Betmersee y Eggishorn.
13-08-2010.
Tiempo efectivo 03:00 h.
Nublado.
Muy fácil
Agua en Betten, en fuentes del
camino y en Betmeralp. También en el barranco de descenso.
Bettten, Camino del Domo,
Betmeralp y Betmersee. Descenso por el camino directo del barranco.
Las variables son numerosísimas
en la zona y los teleféricos posibilitan todo tipo de combinaciones.
Mapa de Betmerralp procedente de Landeskarte der Schweiz. Vía en amarillo.
Tenemos en Turtmann un lugar discreto al oeste del
pueblo donde podemos montar nuestro campamento. Cuenta con un barranquillo de
cristalinas aguas, es una zona de escasísimo tránsito y disponemos de un lugar
a cubierto para cobijarnos en caso de lluvia. Es más de lo que necesitamos para
el poco tiempo que pensamos permanecer hasta comenzar la segunda parte de
nuestra travesía.
De
camino hacia Sierre nos detenemos para comer aprovechando que ha cesado la
lluvia, aunque la tarde está cargadísima por arriba y muy nubosa por el valle.
Son las tres y media y no tenemos otro objetivo
que dejar pasar la tarde. Bueno, dejar pasar la tarde y el día siguiente ya que
el hecho de renunciar a hacer la actividad en travesía nos ha regalado un día
que hemos de consumir sin adelantar en la actividad puesto que tenemos
reservados refugios de altura.
En
Zinal y en Sierre buscamos las oficinas de turismo que anuncian mal tiempo
sobre todo en altitud y con tendencia a empeorar.
Van
a ser las seis de la tarde cuando llegamos a nuestro campamento y aprovechamos
una rayada de sol pera terminar de secar las capas.
Juan
tratará de reparar con pegamento una de las suelas de sus botas que se ha
despegado pero tendrá poco éxito, el poliuretano se va descomponiendo y nos
ofrece agarre con las colas de contacto. Entre tanto, vamos haciendo tiempo para
cenar pero se pondrá a llover antes de lo conveniente. La tregua del tiempo ha
durado menos que un caramelo en la puerta de un colegio.
Cenamos
a cubierto y con lluvias intermitentes sobre las ocho y media y con un tiempo
tan inseguro decidimos pasar la noche también a cubierto por si las moscas.
Alrededor
de las nueve y media nos metemos en los sacos. La noche será seca y segura en
este lugar pero el hormigón bajo nuestras esterillas la hará larga y sobre todo
dura para las caderas: nos falta costumbre.
Alrededor
de las siete de la mañana llega para nosotros el viernes 13 de Agosto de 2010
un día con poca historia a priori y con un cielo absolutamente cargado de
nubosidad solamente un tanto aclarada por la zona de Martigny y el Lago Leman.
Desayunamos
tranquilamente, recogemos y nos vamos a marchar a explorar el inicio de nuestro
tajo del día siguiente, no tenemos otra cosa que hacer procurando no hartarnos
de agua y sobre todo esperar, esperar que el tiempo mejore.
Charlamos
un poco con una francesa que está de vacaciones, le damos agua ya que no tiene
y ella, a cambio, toda agradecida, nos regala un mapa de carreteras de Francia
que hemos de aceptar inexcusablemente.
Alrededor
de las ocho y media partimos hacia Raron, Visp, Brig y Morel, lugares recorridos
ya en la tarde de la llegada.
En
Morel abandonamos la
Furkaestrasse y nos introducimos en una carretera de montaña
que gana altura en la ladera norte del valle y en algo menos de 10 kilómetros nos
permite llegar a Betten. Son las ocho y media de la mañana y estamos a 1203 metros de altitud.
En
el pueblo hay una estación intermedia del teleférico que sale de
Betentalstation al igual que el teleférico directo a Beltmeralp. Nosotros
cruzamos el pueblo y al final del mismo, poco más arriba del desvío a Egga
aparcamos y nos vamos a dar una vuelta por el pueblo y a tomar alguna decisión:
las nubes campan por doquier y a cualquier altitud y nieblas volanderas van y
vienen por cualquier parte.
No
merece la pena tomar el teleférico que nos colocaría de inmediato en las
nieblas y tras marear largo rato la perdiz y almorzar tranquilamente decidimos
subirnos caminando a Betmeralp. Si el día se estropea mucho podamos tomar el
teleférico para la bajada.
En
la parte alta del pueblo, justamente donde termina la zona de tráfico rodado
autorizado, parte el camino a Betmeralp balizado en rojo y blanco. Son las doce
menos diez.
Inmediatamente
se divide en dos y nosotros tomamos el que parte hacia el nordeste en dirección
a Domo.
Una delicatrsen suiza.
En
camino, no excesivamente transitado se empina enseguida, describe unas lazadas
bajo el bosque mixto y enseguida se introduce en una pradera inclinada para
ganar la parte alta de la misma en la que hay unas viejas cabañas de madera en
precario estado.
El
camino coincide y cruza la carretera que viniendo de Martisberg posiblemente y
que comunica un sembrado de cabañas
utilizadas con fines turísticos. Nosotros seguimos el camino balizado que en
amplias lazadas va ganando altura siempre al nordeste a la vez que disfrutamos
de algunos claros con sol.
Sobre
los 1600 metros
de altitud el camino cambia de orientación y volviendo al noroeste llanea un
poco, atraviesa otra zona de bosque mixto y enseguida nos enseña el caserío de
Betmeralp.
