En Pla de Lliens. Atrás el descenso desde el Col de la Marrana.
Pla
de Lliens, Col de Lliens, Sierra de Fembra Morta, Molló y Camprodón.
10-08-2006.
Tiempo efectivo 03:50
h
Sol.
Muy
fácil.
Travesía.
Las
travesías nos tientan con sus encantos naturales: ir de acá para allá, pero
este indudable encanto no es gratuito: tiene sus contribuciones.
La
más significativa quizás sea el hecho del retorno al lugar de inicio, casi
siempre incómodo e inseguro en un medio como la montaña, tradicional y
naturalmente mal comunicado y que en
nuestro Pirineo se hace sensible realidad siempre.
Gestionar
de manera asequible esta contingencia es la base imprescindible que te
puede capacitar para emprender la
travesía, lo demás es sencillamente posible contando con que nada será gratuito
y con el beneplácito del tiempo
Agua
en el Pla de Lliens, Molló y Camprodón.
Mapa de Pla de Lliens a Camprodón procedente de Prames. Vía en amarillo.
El 10 de Agosto llega un poco tarde para compensar el palo extra del
día anterior. Son las siete de la mañana, para satisfacción especial de mi
esposa, cuando nos ponemos de pie. Nos va a sobrar día para la última jornada
de la travesía.
En cuarenta minutos liquidamos los prolegómenos habituales y nos
echamos a la espalda las mochilas un poco más ligeras y vacías. Tomamos las
balizas y comenzamos en ascenso y en dirección este.
El Sistra y la Collada de Lliens.
Enseguida se aclara el pinar y nos enseña los amplios e inclinados
praderíos del Pla de Lliens que alcanzamos tras atravesar un barranco al que
llega una vieja y plana pista vestida de verde hierba. Aquí si que hay buenos
lugares para acampar pero ya no van a ser necesarios. La verdad es que salvo
esta excepción no localizamos muchos lugares planos para montar la tienda.
Seguimos en horizontal hasta que algo antes del collado tomamos un
barranco y por su orilla derecha ascendemos hasta el praderío superior de la
divisoria de valles marcada con una cerca de alambre.
Las balizas no son muy fáciles de seguir y nos vemos obligados a
ascender al nordeste, junto a la valla para coronar un pequeño lomo y bajar
seguidamente al Coll de Lliens situado a 1877 metros de altitud,
justamente en el lugar en que se adivinaba; por lo que no entendemos lo del
barranco para tener luego que flanquear.
En Fembra Morta.
Pasamos la cerca y de llano nos
vamos a faldear la cara sur del Pico de Sistra hasta que alcanzamos la
divisoria de la Sierra
de Fembra Morta con la que tomamos la dirección sudeste y en suave descenso
alcanzamos enseguida el Coll de Fembra Morta
a 1735 metros
de altitud cuando son las ocho y media de la mañana.
Praderíos en Fembra Morta.
Seguimos junto a la alambrada que recorre toda la sierra. Hacemos
algunas fotos tanto de ganado vacuno como a una preciosa manada de caballos
y después de un pequeño quiebro al sur
tomamos la dirección sudeste y enseguida localizamos el emplazamiento del
Pueblo de Molló.
Caballos en Pla del Abet.
Al este se va escondiendo poco a poco el Canigó y nosotros sin prisa
pero sin pausa, pista abajo nos vamos un poco al sur hacia una urbanización del
pueblo. Comemos unas moras que están dulces y frescas y tras alcanzar la urbanización
de segundas residencias no nos queda otro remedio que acercarnos hasta el
núcleo fundamental del pueblo.
Bajamos a Molló.
Almorzamos con tranquilidad pues a pesar de que el programa del día
parece complicado y requerirá su tiempo, vamos muy bien de hora.
Echamos cerca de una hora en el tajo y a las once menos diez
continuamos.
El pueblo está en un lugar complejo. Su parte antigua está en un lomo
a caballo entre dos barrancos. No nos atrevemos a continuar por el Barranco de la Fuente y entrando al pueblo
nos vamos hacia el sur para alcanzar la carretera próxima al Río Ritort que
viene del norte.
La carretera ha sido remodelada recientemente y sus laderas muy
cortadas y vestidas de malla posiblemente nos hubiera puesto dificultades si
tratamos de bajar directamente.
