29 jul 1995

10.95. PIRAMIDE VINCENT Y VUELTA POR BALMENHORN. 29-7-1995.



Pirámide Vincent desde Balmenhorn.

Collado y Pirámide Vincent, Arista Sur, Balmenhorn, Col de Lys, Glaciares de Grenz y Gorner y Rotboden.

29-07-1995.
Salida 11 h. Llegada 12.15 h.
Sol.
Bastante fácil.
2 d.
Ascensión.

Juan Castejón, Rosa Mª. Martínez y Mariano Javierre.

Croquis de Pirámide Vincent procedente de Tobacco. Vía en amarillo.

Desde las Rocas de Balmenhorn situadas a 4167 metros de altitud nos vamos sin mochilas, con los anoraks puestos y las cantimploras además de los piolets y los crampones puestos.
            Descendemos una nieve blanda hasta el Collado Vincent situado a 4088 metros de altitud, algo menos de 100 metros y desde allí, por la cara norte, ascendemos tranquilamente y sin buscar las huellas hasta la Cima de Piramide Vincent situada a 4215 metros, lugar en el que también habíamos estado la vez anterior.
Desde la Cima de Pirámide Vincent.

            Hay gente por todas partes, es sábado 29 de Julio y son las once y media de la mañana.
            Continuamos por la nevada cima en dirección suroeste hasta que esta se convierte en arista. Allí dice Rosa que se queda, que ella no baja hasta allá abajo para ver lo mismo que desde aquí.
            Y posiblemente tenga razón pues las nieblas están sobre los fondos de los valles italianos. A pesar de ello Juan y yo decidimos marchar. ¿Qué vamos a hacer si no?
            La arista es mixta y tiene dos resaltes rocosos. Iniciamos el destrepe del primero que enseguida se mete en unos artificiosos pasos que hay que salvar con bastante atención. Luego vienen unos pasos aéreos a toda cresta ya que el este está cortado a pico y el oeste es una zona muy descompuesta, vestida de pequeñas manchas de nieve blanda y también bastante vertical.
            Desembocamos en lo alto de una torre bajo la cual está el primer tramo de arista nevada. Bajamos un poco, miramos por aquí y por allá… Hay que emplear la cuerda pues otra cosa sería poco agradable y tenemos tan pocas ganas…
            Nos sentamos al sol en la pinganeta y nos entretenemos contemplando como viene una pareja. Que ha contorneado por el este el resalte inferior.
            Rodean la torre por el oeste y charlamos un poco con el primero mientras asegura. Hemos decidido ya no bajar. Yo creo que estamos de más en el monte.

Col de Lys saliendeo de Balmenhorn.

            Se ha desocupado el tramo vertical de la cresta bajo el que nos encontramos ya que una cordada grande se ha dado la vuelta y con el camino libre volvemos a todo trapo al lugar donde nos aguarda Rosa que se alegra de que no hayamos bajado puesto que, en el fondo, le fastidiaba quedarse.
            Nos volvemos a la Cima de Piramide Vincent y continuamos para abajo con la intención de patinar el nevero que no se dejará. Hemos hecho ya nuestro último pico por este año aquí y por mi cabeza pasa la idea de que pueda ser el último en los Alpes.
            Es la una del mediodía y de nuevo estamos en el refugio. Vamos a disponer de una enorme tarde para deshacer nieve, beber y aprendernos de memoria el paisaje. Nosotros aprovechamos un rato nuestra gloria particular horizontales en las literas de arriba en las que se está bastante bien puesto que han practicado una ventana hacia la entrada, imaginamos que a consecuencia de algún fallecimiento anterior por ahogo.

Liskamm desde el col de Lys.

            Se seca todo lo húmedo, la gente va desapareciendo de los alrededores y va pasando la tarde lentamente, casi agónicamente. Es nuestra larga y  distendida despedida de los Alpes.
            Nos metemos dentro al caer la tarde y hacérsenos fresqui ya que el tiempo se ha asegurado y no han subido las nieblas. Compartiremos refugio con cinco italianos con los que charlamos de casi todo incluido futbol y política, con ellos es inevitable.
            Cenan y cenamos, el refugio se ha caldeado con el calor humano y el de los infernillos, los italianos se acuestan arriba y nosotros en un ángulo del comedor con colchonetas y mantas.
            Nada más ponernos horizontales llega una pareja que discretamente hace sus cosas en la entrada y luego se acuesta junto a nosotros. Esta noche no pasaremos ni calor ni apreturas como hace tres años.

Zunsteinspitze y Gnifetti desde el Collado de Lys.

