Pista de la Ripera, Cabaña del Cantal,
Collado de Tendeñera y Cara Norte.
21-12-1985.
Salida 06 h. llegada 17:30 h.
Sol.
Fácil.
Carlos Prñarroya, Fernando Val, Aproximadamente 15 Militares de la Escuela Militar de Montaña de Jaca, Rosa Casas, Rosa Mª. Martínez y Mariano Javierre.
Tengo alrededor de
1500 entradas de montaña en este blog y a pesar del número: muchas… pocas…,
cada día que inventarío nuestras actividades, encuentro faltas que, vaya usted
a saber, no han visto la luz aunque tienen un lúcido espacio en mi memoria, a
pesar de la distancia y, en este caso,
de que únicamente conservo de aquel 21 de Diciembre de 1985 un par de
fotografías.
En aquellos años
estábamos en que “queríamos ser montañeros” y haríamos nuestra primera invernal
con el motivo o excusa de acompañar a los Mayencos de Jaca en la colocación de
su Belén Montañero, un año en cada cima y ese año era en Tendeñera.
Nuestra amiga Rosa
que nos dejaría años más tarde en el Ardiden, se encargó de contactar, era de
Jaca, con el personal del club. A Gabriel, su marido, no le gustaba un pelo la
nieve y se quedó en casa mientras que nosotros nos plantamos en Panticosa
alrededor de las cinco de la mañana.
Íbamos con mi
Renault 12 que llevaba las ruedas algo gastadas por lo que, enseguida de entrar
a la Pista de la Ripera que tenía algo de hielo, comienza a patinar en una
pequeña rampa más tiesa, por lo que tenemos que dejar el coche y continuar a
pie para arriba. El personal había pasado pero nosotros no. Así que comenzamos
pronto la faena sobre los 1400 metros de altitud.
Habíamos recorrido
aquella pista al menos hasta el Barranco de la Ulot con ocasión de visitar el
Ibón de Catieras y no había problema porque por delante llevábamos algunos
coches que en los tramos nevados habían dejado sus huellas.
Alcanzado el Alto
de Egena la pista se hunde un poco para llanear luego al encuentro del Barranco
de la Ulot. Poco más adelante y a la
altura del Refugio de la Ripera, sobre los 1500 metros de altitud, estaban los
coches; el personal iba por delante y los localizamos poco más arriba del
Refugio del Cantal.
Habíamos hecho
alrededor de 4 kilómetros de pista a buen ritmo y no tardaríamos en alcanzarlos
pues contábamos con la ventaja de tener la huella abierta en los tramos que era
útil ya que la nieve lo cubría todo ya a esa altitud.
Alcanzamos al
grupo que al ser numeroso, iríamos más de veinte personas, formaba una fila
considerable en el tramo en el que el camino sale del Rincón del Verde y se
acerca al barranco ligeramente por encima de la Cascada de Tendeñera. No hace
falta decir que llegamos calientes pero allí estábamos. Yo estrenaba unas botas
Rock Neige, duras como un pie de Cristo Romano, que me masajeaban convenientemente
dedos y talones pero yo era un “chico con zapatos nuevos”. Han sido las únicas
botas en toda mi vida que no he podido terminar.
Incorporados al
grupo avanzábamos al este en busca del Collado de Tendeñera al que llegamos
cuando serían aproximadamente las once de la mañana. Allí viramos al sur y
proseguimos ascenso rodeando algunas pequeñas prominencias entre pequeñas depresiones,
hasta que enseguida paramos a echar un bocado en la base de la Pala Inferior de
la Norte de Tendeñera. Estaríamos por encima de los 2400 metros de altitud.
Recuerdo que los
militares sacaron magdalenas para todos mientras nos poníamos los crampones.
Era nuestro estreno y la única lección que recibimos fue la de un mando de la
Escuela Militar de Montaña al cargo de algunos soldados, que nos dijo que era
conveniente apoyar el pie adelantado al frente y el de abajo cruzado cuando la
pendiente se pusiera fuerte. ¡Joder!
Nada más comenzar
la pala nos quedamos seis o siete solos, los mandos no dejaron ascender a los
soldados pues debían de estrenarse en la nieve y cualquiera sabe de dónde
venían.
La verdad es que
en los tramos de nieve dura íbamos un poco acomplejados, pero tan pronto como
blandeaba un poco íbamos sin problema: caminábamos con las piernas un poco
separadas y fiesta. En algún tramo me encargaría de abrir huella.
Terminado el
Resalte Inferior alcanzaríamos un rellano con nieve blanda y casi sin darnos
cuenta nos meteríamos en la Pared Somital con nieve fundamentalmente
venteada que se subía bien.
