Modane y el valle hacia Polset, primer punto bajo de la travesía.
Amodón, Chalets de Polset, Gran Planay, Col
de Chaviere y Pralognan la
Vanoise.
06-08-2005.
Tiempo efectivo 8:30 h.
Mixto.
Bastante fácil.
Travesía.
Agua según temporada y en diversos lugares
del recorrido.
Los comienzos de una actividad larga en el
tiempo siempre resultan incómodos al igual que el primer repecho de la mañana
en el monte. Tres o cuatro días después, pasado el pequeño martirio de los
hombros, nuestro cuerpo comienza a funcionar como una máquina perfectamente
ajustada y engrasada. Estamos en plena forma y, en “estado de gracia”,
funcionamos como motos.
Mapa de Modane al Col de Chaviere procedente de Didier Richard. Vía en verde.
Mapa de Col de Chaviere a Pralognan procedente de Didier Richard. Vía en amarillo.
La noche será cualquier cosa menos demasiado larga ya que a las seis
menos diez nos ponemos en danza. Hay que aprovechar el sábado 6 de Agosto y
ciertamente que tenemos por delante un día interesante. ¡Siempre igual! Y es
que me gustan en la montaña que los días sean “interesantes” pues, como dicen,
“ir para nada es tontería.”
Enseguida nos damos cuenta de la razón por la que se nos ha hecho
calor: está bastante nublado.
La previsión meteorológica no era mala pero... Esperemos que el tema
no empeore.
Cuando te pones en la vorágine de una travesía de este tipo, lo importante
es avanzar, incluso la meteorología pude llegar a ser un elemento subsidiario,
y en nuestro caso es mucho decir ya que vamos en precario pues así lo hemos
querido.
Nos aseamos, desayunamos, recogemos
y a las seis y media marchamos del cámping en dirección nordeste y
pasando por delante del supermercado en el que compraron ayer alcanzamos la
carretera que conduce a Lanslebourg.
Por ella nos llegamos hasta el puente sobre el Río Arc que reconocemos
perfectamente por el semáforo y tras veinte minutos de camino nos llegamos a la
gravera en cuyas inmediaciones se inicia el camino que nos ha de llevar hasta
Amodon.
Pasamos junto a las últimas casas y tomamos un camino que nos va a
meter en calores en un visto y no visto, puesto que asciende una pared bastante
vertical a través de cortas lazadas en las que han tenido que realizar bastante
obra de contención.
Modane y Val Frejus que descendimos ayer desde Amodon.
Ascendemos prácticamente en dirección norte y ganamos altura con
rapidez en medio de una mañana muy cálida, de tal manera que, enseguida se
queda Modane allá abajo y comenzamos a tener perspectiva sobre nuestro camino
de descenso realizado ayer por la tarde. Hacemos alguna fotografía aprovechando
que hacia el sudeste quiere aclarar algo, incluso se llegará a asomar el sol,
pero no será más que un ensayo pues el norte comienza a vomitar nieblas que
avanzan hacia nosotros poco a poco.
En cuarenta minutos alcanzamos unos prados llanos en los que hay
alguna casa de turismo rural y aparecemos en el final de la carretera y
comienzo de la pista nada más pasar Amodon. Allí está la misma autocaravana.
Son las siete y media y estamos ligeramente por debajo de los 1400 metros de altitud.
No hemos llegado a dónde pretendíamos pero es lo mismo, ya sabemos por dónde
hay que ir para llegar a ese lugar al que queríamos y queremos ir.
Tomamos la pista que en dirección casi este nos lleva enseguida al
desvío al Refugio de l’Orgere que fue
el lugar en el que nos indicó la pareja del todoterreno.
Allí
el cartel indica: Polset hora y media y como nosotros ya lo conocemos y Rosa
no, se lo vamos a enseñar.
Ascendemos fuertemente por la pista
que tiene el aspecto de haber sido arreglada muy recientemente hasta alcanzar
un pequeño rellano situado a 1490 metros de altitud,
en el que hay un coche aparcado. Luego continuamos ya en suave ascenso y en
dirección este al encuentro del falso collado que se abre al noroeste.