            ¡Qué diferentes suelen ser las vivencias a menudo similares! Hace tres años emergíamos de nuestra primera complicación importante y nos quedaba casi todo por delante; hoy casi todo lo previsto ha concluido y nos vamos. Estamos en el mismo refugio pero… casi nada es igual.
            Hay ha sido un día en el que casi sin estrenarnos hemos subido 586 metros y bajado 975 y nos hemos dejado lo más sabroso sin hacer. Dormiremos este sábado aunque haya sido prácticamente un  domingo como manda Dios, es decir, de descanso.
            Amanecemos al domingo 30 de Julio de 1995 a las seis menos diez: bien.
            Después de desayunar recogemos con facilidad ya que las mochilas andan más flojas y a las siete salimos de Balmenhorn como unos señores. Hace un ligero y fresco vientecillo a esta hora en la que está llegando el sol y que justifica gorro y guantes.

De Dufour a Parrot desde el Col de Lys.

            Iniciamos nuestro camino en dirección norte buscando la huella que transita la salida superior del Glaciar de Grenz que será nuestra vía de descenso.
            Queremos alcanzarla  horizontalmente pero hemos de virar un tanto al nordeste para no entrar en los paredones. De esta manera alcanzamos la zona central y más elevada de esta meseta glaciar, cabecera de los Glaciares de Lis y Grenz. Y tras descender una pared de alrededor de 100 metros ya soleada a estas horas; alcanzamos, tras salvar unas grietas importantes, la huella que buscábamos.  Nos ha costado un poco más de lo que esperábamos pero ahora ya todo para abajo.
            El inicio del descenso está bastante agrietado, pero a estas horas no nos preocupa. Sabemos que será largo y agrietado y nos hemos encordado.
            Bajamos a buen ritmo y nos cruzamos con cordadas que suben. Charlamos con unos que se paran y nos dicen que hay que bajar por la derecha, cosa que ya sabemos, y nos parece un poco de pedantería por su parte, sin más.

Bajando el Glaciar de Grenz antes de la sorpresa que nos han anunciado.

            Bajamos el resalte sobre el que nos hemos parado y en el rellano fotografiamos las torres de hielo de la Cascada Superior. La nieve y la huella están buenas para cramponear.
            Poco después llegamos a la segunda cascada de seracs siguiendo la huella a través de grietas muy abiertas para la pendiente en la que nos encontramos y comprendemos las razones del aviso de la pareja: la huella se introduce en medio de la cascada de seracs rodeada de torres de hielo importantes. Hay huellas en el fondo de la primera grieta pues alguien ha debido practicar escalada en hielo y nosotros tendremos que volver sobre nuestros pasos y marcharnos completamente a la derecha del glaciar para tomar una nueva huella.
            Para eso hemos de atravesar un sistema de grietas con puentes regulares y contornear horizontalmente la cabecera de un muro de hielo que bajaremos a continuación.
            El muro, muy vertical, se sumerge en una enorme grieta. La huella zigzaguea en una pendiente  fortísima con un patio espeluznante. Cabalgando sobre el vacío de una gran grieta viramos hacia el centro del muro luego atravesamos con cuidado otras y salimos del muro.
            -¡Será posible cómo ha evolucionado el glaciar en estos tres años! Había algunas grietas pero únicamente en las cascadas de los resaltes.

Glaciar de Grenz y Liskamm.

            -Bueno, alguna vuelta ya dimos.
            -Si, pero ahora si nos descuidamos, lo que tenemos que hacer es darnos la vuelta. Creo que en que pasen unos días será complicadísimo o medio imposible pasar por aquí.
            -¡Ya harán otra huella!
            Lo que iba a ser un descenso seguro y relajado se ha llevado su tiempo y toda nuestra atención. Continuamos para abajo pasando grietas y saliéndonos a las rocas de la morrena lateral derecha nos sentamos a almorzar.

Cabaña Monte Rosa con el Gorner a la izquierda.

            Allí se queda brillante el Liskhamm que nos enseña su espléndida cara norte iluminada por el sol mientras que nosotros por terreno mixto inestable y lleno de neveros  dejamos atrás la parte baja del Glaciar de Monte Rosa y a través de pulidas lajas de granito en las que sorprendemos una nutrida bandada de perdices nivales, nos llegamos al refugio Monte Rosa. Son las diez de la mañana.
            Tan solo damos una vuelta alrededor del refugio recordando y seguidamente continuamos para abajo.
            El descenso al glaciar  desde las lajas pulidas de granito llenas de arenillas unido a la rimaya continua que presenta el Glaciar de Grenz en esta zona está complicado. Nosotros lo hacemos utilizando las sirgas instaladas.