Son aproximadamente ocho kilómetros de carretera. Y como no merece la
pena especular con la misma decidimos poner una marcha ligera que cuesta abajo
no se lleva nada mal y a once minutos por kilómetro vamos bien.
Puente sobre el Ritort en Camprodón.
Pasamos junto al enorme cámping que está en la orilla izquierda del
río, que por cierto tiene bañistas en sus orillas y cuando son las doce y diez
cruzamos el puente sobre el Río Ritort a la entrada de Camprodón y buscamos un
sitio para lavarnos y poner fin a ocho días de camino
El remojón es de los que se agradecen pues hace calor y el agua no
está demasiado fría. Seguidamente nos cambiamos de ropa y hechos unos brazos de
mar nos juntamos para continuar hacia el pueblo. Pero aprovechando que el prado
que hemos cruzado tiene un par de frutales que proporcionan una sombra
estupenda nos quedamos allí para comer aunque la una sea un poco pronto.
El plan es sencillo: en Camprodón haré dedo hasta Ripoll y de allí a
Puigcerdá para recoger el coche y volver en busca de los socios que si hacen
dedo después deberán quedarse a la entrada de Ripoll para no liar la jugada.
Además me llevaré el un poco de comida y mi mochila por si acaso.
A las dos menos cuarto nos ponemos en camino en medio de un mediodía
con cierta nubosidad, pasamos junto a la zona deportiva y entramos al pueblo en
lugar de marchar por la circunvalación. Los socios dicen de localizar la
estación de autobuses y ver un poco el pueblo.
Camprodón es un pueblo recorrido por el Río Ritort que, evidentemente,
no responde a la imagen que tengo en mi memoria, casi siempre pasa.
Lo recorremos de punta a punta por una de las calles junto al río ya
que la estación de autobuses está al final del pueblo.
Yo paseo relajado aunque me apetezca poco. El pueblo no tiene nada de
especial más que una inusitada densidad de restaurantes y una estación de
autobuses cerrada pero que nos anuncia que a las tres sale un autobús para
Ripoll.
En poco más de media hora nos hemos liquidado el pueblo y para hacer
hora nos vamos a un parquecillo al otro lado de la carretera de circunvalación
y allí me entra el relajo total pues parece que de momento no tendré que hacer
dedo.
A las tres tomamos el autobús en el que continuo con mi descanso
iniciado en el jardín.
Le preguntamos al chofer por autobuses hacia Puigcerdá y nos dice que
el tren. Que él siempre que va lo hace en tren. El asunto nos sorprende pero
como la estación del tren está junto a la parada del autobús... pues no hay
problema.
El Ter en Ripoll.
En poco más de cuarto de hora nos llegamos a Ripoll. Hace un calor de
la leche o al menos así me lo parece.
No hay estación de autobuses como tal, hay una pequeña sala de espera
junto a un bar y allí preguntamos. No saben muy bien si hay autobús a
Puigcerdá, creen que no, a pesar de un viejo cartel.
En el Monasterio de Ripoll.
Al lado está la estación del ferrocarril y allí nos enteramos que hay
uno que sale sobre las seis de la tarde, así que, no hay problema. Vamos a
visitar el Monasterio de Ripoll.
Nos han dicho que está muy cerca y así es. La calle del autobús nos
lleva a un puente sobre el Río Ter y otra calle nos deposita en la amplia plaza
en la que se encuentra el monasterio.
Yo me encuentro muy cansado y cualquier cosa me agota. En los jardines
de la fachada principal del monasterio me acuesto. ¡Qué bien se está! Me
encuentro extraordinariamente cansado como si hubiera acabado con todas mis
reservas pero estoy contento por haber terminado la travesía con la amenaza de
la diarrea, que por cierto, no se ha cortado todavía.
La oficina de turismo está allí. Se ofrecen a guardarnos las mochilas
para que podamos visitar el pueblo tranquilamente y nos dicen que al tren, que
la carretera es infernal y que no va nadie por ella. El Puerto de Tossas con
sus 1800 metros
la convierte en poco útil salvo para casos de precisa necesidad.
Visto el monasteio y los alrededores nos volvemos. En la sala de
espera de la estación sacamos billetes y esperamos. Para eso deben ser las
salas de espera. El autobús nos ha costado 2’6 euros y el tren 2’9 euros por lo
que sale baratísimo el tren.
