Merendero de la Chalp de Queyron, Le
Chatelard, Escoyers, Puente, Caserío, Chalets y Col Bramoussse, Ceillac,
Telesilla Melezet y Lacs de Miroir.
09-07-2022.
Salida 06:45 h. Llegada17:30 h.
Tiempo efectivo de marcha 06:45 h.
Desnivel ascendido 1650 m.
Desnivel descendido 1400 m.
Distancia recorrida 23000 m.
Sol.
Fácil.
Juan Castejón, Rosa Mª. Martínez y Mariano Javierre.
La
noche resultará espléndida en el Merendero de la Chalp de Queyron situado a
1982 metros de altitud y prácticamente ni hay mojadura cuando nos levantamos
pasadas las seis de la mañana. Estamos a 9 de Julio de 2022.
A
las siete menos cuarto y con las mochilas a la espalda nos vamos pista adelante
hasta el mirador y de allí iniciamos el descenso hacia las Cabañas de Queyron
abandonando la pista que morirá en las inmediaciones de las mismas.
Bajamos
por el GR de la Dent de Ratier que abandonaremos enseguida ya que marcha al
oeste hacia el Refugio Fourtande, mientras que nosotros iremos descendiendo
hacia el primero de los caseríos que es Le Chatelard, muy cerca de una
prominencia en la que el camino que desciende al sudoeste continúa al sudeste.
Estamos
a 1700 metros de altitud y contemplamos el Valle de Bramousse que tenemos en
frente cuando nuestro camino se orienta al este
en busca de el pueblecito de Escoyeres que es al que llega el camino
bajo desde Villar Gaudin.
El
camino zigzaguea algo en zona de barrancos con pendiente hasta que alcanza las
casas más bajas para echarse para abajo en un camino parecido a la Senda de los
Cazadores de Ordesa. La pista que se convierte en carretera lo hace un poco a
nuestra izquierda en una serie rítmica de revueltas.
Nos
hemos montado en el GR58. y nos derrumbamos por una ladera seca, terrosa y
descompuesta que recorremos al sur con
la vista puesta en la carretera y el río que nos esperan abajo.
Son
las ocho ligeramente pasadas cuando alcanzamos la carretera que baja de
Aiguilles hacia Guillestre. Allí tenemos el Puente de Bramousse que permite
pasar el Río Guil. Estamos a 1185 metros de altitud.
La
pesadilla de las travesías es siempre la misma: tienes que bajar a los
Infiernos para subir inmediatamente a los Cielos. Los puntos bajos está muy
abajo y los altos siempre altísimos pero hemos venido a esto sabiéndolo.
Sin
solución de continuidad, tal como hemos bajado comenzamos a subir.
Y
subimos con garbo, menos mal que lo hacemos a la sombra con lo que del mal el
menos y en tres cuartos horas alcanzamos Bramousse sobre los 1450 metros de
altitud. Allí el camino atraviesa por medio de un desarticulado amasijo de
casas, nos lleva a una fuente y seguidamente nos ofrece un claro muy amplio y
arrellanado de praderío rodeado por el bosque.
Hay
una pista que prosigue praderío arriba pero nosotros seguimos un camino que
enseguida se sumerge en el bosque y prosigue ascenso en busca de los Chalets de
Bramouse, un grupo de casas de labor desperdigadas, convertidas en viviendas de
turismo rural y situadas en un siguiente y amplio claro, alrededor de los 1850 metros de altitud.
Junto
al más alto y alrededor de los 1900 metros nos sentamos a almorzar. Son las
diez y cuarto.
La
mañana está calentita con un sol radiante cabalgando un cielo azul en el que se
irán colgando algunos cúmulos muy salpicados y de poco desarrollo. Una
meteorología a pedir de boca.
Media
hora después continuamos el ascenso. Hemos estado sentados tres metros debajo
de una fastuosa fuente abrevadero en la que echamos un trago sin más porque
vamos sobrados de agua.
