1 ago 2007

1.07. ALLALINHORN EN TRAVESIA. 1-8-2007.


La Norte de Allalinhorn una de las imágenes de culto de Alpes.

Estación Superior del Metro Alpino de Saas Fee, Glaciar del Fee, Collado del Fee y Cara Sur. Descenso por la Arista de Hoblaub a la Cabaña Britannia.

01-08-2007.

Salida 08 h. Llegada 15 h.

Sol.

Bastante fácil.

Ascensión.
 Juan Castejón, Rosa Mª. Martínez y Mariano Javierre. 

Mapa de Allalinhorn procedente de Ladeskarten der Schweiz. Vía en amarillo.

            Programar algo en los Alpes no resulta, a priori, algo sencillo para nosotros: hemos hecho más de 40 cuatromiles y, consecuentemente, el asunto de hacer picos  no parecía especialmente atrayente y tanto Montblanc como Cervino eran objetivos alcanzados. Travesías con las dificultades que entrañan tanto de logística como a causa del tema refugios, no parecían especialmente atrayentes máxime si tenemos en cuenta que conocemos desde La Berarde hasta Zermat, aunque no se nos escape que están los Alpes Austriacos por allá, que atraen pero asustan por lejanos. Los picos de dificultad, que los hay, las actividades de fuerte compromiso pesan demasiado. En fin, que darse un “homenaje” no era tarea sencilla puesto que podría confundirse con turismo de salón y tampoco era nuestro objetivo.

            Algo se estropeó el 28 de Diciembre de 2006 pues a mi chica hubo que sacarla de la montaña en helicóptero.

            Le hemos dado muchas vueltas al asunto… aunque yo no tengo otro objetivo en mente más que vuelva a hacer montaña como siempre la ha hecho. Después ella tendrá la palabra.

            En Mayo Rosa le pide el alta al traumatólogo que se la da con condiciones y un tanto a regañadientes. No debe ir a trabajar si eso va a suponer que se quede colgada la rehabilitación. La médico de empresa quiere darle un par de semanas más de baja pero comienza a trabajar con la ilusión de que eso supone la normalización de la vida lo que, psicológicamente es muy importante y además te deja en libertad para hacer la montaña que quieras y puedas sin la preocupación de estar con baja laboral. ¡Teníamos tantas ganas!

           En Junio subimos con Juan a Catieras. Teníamos que volver a Catieras aunque yo ya estuve el 20 de Enero. En el lugar del accidente les detallo los hechos y tras contemplar el lugar con cierta tranquilidad reconvenimos en que tuvimos mucha suerte.

En cualquier circunstancia de la vida hay que tener la suerte suficiente para superarla y poderlo contar después. La montaña no tiene culpa de nada, somos nosotros los responsables de nuestros actos cuando voluntariamente vamos a ella. Unas veces, las más, controlamos; pero en alguna, sin duda, no somos capaces de controlarla y entonces puede suceder cualquier cosa. Así es la vida.

            No disponemos de mejor medicina que ir a tomar la cena en la cima de los Infiernos el día 1 de Julio. Serán 1500 metros de desnivel de tacada para convencer a mi chica de que “tú si que puedes y déjate de tonterías”. Para entonces Rosa ya había dicho que por ella no se dejarían los Alpes

            La primera actividad proyectada será el Allalinhorn subiendo con el Metro Alpino, algo muy ligero para empezar, je, je…

            Es 30 de Julio de 2007, cinco y media de la mañana. Nos ponemos en viaje.
Bronce, hielo e ilusión en Chamonix.

            En Chamonix, al día siguiente, hace una mañana espléndida con un día de ensueño en altitud. La Casa de los Guías nos regala con unas entre aceptables y buenas predicciones meteorológicas para el corto plazo con tendencia a estropearse.

