2 abr 2014

24-14. PEÑA RUEBA POR PUNTA COMUN. 1-4-2014.

La Sur de Peña Rueba.

Saso de Murillo, Cara Sur, Punta Común, Collado Yotampoco, Arista Oeste y Ferrata Varela Portillo Peña Rueba . Descenso por Ferrata de la Mora.
01-04-2014.
Salida 9 h. Llegada 15 h.
Mixto,
Bastante fácil.
Juan Castejón, Rosa Mª. Martínez y Mariano Javierre.

Mapa de Peña Rueba procedente de Iberpix. Vía en amarillo.

            Las aguas del Gállego que a lo largo de los siglos buscaban la tierra plana de camino al Mediterráneo terminaron por abrir un tajo de erosión en los conglomerados de pudingas que conformaban la barrera natural que se oponía a su paso. Hoy podemos ver que el río sigue su curso tras excavar un canal de paso entre los Mallos de Riglos al este y los Mallos de Murillo y Agüero al oeste.

           Nosotros no somos escaladores, no es por tanto el teatro de nuestros sueños, y consecuentemente vamos poco pero, de cuando en cuando… ¿quién no echa una cana al aire?

            Es 1 de Abril de 2014 y nos vamos a Peña Rueba para hacer algo acorde a nuestras modestas posibilidades.

            De camino charlamos acerca de una posibilidad consistente en unir al proyecto la Punta Común. Sabía algo pero no contemplaba a priori esa posibilidad pues  prefería caminos transitados a otras cosas.

            Son las nueve de la mañana cuando Pasamos Murillo de Gállego y nos vamos carretera hacia Agüero en busca de una pista que se acerque a nuestro objetivo. Hay varias, tomamos una de ellas y nos llegamos hasta los últimos campos de almendros de la zona. Estamos situados en medio del Saso, en tierra de nadie, a 700 metros de altitud  y al sur de Punta Común. Evidentemente no hay camino.

Punta Común y Peña Rueba.

            Y no se trata de un problemilla menor ya que nuestro objetivo es alcanzar una rampa muy llana que se incorpora paulatinamente a la Cara Sur de Punta Común y estamos inmersos en el sotobosque característico de Guara compuesto de un abanico amplio de arbustos espinosos capaces de peinar a raya hasta a los jabalíes.

            En dirección este y buscando claros de la vegetación atravesamos un rellano desde el que localizamos un pequeño valle con algunos campos de almendros. De allí sale una pista que se elevará suavemente en busca de la rampa que buscamos y por la que transita otra pista de nuestro interés en dirección norte.


            Llegar a los campos se las trae pero a partir de allí, dando algunas vueltas alcanzamos la pista buscada que se alargará un kilómetro y termina en un pequeño aparcamiento para dar la vuelta.

            Allí nace un camino con algunas citas que vamos a seguir: es nuestro camino. Estamos a 800 metros de altitud y son las diez menos cuarto.

Narcisos assoanus.

            El camino, lazada a lazada se va incorporando a la Cara Sur del pico. Tenemos especial cuidado en no perderlo pues está muy poco transitado y salirse del mismo solo nos acarrearía que problemas. A pesar de ello y a media ladera se desdibuja con frecuencia y nos deja intermitentemente pelear con aliagas, rosales silvestres, enebros y carrasquillas, suerte que también hay narcisos assoanus, romero y gayuba en flor.

            La mañana está débilmente arañada y el solecillo nos mete en calores y en sudores conforme la pendiente se acentúa.


            Una zona de placas calizas nos conduce ilusionados a un crestón que corta la ladera. Creíamos que era la punta pero hay que bajar de la peña y transitar un pequeño collado lleno de encinas de mayor porte al tener más suelo.

            Otra zona de placas erguidas en las que encontramos alguna baliza nos deposita en otro crestón desde el que vemos la poblada cima que perseguimos.

            Bajamos un par de metros, atravesamos un reducido prado y tras atravesar en ascenso otra pequeña masa forestal alcanzamos la Cima de Punta Común. Situada a 1191 metros de altitud.


            Son las once menos veinte y junto al vértice geodésico, nos hacemos unas fotos, fotografiamos Agüero y sus Mallos en medio de una persistente neblina que malogrará la fotografía y tras contemplar  la parte sur de la Sierra de Santo Domingo nos orientamos al sol e iniciamos el descenso en dirección este.

Arista a Peña Rueba.

            Hay que decir que el norte de la sierra está defendida por unas pequeñas paredes verticales y que por su cabecera, aprovechando que escasea la vegetación por falta de tierra  transitaremos con cierta comodidad en busca de un collado amplio y en el que desaparecen las paredes. Es el Collado Yotampoco situado a 1050 metros desde el que iniciaremos el ascenso en busca de las paredes en la Arista Oeste de Peña Rueba.

Vista atrás a Punta Común.

            Avanzamos por la cresta hasta que una prominencia situada sobre las paredes de su vertiente sur nos obliga a faldearla por el norte lo que nos permite alcanzar una brecha en la base de las paredes de Peña Rueba.

            Estaremos sobre los 1125 metros de altitud cuando nos introducimos en dirección sur, canal abajo.

            La canal es una pedrera caliza bastante inclinada  y no tenemos duda, enseguida localizaremos la entrada a la Ferrata Varela Portillo.

            Bajaremos poco más de una treintena de metros y enseguida localizo  a nuestra izquierda una cita  en un pequeño hombro que nace de la pared.


           Hay que remontar media docena de metros y antes de alcanzar el hombro aparece la línea de vida de la ferrata.