Atravesamos en horizontal las pedreras de mármoles y cuarcitas ya conocidas y
por agradable camino alcanzamos el espolón herboso en el que se encuentra la
casa más baja de La Perriere
que es a donde pretendíamos llegar directamente desde Modane. Cinco minutos
después estamos viendo la señal dejada sobre una roca del camino, que no ha
sido necesaria y recuperamos nuestro primer avituallamiento.
Son las ocho de la mañana, estamos a
1700 metros
de altitud y todo sería especialmente sensacional si no fuera porque las
nieblas han ido bajando y el cielo está muy cubierto y amenazante.
Comemos las naranjas y Rosa se va
adelante llevándose el pan y algunas cosillas más, mientras nosotros acondicionamos el resto de
la comida en nuestras mochilas. Nos hemos ahorrado un porteo de aproximadamente
10 kilos a lo largo de 650
metros de desnivel, pero en contra, vamos a tener que
portear durante más horas y más desnivel el cuantioso peso de la comida de hoy,
pero no nos importa demasiado ya que nos hemos acostumbrado perfectamente al
peso de las mochilas sobre nuestros hombros y ya, la diferencia de peso es poco
significativa. Lo que nos preocupa es el tiempo.
Un viejo y encantador camino,
prácticamene horizontal o en suavísimo ascenso y en dirección norte, a través
de un delicado bosque de alerces, nos va aproximando poco a poco a la zona
del barranco, que es el lugar por donde
adivinamos nuestro paso. Quiere gotear pero no tiene aspecto de ser nada serio,
de momento.
Encontramos de nuevo alguna casa de
campo en la que nace una pista que irá mejorando paulatinamente en suave
ascenso al encuentro de los Chalets de Polset, una zona en el que el valle se
amplía y arrellana y a la que llega la carretera que nace un poco más debajo de Fourneaux
ascendiendo por la orilla derecha del Barranco de St. Bernard.
Enlazamos con el GR 57. y cruzando
la pista que se marcha hasta el Refugio de l’Orgere proseguimos en dirección
norte por la orilla izquierda del barranco, utilizando un pequeño espolón un
tanto erguido por el que el camino asciende perfectamente.
Chalets de Polset desde la parte alta de los mismos.
Vamos ganado altura pues los Chalets
de Polset, que están en plena efervescencia de construcción, están a 1840 metros de altitud
y a la vez las nieblas se van refaldando con nuestra presencia. Por tanto,
mucho mejor. El día lo llevamos bien pero el Col de Chaviere está muy lejos
todavía.
Cascada Inferior del Glaciar de Chaviere.
Tras el resalte ascendemos a media
ladera hasta alcanzar un amplio rellano mientras contemplamos las cascadas por
las que desagua el Glaciar de Chaviere.
Casi en el inicio del rellano
paramos a echar un buen trago de agua aprovechando una fuente en una zona de
surgencias de la parte este.
Cascada Superior del Glaciar de Chaviere desde la Grand Planay.
El camino que transita una zona de
pastos alpinos se empina de nuevo para subir un resalte algo más corto que el
anterior un poco en dirección nor-nordeste con lo que alcanzamos la Grand Planay situada
sobre los 2400 metros
de altitud y en cuya parte inferior paramos a comer un poco al abrigo de unas
rocas y aprovechando que por el este se quiere traslucir el sol.
Vertiente Sur del Collado de Chaviere desde la Grand Planay.
Son las diez y en diez minutos nos
desocupamos. Vamos bien, no necesitamos descanso y por lo que pueda venir...
Enseguida alcanzamos una cabaña
pastoril a cuyo alrededor hay un buen número de vacas pardas. La verdad es que
no hemos visto ganado. Debe ser que el turismo da más dinero que la ganadería.
