Llegando a Nuria.
Planoles,
Col de Barraques, Barranco Estremera, Col de Fontalba y Nuria.
08-08-2006.
Tiempo efectivo 04:45
h.
Sol.
Fácil.
Travesía.
Agua
en Planoles, Coma del Perdiu y Nuria.
Los
agentes meteorológicos adversos, especialmente la lluvia, son algo a gestionar
de manera medianamente satisfactoria ya que, de no ser así, pueden poner en
grave riesgo el éxito de la empresa en la que se esta inmerso. El medio en el
que nos desenvolvemos casi siempre ofrece posibilidades pero hay que intuirlas,
localizarlas y aprovecharlas.
Mapa de Planoles a Nuria procedente de Prames. Vía en amarillo.
La noche resulta regular. Duermo mal, me despierto repetidamente y al
final sobre las seis de la mañana me tengo que levantar: tengo diarrea.
Me vuelvo a la tienda con pocas ganas y a las seis y media nos levantamos
al martes 8 de Agosto de 2006 con menos ganas todavía pero...
Las maniobras normales de cada mañana, probablemente por mi culpa, se
nos llevan un poco más de tiempo de lo habitual pero a las siete y cuarto, todo
está en orden y nos ponemos en marcha.
La mañana está un tanto nublada y fresquilla lo que nos va a venir
estupendamente para caminar. Y en ello nos ocupamos. Lo hacemos en dirección
nor-nordeste y en ascenso. Se trata de un camino amplio que se cruza
sistemáticamente con una pista asfaltada que asciende la Sierra de Estremera.
Vamos ganando altura aunque yo no voy muy allá. Las balizas nos ayudan
a no perder el camino que ahora discurre a través de una ladera un tanto
arrellanada que enseguida nos conduce a un área de recreo con bancos parrillas
y una caseta refugio que tiene las puertas cerradas aunque, evidentemente, está
ocupado ya que las ventanas de arriba están abiertas Estamos sobre los 1800 metros de altitud
y hay bastante vacuno por la zona.
El Col de Barracas desde el camino a Fontalbá.
Ni siquiera me acerco al refugio. Sigo para arriba hasta la
carretera y sobre ella caminaremos un
poco. Luego alternamos tiraderas de madera con tramos de camino que nos llevan
al alto de la sierra. Allí giramos a nuestra derecha ya de llano y tras una consistente lazada
alcanzamos el Coll des Barraques a 1900 metros de altitud.
En el collado seguimos con cuidado balizas en mal estado que nos llevan hacia la izquierda del mismo,
es decir, al norte, prácticamente en horizontal. Delante de nosotros tenemos el
Barranco de Estremera que es un tajo profundo que hemos de atravesar.
Para ello el camino transita su orilla derecha en suave descenso que se hace largo a pesar
de que el trabajo gordo de una etapa corta lo hemos rematado.
Ayer a media mañana nos encontramos con un vasco que venía en sentido
contrario, le facilitamos algunas indicaciones interesantes y nos ofreció una
alternativa de llegar a Nuria sin bajar hasta Queralbs que hoy me puede venir
como agua de Mayo.
Nosotros no vamos a Queralbs.
Bajamos poco que a mí me parece mucho y alcanzamos el barranco sobre
los 1800 metros
de altitud al que llega una pista procedente de Queralbs y que no vamos a
utilizar ya que el pueblo está a 1220 y luego habría que subir largamente hasta
Nuria que está a 1967
metros .
Fontalbá más cerca.
Son las nueve y cuarto y no vamos mal. Estamos sobre la mitad de la
etapa teóricamente.
La continuación la hacemos localizando y siguiendo balizas blancas y
amarillas en ascenso que se me hace fuerte aunque no lo sea y en dirección este
transitando la orilla izquierda del barranco.
Se trata de un camino alto, bastante transitado y que enseguida se va
a arrellanar un poco para virar al nordeste progresando por una ladera de
pradera alpina bastante despejada.
La Pista de Queralbs a Fontalbá.
Nuestro objetivo es el Coll de Fontalba situado en un amplio espolón
que se eleva directamente desde el pueblo y que está remontado por una pista
que da lazadas sobre el mismo.
Vertiente Este de la Colladeta de Fontalbá.
A las diez menos cuarto alcanzamos las características rocas del
Collado de Fontalba sobre los 2100 metros de altitud y aprovechando el
calorcillo del sol que nos rinde visita desde hace poco rato, en vez de
almorzar ya que no tengo ninguna gana, saco una esterilla y me acuesto un poco
a descansar protegido de la brisa que corre en el collado. Solamente tengo ganas
de cerrar los ojos y olvidarme del mundo. ¡Estoy bueno!
Mis socios almuerzan y yo, a duras penas, me traspaso un poco con la
esperanza de que cuando despierte haya pasado todo.