            En el hombro mi chica se pone el arnés, el casco y la cinta disipadora mientras que yo me alejo un poco por el hombro para fotografiar el espolón por el que arranca la ferrata.


            El espolón es francamente impresionante para los inexpertos tanto en ferratas como en montaña convencional. Tendrá alrededor de 60 metros que son descaradamente verticales pero están sobradamente equipados tanto con grapas y cadenas como con una línea de vida continua y muy bien instalada. Además la pared de conglomerados ofrece abundantísimos y buenos apoyos para pies y estupendas presas para las manos que con tanto metal no son necesarias. Vamos, que por ponerle algún pero, yo hubiera colocado algún rollo de papel higiénico para alguna urgencia si acaso.


            Juan sube en libre delante y contempla, yo subo detrás también en libre contemplo y disfruto viendo como el vacío se desarrolla bajo nuestros pies y las maniobras de mi chica que enseguida se desbloquea y tira para arriba con cierta decencia.


            La ferrata que ha arrancado rectilínea, describe un pequeño quiebro a nuestra derecha tras introducirse en una pequeña fisura, atraviesa un pequeño dorso para introducirse de nuevo en otra fisura más abrigada mentalmente y poco a poco suaviza la pendiente para rematar el espolón depositándonos en la cresta un poco por encima de los 1100 metros de altitud.

            Nos quedan alrededor de 400 metros de cresta muy fácil con cierta costumbre y en suave ascenso o llana. Es bastante afilada a tramos pero se puede transitar tanto por el filo como en la vertiente sur por la que se sigue la línea de vida en su mayor parte.


            Hacemos fotos y aligeramos pues mi chica no utiliza la disipadora y alcanzamos la Punta Norte de Peña Rueba cuando son las once menos veinte. Estamos a 1176 metros de altitud.


            Contemplamos la trayectoria de la ferrata que acabamos de recorrer, hacemos algunas fotos y nos sentamos en la Punta Sur a la que hemos llegado llaneando para almorzar al amor del sol que se cuela entre las nubes. Son las doce menos cuarto

            Es una pena de día pero a pesar de ello visualizamos las Paredes de San Juan de la Peña y Oroel sin ninguna claridad, casi imaginamos más que vemos a Oturia y Cancias y poco más que los Mallos de Riglos aquí abajo; hasta pocos buitres hay hoy, a cambio localizamos un alimoche con su panza blanca característica.


            Alrededor de las doce y media nos despedimos de cuatro ovejas lanudas que están en la cima sin aclararnos por qué vía han subido e iniciamos el descenso en busca de la arista sur, dejando a nuestra izquierda otra arista que desciende hacia el este.


            Nos guían hitos de piedras  que nos introducen en una ladera amplia y desnuda  que desciende en busca de las paredes. Hay un  gendarme o mallo que nos guía también cuando aparece en el suelo la línea de vida de la Ferrata de la Mora.


            La pared, poco inclinada se limpia de basura enseguida y nos conduce a un piquete de hierro que a modo de banderola señala el inicio de la pendiente.


            Hay una mitad superior que se puede bajar incluso sin apoyos de manos y la continuación ya más erguida nos invita a emplear las sirgas más por comodidad que por otra cosa, son alrededor de 30 metros que bajamos con comodidad. Luego una travesía horizontal hacia nuestra derecha en descenso nos deposita en un collado del que arranca un tramo equipado hasta la Cima del Mallo de la Cara Sur de Peña Rueba.


            Me alargo en un periquete y fotografío a mis chicos terminando la pared. Luego nos juntamos en la punta del mallo para contemplar nuestro descenso.


Mallos de Riglos.

            Es la una cuando volvemos al collado y continuamos con el descenso que se va a desarrollar por un crestón paralelo a las paredes de Peña Rueba y separado de las mismas por un barranco que se llena paulatinamente de verdura.


            Se desciende caminando y alternando pequeños resaltes en los que hay instalados algunos tramos con sirgas.

            Contemplamos una pareja de escaladores que viene hacia el barranco para continuar descenso por donde bajamos nosotros y charlamos un rato con ellos de conocidos comunes, son guardias civiles de montaña de Jaca.


            Algo más abajo aparecen un par de tramos equipados con sirga que permiten descender cómodamente un par de zócalos verticales y que nos depositan en la base de la pared.

            Descendemos un par de tramos de corredor algo tiesos  e iniciamos seguidamente el camino que faldea la peña por el sur pasando por las inmediaciones del espectacular techo que adorna uno de los espolones de la peña.


            Hemos terminado nuestro descenso por la Ferrata de la Mora y ahora viene la pestosa tarea de volver al coche.

            Desde arriba lo hemos visualizado bastante bien, hemos visto los coches aparcados y el camino que llevamos nos llevará a ellos en dirección sudoeste.

            Una pista que debe arrancar de Murillo da la vuelta inmediatamente y en suave ascenso alcanza la rampa por la que hemos subido esta mañana. 

            En lo alto abandonamos la pista que marcha al sur, debe ser la que nosotros buscábamos esta mañana y  atravesamos la corona por medio de un par de campos de almendros recién labrados  y un corto trozo de yermo espinoso que nos deposita  en la pista que hemos subido ya.

Peña Sola y los Mallos de Agüero.

         Desde la pista alcanzamos los campos de almendros de la mañana y tras un remonte comprometido por la maleza  nos llegamos al coche cuando son las dos y media de la tarde.

            Luego, pisteamos de vuelta hasta la carretera, comprobamos que la pista buscada arrancaba en el kilómetro 2 y nos volvemos para casa parando a fotografiar la Chimenea de Hadas de La Peña.

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