Tampoco los chatarreros han trabajado demasiado ya que el camino que recorremos
esta sembrado de metralla y de obuses prácticamente enteros y que suponemos
pertenecientes a la
Segunda Guerra Mundial. Este paso debió de tener importante
consideracion a juzgar por los restos que encontramos
Lac de la Partie en Grand Planay.
Un pequeño resalte de verdura nos
conduce a la entrada de un amplísimo rellano en el que encontramos a una pareja
que ha dormido al abrigo de las rocas. En la parte este del mismo se encuentra
el precioso Lac de la Partie
al que me acerco para fotografiarlo.
El rellano finalmente se va llenando
de piedras a la vez que va desapareciendo paulatinamente la verdura para convertirse en un consistente circo
metamórfico que se encuentra coronado por unas negras nieblas que nos ocultan
el Col de Chaviere.
A estas alturas de la mañana ya no
nos importa el repecho que falta: nuestros cuerpos funcionan como unas máquinas
perfectamente ajustadas y engrasadas. Solamente nos falta despegar y casi creo
que podríamos intentarlo.
Ascendemos el amplio corredor
metamórfico por su ladera izquierda, lugar por el que transita el camino.
Pasamos los dos neverillos residuales de la parte sur y alcanzamos las nieblas
y el Col de Chaviere situado a 2796 metros de altitud.
En el Col Chaviere.
Son las once y veinte de la mañana,
nos hemos subido 1734
metros de tacada y estamos satisfechos. Nos hacen una
foto en mangas de camisa bajo el frío ventarrón que habita en el collado y lo
celebramos con un trago de tang.
Sabemos que hasta la gloria puede
tener peros y nosotros tenemos los nuestro, para no ser menos. Por un lado los
pies de Juan no están para demasiados trotes y por otro las nieblas, que no nos
han impedido avanzar pero nos han privado del paisaje que es a lo que hemos
venido a los Alpes.
Nos abrigamos un pelo pues no
tenemos prisas y si a lo mejor levantara un
poco podríamos ver algo pero no va a ser así. Rosa se marcha para abajo
por delante y después nosotros hacemos lo mismo para no ser menos.
Vertiente Nort del Col Chaviere y lagunillas dispersas.
Descendemos fuertemente la ladera norte del collado por un camino muy
pendiente, que con frecuentes lazadas, transita una pedrera metamórfica muy
descompuesta. Nos llama poderosísimamente la atención el cúmulo de colores ocre
y amarillos del terreno que conforman un paisaje singular ayudado por la
extraña distribución de los materiales. Como obra natural resulta ciertamente
caprichosa pues difícilmente se puede pensar en una mente capaz de diseñar algo
por el estilo.
El Col de Chaviere tine cierto
tráfico pues nos encontramos con gente que está muy arriba y Pralognan queda
muy abajo ya que, el Refugio Peclet-Polset está quemado desde este invierno.
Enseguida lo vemos con su fantasmagórica imagen renegrida y con sus placas a modo
de ventanales que han resistido el fuego.
Mont Coua y Grand Mont Coua.
Ni siquiera nos acercamos al mismo,
no merece la pena a pesar de que pasamos muy cerca. Preferimos coger la pista
que alcanza el refugio y marcharnos con ella para abajo especulando si está
transitada o no.
Refugio de Polset recién abrasado.
Allí se queda el refugio y un poco
más arriba las nieblas que nos ocultan la Dome de Polset, la Aiguille de Polset y la Aiguille de Peclet. Hacia
abajo el día se aclara y el personal sube aprovechando la pista que enseguida
se hace buena aunque siga cerrada al tránsito.
Sobre los 2200 metros
aprovechamos que luce el sol y junto a una cabaña semiderruída a la orilla
izquierda del barranco y de la pista nos quedamos a comer. Es la una menos
cuarto y ya va siendo hora.
Llevamos agua y tenemos abrigo para
el butano, así que, nos vamos a dar nuestra bien ganada comilona que habíamos
previsto en los Chalets de Polset.
Glaciar de Rossoire.
