Desde Para de Fort por el Barranco de Saleina. Se perfila la Aguja des Clochers.
Autobús
hasta Praz de Fort, Barranco de Saleina, Col de Chevrettes y Cabaña d’Orny.
11-8-2005.
Desnivel ascendido 1686 m
Desnivel descendido 10 m.
Distancia recorrida. 9000
m.
Tiempo efectivo 03:20
h.
Bastante fácil.
Lluvia.
Hay
que renunciar previamente a llevar una serie de materiales que siendo útiles no
tienen varios usos. Hay que recortar incluso dolorosamente aquello que siendo lo mejor pueda ser enemigo
de lo bueno.
Pasaríamos
bajo las grandes Jorasses pero no serían para nosotros. Habíamos renunciado ya
a su ascensión y no a causa del material que podríamos haber dejado en la base
del pico con nuestro tercer avituallamiento, mejor imposible; sino porque esa
ascensión requiere acometerla en condiciones.
El
Gran Combín quedaba en nuestro cuarto día de travesía y fue un éxito. Ahora
sería nuestro noveno día y podíamos llegar muy cansados para hacer 2500 vertiginosos
metros de desnivel.
Pero
las renuncias no siempre se resuelven en frustraciones. Si la aproximación hubiera sido
en un día extraordinario, a la mañana siguiente día de la teórica ascensión no
hubiéramos hecho cima ya que escasamente pudimos alcanzar la Cabaña d’Orny,
1200 metros más baja debido al mal tiempo que llegó sin previo aviso y eso si
hubiera sido frustrante. ¡Tenemos suerte!
Mapa de la Fouly a Cabaña de Orny procedente de Landeskarte der Schweiz. Vía en verde. Autobús en amarillo.
La noche está vestida de nubes
negras pero como eso es inevitable, entramos en calor a cubierto de un nutrido
número de mantas y pasamos una noche deliciosamente reparadora.
A las seis de la mañana, hora de
costumbre, el despertador nos llama: el jueves 11 de Agosto está muy nublado.
El programa es el programa y a pesar
de las nubes nos levantamos, nos aseamos, desayunamos tranquilamente y a las
siete de la mañana salimos del albergue con hora suficiente para cruzar el
pueblo y llegarnos a la parada del autobús.
Lluvia y nieblas en la Fouly.
Nada más poner los pies en la calle
se echa a llover suavemente lo que no impide que sigamos adelante.
Cuando llegamos a la parada del
autobús llueve insistentemente y la mañana está tan cerrada que cuando llega el
autobús, un rato después, no nos montamos y dejamos que se marche para abajo.
¿Dónde vamos a ir con este tiempo?
Si bajamos a Praz de Fort no tenemos
más remedio que meternos en algún bar o esperar a cubierto en cualquier sitio
que pillemos. Tenemos tiempo y podemos dárselo al día a ver qué pasa antes de
tomar otras decisiones. Por tanto nos volvemos al albergue y esperaremos allí.
No conocemos mejor lugar al efecto
¡Con el tiempo en estas condiciones
no se puede marchar para arriba!
Ni siquiera nos subimos a la
habitación cosa que podríamos haber hecho perfectamente. Dejamos las mochilas
en la entrada, nos quitamos los cortavientos y nos metemos en el comedor a
charlar con los de Valladolid que están desayunando.
También están haciendo el Tour de
Montblanc o algo parecido pero lo llevan bastante suave pues utilizan los
coches particulares. Hoy tienen poco programa: algo así como bajar hasta
Orsieres o por el estilo ya que parte del grupo se marcha pues terminan sus
vacaciones. Me da la impresión que tienen mucha más experiencia en el turismo
que en la montaña pero me hacen reflexionar a posteriori y fácilmente alcanzar
la conclusión de que algún día también se nos acabará la cuerda a nosotros y tendremos que
reconvertir nuestras actividades montañeras, adaptándolas a nuestras nuevas
capacidades. A lo mejor entonces cambiamos nuestro placer espartano y
solitario por la compañía relajada y,
¿por qué no gratificante?, si es que alguien se atreve a soportar nuestra
memoria magníficamente colmada de experiencias imborrables.