El tren pasa por Campdevanol y sube hasta Ribes de Freser, allí se
partirá en dos. Luego transita por Planoles y el Puerto de Tosas pero con
muchos túneles y a través de un medio muy verde y arbolado. Hace el camino
inverso al que hemos hecho nosotros pero a una cota más baja.
Tengo tiempo para hacer el recuento del día. Hemos subido 197 metros , hemos bajado
957 metros
y hemos caminado 16’5 kilómetros en tres horas y cuarenta minutos efectivos.
Hoy ha sido una despedida absolutamente ligera.
A veces la carretera por debajo del tren, otras veces túneles. ¡Qué
poco vamos en tren!
En Puigcerdá nos bajamos y con las mochilas recorremos un camino
conocido hasta el coche que se hace más corto que hace cuatro días.
Son las siete pasadas de la tarde cuando nos montamos en el coche y
nos vamos al Intermarché junto al que hice dedo.
Compramos un poco de jamón de york para mi estómago, pan fruta, leche
y una bolsa de hielo. Hay que celebrar el final de la travesía.
Pasamos Bellver de Cerdanya y tomamos una pista que se acerca al río y
en un prado cerca de la orilla nos detenemos. Será nuestro campamento. Van a
ser las ocho de la tarde.
Rosa prepara el Ceps que he encontrado esta mañana al empezar a
caminar, abrimos una lata de aceitunas y unas heineken con lo que iniciamos
nuestra tradicional y particular celebración.
La seta está deliciosa y el resto no está mal pero yo no quiero abusar
de mi estómago y no ceno demasiado, Juan tampoco está mucho por la labor, no
tiene demasiado apetito. Luego los postres sin ganas… ¡Pues Vaya celebración!
Rosa igual se queda hasta con hambre.
Cae la noche bajo la alameda
A media noche me levanto y sigo con diarrea que ahora ya no tiene
ninguna importancia. Ya se pasará.
Serán sobre las siete de la mañana cuando nos levantamos Juan no
desayuna, tiene el vientre suelto. Ya ha salido la inapetencia de ayer. Lo
cierto es que los tres hemos comido lo mismo y Rosa será la única a la que no
le pase nada. ¿Habrá sido el agua de Engorgs, la de Planoles, los ciruelos?
Quién sabe.
Desayunamos y nos ponemos en carretera. Son las ocho de la mañana.
Palacio de los Condes de Urgel.
Hacemos unos kilómetros y enseguida llagamos a Seo de Urgel. La Mañana es espléndida y
damos un paseo por la parte antigua de la ciudad visitando la zona del Palacio
de los Condes de Urgel.
La vuelta la haremos por Lérida al
objeto de entrar en el Unipreu de deportes. Lo hacemos en buen momento pues
compramos una tienda para los tres y Rosa se compra por fin unas botas Escarpa
para hacer esquí de travesía
Pasamos por Monzón y paramos en casa
de la hermana de Juan. Luego, pasadas las cuatro dejamos a Juan en la puerta de
su casa. Una vez más la misión está cumplida. Después vendrá lo de siempre y el
recuento general de la actividad que ha supuesto subir 9808 metros , bajar 10361 metros y
recorrer 184,2
kilómetros empleando para ello 54 horas y 50 minutos de
marcha efectiva realizada a lo largo de ocho días.
La media es interesante pues con
bastante carga hemos subido un promedio de 1226 metros , hemos
bajado 1295 metros
por día, hemos recorrido 23
kilómetros diarios y hemos caminado durante seis horas y
cincuenta y dos minutos cada día.
Ahora quedan pendientes un par de
tramos del GR 11.: del Cabo de Higer a Ibañeta y de Molló al Cabo de Creus,
oeste y este del GR. que no sé si haremos en algún momento. Conocemos la mayor
parte, el GR 11 no es una alta ruta y además los Pirineos dejan de serlo en
estos dos tramos. No sé si muy en primavera podrán tener cierto interés pero
creo que, en todo caso lo tendrán como reto personal y no como atractivo para
montañeros. Creo que hay cosas más de nuestro particular interés.
Para ver más fotos.
También puedes ver el Comienzo.
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