            En Saas Fee hay que aparcar en los estacionamientos de pago del pueblo en el que las tres primeras horas son gratuitas. Nosotros lo hacemos en la planta descubierta del gran aparcamiento y nos vamos al pueblo.
En Saas Fee nos recibe el Allalinhorn.

            Recordamos algunos detalles del 89. Consultamos en los paneles las horas de salida que es lo que nos interesa y nos volvemos paseando. Salimos del aparcamiento y en una entrada previa a la barrera paramos. Se trata de una entrada al camping que ya no está junto al aparcamiento 1, sino que se encuentra en la base de la enorme torre de 10 plantas de aparcamiento que no sabemos si ya estaba hecho la primera vez que vinimos aquí porque nosotros aparcamos directamente en el 1.

            No es más que un terreno, en el que hay autocaravanas y alguna tienda, puesto que no encontramos ni agua corriente, ni luz ni aseos; pero no es problema, podremos utilizar los del aparcamiento que están en la planta primera y hay unos buenos ascensores.

            Preparamos bártulos, cenamos y sobre las diez nos metemos en la tienda

            Las cinco y media de la mañana es el momento en el que damos comienzo al día 1 de Agosto de 2007. Es la Fiesta Nacional Suiza. La teoría del programa hay que convertirla en realidad.    

            Quiere amanecer y contamos con la promesa de un espléndido día. Por ello, recogemos la tienda que ni siquiera se ha humedecido, desayunamos y lo recogemos todo en el coche según nuestra costumbre.

            Con el coche entramos al aparcamiento y nos subimos hasta la planta -4 ya que, más arriba, están muy llenas ya. Aparcamos el coche en un lugar ventilado pero fuera del sol como procedimiento para que la comida que se queda dentro esté en las mejores condiciones y con las mochilas al hombro y los piolets en la mano nos ponemos en camino, pueblo adelante, en dirección sur, cuando los casquetes somitales  de las cimas del Glaciar del Fee comienzan a recibir los primeros rayos de sol naciente.

            En una de las fuentes del pueblo que encontramos al paso, que más que manar parece que llora el agua, relleno las botellas con mucha pena y más paciencia. Mis socios que han seguido camino están en la quinta puñeta y tendré que pegarme un buen trote para alcanzarlos.

            Nos cruzamos con gente que por sus atuendos van a esquiar pero caminan en dirección contraria a la nuestra. Este hecho no nos preocupa y nosotros a lo nuestro.

            Enseguida llegamos a la estación del teleférico situada al lado de la zona deportiva, la encontramos toda cerrada y la conclusión es inmediata: este teleférico no funciona. Hay otros cables en el cielo, hacia el origen de esos cables se encamina el personal y hacia allí hemos de ir nosotros. Algo ha cambiado desde el 89.

            Por la orilla derecha del río y buscando el camino lo más directo posible, en diez minutos nos llegamos a la otra estación del teleférico en compañía de esquiadores que siguen yendo hacia allí. La estación está bastante concurrida.

            Sacamos 3 billetes: una subida hasta Felskin, otra subida de Felskin hasta el final del Metro Alpino y una bajada de Felskin a Saas Fee por 95’5 francos suizos, lo que resulta una pequeña pasada pero…, me quedo con la impresión de que ida y vuelta completa igual nos hubiera salido mejor y nos ponemos en la cola, una cola de jóvenes esquiadores y críos que van a entrenar en el Glaciar del Fee.

            Son la misma fauna que podemos encontrar en Formigal por ejemplo que empujan y revuelven como posesos pero, de cualquier forma, entramos al asalto de la segunda cabina que parte hacia arriba. Son las siete y diez de la mañana y la colada con la estación no ha tenido trascendencia en relación a la hora de salida.

            De pie hacemos dos tramos de teleférico sucesivamente, elevándonos sobre las pendientes del Glaciar del Fee exentas tanto de nieve como de hielo a estas alturas de temporada, contemplando la multitud de obras realizadas en la ladera. Hacemos el cambio en Morenia y próximos a la estación de Felskin escudriñamos el final del glaciar en esta ladera noroeste, advirtiendo la complejidad de la zona, para el caso de que no bajando la Arista de Hohlaub, hagamos por aquí el descenso hasta Felskinn para desde aquí llegar a la Cabaña Britannia.

