La Norte de Allalinhorn una de las imágenes de culto de Alpes.
Estación
Superior del Metro Alpino de Saas Fee, Glaciar del Fee, Collado del Fee y Cara
Sur. Descenso por la Arista
de Hoblaub a la
Cabaña Britannia.
01-08-2007.
Salida 08 h. Llegada 15 h.
Sol.
Bastante
fácil.
Ascensión.
Mapa de Allalinhorn procedente de Ladeskarten der Schweiz. Vía en amarillo.
Programar
algo en los Alpes no resulta, a priori, algo sencillo para nosotros: hemos
hecho más de 40 cuatromiles y, consecuentemente, el asunto de hacer picos no parecía especialmente atrayente y tanto
Montblanc como Cervino eran objetivos alcanzados. Travesías con las
dificultades que entrañan tanto de logística como a causa del tema refugios, no
parecían especialmente atrayentes máxime si tenemos en cuenta que conocemos
desde La Berarde
hasta Zermat, aunque no se nos escape que están los Alpes Austriacos por allá,
que atraen pero asustan por lejanos. Los picos de dificultad, que los hay, las
actividades de fuerte compromiso pesan demasiado. En fin, que darse un
“homenaje” no era tarea sencilla puesto que podría confundirse con turismo de
salón y tampoco era nuestro objetivo.
Algo
se estropeó el 28 de Diciembre de 2006 pues a mi chica hubo que sacarla de la
montaña en helicóptero.
Le
hemos dado muchas vueltas al asunto… aunque yo no tengo otro objetivo en mente más
que vuelva a hacer montaña como siempre la ha hecho. Después ella tendrá la
palabra.
En
Mayo Rosa le pide el alta al traumatólogo que se la da con condiciones y un
tanto a regañadientes. No debe ir a trabajar si eso va a suponer que se quede
colgada la rehabilitación. La médico de empresa quiere darle un par de semanas
más de baja pero comienza a trabajar con la ilusión de que eso supone la
normalización de la vida lo que, psicológicamente es muy importante y además te
deja en libertad para hacer la montaña que quieras y puedas sin la preocupación
de estar con baja laboral. ¡Teníamos tantas ganas!
En Junio subimos con Juan a Catieras.
Teníamos que volver a Catieras aunque yo ya estuve el 20 de Enero. En el lugar
del accidente les detallo los hechos y tras contemplar el lugar con cierta
tranquilidad reconvenimos en que tuvimos mucha suerte.
En cualquier circunstancia de la
vida hay que tener la suerte suficiente para superarla y poderlo contar
después. La montaña no tiene culpa de nada, somos nosotros los responsables de
nuestros actos cuando voluntariamente vamos a ella. Unas veces, las más,
controlamos; pero en alguna, sin duda, no somos capaces de controlarla y
entonces puede suceder cualquier cosa. Así es la vida.
No
disponemos de mejor medicina que ir a tomar la cena en la cima de los Infiernos
el día 1 de Julio. Serán 1500
metros de desnivel de tacada para convencer a mi chica
de que “tú si que puedes y déjate de tonterías”. Para entonces Rosa ya había
dicho que por ella no se dejarían los Alpes
La
primera actividad proyectada será el Allalinhorn subiendo con el Metro Alpino,
algo muy ligero para empezar, je, je…
Es
30 de Julio de 2007, cinco y media de la mañana. Nos ponemos en viaje.
Bronce, hielo e ilusión en Chamonix.
En
Chamonix, al día siguiente, hace una mañana espléndida con un día de ensueño en
altitud. La Casa
de los Guías nos regala con unas entre aceptables y buenas predicciones
meteorológicas para el corto plazo con tendencia a estropearse.
En
Saas Fee hay que aparcar en los estacionamientos de pago del pueblo en el que las
tres primeras horas son gratuitas. Nosotros lo hacemos en la planta descubierta
del gran aparcamiento y nos vamos al pueblo.
En Saas Fee nos recibe el Allalinhorn.
