco de Culibillas. 2-6-07.
Por
fin y a nuestra izquierda localizamos el mayor de los Ibones de Anayet y hacia
allí nos dirigimos para llegar a su orilla y soltar las mochilas casi con
rabia.
Rosa
se remoja los pies, echamos una gaseosa mientras charlamos con cuatro
excursionistas bajo la severa mirada de la Pirámide de Anayet. Algún día
subiré, pienso. Mientras, dejo distraídamente que la mirada vague al norte. Entre
Peña Blanca y una masa nubosa, elegante, rotundo, firme, solitario e iluminado
aparece el Midi de Ossau. Habíamos subido dándole la espalda y solamente por
esto ya habría merecido la pena el esfuerzo realizado.
Inmortalizo
al Midi con mi señora junto al Ibón de Anayet con la cámara de fotos, pasamos
un rato encantador y nos proponemos volver para acampar con tranquilidad, pero
tenemos que remprender la marcha.
El Barranco Culibillas en un final de Primavera florido. 6-6-08.
Son
las cinco cuando comenzamos el descenso del Barranco Culibillas en dirección
este, confirmando la trayectoria fundamental de la travesía. Hemos estado por
encima de los 2200 metros y nos espera el Corral de las Mulas tras descender
alrededor de 600 metros.
Barranco
abajo alternamos tramos de pedregal con otros de praderío llevando a nuestra
izquierda la afilada Cresta de la Garganta. Descendemos a buen ritmo animados
por la proximidad de la pista que nos ha de seguir llevando para abajo. El
praderío está lleno de ganado vacuno. Es una pena que se desperdicien tantos y
tantos prados, alimento inestimable para una ganadería que podría ser una
importante fuente de recursos para mantener la población en sus valles. Aquí no
es el caso.
Anayet bajando hacia el Corral de las Mulas.
Alcanzamos
la pista cuando el sol ya nos acaricia más que molesta y lo agradecemos.
Nuestro ritmo se ha ido pausando sin darnos cuenta posiblemente debido a la
jornada que llevamos en nuestras piernas.
Caminamos
entre ganado y turistas. ¡Se habrá corrido la voz de que el monte es sano y
saludable!
Los
hombros nos molestan un poco y se nos hace larga la pista mientras comentamos
la posibilidad de que alguno de los coches nos baje hasta Sallent pues caminar
7 kilómetros por la carretera no resultará nada agradable. Pero eso será para
mañana pues nuestro plan es acampar en el Corral de las Mulas utilizando el
abrigo de la entrada o alguna dependencia.
El Corral de las Mulas ya está cerca. 2-6-07.
Desistimos
de tan tentadora idea pues no creemos que haya nadie que nos pueda coger aunque
solamente sea por razones de espacio pero no por ello y a modo de terapia
psicológica, en el caso de que bajaran a Rosa al menos que se llevara mi
mochila, yo bajaría descargado y así más ligero. Ni que decir tiene que estoy
loco por quitármela de encima.
El
Corral de las Mulas está cerrado, el porche tiene un par de dedos de estiércol,
el agua está lejos y con tanto ganado es un problema al no conocer las fuentes
que las habrá. Un par de kilómetros más abajo está Formigal y alguna
posibilidad encontraremos… es momento de tomar decisiones pues son las siete y
cuarto.
Un
coche que sube por la pista hacia la carretera nos ayuda a tomar decisiones.
Para y nos invita a bajar hasta Sallent, lo que aceptamos de buena gana.
El Corral de las Mulas. 14-7-11.
Nos
deslizamos carretera abajo conversando acerca de la montaña pero mi mente está
en otro tajo: nuestro programa acaba de cambiar sustancialmente.
Son
las siete y media de la tarde cuando estamos en Sallent donde habíamos programado
comprar y telefonear. Estudiamos la situación y decidimos aprovechar la ventaja
que tenemos con respecto al programa previsto: compramos unas cosillas también
previstas pues a la mañana siguiente las tiendas abrirán tarde para nosotros.
El
asunto del teléfono es un poco más complicado pues están en fiestas y es muy
mala hora. Decidimos esperar un poco echando una cerveza y nos acordamos del
hermano de Rosa, le comunicamos las novedades y a las ocho y media estamos
dispuestos para marchar hacia La Sarra, a una mala tenemos el abrigo de la cola
del embalse.
La Sarra a la luz de la mañana. Llegamos ya de noche. 10-9-08.
Tomamos
la vieja carretera que sube a la Urbanización del Formigal en lugar de hacerlo
por las huertas. Cualquier abrigo nos puede servir. Poco después abandonamos la
carretera y nos vamos por otra que parte a nuestra derecha. Se trata de la
Carretera Privada de Aragonesas que es la empresa que explota los lagos de esta
zona del Pirineo y que nos introduce en el Valle del Aguas Limpias.
No
encontramos nada, el chalet de la orilla de la carretera está completamente
cerrado y por tanto sabemos hasta dónde tendremos que llegar. Estamos cansados
física y mentalmente. La nadada ha sido considerable, el sol nos ha machacado
lo suyo, cambiar de programa ha alargado nuestra marcha aunque nos beneficiará
a posteriori y la inexperiencia nos ha castigado con la inquietud y el
nerviosismo. Para completar el cuadro quieren caer algunas gotas y en los 4
kilómetros de la carretera aparecen más cuestas de las esperadas.
La
tarde ha ido cayendo y llega la noche con unas gotas que nos preocupan pues
estamos en la pared de la presa. Es solo cuestión de unos momentos. Dejamos a
nuestra derecha el edificio de la central y avistamos el oscuro picnic poco más
delante de la fuente del final del Embalse de la Sarra a 1450 metros de altitud.
Croquis de la Etapa 1.
Son
cerca de las diez de la noche cuando llegamos a trompicones en una noche
oscura. Soltamos las mochilas en el banco de piedra con una idea en mente:
mañana no vamos a ser capaces de colocar las mochilas sobre los hombros. Nos
parece estar flotando en el aire.
A
pesar de todo estamos satisfechos: hemos superado la primera prueba de fuego,
tenemos un techo para dormir y casualmente llevamos adelanto con el programa.
El tiempo y nuestros hombros son dos reconocidas amenazas y los pies una
incógnita.
Para ver la Continuación.
Para ver la Continuación.
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