            Estamos a 2991 metros de altitud y son las siete y media de la mañana. Un corto tránsito nos lleva a la Estación del Metro Alpino. Montamos en unos vagones con departamentos escalonados adecuadamente para la pendiente de la vía e iniciamos la marcha para arriba.

            El Metro Alpino es un remonte no agresivo que progresa por el interior del Glaciar del Fee, partiendo de los 2991 metros de la Estación de Felskin para elevarse hasta los 3456 metros de altitud, lugar en el que se encuentra el complejo de Mittelallalin en la Arista Norte del Allalinhorn.

            Son las ocho menos diez de la mañana cuando abandonamos el vagón del metro y subiendo unas escalinatas alcanzamos la sala de salida del complejo. El personal se prepara para partir, el sol invade los alrededores de la estación y ante nosotros, refulgente como un querubín de Murillo, aparece el Allalinhorn con su vertiente nor-nordeste, quizás la más conocida y contemplada desde el complejo turístico-deportivo en el que nos encontramos ahora.

La Arista de Hohlaub desde el final del Metro Alpino.

            Buscamos acomodo en los bancos laterales y mientras nos preparamos, yo hago alguna fotografía pues no puedo resistir la tentación. Allí esta la arista que se aloma acogiendo en su parte oeste a los seracs más altos del Glaciar de Hohlaub coronados por el Resalte Rocoso de la Arista de Hohlaub, el factotum de nuestra actividad.

            La gente llega y se va mientras nosotros nos preparamos inusualmente tranquilos: vamos al aseo, nos ponemos las polainas, la crema protectora, los crampones, los guantes…

            Se nos van veinte minutos pero a las ocho y diez nos echamos al monte y el monte no es más que un rellano mixto de hielo y tierra que enseguida se convierte en una pista de esquí llana y de conexión con el resto de las pistas de la estación.

            A nuestra izquierda, perfectamente defendida, se desploma la arista, rocosa y vertical hasta el lecho del Glaciar de Hohlaub. De frente hay una amplia pistan que compartimos montañeros y esquiadores  hasta que atravesando por debajo del remonte más alto nos introducimos definitivamente en el monte de los montañeros. Y a nuestra derecha queda el Glaciar del Fee, trabajado por las máquinas pisanieves que se ahonda configurando la estación de eskí de verano.

            Los primeros pasos con los crampones sobre la rayada nieve dura de la pista son un pequeño viaje al encuentro con nosotros mismos y los fantasmas que habitan en nuestro cerebro. No hemos podido practicar hielo antes de venir para aquí cosa que me hubiera gustado.

¡Venga chavala, a por ellos!

            Fotografío a mis socios que han salido delante y luego dejo que los chasquidos acompasados de los crampones sobre la nieve hagan de medio adecuado para ese breve y preciso viaje de retorno a la costumbre:¡Venga chavales, a lo nuestro!

            En diez minutos nos cepillamos la pista de enlace que se ha ido inclinando moderadamente, nos cruzamos con el arrastre y entramos en un transitado camino sobre la nieve de la mañana ya a ritmo. Algunos de los que han salido delante se están encordando y nosotros comenzamos a adelantar cordadas que van a otro ritmo inferior al nuestro. La mañana soleada esta sencillamente espléndida y el día es de postal.

Impecable la Norte de Allalinhorn.

