La Sudoeste de Espelunciecha.
Aparcamiento de Anayet, Glera de Anayet,
Barranco Culibillas Cara Sudoeste y Arista Oeste.
Aparcamiento de Astún, Prado Llano y
Cara Norte.
24-01-2016.
Salidas 10 h. y 22 h
Llegadas 13 h. y 24 h.
Sol.
Fácil.
Juan Castejón, Rosa Mª. Martínez y
Mariano Javierre.
Mapa de Espelunciecha procedente de Iberpix. Vía en amarillo.
El
24 de Enero de 2016 había sido voceado a los cuatro puntos cardinales como un
día espléndido. Era luna llena y nos apetece todo para tratar de aprovechar la
poca nieve decente que queda a mediana altitud pues con estas temperaturas se va
a malograr de nuevo.
¡Cómo
nos llama Bious! Pero terminaremos desoyendo su llamada y buscaremos algo más
corto y así poder disfrutar también por la noche en una jornada doble, como en
los cines de antaño, si señor: haremos una sesión doble.
No
hay demasiadas opciones si no se quiere portear algo para pasar una mañana
agradable y elegimos Espelunciecha
.
En busca de la Glera de Anayet.
Son
las diez de la mañana cuando hemos aparcado en Anayet y con los esquís en la
mano nos acercamos a la zona de la cafetería donde ponemos los esquís y
marchamos en busca de la Glera de Anayet.
Inmediatamente
abandonaremos la pista y en dirección oeste siempre ascenderemos al sur de la
pista que sube hasta el Cuello Garmé. Es una ladera amplia, amable, soleada y
bastante transitada que nos permite alcanzar la Glera de Anayet en su parte sur
de manera cómoda y sin molestar a los esquiadores de pista.
La nieve está
divina y el foqueo es amable a pesar del desagradable ronroneo de la lengüeta
de mi bota derecha que amortiguaré con un ibuprofeno.
Garmet y Espelunciecha desde la Glera de Anayet.
Alcanzada la
Glera, contemplamos la Arista de los Farallones, la Este de Espelunciecha, el amplio Collado
de la Glera de Anayet y la arrogante imagen de Garmet y colineando nos
dirigimos en suave ascenso hasta el Collado de la Glera de Anayet situado a 2070
metros de altitud y 350 metros más alto que el punto de salida.
Desde el collado
hay que dejarse caer al Barranco Culibillas. Lo más cómodo es perder unos metros y remontarlos cómodamente
por el fondo donde transita la vía del Barranco Culibillas, pero siempre hay
huellas a media ladera que te invitan a racanear un poco tratando de mantener
la altura.
Barranco Culibillas desde el Collado de la Glera de Anayet.
Hoy hay tres
huellas. La más alta la desechamos porque hay que ganar todavía altura por
encima del collado y tomamos la intermedia cómoda en principio pero que
finalmente se pone en la ladera súper erguida pudiendo resultar como casi
siempre más cara de esfuerzo que la tercera que baja al barranco.
Hoy no es el
caso puesto que sin grandes dispendios y
ganando altura por buena nieve nos colocamos en la mitad de la Pala de Cierre
de los Ibones de Anayet.
A media altura en la Pala de Cierre de los Ibones de Anayet.
La atravesaremos
cómodamente con una larga diagonal hasta casi la cascada del barranco,
siguiendo una suave línea ascendente y con un par de quiebros sin necesidad de
vueltas marías remontar al encuentro del Rellano de Anayet situado a 2230
metros de altitud.
Desde el rellano
además de disfrutar del espléndido Diente de Anayet contemplamos la Cara
Sudoeste de Espelunciecha con sus clásicas zetas que se incorporan a la arista
sureste que es la vía más utilizada para acceder al pico.
La arista
sudeste parece tener demasiados cortes en su mitad superior, el corredor
central tiene demasiada piedra para bajarlo así que nos decidimos por hacer
nuestra propia vía aunque a mi chica no le guste en principio.
La Sudoeste de Espelunciecha.
Atravesamos el
rellano lacustre orientados hacia la cima y
seguidamente iniciamos una larga
diagonal que atravesará cómoda y uniformemente toda la cara sudoeste para
alcanzar el hombro inmediato a la arista oeste: es una vía de libro que no se
suele utilizar fundamentalmente porque te deja en el resalte cimero de la
arista en el que suele faltar la nieve y si se quiere llegar a la cima con los
esquís hay que portearlos unos metros.
Con el Diente de Anayet.
Alcanzada la
arista, y comprobando los diferentes estados de la nieve: dura y venteada en la
arista y amable y soleada en la cara sudoeste, nos llegamos al nicho que ofrece
la arista, es un abrigado espacio donde
puedes dejar los esquís con toda comodidad y seguridad.
Termminando la travesía de la Sudoeste de Espelunciecha.
Solamente queda,
tras dejar los esquís, ascender una treintena escasa de metros mixtos que nos
depositan en la Cima de Espelunciecha situada a 2396 metros de altitud cuando
son las doce menos cuarto.
La Oeste de Espelunciecha.
En la cima un
montañero me confunde con Julio Benedé. Su cara me suena y finalmente nos
presentamos: es Donato Molina al que he visto en algún selfie de los Blogs de
Sendero Límite o lameteoqueviene. Me ha confundido por las barbas y porque
desde luego no me ha visto esquiar. Julio es un crac y yo un eterno
principiante.