Recordamos
algunos detalles del 89. Consultamos en los paneles las horas de salida que es
lo que nos interesa y nos volvemos paseando. Salimos del aparcamiento y en una
entrada previa a la barrera paramos. Se trata de una entrada al camping que ya
no está junto al aparcamiento 1, sino que se encuentra en la base de la enorme
torre de 10 plantas de aparcamiento que no sabemos si ya estaba hecho la
primera vez que vinimos aquí porque nosotros aparcamos directamente en el 1.
No
es más que un terreno, en el que hay autocaravanas y alguna tienda, puesto que
no encontramos ni agua corriente, ni luz ni aseos; pero no es problema, podremos
utilizar los del aparcamiento que están en la planta primera y hay unos buenos
ascensores.
Preparamos
bártulos, cenamos y sobre las diez nos metemos en la tienda
Las
cinco y media de la mañana es el momento en el que damos comienzo al día 1 de
Agosto de 2007. Es la Fiesta Nacional
Suiza. La teoría del programa hay que convertirla en realidad.
Quiere
amanecer y contamos con la promesa de un espléndido día. Por ello, recogemos la
tienda que ni siquiera se ha humedecido, desayunamos y lo recogemos todo en el
coche según nuestra costumbre.
Con
el coche entramos al aparcamiento y nos subimos hasta la planta -4 ya que, más
arriba, están muy llenas ya. Aparcamos el coche en un lugar ventilado pero
fuera del sol como procedimiento para que la comida que se queda dentro esté en
las mejores condiciones y con las mochilas al hombro y los piolets en la mano
nos ponemos en camino, pueblo adelante, en dirección sur, cuando los casquetes
somitales de las cimas del Glaciar del
Fee comienzan a recibir los primeros rayos de sol naciente.
En
una de las fuentes del pueblo que encontramos al paso, que más que manar parece
que llora el agua, relleno las botellas con mucha pena y más paciencia. Mis
socios que han seguido camino están en la quinta puñeta y tendré que pegarme un
buen trote para alcanzarlos.
Nos
cruzamos con gente que por sus atuendos van a esquiar pero caminan en dirección
contraria a la nuestra. Este hecho no nos preocupa y nosotros a lo nuestro.
Enseguida
llegamos a la estación del teleférico situada al lado de la zona deportiva, la
encontramos toda cerrada y la conclusión es inmediata: este teleférico no
funciona. Hay otros cables en el cielo, hacia el origen de esos cables se
encamina el personal y hacia allí hemos de ir nosotros. Algo ha cambiado desde el
89.
Por
la orilla derecha del río y buscando el camino lo más directo posible, en diez
minutos nos llegamos a la otra estación del teleférico en compañía de
esquiadores que siguen yendo hacia allí. La estación está bastante concurrida.
Sacamos
3 billetes: una subida hasta Felskin, otra subida de Felskin hasta el final del
Metro Alpino y una bajada de Felskin a Saas Fee por 95’5 francos suizos, lo que
resulta una pequeña pasada pero…, me quedo con la impresión de que ida y vuelta
completa igual nos hubiera salido mejor y nos ponemos en la cola, una cola de
jóvenes esquiadores y críos que van a entrenar en el Glaciar del Fee.
Son
la misma fauna que podemos encontrar en Formigal por ejemplo que empujan y
revuelven como posesos pero, de cualquier forma, entramos al asalto de la
segunda cabina que parte hacia arriba. Son las siete y diez de la mañana y la
colada con la estación no ha tenido trascendencia en relación a la hora de
salida.
De
pie hacemos dos tramos de teleférico sucesivamente, elevándonos sobre las
pendientes del Glaciar del Fee exentas tanto de nieve como de hielo a estas
alturas de temporada, contemplando la multitud de obras realizadas en la
ladera. Hacemos el cambio en Morenia y próximos a la estación de Felskin
escudriñamos el final del glaciar en esta ladera noroeste, advirtiendo la
complejidad de la zona, para el caso de que no bajando la Arista de Hohlaub, hagamos
por aquí el descenso hasta Felskinn para desde aquí llegar a la Cabaña Britannia.
Estamos
a 2991 metros
de altitud y son las siete y media de la mañana. Un corto tránsito nos lleva a la Estación del Metro
Alpino. Montamos en unos vagones con departamentos escalonados adecuadamente
para la pendiente de la vía e iniciamos la marcha para arriba.