Adiós Liskamm. Despídenos de Monte Rosa.

            Fotografiamos el Breithorn y algunas mesetas de glaciar y nos disponemos a atravesar el Gorner.
            Vestido de abundantes y profundas grietas nos obliga a dar abundantes vueltas en medio de desafiados turistas que pululan por allí y que miran.
            Nos cuesta un buen rato atravesar el glaciar y la salida a la morrena lateral derecha está también muy abierta, liosa y complicada. Utilizamos alguna cuerda que encontramos por allí y terminamos por alcanzar el camino.
            Ahora, con las piernas cansadas, nos queda un conocido repecho, largo y trillado que nos permite ascender 225 metros de desnivel que nos conduce a la estación Rotboden.  La mañana calurosa hace largo rato se convierte en sofocante entre turistas y pratenses. Juan se despide haciendo fotos a lo que dejamos atrás y yo harto ya meto la directa y aterrizo en la plataforma de la Estación tras pasar junto al Riffelsee. Son las doce y cuarto.

Glaciar de Grenz Monte Rosa y Liskamm desde Rotbodem.

            Visitamos las instalaciones de la estación para ver las posibilidades que ofrece como refugio accidental mientras comprobamos como son invadidos por una nubosidad creciente los espacios que hemos transitado recientemente aunque ya no nos preocupa.
            Sacamos billetes a 30 francos suizos por barba y nos subimos a un tren que baja lleno a rebosar. Intentaré una foto del Cervino que está demasiado cubierto ya e incluso me saldrá movida lo que no importa demasiado pues tengo bastantes.
            A la una se nos alegra la vista con las floridas balconadas de Zermat.
            ¡Cuántas cosas han cambiado desde aquel 89 en el que expectantes salíamos de los Pirineos por primera vez para marchar a los Alpes! Nuestra experiencia, nuestra capacitación, nuestras ansias por conocer algo nuevo, nuestras más ambiciosas metas y lo que ni siquiera eran metas… ¿Será más importante lo desagradable del esfuerzo que la satisfacción obtenida?¿ Estamos sobrados de asumir riesgos y condenados al sillonbol donde nada imprevisto nos pueda despeinar?¿Dejaremos aparcado en cualquier rincón olvidado nuestro gastado carnet de impenitentes machacas a fuerza de cumplir años mentales?...¿Qué bonito está Zermat con su eterno esposo el Cervino!
            A las dos menos veinte estamos en Tach. Ducha con agua caliente en el cámping. Luego en una tienda de recuerdos compraré una litografía del Cervino y luego, tras pagar 6’5 francos por día y tras meter todo en el coche nos marchamos a nuestro aparcamiento particular y a la sombra de un joven alerce comemos con tranquilidad benedictina y celebramos nuestros Alpes. Esta vez, la celebración no amarguea siendo dilatada, relajada y placentera; vamos, que se nos hacen las tantas en la tornasolada sombra del alerce.
            Recogido todo en el coche iniciamos la vuelta con algunos problemas para depositar la bolsa de basura. Luego nos enteraríamos en Salou de que cada bolsa les sale por alrededor de 300 pesetillas y tienen que andarse con cuidado, llenarlas y cerrar los contenedores con candados.
            Pasamos la frontera por la carretera habitual y en Chamonix paramos para dar una vuelta por el pueblo. La tarde se ha ido complicando por arriba.
            Pasado Flumet cenamos en una zona de esparcimiento y sobre las once nos bajamos un poco más bajo para plantar las tiendas y pasar la noche.
            Hemos tenido una salida suave  con alrededor de 250 metros subidos  y 1600 bajados y a Dios gracias no hemos terminado hechos unos zorros. ¿Será que, al igual que los vinos, mejoramos con el tiempo?
            Allá arriba, en el eterno reino de las nieves se diluyen los pensamientos mientras penetramos en el dulce paraíso de los sueños.
            El 31 de Julio es lunes fin de vacaciones y nos lo pegaremos todo en la carretera desde las siete menos cuarto hasta las diez y media que llegamos a casa.
            Al subir las escaleras le he echado la acostumbrada mirada al poster del Cervino y me he dicho que yo también he estado allí.
            Dos días después nos marcharemos a Salou con nuestra hija a descansar y a dar tiempo para que se cure algún que otro repelón en las espinillas, recuerdos no queridos de tropezones de altura. Allí también se irá arreglando la piel de la cara que es lo único que hemos llevado al descubierto y nos curaremos temporalmente de las purulentas heridas que el vértigo de esas paredes tan verticales y heladas  que hemos querido ver por cualquier parte, han producido en nuestras candorosas almas.

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