Un
cuarto de hora más de ascenso a la sombra del bosque nos depositan en el Col de
Bramousse. Estamos a 2257 metros de altitud y ante nosotros se despliega un
valle medianamente profundo al que tenemos que bajar. Detrás y en horizonte
este aparecen algo difusas las Puntas de la Font Sante y algo más al sur y con
toda claridad la Pointe de la Saume.
El
descenso a Ceillac no ofrece ninguna duda. Un caminillo bastante transitado y
muy bien señalizado atraviesa el praderío alto para sumergirse a continuación
en el bosque de alerces, repitiéndose la secuencia que ya es habitual.
En
aproximadamente una hora estamos callejeando en Ceillac tras atravesar
anteriormente otro pueblecillo turístico de esos que aparecen como las setas en
temporada. Son las doce.
Contemplando
las evoluciones de los parapentistas que sobrevuelas el Bosque de Eysselieres y
aterrizan en un prado señalizado y concurrido, atravesamos el rellano adjunto
al pueblo en dirección sudeste por una carretera que coincide con la que
recorrimos hace tres días al hacer el depósito de alimentos. Han sido alrededor
de 3 kilómetros de llano que se han hecho pesados.
Pasamos por delante de los dos
cámpings y nos llegamos al final de la vía rodada en el límite con la estación
de esquí. Juan ha llegado unos metros delante y se marcha a recoger el
depósito; entre tanto nosotros evaluamos la situación: las mesas del merendero
están a pleno sol y… tenemos una inestimable sombra bajo la plataforma de
arranque de una de las sillas de la estación de esquí, está muy limpia, nos
podemos sentar… y allí nos quedamos, frente a la espléndida Cascada de la Pisse,
a 1700 metros de altitud.
Con
las mochilas a la sombra revisamos los alimentos pues la bolsa exterior se
rasgó un pelín al dejarla y han entrado ratones. Solamente tocaran una esquina
del pan, una punta de un paquete de galletas y una naranja. Hemos tenido suerte
ya que las hormigas que podrían estar por la bolsa solamente están dentro de la
naranja.
Recompuesto
el pequeño desaguisado nos vamos a remojar en el Torrente de Melezet para
mitigar calores aunque nos creemos que, a pesar de que hemos terminado la etapa
de hoy, continuaremos nuestro camino.
Pero
eso será a su debido tiempo. Hemos
puesto a refrescar en el barranco unas cervezas y nos abrimos unas aceitunas
para comenzar la comida como está mandado. Es nuestro pequeño “capricho de
Dioses.” Luego vendrá nuestra ensalada de pepino y cebolla, dos latas de garbanzos y un bote de conserva que no somos capaces de
terminar. Luego nos repartimos las dos naranjas y comemos un poco de chocolate.
El
sueño que nos entra con la “fartera” lo liquidamos con una siesta a la sombra
para que se vaya ajustando todo el condumio en el estómago antes de afrontar el
ascenso a la Pointe de la Saume.
Inicialmente
había planeado el ascenso siguiendo el
Tour de la Font Santé y el Vallon de la Saume, camino poco transitado, pero
luego dándole vueltas al Geoportail aparece una vía diferente que nos puede
economizar esfuerzos y a ello vamos.
A
las cuatro de la tarde hemos recogido todo, llevado la basura a los
contenedores y continuamos nuestro camino que coincide con el GR. que asciende
al Lac Miroir por el que está subiendo mucha gente para la hora que es.
El
camino arranca muy cerca de la Cascada y es el recorrido de una de esas
carreras de montaña, concretamente la que vimos ayer debajo del Col de Tronchet y asciende
consistentemente metiéndonos en calores pues hay tramos en los que el bosque no
oculta el sol.