El
Metro Alpino es un remonte no agresivo que progresa por el interior del Glaciar
del Fee, partiendo de los 2991
metros de la
Estación de Felskin para elevarse hasta los 3456 metros de altitud,
lugar en el que se encuentra el complejo de Mittelallalin en la Arista Norte del
Allalinhorn.
Son
las ocho menos diez de la mañana cuando abandonamos el vagón del metro y
subiendo unas escalinatas alcanzamos la sala de salida del complejo. El
personal se prepara para partir, el sol invade los alrededores de la estación y
ante nosotros, refulgente como un querubín de Murillo, aparece el Allalinhorn
con su vertiente nor-nordeste, quizás la más conocida y contemplada desde el
complejo turístico-deportivo en el que nos encontramos ahora.
La Arista de Hohlaub desde el final del Metro Alpino.
Buscamos
acomodo en los bancos laterales y mientras nos preparamos, yo hago alguna
fotografía pues no puedo resistir la tentación. Allí esta la arista que se
aloma acogiendo en su parte oeste a los seracs más altos del Glaciar de Hohlaub
coronados por el Resalte Rocoso de la
Arista de Hohlaub, el factotum de nuestra actividad.
La
gente llega y se va mientras nosotros nos preparamos inusualmente tranquilos:
vamos al aseo, nos ponemos las polainas, la crema protectora, los crampones,
los guantes…
Se
nos van veinte minutos pero a las ocho y diez nos echamos al monte y el monte
no es más que un rellano mixto de hielo y tierra que enseguida se convierte en
una pista de esquí llana y de conexión con el resto de las pistas de la
estación.
A
nuestra izquierda, perfectamente defendida, se desploma la arista, rocosa y
vertical hasta el lecho del Glaciar de Hohlaub. De frente hay una amplia pistan
que compartimos montañeros y esquiadores
hasta que atravesando por debajo del remonte más alto nos introducimos
definitivamente en el monte de los montañeros. Y a nuestra derecha queda el
Glaciar del Fee, trabajado por las máquinas pisanieves que se ahonda
configurando la estación de eskí de verano.
Los
primeros pasos con los crampones sobre la rayada nieve dura de la pista son un
pequeño viaje al encuentro con nosotros mismos y los fantasmas que habitan en
nuestro cerebro. No hemos podido practicar hielo antes de venir para aquí cosa
que me hubiera gustado.
¡Venga chavala, a por ellos!
En
diez minutos nos cepillamos la pista de enlace que se ha ido inclinando
moderadamente, nos cruzamos con el arrastre y entramos en un transitado camino
sobre la nieve de la mañana ya a ritmo. Algunos de los que han salido delante
se están encordando y nosotros comenzamos a adelantar cordadas que van a otro
ritmo inferior al nuestro. La mañana soleada esta sencillamente espléndida y el
día es de postal.
Impecable la Norte de Allalinhorn.
Siguiendo
la huella avanzamos en dirección sudoeste y en ascenso que se va acentuando
poco a poco hasta que nos situamos en la vertical al norte del Feejoch. Desde
aquí contemplamos las dos cimas nevadas del Alphubel, al noroeste el afilado y
rocoso Tasch y el bicéfalo Dom de Mischabel también doblemente afilado y un
poco más lejos Lenzspitze, Nadelhorn y
finalmente el Ulrichhorn. Debajo el Glaciar del Fee se allana para cambiar tras
su cascada frontal los hielos por las esquistosas, metamórficas y pulidas rocas
de un glaciar que, como todos, debió conocer tiempos mejores.
La
ladera oeste del pico se inclina con cierta consistencia y la huella, tras
sortear un par de grietas de considerable tamaño se yergue para alcanzar el
Collado del Fee situado a 3826
metros de altitud. Corre un ligero viento que no resulta
molesto.
El Rimpfischhorn, viejo conocido y el tajo de mañana.
La Noroeste de Allalinhorn.
En
el collado viramos al este y comenzamos el ascenso de la arista oeste del
Allalin. Siempre siguiendo la huella excepto cuando la dejamos para atajar
adelantando gente, la arista que no es tal, nos conduce a la cara norte
progresando hacia el centro de la misma en suave ascenso. La nieve dura,
machacada por los crampones se sube de cine.