            Siguiendo la huella avanzamos en dirección sudoeste y en ascenso que se va acentuando poco a poco hasta que nos situamos en la vertical al norte del Feejoch. Desde aquí contemplamos las dos cimas nevadas del Alphubel, al noroeste el afilado y rocoso Tasch y el bicéfalo Dom de Mischabel también doblemente afilado y un poco más lejos  Lenzspitze, Nadelhorn y finalmente el Ulrichhorn. Debajo el Glaciar del Fee se allana para cambiar tras su cascada frontal los hielos por las esquistosas, metamórficas y pulidas rocas de un glaciar que, como todos, debió conocer tiempos mejores.

            La ladera oeste del pico se inclina con cierta consistencia y la huella, tras sortear un par de grietas de considerable tamaño se yergue para alcanzar el Collado del Fee situado a 3826 metros de altitud. Corre un ligero viento que no resulta molesto.

El Rimpfischhorn, viejo conocido y el tajo de mañana.

            Desde el collado se divisa una visión espléndida desde el Stralhorn hasta el Cervino pasando por el Rimpfischhorn, todo el Monte Rosa, Liskamm, Castore, Pollux, Roca Negra, Breithorn y Pequeño Cervino, viejos conocidos que han llenado a rebosar nuestra mente de recuerdos siempre gratos. Son las nueve y diez.
La Noroeste de Allalinhorn.
            En el collado viramos al este y comenzamos el ascenso de la arista oeste del Allalin. Siempre siguiendo la huella excepto cuando la dejamos para atajar adelantando gente, la arista que no es tal, nos conduce a la cara norte progresando hacia el centro de la misma en suave ascenso. La nieve dura, machacada por los crampones se sube de cine.

            Enseguida se asoma la cruz cimera sobre un pequeño casquete rocoso. La huella asciende hacia el este del mismo para alcanzar una breve arista cimera que transitada de este a oeste en horizontal nos sitúa en la cima del Allalinhorn a 4027 metros de altitud cuando son las nueve y media de la mañana. Hemos subido en hora y veinte y a ritmo normal a pesar de que Rosa diga que ha subido a to

En la Cruz de Allalinhorn.

            La cruz no admite mucha compañía. Nos hacen una foto en la que nos mutilarán de piernas y dejamos sitio.
Cervino muy limpio desde Allalinhorn.

            Volvemos hacia el este por la arista y buscamos la protección del viento en unas rocas de la cara norte sentándonos a almorzar. Es un buen "magano" al solecito de la mañana.

Signalkuppe, Nordend y Dufour lo más granado de Monte Rosa.

            Nos hartamos de paisaje al que añadimos un poco de embutido, queso y frutos secos junto a un poco de inapetencia y algo de inquietud.
Liskamm, Castor, Pullux y Roccia Nera.

            Como hay tanto que tragar se nos va casi una hora. Al final nos levantamos para dejar sitio a un grupo de españoles, nos encordamos y nos aprestamos para el inicio de la Arista de Hohlaub fruto de nuestras inquietudes.
¡Pero a qué viene esa cara! En la Cima de Allalinhorn.

            Sabemos por las informaciones que se trata de una vía elegante que cuenta en la parte superior con un resalte rocoso, poco difícil pero bastante vertical de alrededor de 30 metros de altura. Según las informaciones parece bastante fácil pero a mí, que tengo experiencia de descripciones de pasos y dificultades, me proporciona cierta inquietud y a mi “seño” no digamos. En los Alpes y bajo descripciones parecidas  te puede resultar cualquier cosa que poco o nada tenga que ver con la realidad. Además sabemos que son descripciones de subida y nosotros vamos a bajar lo que proporciona un aumento de la dificultad, además de no conocer las dificultades del ascenso. No sabemos como se puede comportar Rosa y esa es la clave de nuestra inquietud, pero de cualquier forma habrá que llegar hasta allí y ya veremos. Por lo pronto, “el susodicho resalte” nos ha colocado en la mochila 4 kilos de más de lo que queríamos llevar en forma de cuerda que nos ha dejado Canito y a Rosa le ha metido un arnés que, a pesar de ser un pelín grande, en algún sitio le debe apretar a juzgar por la cara que pone nada más encordarnos. ¿A qué viene esa cara? ¡Esto son los Alpes, querida!