Cima de Espelunciecha.
Charlamos un
rato, echamos un bocado, es un tipo franco amable y cordial, mientras corre una
ligera brisa pero se está muy bien al sol con los cortavientos.
Media hora
después dejamos las variadas conversaciones con el personal que va llegando y
nos vamos para abajo en busca de los esquís.
Esquiando la Oeste de Espelunciecha.
La arista nos ofrece
un par de giros sobre nieve dura y seguidamente la cara sudoeste nos
proporciona un placer indescriptible que alargamos cuanto podemos hasta entrar
en el Rellano de Anayet.
La pala de
cierre está hecha un patatar pero no
resulta incómoda. No sucederá lo mismo con el tramo de pala siguiente pues
quiero recorrer el camino de la subida. Hay una parte a la que ya ha llegado la
sombra y en unos minutos ha puesto la nieve dura, costrosa y desagradable. Suerte que es una
terraza bastante plana y enseguida un erguido faldeo nos saca al sol y a la
diagonal suavemente ascendente que hacemos con las taloneras sueltas y que nos
devuelve al Collado de la Glera de Anayet.
Campo Troya y Garmet desde la Glera de Anayet.
El descenso
desde la Glera de Anayet va a ser sin duda el mejor que recordamos: arriba
nieve polvo poco profunda que se gira maravillosamente y luego, siempre al sur
de la pista disfrutamos de una nieve primavera inmejorable que hasta parece que
sepamos esquiar algo. Solamente el pero de que no hay nieve en ninguno de los
tubos como hemos visto a la subida, que hubieran convertido el descenso en
inenarrable.
Infiernos, Argualas y Campo Troya desde la Glera de Anayet.
A La una estamos
en el coche tras salvar 680 metros de desnivel acumulado en una preciosa y
breve jornada de las de repetir.
Mapa de la Raca procedente de Iberpix. Vía en amarillo.
Unas horas
después, son las nueve menos cuarto cuando nos ponemos de nuevo en el coche
para marchar a Astún pues nos espera la Raca.
Después de
variadas deserciones por diversas causas seremos los tres los que iremos:
habíamos tomado la decisión de ir a disfrutar la luna llena independientemente
de quien viniera.
Son las diez
menos cuarto cuando empezamos a foquear desde el edificio de la Clínica de
Astún que, por cierto, no tiene luz. Estamos a 1700 metros de altitud y hace
una noche de auténtico sebo con 7º C. Creo que se trata sin duda de una de las
noches de luna llena más cálidas que recordamos de entre las numerosas que
hemos disfrutado y también padecido.
Más abajo de Prado Blanco.
La nieve de la
Pista de Enlace está arreglada y se ha endurecido ya pero hay varias
máquinas que están faenando y que nos lo pondrán cómodo, sobre todo la que está
en la Zona Alta de la Raca.
Antes de
incorporarnos a Sarrios charlamos con
Jesús Sánchez y sus compañeros que ya bajan y seguidamente, el resalte duro por
el que se abandona la orilla del barranco nos coloca en Sarrios para ascender
persistentemente en busca de Prado Blanco entre las máquinas que trabajan por
aquí y por allá.
En prado Blanco.
Me he tomado mi
ibuprofeno pues la lengüeta me sigue machacando y así asá iré subiendo. La
noche es espléndida, está absolutamente despejada pero la luminosidad está un
pelín apagada, lo que no es ningún problema para el ascenso.
Tras recorrer
todo Prado Blanco tomamos la Pista de la Raca
con su tramo estrecho algo duro a pesar de que la máquina acaba de
bajar.
Coronando la Raca.
Luego del
rellano, decidimos no poner cuchillas en previsión pues el muro final siempre
está duro y ascendemos sin demasiadas diagonales aprovechando las últimas
pasadas de las pisanieves que han dejado surcos en los que la adherencia de las
pieles es muy buena.
Son las once y
media cuando alcanzamos la Cima de la Raca a 2277 metros de altitud. Debemos
estar alrededor de 4º C.
En la cima
encontramos a un grupo de cuatro jóvenes. Son de Hecho y alrededores. Charlamos
un rato con ellos y nos asomamos para
ver el Valle del Aragón sembrado de luces en medio de la noche.
Cima de la Raca.
Media hora
después, hemos olvidado el termo del café, hemos sido invitados a té caliente, compartimos dulces y
nos vamos para abajo.
Valle del Aragón desde la Raca.
La nieve se ha
endurecido un poco pues al estar la nieve bastante húmeda enseguida endurece y en la parte alta como en la baja
rascan los cantos de lo lindo. Solamente la parte central tiene una nieve
estupenda.
Al estado de la
nieve hay que añadirle una perfecta superficie gracias al trabajo de las
máquinas y también, por el contrario, la luna no ofrece una gran luminosidad
con lo que el descenso no es de lo más placentero que recordamos. Bajamos sin
más e incluso Rosa terminará bastante mareada por falta de visibilidad.
Tramos de buena nieve bajando de la Raca.
Pasadas las doce
llegamos al coche que marcara 7º C. Hoy ha sido pequeño el placer para los casi
600 metros ascendidos. La luna, que por cierto, estaba muy alta ya cuando hemos
llegado no ha estado por la labor. ¡Pero quién se pone con la luna!
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