Un
rato después el camino se aproxima al barranco y prosigue para arriba junto al
mismo pero con pendiente más moderada, hasta que se arrellana un poco más y
aparece un desvío que continúa junto al Barranco de la Pise y que es el que
debemos tomar y que toman los corredores. Estamos a 2166 metros de altitud.
Nosotros
continuamos al sur siguiendo el GR. y cinco minutos después, en suave ascenso,
alcanzamos el Lac Miroir situado a 2214 metros de altitud y al que le había
bailado la cota en mi esquema. Son las cinco
Se
trata de un lago medio colmatado y rodeado de verdura que forma parte de un
pequeño circuito circular que permite visitar el Lac de Sante Anne. Hacemos
unas fotos, contemplamos lo que suponemos como Pas de Cure y nos volvemos a la
intersección de caminos para continuar llaneando por la orilla izquierda del
barranco. Hay que hacer notar que la Cascada de Pisse no es el desagüe del Lac
Miroir sino que es el Barranco de la Pisse que baja del Pas de Curre.
Hemos
de desandar la última parte de nuestro camino para alcanzar el cruce a 2166
metros y tomamos el camino que transita la orilla izquierda del barranco en muy
suave ascenso.
Nuestro
objetivo para hoy está más que cumplido y lo único que nos interesa es
encontrar un campamento decente con el
agua que tenemos asegurada de momento. Consecuentemente alcanzamos un rellanito
en el que se asienta el otro de los Lacs de Miroir y buscamos sitio en sus
alrededores que los hay. También encontramos los manantiales que alimentan el
lago con un agua que corta el morro y allí a 2225 metros de altitud nos quedamos.
Son las cinco y media.
Bebemos
abundantemente mientras contemplamos como pasan los corredores muy separados y
todavía más muertos pues llevan una kilometrada escandalosa en el cuerpo.
También contemplamos una pequeña manada de caballos que juguetean en un cercado.
Mientras esperamos la hora para la cena hacemos un balance de la jornada en la
que hemos subido 1650 metros y bajado casi 1400, con un recorrido aproximado de
23 kilómetros.
Cenamos
parte de la comida de monte que nos correspondía hoy y terminamos la conserva
que no hemos comido abajo; con ello y tras montar la tienda, nos empiltramos
sobre las nueve y cuarto. Todavía pasa algún corredor de los últimos ya que
poco después bajará la organización recogiendo todas las balizas.
Hola Mariano.
ResponderEliminarDe las tres primeras etapas, por tu relato y las fotografías, me ha resultado las más bonita e interesante, con esas enormes extensiones de bosque, las vistas y el agua, con el lac Miroir y la cascada de la Pisse.
Muy majo también el pueblo de Ceillac, una ubicación privilegiada y con la comida tuvisteis suerte, porque las hormigas solo estropearon una naranja y un trozo de pan.
Salud y montaña.
¡Hola Eduardo!
ResponderEliminarEn cualquier travesía de alguna duración hay que contar con que alguna etapa no sea completmente te tu agrado pero hay que hacerla si quieres disfrutar de otras más interesantes. En el GR11 hay de todo y si quieres recorrerlo pues te tocan esas también.
La parte final de la tercera etapa si fué algo más atractiva que la generalidad de lo anterior pero había que hacerlas para entrar en el bloque siguiente más montañero que senderista.
Cometimos un error y tuvimos suerte. Deberíamos haber sacado el depósito de la bolsa y anudar el desgarro pero... Fuimoas descuidados al no advertir que se podría haber rasgado también la bolsa interior.
Ceillac, Arvieux, etc son pueblos final de valle al que llega una carretera asfaltada, sus caseríos han crecido por el turismo y en todos ellos hay estación de esquí, bueno, de multiactividad que esa es la evolución. Son los puntos bajos de la travesía a los que hay que bajar, por los que hay que pasar necesariamente y de los que sales pitando para arriba, pero a cambio te proporcionan la posibilidad de abandonar la travesía en caso necesario.
¡Que vaya bueno!