¡Pero dónde está  Britannia! La Arista de Hohlaub.

            Tomamos la corta arista en dirección este iniciando un casi imperceptible descenso hacia unas afloraciones rocosas próximas, que bordeamos en descenso por el norte utilizando la pequeña rimalla de contacto.

            Cuando queremos darnos cuenta estamos en la cabecera del resalte. Si no podemos bajarlo, la pérdida de tiempo para dar la vuelta será mínima pues no hemos empleado ni siquiera cinco minutos.

            El resalte no tiene ni buena ni mala pinta pues al estar escalonado y ser bastante vertical no se ve entero. La nieve que está debajo del mismo parece que está más abajo de 30 metros y eso si, la arista de nieve subsiguiente es soberbia.

            El resalte tiene tres tramos. El primero tendrá alrededor de 4 metros de altura tomándolo desde el punto más bajo posible y, aunque está un poco descompuesto, es fácil de destrepar con cuidado, especialmente porque hay gente debajo.

            Lo bajamos sin complicación alguna, tomándonos un tiempo prudencial y prácticamente en ensamble.

            Una terraza inclinada y llena de basura permite bajar unos pocos metros tras los que aparece el tramo intermedio. Se trata de un zócalo rocoso de alrededor de 8 metros de altura, bastante verticales y con buena roca que ofrece presas pequeñas y algo desgastadas.

            Lo destrepo de espaldas al valle buscando las mejores presas y no resulta difícil. A pesar de ello, Rosa bajará asegurada para que lo haga tranquilamente.

            Lo más complicado resulta la reunión de los tres  en la inclinadísima terraza que está llena de materiales sueltos y completamente inestables. Pero para entonces ya hemos advertido que lo que nos queda va a ser, con toda seguridad, lo más interesante.

            Una cordada bastante inexperta resopla en los últimos pasos del tramo inferior. Esperamos que pasen por no apurar y les advertimos que tengan mucho cuidado con la cuerda. Tienen una pinta horrorosa.

            En el tramo intermedio hemos localizado una vieja barra de hierro que no hemos empleado y aquí, en el inicio del tramo inferior hay otra barra torcida, de esas que se giran nada más mirarla, de esas que no se suelen soltar pero… Con cuidado me acerco hasta ella, la pruebo y me asomo: hay una pared de entre 8 y 10 metros de altura muy vertical, con una roca excelente y con una grieta corredor también vertical que la recorre en sus dos tercios superiores que tiene incalculable valor. La salida al glaciar sigue sin verse pero hay que bajar la grieta para ver y será un juego de niños.

            Me asegura Juan aunque en la grieta no es necesario pues se baja completamente empotrado entre presas y apoyos impensables. Se alcanza así una balconada espectacular sobre la parte más vertical del glaciar. Una placa lisa y vertical conduce en travesía descendente hacia el sur al punto más alto al que llega la nieve del mismo y se inicia la arista descendente. Alcanzarla en estos momentos de la temporada tiene su complicación cosa que, quince días antes, posiblemente la nieve alcanzaría el inicio del corredor.

            En la placa hay dos alas de mosca y con eso ha de valer sin necesidad de rapelar.

            -¡Cuida Juan, no vaya a ser que te pegue algún tirón!

             Me descuelgo sobre el vacío todo lo que puedo y con la izquierda alcanzo el ala de mosca más próxima. Con ese apoyo bajo los pies en adherencia, hago cambio de manos y de nuevo con la izquierda alcanzo el ala de mosca más distante. Reúno manos sobre la segundo ala, bajo los pies y me descuelgo hasta que alcanzo el glaciar. Me aseguro con una baga y compacto nieve con los pies fabricando una repisa.
En La Placa Inferior de la Arista de Hohlaub.