No será así. Me levanto con ganas de evacuar y confirmo una diarrea en
toda regla. Luego me siento sin gana, bebo un poco de agua con limón pues tengo
mucha sed y me como con todos los esfuerzos del mundo una barrita energética.
A las diez y media me echo la mochila a las costillas, por cierto algo
aligerada de peso y continuamos la marcha al encuentro del personal que se
mueve desde Nuria hasta las proximidades del Collado de Fontalba al que llegan
los coches por la pista.
El Barranco de Coma de Vaca.
En suave descenso progresamos lentamente hacia al fondo del valle en
el que está alojado el Santuario de Nuria. Pero parece lejano y más lejano que
resultará. La enorme ladera este del Puigmal con sus repetidos y profundos
barrancos nos va a exigir un esfuerzo no previsto.
la Este de Puigmal.
En cada barranco el camino se ahonda interminablemente y tras
atravesarlo en descenso hay que remontar casi siempre lo que me supone un
esfuerzo infinito. No sé cuantas veces se repetirá el proceso en un camino que
me parece interminable y se convierte en absolutamente pestoso.
En la Coma
del Perdiu, baja un chorro de agua interesante, nos encontramos con un
montañero con ganas de charlar. Echa todas las pestes imaginables sobre la
gestión de Nuria y sobre las atrocidades
que los políticos y los interesados han hecho para echar a los montañeros de la
montaña con la excusa de alejar de la misma a los impresentables. Quizás se
pasa algún pelín pero le entendemos perfectamente. Luego la práctica resultará
un poco más racional de lo que nos vaticina.
Barranco de Freser debajo de Nuria.
Cuando ya nos aproximamos a nuestro objetivo todavía el camino
ascenderá inesperadamente para salvar unos paredones sobre el fondo del
barranco, ahora ya próximo, que será como el remate del tomate.
Instalaciones de Esquí de Nuria y barranco continuación para el día siguiente.
Sobre las rocas de la parte alta me paro a descansar y a consultar el
mapa. Localizamos a medias el barranco por el que hemos de salir de Nuria en
previsión de que en las instalaciones del santuario no tengamos posibilidades y
ya a lo que sea hacemos el último descenso que en fuertes lazadas nos deposita
en las proximidades de la presa del Embalse de Nuria a 1967 metros de altitud.
Es la una del mediodía.
La zona es un conglomerado compuesto por las instalaciones del
santuario, hospedería y anejos, todo situado al norte de la verde, jugosa y
cuidada pradera de la cola del embalse. En la orilla este del mismo está la
estación del tren cremallera que sube por el valle y por el que llegan la
inmensa mayoría de los visitantes; y también al este pero más arriba hay un
enorme edificio correspondiente a las instalaciones de la estación de esquí.
Detrás del complejo religioso-comercial está el terreno del cámping.
El camino accede por la orilla oeste del embalse y en la parte oeste
de la pradera donde se encuentra la
Ermita de San Gil nos detenemos. Yo me paro y me echo en la
hierba al solecito que se cuela intermitentemente por entre las nubes y al
abrigo del viento que corre por el lugar y que ofrece un mediodía suavecillo.
Ermita de San Gil en el Complejo de Nuria.
No tengo ganas ni de quitarme las botas y por supuesto, no caeré en la
tentación de ir al encauzado barranco a remojarme los pies. Tengo mejor cosa
que hacer que es ni más ni menos que no hacer nada.
Mis socios visitan la ermita, se
remojan los pies y yo quieto en la mata.
Vuelven y como hay que comer me incorporo un poco y como aunque sepa
que no sea precisamente lo mejor para mi cuerpo, pero nunca se sabe lo que nos
espera antes de que cerremos el día definitivamente.
Fachada principal de Nuestra señora de Nuria.
Sobre las dos y cuarto cuando nos movemos para recorrer un poco las
instalaciones en medio de un paquete considerable de visitantes que pululan de
aquí para allá. El centro de un gran edificio de dos alas está ocupado por el
Santuario de Nuestra Señora de Nuria. No es gran cosa pero qué bien se está
dentro sentado en los bancos.
En una de las alas del edificio está el restaurante y en la otra la zona comercial, recreativa y
cultural unida a la estación del tren cremallera. Además hay una planta
inferior en la que a pie de calle hay un
enorme bar.
Juan se va a localizar el camino de salida y algún lugar discreto
además de adecuado para montar nuestro
campamento y pasar la noche. Rosa y yo nos quedamos, nos metemos en el bar que
se está calentito y apetece y esperamos.
De buenas a primeras la gente corre pues se ha echado a llover con
viento y con ganas. Ya tenemos aquí el anunciado clima de Nuria: todos los días
hay tormenta, nos habían repetidamente anunciado.
Juan ha marchado a pelo y yo le digo a Rosa que se ponga la capa y con
la mía marche al encuentro pues se va a calar ya que va en mangas de camisa.