Hemos
de proseguir en suave ascenso orientados por la blanca silueta de la iglesia
del pueblo, bueno, del poblado de la estación de esquí y de esta manera el
camino se convierte en calle de un pueblo en absolutamente irregular y asentado
en una ladera muy abrupta en la parte oeste. Estamos por encima de los 1900 metros de altitud.
Damos
alguna vuelta hasta que alcanzamos la llegada de los teleféricos y poco después
la calle que pasando al norte de la iglesia conduce a la zona deportiva en la
parte alta del caserío.
Vamos
en busca del Betmersee, lugar por el que ha de pasar nuestro camino de mañana,
intuimos su emplazamiento y alcanzamos el lago situado a 2006 metros de altitud
cuando es la una y veinte del mediodía.
El
Betmersee es un lago que creemos represado pues han disimulado la presa de su
orilla sur con tierras sobre las que se han establecido tanto las pratenses
como los edificios de distinta índole. El pueblo es la parte baja de una
estación de esquí y de aquí parten arrastres que van a coronar la cresta
noroeste que se va elevando paulatinamente al nordeste hasta culminar en el
Eggishorn, lugar al que llegan los medios mecánicos más altos.
La
pradera alpina sobre la que se asienta el pueblo está cosida de caminos que van
a un lugar y a otro facilitando actividades senderistas. De entre la maraña de
caminos hemos de distinguir dos de ellos, uno por cada lado del lago que se
elevan paulatinamente por la pared y que alcanzan sobre los 2200 metros de altitud
la parte superior de la arista.
La
arista a la que nos referimos es la limítrofe con el Gran Glaciar del Aletsch.
Nosotros tendremos que coronarla y de allí bajar al glaciar para atravesarlo al
oeste del Eggishorn e introducirnos en el Glaciar de Mittelaletsch. La multitud
de caminillos conducen a diversos puntos desde donde se puede contemplar el
mayor glaciar de los Alpes.
Las
nubes están establecidas uniformemente a partir de los 2300 metros , por debajo
el día es agradable aunque incierto y suponemos que en la cuenca glaciar la
nubosidad estará asentada desde un poco más abajo.
Echamos
un bocado en un banco de la orilla oeste del lago contemplando
intermitentemente la elegante estampa del Eggishorn asediada por la nieblas y
desestimamos el hecho de remontar la ladera para, con bastante probabilidad, no
ver con claridad la continuación de nuestro posible camino de mañana, cada vez
más improbable.
La
decisión la tenemos rondando por nuestras mentes pero no nos atrevemos a
formularla en voz alta: nos resulta bastante dura pero finalmente la
terminaremos de rumiar.
¡Adiós
travesía del Aletsch! El tiempo incluso eliminará la quimera de dejar la
primera parte y recorrer parte de la segunda comenzando por el final.
Son
las dos, hemos tomado de postre un poco de chocolate con mucha resignación y
nos vamos para abajo. Tendremos tiempo de reprogramar los días venideros.
En
la parte baja del pueblo tomamos intencionadamente otro camino para bajar a
Betten. Será un camino orientado al sur-sudeste que muy vertical transita por
las inmediaciones del barranco que baja de Betmeralp. También está balizado en
rojo y blanco y perfectamente indicado incluso está más transitado que el que
hemos utilizado para la subida.
Es
un camino de descenso muy directo que en un momento cruza con una pista que se
orienta al este de la ladera de Riederalp.
En
uno de los pocos tramos que hacemos de pista localizo unos pocos de robellones
que evidentemente recogemos, son media docena pero en la sartén pueden estar
divinos.
El
camino cruza el barranco muy abajo y por su orilla izquierda se introduce en
los estrechos y abancalados pradillos próximos al pueblo, que alcanzamos
justamente por el camino que hemos desechado en el momento de abrirse al inicio
del ascenso. Son las cuatro de la tarde.
Nuestro
inmediato objetivo es bajarnos hasta Brig y localizar la tienda de montaña que
nos han indicado para comprarnos botas, una de las mías también se empieza a reír
y hagamos lo que hagamos, pues eso.
Nos
cuesta un tanto encontrar la tienda. Vemos algo para media montaña pero no
tienen el 45 que necesita Juan. Nos dirán que nos la reservan en su otra tienda
de Visp y para allí nos vamos, es nuestro camino de vuelta a Turtmann.
Compramos
botas, consultamos de nuevo la meteorología y empezamos a darnos cuenta que la
decisión recién tomada puede ser un gran acierto.
Son
las siete y media cuando llegamos de nuevo a nuestro campamento en Turtmann que
va a resultar todavía más asiduo del que tuvimos en Tasch, que ya es decir.
En
medio de una tranquila cena en la que contemplamos las evoluciones continuas de
la nubosidad a alturas relativamente bajas, tomamos la decisión para el día
siguiente: nos subiremos hasta Grimselpass para recorrer el Oberaarsee y el
Glaciar de Oberaar y el Grimselsee al objeto de conocer el final de la
actividad que no vamos a realizar. Y si el día lo permitiera le enseñaríamos a
las botas nuevas su primera lección de glaciar.
Tampoco
plantamos las tiendas y a las nueve y media nos empiltramos a cubierto. La
nubosidad es consistentemente amenazadora.
Los
900 metros
de desnivel movidos no impedirán que todavía notemos la dureza del cemento en
nuestras caderas, más pensando en que no hemos disfrutado, por razones obvias,
de un agradable paseo por un medio alpino de incuestionable belleza.
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Para ver la continuación.
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