Creo que les entran sudores nada más
pensar en nuestro programa bastante alejado tanto de sus intenciones como de
sus capacidades en la montaña y pasamos un rato agradable.
Salimos repetidamente a la calle
para ver si se produce el milagro esperado y sobre las nueve parece que quiere
aclarar un poco, incluso llueve de manera intermitente.
Los vallisoletanos se van, pues
caminar carretera abajo puede hacerse y nosotros nos quedamos especulando sobre
los límites temporales de la mañana: seguimos teniendo tiempo pero no
indefinidamente. Una cierta mejoría nos invitaría a marchar para arriba aun con
riesgo de tenernos que dar la vuelta y la persistencia del mal tiempo nos
catapultaría a dar por finalizada la travesía e iniciar la vuelta a casa.
Sobre las diez almorzamos. Es algo
que hay que hacer y mejor hacerlo cómodamente y con tiempo pues no sabemos cómo
se puede desarrollar el resto del día.
Luego, ha dejado de llover, nos
marchamos de nuevo al autobús no sabiendo todavía si hasta Praz de Fort o hasta
Orsieres.
En turismo hay una predicción
meteorológica favorable para la tarde pero esperando al autobús el cielo sigue
muy negro y las nieblas están encima.
A las once cogemos el autobús que nos cobra
carísimo puesto que pagamos 3’1 euros por alrededor de 7 kilómetros y nos vamos
para abajo. La carretera está mojada, el ambiente está muy húmedo pero no
llueve y contemplamos la amplia entrada del Barranco de Saleina que es el lugar
por donde puede discurrir nuestro camino.
Nos bajamos en el centro de Praz de
Fort situado en la orilla izquierda del barranco. Hemos decidido ir para arriba
ya que no tenemos nada mejor que hacer.
Son las once y cuarto cuando
tratamos de localizar el inicio del camino. Preguntamos y nos dicen que hemos
de volver un tanto al sudeste hasta un puente sobre el barranco y enseguida,
qué casualidad, nos cruzamos con los de Valladolid que han venido andando. Nos
deseamos suerte y nos alargamos hasta el puente.
El pueblo está situado sobre los
1125 metros de altitud y hemos comenzado a caminar sobre las once y media, en suave ascenso por una carretera asfaltada
que prosigue tras el puente en dirección sudoeste, también asfaltada y en suave
ascenso a través de un área de explotación maderera controlada.
Más arriba del Plan Baghet hacia el Col Clorettes paso al Glaciar de Orny.
La carretera de montaña se va a
largar bastante en mediano ascenso siempre por la ladera de la orilla izquierda
del Barranco de Saleina.
Subimos a buen ritmo aprovechando
que el tiempo se comporta con nosotros y se nos hace calor, entre otras cosas
porque en la primera hora subimos alrededor de 450 metros de desnivel.
Hemos girado hace rato al oeste y tras unas fuertes lazadas alcanzamos
unas cabañas de montaña en estado un tanto precario, en un lugar algo sombrío y
bastante a desmano donde termina la carretera.
La salida del minúsculo rellano en el que se asientan las cabañas se
hace a través de un tramo ya de camino
empinadísimo que sube inmisericorde un vertical lomo granítico bastante pulido
que inmediatamente se sumerge en la espesura del bosque.
Suerte que enseguida el camino se arrellana un poco y prosigue
bastante complejo progresando a través de un intrincado bosque repleto de
arándanos maduros y de envidiable tamaño. Comemos arándanos como jamás
pudiéramos imaginar, de tal forma que hemos de terminar por olvidarnos del
asunto cuando ya llevamos los dedos de las manos completamente teñidos de morado.
Poco después el camino que ya asciende moderadamente pero sin pausa
sale del bosque y se adentra en una amplia e inclinada pradera alpina asentada
sobre sustrato granítico y en dirección noroeste.
Contemplamos la amplitud del barranco que empieza a quedarse allá
abajo puesto que estamos a la altura de los hielos más bajos del Glaciar de
Saleina, con permiso de las nieblas que juguetean con el ascensor siempre
rondando alrededor de nuestras cabezas, permitiéndonos ojeadas intermitentes a
un paisaje ciertamente interesante que incluye a la amplia cabecera del Glaciar
de Saleina y las Rocas del Portalet.