Juan se refugio entre la fronda de un pino negro para pasar el
chaparrón con suerte pues no es muy largo. Luego se encontrarán con Rosa,
regresarán a las instalaciones y se quedarán viendo un poco las exposiciones
que hay. A mí se me hace largo pero no me levanto del asiento ni aunque le
peguen fuego pues es de madera.
Vuelven, me cuentan y tomamos un café con leche caliente que estiraremos
hasta que son casi las seis y media y
no queda casi nadie en el bar ya que los trenes los han ido sacando para abajo.
Entre tanto se han sucedido tres chaparrones interesantes que han dejado una
tarde más bien fría.
Yo he salido al aseo y me he lavado los pies en un lavabo con lo que
he quedado bastante bien y me encuentro aceptablemente descansado. No he vuelto
a ir al aseo.
Salimos del bar, recorremos un poco las exposiciones pero a mí me
preocupa el final de la tarde y la noche que viene.
El cielo está muy nublado y lo que ha hecho lo puede repetir esta
noche. Con este panorama Juan ha localizado algo arriba un rellano para acampar
pero claro, está algo más arriba, casi en las nieblas que bajan del norte y sin
abrigo. Tenemos el cámping que es un trozo de hierba completamente desprotegido
y a merced del viento del norte que se encañona
decididamente dispuesto a empujar toda la noche a una cara. También ha
localizado un porche amplio, cubierto pero abierto al viento del norte que baja
consistentemente frío. Para rematar el asunto nos tememos que tan pronto como
baje el último tren cerrarán instalaciones y aquí no quedará ni el gato.
Pero... yo tengo esperanzas de algo mejor.
Los aseos del cámping, además del vigilante que pulula por allí,
difícilmente nos permitirían cocinar allí y menos dormir en caso de lluvia. Los
aseos suponemos que se cerrarán. Vámonos a la estación que es muy grande.
Los aseos de la parte inferior seguramente se cerrarán pues tienen
cerradura. La sala de espera que es muy amplia y tiene bancos además de
maquinetas para pequeñas consumiciones también, pero el triple hall de entrada
desde el andén no se puede cerrar, tiene bancos y nos ofrece abrigo del viento
además de posibilidad de extender los sacos y dormir allí. Algo es algo.
Enfrente de la estación del tren cremallera hay una instalación para
una silla de la estación de eskí. Me voy a inspeccionarla tan pronto como se
marcha el personal y ¡bingo!
Casi tendré que enfadarme con mis socios que en este aspecto siempre
andan un poco en la inopia. Finalmente y medio a regañadientes se vienen
conmigo y se convencen definitivamente: en la parte baja hay un hall abierto
con bancos, suelo enlosado y un rincón al abrigo del viento donde cocinaremos y
en la planta intermedia hay un rincón junto a la escalera con tres paredes,
techo un poco alto y suelo de madera donde podremos dormir bastante abrigados.
A las instalaciones no creo que venga nadie a mirar ya que no pertenece al
complejo del santuario, estamos en un lugar discreto y fuera del control de las
cámaras de vigilancia de las instalaciones y de las rondas de los vigilantes
cuando vayan a cerrar la sala de espera.
Del agua me encargo yo antes de que cierren los aseos de la estación.
Mientras tanto Rosa y Juan preparan la cena que tomaré junto a una cumplida
ración de razón por el lugar encontrado.
A las siete y cuarto ha partido el último tren y a las siete y media
estamos en el tajo. Sobre las ocho y media hemos cenado, hemos recogido y nos
subimos a la segunda planta, echamos en el suelo la tienda sin montar y las
esterillas, colocamos los sacos y las mochilas por delante para cortar el
viento un poco y sobre las nueve nos empiltramos con la sensación de comodidad
más grande que imaginarse pueda.
Ponemos fin a un día infernal para mí que está tiendo un buen final.
Ha sido a pesar de los pesares una jornada suave en la que hemos ascendido 1250 metros , hemos
bajado 483 metros
hemos recorrido 17’7 kilómetros en cuatro horas y tres cuartos, y a pesar de
todo aquí estoy y contento puesto que el descanso de la tarde me ha venido muy
bien.
La tarde se ha ventilado un tanto a base de viento que revoloteará
durante casi toda la noche en el amplio interior del edificio en el que nos
encontramos por lo que masticaremos un poco de polvo que removerá del suelo. Es
el menos de los males imaginables.
A las diez oímos voces, alguna se supone lo peor, pero se trata de un
trío de vascos que vienen a lo mismo. No saben si alguna tienda del cámping no
terminará dentro del embalse. Dicen que hay un par de chicas en la entrada de
la estación. Se van para la planta de arriba en la que paran las sillas y
dormirán sobre la goma antideslizante del suelo, un poco ventilados pero a
salvo del agua.
El suelo está duro al ser de madera pero se está caliente y a salvo de
contingencias desagradables.
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