Habíamos elegido los
avituallamientos para que nos facilitaran una comida abundante y de peso que no
deberíamos portear. En el primer proyecto serían cenas, luego ya vimos que
serían comidas y que habría que transportarlas algo. La realidad es que la
primera ha salido desayuno y ha habido que transportarla bastante a pesar de
que estaba colocada algo más delante de lo previsto. A pesar de todo el exceso
de peso no ha tenido ninguna trascendencia tal cual lo imaginábamos.
Ahora nos vamos a dar un pequeño homenaje a base de ensalada
mediterrránea, fabada, perdices y cerveza. Quedamos como unos auténticos Dioses
del Olimpo con el estómago lleno y las mochilas aligeradas de peso, con el
mínimo peaje de las latas que machacaremos convenientemente para que no hagan
bulto.
Dome de l'Arpont sobre gencianas lúteas.
Se nos va con el tema una deliciosa hora que pasamos en la gloria pero
nos espera el camino. Continuamos bajando al nor-nordeste por una pista que se
arrellana en medio de un valle lleno de verdura, en el que la amplísima ladera
este aparece coronada por una serie de agujas entre las que destacan las Domes
de Genepy, la Dome
d’Arpont y la Dome
des Nants, emergentes del colgado Glaciar de Genepy.
Media hora después alcanzamos el emplazamiento del Roc de La Peche. No tiene nada de
particular para ser tan caro, ni el lugar ni las apariencias; pero está lleno
de parasoles sobre una soleada terraza y la carretera asfaltada llega hasta
aquí a 1879 metros
de altitud y es un refugio privado.
Domes de Genepy.
Pasamos de largo incorporándonos a la carretera, sabedores de que nos
quedan media docena de kilómetros que habrá que ir bajando.
Pointe du Vallonet al norte de Pralognan.
Lo hacemos tranquilamente teniendo en cuenta la hora que es y pensando
más en conservar los pies que en otra cosa pero con ganas de llegar.
Siempre por la orilla izquierda del Barranco de Chaviere pasamos a la
otra en el Pont de la Peche
y enseguida alcanzamos el Refugio de Le Repojou, también privado. Nos quedamos
con las ganas de informarnos de los precios del mismo pero nuestro cansancio y
pereza pueden más que nuestra curiosidad.
Aguja de Arcelin y Bosque de Creuset.
De allí para abajo la carretera se acerca a la ampliación del valle,
lugar en el que imaginamos Pralognan sin duda, ya que, el valle principal
continúa al norte mientras que hacia el este-nordeste asciende otro valle que
tiene que ser nuestro objetivo para mañana.
Llegando a Pralognan valle de salida para el día siguiente.
Cogemos algunas fresas de la cuneta sin muchas ganas y repitiendo las
lazadas de la carretera alcanzamos el rellano de Pralognan la Vanoise y preguntamos por la Cabaña de Isertán.
Preguntamos y no la conocen
pero enseguida una chica nos indica que está en el cámping y nos orienta
ya que, aunque está muy cerca del lugar en el que nos encontramos, está un
tanto escondido de nuestra vista entre la hondonada del barranco y el Bosque de
Isertán que arranca del mismo cámping. Son las cinco menos cuarto.
Entramos en el cámping por la zona del bar y de los juegos y nos dicen
que hacia el bosque. Hemos de cruzar el puente sobre el Chaviere y atravesar
zonas de acampada hasta que alcanzamos un edificio en la zona sur justamente
donde se termina la planicie y comienza la ladera en la que está instalado el
Bosque de Isertan.
En recepción nos dicen que no tenemos reserva y seguidamente por
teléfono comprueba que la reserva la tenemos en la Cabaña Repojou , esa
que habíamos visto bajando hacia aquí y que se encuentra 5 kilómetros más
arriba. Con el lío del teléfono en Modane a mí se me terminó por traspapelar
el nombre del refugio en el que finalmente nos hacía la reserva.
Los precios que cobran aquí son similares a los del Roc de La Peche , según he leído en el
tablón de anuncios de recepción. Deben tener las sábanas bordadas en oro, así que le damos las gracias y nos vamos.