En la Arista
Cimera, nevada y afilada pasamos con
cuidado, haciendo una profunda huella y fuimos nosotros tres, las dos Rosas y
yo y cuatro más de los que únicamente recuerdo a Fernando Val y a Carlos
Peñarroya los que llegamos a cima a 2845 metros de altitud.
Depositamos un
pequeño Portal hicimos un par de fotos porque en aquellos tiempos solamente se hacía
foto de cima, comimos un poco de turrón y media vuelta. Habíamos llegado a la
una.
En esa foto que
nos hizo Rosa Casas estamos los dos con nuestros anoraks de servicio, gorros de
lana, pantalones tiroleses de pana, polainas y todo un mundo por delante, al
que le poníamos cara de ilusión, detrás se asomaba Vignemale. Habíamos hecho
nuestra primera invernal y estábamos dispuestos a pegarle bocados al mundo si se
ponía de por medio.
Por donde subimos
bajamos, recuerdo que alegres y confiados con los crampones que funcionaban a
las mil maravillas y disfrutando de un día espléndido.
Los militares se
habían marchado ya y no los volveríamos a ver. La vuelta no tuvo más historia
que desandar camino a buen paso pues si subíamos bien como no íbamos a bajar.
Al paso, la tarde iba cayendo.
Llegados al coche
se fueron para abajo los cuatro de Jaca mientras nosotros continuamos
deshaciendo pista. Un rato después volvió Carlos Peñarroya con su coche y nos
evitó la mitad de la pista. El tenía costumbre de conducir con nieve pues no en
vano subía todos los días a Formigal para recoger carretes de fotografías que
revelar en su tienda. Era la época en la que los Ingleses venían a esquiar a
Formigal.
Nos dejó junto al
coche agradecidísimos cuando ya se hacía de noche pues serían las cinco y media
pasadas. Creo que estábamos más felices que cansados. Hacíamos pocas salidas al
monte y en verano y nuestro horizonte temporal había dado un salto olímpico.
Otras actividades en la zona:
Tendeñera, pico, 21-5-98, 20-7-07, 7-12-11, 6-7-13, 27-7-21,
Otal, pico, 1-5-90, 13-10-02, 24-7-15,
Fenez, pico, 16-6-01,
Ripera o la Blanca, punta, 21-5-98, 20-7-07,
Forato de los diaples, pico o peña del, 8-8-04, 12-9-16,
Chornaleras, punta, 17-6-15,
Mallarruego, pico, 30-10-15,
Escuellas, peña, 3-4-99, 3-10-10, 21-11-17,
Tozal de Siso, 13-9-03, 6-7-16,
Navariecho, punta, 27-2-00, 24-10-09, 12-1-19,
Que mérito esa ascensión! Desde abajo hay una tirada larga, y más con nieve! Ya apuntabais maneras... y Tendeñera, un pico al que le tengo mucho cariño, es una montaña (que si el físico te lo permite), es para coger afición. Me a gustado mucho el relato.
ResponderEliminarGracias David.
ResponderEliminarPues fíjate lo que significa para nosotros.
Si, la ascensión fue larga pero con la motivación que teníamos... ahora en nuestra memoria solamente queda lo maravilloso de aquella jornada para dos principiantes que estaban descubriendo la montaña a pesar de vivir en ella y si, posiblemente, nos inyectó afición que perdura todavía.
Me di cuenta de que no la había colgado y me salió como si hubiera sido ayer mismo.
Todos tenemos esas primitivas ascensiones imborrables en nuestra memoria que nos pintan una sonrisa cuando las recordamos.
¡Que vaya bueno!
Bonita y sentida reseña, Mariano. Y un recuerdo de otros tiempos: cuánta lana encima... y los plumas (es un decir) gordos. Yo nunca tuve botas Rock Neige, pero sé lo que te hacían en los pies unas Sexto Grado hasta que las domabas... ¡Qué tiempos! Ahora, hasta las técnicas de de invernal te las pones el priemr día y es como ir en alpargatas.
ResponderEliminarSaludos
¡Hola Luiso!
ResponderEliminarEra la ropa que llevábamos cualquier día con una escepción: los pantalones eran unos tiroleses de pana, que mi madre, modista, me había apañado de unos convencionales que se había desgraciado por abajo, el gorro tricotado a mano, los calcetines de lana igual...
Bueno, al Montblanc subíamos o con pantalones de chandal o con tejanos y con otro de plástico cortaviento o lluvia y no pasba nada.
Las botas no las olvidaré jamás... y eso que mis pies son de plástico. Pero no te pierdas otra: Rosa subió al Aneto con unas Cleta y llegó con diez ampollas a la cima. Al día siguiente subió con chancletas playeras al Ibón de Cregüeña y al día siguiente a los Ibones de Vallibierna y tampoco pasaba nada.
¡Que vaya bueno!