Enseguida
se asoma la cruz cimera sobre un pequeño casquete rocoso. La huella asciende
hacia el este del mismo para alcanzar una breve arista cimera que transitada de
este a oeste en horizontal nos sitúa en la cima del Allalinhorn a 4027 metros de altitud
cuando son las nueve y media de la mañana. Hemos subido en hora y veinte y a
ritmo normal a pesar de que Rosa diga que ha subido a to
En la Cruz de Allalinhorn.
Cervino muy limpio desde Allalinhorn.
Volvemos
hacia el este por la arista y buscamos la protección del viento en unas rocas
de la cara norte sentándonos a almorzar. Es un buen "magano" al
solecito de la mañana.
Signalkuppe, Nordend y Dufour lo más granado de Monte Rosa.
Nos
hartamos de paisaje al que añadimos un poco de embutido, queso y frutos secos
junto a un poco de inapetencia y algo de inquietud.
Liskamm, Castor, Pullux y Roccia Nera.
Como
hay tanto que tragar se nos va casi una hora. Al final nos levantamos para
dejar sitio a un grupo de españoles, nos encordamos y nos aprestamos para el
inicio de la Arista
de Hohlaub fruto de nuestras inquietudes.
¡Pero a qué viene esa cara! En la Cima de Allalinhorn.
Sabemos
por las informaciones que se trata de una vía elegante que cuenta en la parte
superior con un resalte rocoso, poco difícil pero bastante vertical de
alrededor de 30 metros
de altura. Según las informaciones parece bastante fácil pero a mí, que tengo
experiencia de descripciones de pasos y dificultades, me proporciona cierta
inquietud y a mi “seño” no digamos. En los Alpes y bajo descripciones
parecidas te puede resultar cualquier
cosa que poco o nada tenga que ver con la realidad. Además sabemos que son
descripciones de subida y nosotros vamos a bajar lo que proporciona un aumento
de la dificultad, además de no conocer las dificultades del ascenso. No sabemos
como se puede comportar Rosa y esa es la clave de nuestra inquietud, pero de
cualquier forma habrá que llegar hasta allí y ya veremos. Por lo pronto, “el
susodicho resalte” nos ha colocado en la mochila 4 kilos de más de lo que
queríamos llevar en forma de cuerda que nos ha dejado Canito y a Rosa le ha
metido un arnés que, a pesar de ser un pelín grande, en algún sitio le debe apretar
a juzgar por la cara que pone nada más encordarnos. ¿A qué viene esa cara?
¡Esto son los Alpes, querida!
¡Pero dónde está Britannia! La Arista de Hohlaub.
Cuando
queremos darnos cuenta estamos en la cabecera del resalte. Si no podemos
bajarlo, la pérdida de tiempo para dar la vuelta será mínima pues no hemos
empleado ni siquiera cinco minutos.
El
resalte no tiene ni buena ni mala pinta pues al estar escalonado y ser bastante
vertical no se ve entero. La nieve que está debajo del mismo parece que está
más abajo de 30 metros
y eso si, la arista de nieve subsiguiente es soberbia.
El
resalte tiene tres tramos. El primero tendrá alrededor de 4 metros de altura
tomándolo desde el punto más bajo posible y, aunque está un poco descompuesto,
es fácil de destrepar con cuidado, especialmente porque hay gente debajo.
Lo
bajamos sin complicación alguna, tomándonos un tiempo prudencial y
prácticamente en ensamble.
Una
terraza inclinada y llena de basura permite bajar unos pocos metros tras los
que aparece el tramo intermedio. Se trata de un zócalo rocoso de alrededor de 8 metros de altura,
bastante verticales y con buena roca que ofrece presas pequeñas y algo
desgastadas.
Lo
destrepo de espaldas al valle buscando las mejores presas y no resulta difícil.
A pesar de ello, Rosa bajará asegurada para que lo haga tranquilamente.
Lo
más complicado resulta la reunión de los tres
en la inclinadísima terraza que está llena de materiales sueltos y
completamente inestables. Pero para entonces ya hemos advertido que lo que nos
queda va a ser, con toda seguridad, lo más interesante.