La primera idea es hacer dedo pues nos ha dicho que no hay autobús y
no podemos marchar para arriba con los
pies que lleva Juan. Ya hemos tenido bastante día, pero no lo vemos muy claro:
primero no es muy fácil que nos cojan ya que son las cinco pasadas y el tráfico
lógico es el de descenso, segundo somos tres y a la vez es prácticamente
imposible y por último a Juan no le apetece gran cosa eso del dedo; si fuera el
de Monteperdido, no te digo.
Decidimos finalmente buscar algún lugar para vivaquear pues para tomar
un taxi tenemos tarde.
La zona nordeste del cámping coincide con el final de unas pequeñas
pistas de esquí que se elevan hasta el Mont Bochor. Se trata también del lugar
por el que tendremos que continuar mañana hacia arriba. En el claro de la
pradera comprobamos que no hay carretera ni pista puesto que va por la orilla
derecha del Barranco de la Glere
y muy colgada, ya que parte la zona más hundida de Pralognan.
Indican una zona de escalada y nos subimos por un camino muy empinado
a la vez que poco transitado para ver si allí hubiera algo de nuestro interés.
Subimos algo más de 50
metros de desnivel pero allí no hay nada para nosotros.
De vuelta dejamos a Rosa que cuide las mochilas y nos vamos, cada uno
por su lado, a buscar. Yo me voy por una pista que rodea al cámping a través
del Bosque de Isertan, se trata de un bosque viejo de alerces y lo poco que veo
está húmedo, a pesar de que hay incluso un posible abrigo en la roca para el
caso de lluvia.
Juan marcha hacia las pistas de esquí y dice que hay una especie de
pícnic y que bajo un viejo alerce...
Se trata de una zona de multiactividad. Los guías tienen una especie
de pista americana para entretener a los críos con cuerdas, tirolinas y cosas
por el estilo. Unos metros más arriba hay un pequeño pícnic con mesas y una
terraza desde la que se contemplan las evoluciones de un grupo en una vía
ferrata que atraviesa sobre unas espectaculares placas la elegante Cascada de La Fraiche.
Preguntamos a un joven que parece conocer la zona y nos dice que hay
dos posibilidades de llegar al Col de la Vanoise una por la carretera que va colgada al
otro lado y da mucha vuelta y la otra, más directa, por el camino que sale
desde aquí. Es por dónde han bajado ellos y es de andar. No nos dice nada de
refugios ni lugares para acampar, el Col de la Vanoise queda lejísimos
para nosotros y la decisión está tomada: nos olvidamos del taxi y del refugio y
nos quedamos aquí a pesar de que el tiempo no está nada seguro.
Nos remojamos los pies y procuramos que Juan se descanse los suyos que
están en un estado lamentable. Vamos dejando que discurra la tarde y que se
vaya evaporando el personal que sale a dar una vuelta desde el cámping, es
sábado por la tarde y viene a ver a los escaladores o baja de regreso. Al paso
que organizamos, subimos agua de un barranquillo próximo y preparamos un poco
todo para la cena y el suelo para el vivac.
Juan se decide por fin y me deja que le cosa las ampollas de los pies
dejándo en cada una un trozo de hilo a modo de drenaje. Así, cuando las cubra
con esparadrapo la cura le puede durar hasta que se le regenere la piel nueva,
es lo que solemos hacer nosotros.
Le propongo a Juan coger algún autobús hasta Val d’Isere, buscar algún
refugio y quedarnos por allí un par de días para que se recuperen un poco los
pies y me dice que ¡mañana ya veremos! Mañana nos dirá que ¡bueno...¡ y
finalmente algo así como ¡que si a eso habíamos venido! ¡No te jode!
Rosa, también tiene alguna cosilla en sus pies pero yo creo que más
por solidaridad que por otra cosa. Yo no tengo pies, no estoy cansado, no me
molesta la mochila ni me duele nada a excepción de la muela que roña de cuando
en cuando; ¡Soy de plástico!