El camino describe amplísimas lazadas y se aproxima a un torrente que
baja de la Arista de Chevrettes cuando empieza a gotear suavemente.
A pesar del parón con los arándanos hemos subido a buen ritmo y en la
segunda hora de camino ascenderemos 500 metros más. Estamos por encima de los
2100 metros cuando hacemos una parada. Me acerco a por agua al barranco,
echamos un buen trago y proseguimos implorando clemencia al tiempo.
Nos acercamos a la base de unos paredones verticales orientados al sur
y tras describir una amplia lazada, pasamos por su base dirigiéndonos hacia el
amplio collado que se perfila muy plano sobre la Arista des Chevrettes.
Aguja de Clochers du Portalet.
Vuelve a gotear pero, por suerte para nosotros, no es nada serio y de
momento nos respetan las nieblas que se entretienen cubriendo a girones la
elegante Aguja de Clochers du Portalet, con lo que tendremos problemas para
fotografiarla y nos dejan con las ganas de contemplar la cabecera del Glaciar
de Saleina en el que, a duras penas, podemos localizar el refugio, situado en
un emplazamiento extraordinario.
Glaciar de saleina desde la subida a Orny.
Nuestro ritmo flojea un poco a la vez que la llegada al collado se va
dilatando. Pero estamos muy arriba y el camino ya en dirección norte describe
cortas lazadas hasta situarse en un falso collado que es lo que veíamos desde
abajo.
El Desagüe del Glaciar de Saleina.
Comenzamos a dejar de ver el valle por el que hemos subido y
atravesamos una ondulada zona cubierta parcialmente de verdura en la que hay algunas buenas zonas para
acampar y ya es raro a esta altitud pues estamos sobre los 2500 metros.
En el Col de Chevrettes coincidiremos con el Camino de Champex. Atrás Agujas de Arpettes.
Transitamos unos suaves promontorios en ascenso y alcanzamos el
Collado de Chevrettes sobre los 2600 metros de altitud cuando ya estamos
seguros de que llegaremos a nuestro destino. En la tercera hora hemos subido
alrededor de 400 metros sin apresurarnos, lo que no está nada mal.
En un relampagueante claro la Cabaña de Orny.
Las nieblas que parece que se van apartando a nuestro paso nos enseñan
la parte alta del Valle d’Orny que es el camino natural para subir hacia el
Plateau de Trient saliendo de Champex.
Localizamos en el lomo de una morrena del estrecho valle la senda y en
horizontal caminamos hasta la confluencia de caminos. Luego, sin posible
pérdida pues está lleno de balizas pintadas, continuamos en ascenso y en
dirección este por un transitado camino en el que nos cruzamos con un grupo que
baja del refugio.
Lac del Glaciar de Orny bajo las Agujas de Arpette.
Pasamos junto a un encantador lago acostado en los paredones de la
cara sur de las Agujas d’Arpettes y avistamos el Refugio al que llegaremos enseguida
tras contemplar la lengua terminal del Glaciar d’Orny que llevamos a nuestra
izquierda.
La Cabaña d’Orny está al final de nuestro repecho del día, 1686 metros
de subida en una tacada y nada más que aproximadamente 9 kilómetros en los que
hemos invertido tres horas veinte
minutos de caminar efectivo y sin prisas. Son las tres de la tarde y estamos a
2811 metros de altitud.
Las nieblas siguen cerca ocultándonos parcialmente el paisaje cuando
nos metemos en la cabaña, un caserón de considerables proporciones.
Nos abrigamos pues notamos un poco de fresco y en una de las mesas del
enorme comedor, junto a la barra de la cocina nos sentamos para comer y beber
pues, a pesar de que el ambiente nos ha ido refrigerando y humedeciendo, hemos
perdido líquido aunque no se haya notado demasiado.
El guarda nos enseña las habitaciones, los aseos, las costumbres del
refugio y un lugar para poder hacer la comida puesto que no hay cocina libre; y
controlado el asunto, nos cambiamos de ropa y nos abrigamos más puesto que se
nos hace frío.