Una
cordada bastante inexperta resopla en los últimos pasos del tramo inferior.
Esperamos que pasen por no apurar y les advertimos que tengan mucho cuidado con
la cuerda. Tienen una pinta horrorosa.
En
el tramo intermedio hemos localizado una vieja barra de hierro que no hemos
empleado y aquí, en el inicio del tramo inferior hay otra barra torcida, de
esas que se giran nada más mirarla, de esas que no se suelen soltar pero… Con
cuidado me acerco hasta ella, la pruebo y me asomo: hay una pared de entre 8 y 10 metros de altura muy
vertical, con una roca excelente y con una grieta corredor también vertical que
la recorre en sus dos tercios superiores que tiene incalculable valor. La
salida al glaciar sigue sin verse pero hay que bajar la grieta para ver y será
un juego de niños.
Me
asegura Juan aunque en la grieta no es necesario pues se baja completamente
empotrado entre presas y apoyos impensables. Se alcanza así una balconada
espectacular sobre la parte más vertical del glaciar. Una placa lisa y vertical
conduce en travesía descendente hacia el sur al punto más alto al que llega la
nieve del mismo y se inicia la arista descendente. Alcanzarla en estos momentos
de la temporada tiene su complicación cosa que, quince días antes, posiblemente
la nieve alcanzaría el inicio del corredor.
En
la placa hay dos alas de mosca y con eso ha de valer sin necesidad de rapelar.
-¡Cuida
Juan, no vaya a ser que te pegue algún tirón!
Me descuelgo sobre el vacío todo lo que puedo
y con la izquierda alcanzo el ala de mosca más próxima. Con ese apoyo bajo los
pies en adherencia, hago cambio de manos y de nuevo con la izquierda alcanzo el
ala de mosca más distante. Reúno manos sobre la segundo ala, bajo los pies y me
descuelgo hasta que alcanzo el glaciar. Me aseguro con una baga y compacto
nieve con los pies fabricando una repisa.
En La Placa Inferior de la Arista de Hohlaub.
Rosa,
asegurada por arriba y guiada por abajo, tranquilamente repite pasos y se baja
hasta la repisa, la aseguro a mi baga y recupero cuerda para asegurar el
descenso de Juan.
No
tiene ningún problema sobre la placa pero es mejor prevenir que arrear los tres
a vueltas glaciar abajo.
Como
los tres sobre la repisa estamos un poco apretujados, me suelto del anclaje y
me coloco un par de pasos debajo para facilitar las maniobras del personal. Es
ese instante escuchamos ruido de piedras que caen por el corredor, son unas
piedras pequeñas y enseguida un grito advierte de caída de más piedras. Nos
pegamos a la pared y a nuestra derecha pasa, entre otras, una de alrededor de 5 kilos. La travesía sobre la
placa nos ha sacado de la línea de tiro a la salida del corredor y estamos bajo
una pared que se extraploma un poco y, consecuentemente, a cubierto. Les
pegamos unos vocinazos en estereofónico, a la vez que salimos para abajo como
motos.
Hemos
tenido suerte pero una vez más, el primero de Agosto hemos sido apedreados en
una pared de los Alpes. Bonita forma de celebras la Fiesta Nacional Suiza. Lo
fuimos en el Cervino y lo hemos sido en el Allalin y es que, en esta fecha
parece ser, que va demasiado zaborrero a la montaña a celebrar su Fiesta Nacional
apedreando al personal o lo que es lo mismo: es gente que hace cosas para las
que, posiblemente, no esté preparada.
Salimos para abajo como motos.
Salimos para abajo a todo trapo a pesar de que el inicio de la arista está muy inclinada. Van a ser las once y media y se nos ha marchado casi una hora entre esperas y maniobras.
Dejamos atrás el muro rocoso en la Arista de Hohlaub.
La arista es muy guapa.
Lagginhorn y Weissmies desde Hohlaubgrat.