            Rosa, asegurada por arriba y guiada por abajo, tranquilamente repite pasos y se baja hasta la repisa, la aseguro a mi baga y recupero cuerda para asegurar el descenso de Juan.

            No tiene ningún problema sobre la placa pero es mejor prevenir que arrear los tres a vueltas glaciar abajo.

            Como los tres sobre la repisa estamos un poco apretujados, me suelto del anclaje y me coloco un par de pasos debajo para facilitar las maniobras del personal. Es ese instante escuchamos ruido de piedras que caen por el corredor, son unas piedras pequeñas y enseguida un grito advierte de caída de más piedras. Nos pegamos a la pared y a nuestra derecha pasa, entre otras, una  de alrededor de 5 kilos. La travesía sobre la placa nos ha sacado de la línea de tiro a la salida del corredor y estamos bajo una pared que se extraploma un poco y, consecuentemente, a cubierto. Les pegamos unos vocinazos en estereofónico, a la vez que salimos para abajo como motos.

            Hemos tenido suerte pero una vez más, el primero de Agosto hemos sido apedreados en una pared de los Alpes. Bonita forma de celebras la Fiesta Nacional Suiza. Lo fuimos en el Cervino y lo hemos sido en el Allalin y es que, en esta fecha parece ser, que va demasiado zaborrero a la montaña a celebrar su Fiesta Nacional apedreando al personal o lo que es lo mismo: es gente que hace cosas para las que, posiblemente, no esté preparada.
Salimos para abajo como motos.

            Salimos para abajo a todo trapo a pesar de que el inicio de la arista está muy inclinada. Van a ser las once y media y se nos ha marchado casi una hora entre esperas y maniobras.

Dejamos atrás el muro rocoso en la Arista de Hohlaub.

            La nieve está blanda con esta temperatura y a estas horas y se hacen zuecos. ¡Lo que le faltaba a mi seño! que les tiene horror a pesar de que jamás, que yo sepa, se ha dado una culada por un zueco. Parece ser que la nieve huele al miedo. A mí no se me hacen tan apenas. Hay que tener cuidado pues la pendiente rondará a tramos los 45º pero nada más.
            La Hohlaubgrat es como un enorme gusano retorcido que desciende a lo largo de 1050 metros en sucesivos resaltes que se inician con el superior rocoso y que en el siguiente se baja hasta un hombro situado por encima de los 3800 metros de altitud.

La arista es muy guapa.

            Nos asomamos a la arista para disfrutar de unas vistas espectaculares sobre el inmediato Collado de Allalin, el Stralhorn con su Allalingletcher y el Rimpfischhorn a cuyo frente se encuentra su célebre gendarme de la arista sur, además de todo el Monte Rosa. Disfrutamos del viejo y conocido Glaciar del Ried desde un pináculo inimaginable pues, no en vano, la Cara Norte del Allalinhorn es un enorme y vertical paretazo que tiene como origen a toda la Arista de Hohlaub.
Lagginhorn y Weissmies desde Hohlaubgrat.

            La continuación es el descenso de otro resalte también muy inclinado y en dirección nordeste que nos conduce a una suave depresión de la que salimos en suavísimo ascenso, que nos quiere pesar y que nos deposita en un amplio rellano en que hay afloraciones rocosas sobre las que nos vamos a parar para comer un poco. Son las doce y media y estamos sobre los 3600 metros de altitud. 
La Arista de Hohlaub en escorzo.

            Comemos y bebemos tranquilamente con gana pues hace un día salvajemente anticiclónico y contemplamos y fotografiamos una vez más la arista que estamos descendiendo además de los seracs de la norte del glaciar. Veinte minutos después proseguimos para abajo por la arista. Podríamos habernos introducido en el Glaciar de Hohlaub pues hay huella pero preferimos acabar la arista. Para ello iremos descendiendo sucesivos resaltes con nieve bastante blanda, siempre fácilmente, progresando por los tramos más cómodos y seguros.