Hemos colgado las camisas y las camisetas en las cestas vacías de los
estantes altos del comedor para que se vayan secando y el guarda que lo ve, muy
atento, nos indica un lugar en la planta superior que es la ventilación de la
cocina por la que sale aire caliente. La temperatura del refugio no es la más
adecuada para que sequen las ropas y allí si que se van a secar.
Hielo del Glaciar de Orny en las inmediaciones del refugio.
La tarde se hace larga, el refugio está frío o así nos lo parece,
sobre todo la planta inferior de los aseos a la que se accede por un lateral
del comedor. Fuera están las nieblas en una tarde que de buena no tiene nada.
En el comedor hacemos lo de siempre: ojeamos revistas, jugamos a las
cartas, bebemos, tomamos notas... discretamente y a la nuestro como siempre.
Somos de esos montañeros civilizados que suelen pasar bastante desapercibidos
en los refugios, como esos profesionales que, sin armar ruido, reparan la
avería y se van casi sin saber ni por donde han venido ni por dónde se han ido.
Col y Glaciar de Orny, las nieblas vienen y van.
Esta tarde es un tanto especial. Estamos reconcentrados en el tiempo.
Falta tan poco para que nos deje rematar decentemente la travesía y está tan
medio medio... Por otra parte esto se acaba ya. Aquello que quedaba tan lejano
hace unos días lo tenemos al alcance de la mano, y no digamos si echamos la
vista un par de años atrás. Mañana nos espera el Plateau de Trient y la ansiada
bajada hasta Argentieres para salir de las nieblas de aquella inolvidable
mañana en la que buscando el Col de Chardonet “queríamos escalar la Aguja de
Argentieres”.
Nos hacemos un té.
A las siete llueve y nos hacemos la cena al fresco de la primera
planta pero nos la cepillamos en el comedor que, posiblemente gracias al calor
humano, está templadito.
Va a llover de lo lindo hasta las ocho y media. Rosa intentará en vano
hablar con Biola pero no hay cobertura en un lugar donde dicen suele haberla.
Al final desiste y nos metemos dentro para tomarnos nuestro vaso de leche bien
caliente.
Pagamos 15 euros por la litera y 4 euros de tasa de basura, lo que es
un auténtico asalto a mano armada. Luego, nos ha dicho que ya hablaremos y
después de cenar nos pregunta que a dónde vamos a ir. Le decimos que queremos
pasar por el Col de Chardonet y entonces nos dice que en la Fenetre de Saleina
no hay problema pero que en el Col de Chardonet caen muchas piedras, que su
compañero de la Cabaña de Trient así se lo ha indicado y que tratan de impedir
que pase la gente por allí para que no hayan accidentes ya que, parece ser que
últimamente hay muchos.
A nosotros nos pilla en frío lógicamente y nos dice que tenemos una
alternativa que nos puede interesar: en el Plateau de Trient en lugar de salir
por la Fenetre de Saleina hacerlo por el Col du Tour que no tiene problemas, es
equivalente pero en lugar de bajar hacia Argentieres se baja hacia Le tour, un
poco más arriba de Argentieres.
Luego, con las linternas comentamos la situación en el mapa y como
nosotros lo tenemos claro el guarda se queda ya más conforme. Nos pregunta por
la hora de partida y le decimos que nos queremos levantar sobre las seis puesto
que es poco tajo para nuestro último día pero se empeña en que tenemos que
levantarnos más temprano por el tema de las temperaturas y las grietas. Le
decimos, para acabar con el asunto, que bueno. Este no sabe que somos unos
españoles de los que procuran pasar los glaciares en las mejores condiciones
pero que al final los pasan cuando toca.
Ante esta nueva situación en el que el guarda responsable y
profesionalmente nos ha advertido, cualquiera desoye sus advertencias y que
luego por cochina mala suerte ocurriera algo. Yo no creo personalmente que
caigan tantas piedras pero desde luego que nos vamos por el Col de Tour aunque
nos quedemos sin reconocer el embarque de la travesía Chamonix-Zermat.
A las nueve y media nos subimos a la habitación y nos envolvemos en
fundas nórdicas puesto que en este refugio no hay mantas.
¡Cómo abrigan las fundas nórdicas dichosas!
Tan pronto como nos metemos dentro empezamos a entrar en calor.
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También puedes ver la Continuación.
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