La
continuación es el descenso de otro resalte también muy inclinado y en
dirección nordeste que nos conduce a una suave depresión de la que salimos en
suavísimo ascenso, que nos quiere pesar y que nos deposita en un amplio rellano
en que hay afloraciones rocosas sobre las que nos vamos a parar para comer un
poco. Son las doce y media y estamos sobre los 3600 metros de
altitud.
La Arista de Hohlaub en escorzo.
Comemos
y bebemos tranquilamente con gana pues hace un día salvajemente anticiclónico y
contemplamos y fotografiamos una vez más la arista que estamos descendiendo
además de los seracs de la norte del glaciar. Veinte minutos después
proseguimos para abajo por la arista. Podríamos habernos introducido en el
Glaciar de Hohlaub pues hay huella pero preferimos acabar la arista. Para ello
iremos descendiendo sucesivos resaltes con nieve bastante blanda, siempre
fácilmente, progresando por los tramos más cómodos y seguros.
Finalmente
y cuando la arista se quiere convertir en rocosa dirigiéndose hacia la Silla Nevada de la parte
sudeste del glaciar, viramos un tanto al norte para bajarnos de la arista por
medio de unas palas medianamente inclinadas que se incorporan al lecho bajo del
glaciar por encima de los 3000
metros de altitud.
No
queda prácticamente nieve de la temporada y hemos de caminar cómodamente y en suave descenso para ir atravesando el
glaciar en dirección nor-nordeste, sobre
el rugoso y sucio lecho de hielo viejo por el que discurren incontables hilos
de agua anunciando claramente la próxima
muerte del glaciar.
Allí se queda la Arista de Hohlaub mientras nos quitamos los crampones.
Próximos
a la orilla izquierda del mismo el glaciar se convierte en rocoso y allí nos
sentamos cómodamente para quitarnos los crampones, desencordarnos y echar un
buen trago de agua pues hace mucho calor.
Son
las dos y cuarto de la tarde y estamos por debajo de los 2950 metros de altitud
con lo que no nos queda otro remedio que alcanzar en suave descenso las trazas
más bajas de la senda y desde allí iniciar un medio penoso ascenso, que
recordamos perfectamente, en dirección nordeste y subirnos los alrededor de 100 metros de desnivel
que nos han de depositar en la Cabaña Britannia a 3030 metros de altitud,
cuando son las tres menos veinte de la tarde.
Hemos
concluido satisfactoriamente el primer escalón de nuestro programa en los
Alpes. Ha sido un día ligero en el que hemos subido 671 metros , hemos bajado
1097 metros
y hemos utilizado para ello seis horas y media. Ha resultado ciertamente
interesante para ser nuestro primer día de actividad y creo que estamos
satisfechos.
Los auténticos dueños de los alrededores de Britannia.
Tenemos
un pequeño problema a causa de una confusión personal debido a la cual no
tenemos reserva pero no hay contratiempo pues tenemos plazas libres.
Solucionado
el temanos aligeran 55 francos suizos por la pensión y a otra cosa.
Comemos
un poco, ponemos a secar las ropas, escribimos memorias e incluso echamos una
pequeña siesta.
Se
levantan intermitentes rachas de viento y una de ellas, extraordinariamente
violenta, hace desaparecer un guante mío y una plantilla de Juan. Los buscamos
sin éxito y poco después me entregan el guante y con sus indicaciones me pongo a buscar concienzudamente y termino
por encontrar la plantilla en la quinta puñeta. No es que tuviera valor pero
podía ser muy importante de cara a la comodidad
de las actividades de los próximos días.
Alrededor
de las seis de la tarde ya hemos recogido todo seco nos dan la cena, algo
clásica para un refugio de montaña y nada del otro jueves. No está ni bien ni
mal y la comemos sin más charlando con un trío de jóvenes que tienen buen
apetito. Con ello, no tocamos la cena que habíamos subido en las costillas por
lo que el esfuerzo ha sido baldío.
Alrededor
de las ocho de la tarde nos subimos a la habitación tras haber preparado las
mochilas para el día siguiente y nos empiltramos pues la tarde se ha refrescado
un poco. No estamos cansados ya que desde las dos de la tarde hemos tenido
tiempo para recuperarnos pero agradecemos la comodidad de los colchones que no
invita precisamente a la vigilia sino a cerrar los ojos y pasar página.
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