            Finalmente y cuando la arista se quiere convertir en rocosa dirigiéndose hacia la Silla Nevada de la parte sudeste del glaciar, viramos un tanto al norte para bajarnos de la arista por medio de unas palas medianamente inclinadas que se incorporan al lecho bajo del glaciar por encima de los 3000 metros de altitud.

            No queda prácticamente nieve de la temporada y hemos de caminar cómodamente  y en suave descenso para ir atravesando el glaciar en dirección  nor-nordeste, sobre el rugoso y sucio lecho de hielo viejo por el que discurren incontables hilos de agua anunciando claramente la  próxima muerte del glaciar.
Allí se queda la Arista de Hohlaub mientras nos quitamos los crampones.

            Próximos a la orilla izquierda del mismo el glaciar se convierte en rocoso y allí nos sentamos cómodamente para quitarnos los crampones, desencordarnos y echar un buen trago de agua pues hace mucho calor.

            Son las dos y cuarto de la tarde y estamos por debajo de los 2950 metros de altitud con lo que no nos queda otro remedio que alcanzar en suave descenso las trazas más bajas de la senda y desde allí iniciar un medio penoso ascenso, que recordamos perfectamente, en dirección nordeste y subirnos los alrededor de 100 metros de desnivel que nos han de depositar en la Cabaña Britannia a 3030 metros de altitud, cuando son las tres menos veinte de la tarde.

            Hemos concluido satisfactoriamente el primer escalón de nuestro programa en los Alpes. Ha sido un día ligero en el que hemos subido 671 metros, hemos bajado 1097 metros y hemos utilizado para ello seis horas y media. Ha resultado ciertamente interesante para ser nuestro primer día de actividad y creo que estamos satisfechos.

            La Cabaña Britannia es una vieja conocida. Se encuentra en la arista que naciendo en el Mittelallalin se orienta al este para morir poco más adelante del refugio en el Pequeño Allalin que se sumerge en la zona Terminal del Glaciar de Allalin. Se trata de un refugio que ha sido remodelado adosándole un trozo de edificio similar al original, le han cambiado las escalinatas de acceso y han desaparecido los inolvidables aseos que le hacía único. Sigue perteneciendo al Club Alpino Suizo. Está bastante cambiada pero tiene un saborcillo no extraño a nuestros recuerdos.
Los auténticos dueños de los alrededores de Britannia.

            Tenemos un pequeño problema a causa de una confusión personal debido a la cual no tenemos reserva pero no hay contratiempo pues tenemos plazas libres.

            Solucionado el temanos aligeran 55 francos suizos por la pensión y a otra cosa.

            Comemos un poco, ponemos a secar las ropas, escribimos memorias e incluso echamos una pequeña siesta.

            Se levantan intermitentes rachas de viento y una de ellas, extraordinariamente violenta, hace desaparecer un guante mío y una plantilla de Juan. Los buscamos sin éxito y poco después me entregan el guante y con sus indicaciones  me pongo a buscar concienzudamente y termino por encontrar la plantilla en la quinta puñeta. No es que tuviera valor pero podía ser muy importante de cara a la comodidad  de las actividades de los próximos días.

            Alrededor de las seis de la tarde ya hemos recogido todo seco nos dan la cena, algo clásica para un refugio de montaña y nada del otro jueves. No está ni bien ni mal y la comemos sin más charlando con un trío de jóvenes que tienen buen apetito. Con ello, no tocamos la cena que habíamos subido en las costillas por lo que el esfuerzo ha sido baldío.

            Alrededor de las ocho de la tarde nos subimos a la habitación tras haber preparado las mochilas para el día siguiente y nos empiltramos pues la tarde se ha refrescado un poco. No estamos cansados ya que desde las dos de la tarde hemos tenido tiempo para recuperarnos pero agradecemos la comodidad de los colchones que no invita precisamente a la vigilia sino a cerrar los ojos y pasar página.

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