Hoy hemos disfrutado de un día campanillero: hemos subido 1784 metros bajado1428
metros, habremos recorrido sobre 30 kilómetros durante ocho horas y media de
camino efectivo. Hemos salido de Modane y estamos en Pralognan la Vanoise. Después
de todo eso ha a habido que añadir casi una hora de caminar buscando algo para
terminar aquí cuando eran ya las seis y cuarto
A pesar de todo disfrutamos de un ratillo de descanso con la moral un
poco por los suelos. Después de la jornada que hemos llevado yo creo que nos
merecíamos otra cosa.
Pero la montaña es así, como queremos que sea. Nadie nos obliga a ir
pero es que a algunos nos llama y cuando oyes esa llamada no puedes
desatenderla.
Nos merecíamos hoy algo mejor o no, pues ya sabemos que si conseguir que mejoren
algunas cosas puede resultar francamente complicado, que empeoren está chupado
ya que siempre es posible que lo hagan incluso sin necesidad de propiciarlo. Es
la conocida Ley de Murphy que no solamente se cumple cuando se cae la tostada
untada con mantequilla.
Bajo un corpulento y viejo alerce al que le han podado las ramas bajas
hay una plataforma muy plana, con bastante hojarasca de alerce y algunas minúsculas
afloraciones metamórficas que me hacen trabajar bastante para alcanzar una
cómoda plataforma para tres. Me cuesta un rato seleccionar materiales finos,
descartar piedras y ramilla, rellenar y alisar, además de hacer un cordon de
piedra como cortavientos, pero lo que
consigo es decente. Juan tendrá una emergente piedra cerca de su cabeza y yo un
lomo de ballena cerca de la cadera, así que Rosa en medio no estará muy sola.
A las siete y media cenamos cómodamente sentados alrededor de la mesa,
la gente ha ido abandonando el lugar y solamente algunos paseantes se acercan
hasta aquí pero finalmente nos quedaremos solos en medio de una tarde que
quiere hacerse noche ya, puesto que está medio nublado.
Mientras Rosa friega un poco yo me voy a la zona de multiactividad a
ver qué pesco pues no me he olvidado de que, en su día, fui pescador.
Se podría subir hasta un par de colchonetas de esas que se emplean
como protección en las estaciones de esquí, una de ellas sería sencillísima de
desatar. Por lo menos, el cuerpo estaría bien mullido. Pero encuentro algo que
puede ser estupendo: hay un comedero de hierba cubierto que deben emplear para
algún borriquillo que tengan los guías, o a lo mejor es de adorno, pues tiene
como media paca de heno muy seca y con aspecto de no ser comida.
La recojo con un plástico y me la subo: con ella haré un colchón para
la mayor parte de nuestros cuerpos, solamente nos quedarán fuera los pies pero
no será problema puesto que dormiremos con las botas puestas. El vivac comienza
a pintar algo mejor.
Nos ponemos los dos pares de pantalones, las chaquetas cortavientos y
con las mochilas descargadas y colocadas a modo de cabecera, nos acostamos
calzados sobre el heno. Rosa además tiene a mano el gorro y los guantes, Juan y
yo ni siquiera nos ponemos el forro polar. Por encima de nosotros tenemos un
plástico de buenas dimensiones que sujetamos con piedras a nuestro
alrededor, para que no se lo lleve el
viento y nos proteja del mismo, de la mojadura de la mañana o de la lluvia si
se produce.
Vivac en el Bosque de Creuset de Pralognan la Vanoisse.
Son las nueve y media, estamos cómodos, mucho más de lo que pudiéramos
imaginar y podemos pasar una buena noche aquí.
Como la noche es cálida se nos hace hasta calor, aunque Rosa dirá que
casi se le hizo fresco. Estamos cómodos y dormimos bastante aunque a tramos. Ni
se levanta viento ni llueve. ¡Qué más podemos pedir! Nosotros nos conformamos
con poco.
Croquis de Modane a Valgrisanche.
También puedes ver la Continuación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Gracias por tu comentario! Responderé tan pronto como lo localice.