La Sur de Peña Rueba.
Saso de Murillo, Cara Sur, Punta Común,
Collado Yotampoco, Arista Oeste y Ferrata Varela Portillo Peña Rueba . Descenso
por Ferrata de la Mora.
01-04-2014.
Salida 9 h. Llegada 15 h.
Mixto,
Bastante fácil.
Juan Castejón, Rosa Mª. Martínez y Mariano Javierre.
Mapa de Peña Rueba procedente de Iberpix. Vía en amarillo.
Las
aguas del Gállego que a lo largo de los siglos buscaban la tierra plana de
camino al Mediterráneo terminaron por abrir un tajo de erosión en los
conglomerados de pudingas que conformaban la barrera natural que se oponía a su
paso. Hoy podemos ver que el río sigue su curso tras excavar un canal de paso
entre los Mallos de Riglos al este y los Mallos de Murillo y Agüero al oeste.
Nosotros
no somos escaladores, no es por tanto el teatro de nuestros sueños, y consecuentemente
vamos poco pero, de cuando en cuando… ¿quién no echa una cana al aire?
Es
1 de Abril de 2014 y nos vamos a Peña Rueba para hacer algo acorde a nuestras
modestas posibilidades.
De
camino charlamos acerca de una posibilidad consistente en unir al proyecto la
Punta Común. Sabía algo pero no contemplaba a priori esa posibilidad pues prefería caminos transitados a otras cosas.
Son
las nueve de la mañana cuando Pasamos Murillo de Gállego y nos vamos carretera
hacia Agüero en busca de una pista que se acerque a nuestro objetivo. Hay
varias, tomamos una de ellas y nos llegamos hasta los últimos campos de
almendros de la zona. Estamos situados en medio del Saso, en tierra de nadie, a
700 metros de altitud y al sur de Punta
Común. Evidentemente no hay camino.
Punta Común y Peña Rueba.
Y
no se trata de un problemilla menor ya que nuestro objetivo es alcanzar una
rampa muy llana que se incorpora paulatinamente a la Cara Sur de Punta Común y
estamos inmersos en el sotobosque característico de Guara compuesto de un
abanico amplio de arbustos espinosos capaces de peinar a raya hasta a los
jabalíes.
En
dirección este y buscando claros de la vegetación atravesamos un rellano desde
el que localizamos un pequeño valle con algunos campos de almendros. De allí
sale una pista que se elevará suavemente en busca de la rampa que buscamos y
por la que transita otra pista de nuestro interés en dirección norte.
Llegar
a los campos se las trae pero a partir de allí, dando algunas vueltas
alcanzamos la pista buscada que se alargará un kilómetro y termina en un
pequeño aparcamiento para dar la vuelta.
Allí
nace un camino con algunas citas que vamos a seguir: es nuestro camino. Estamos
a 800 metros de altitud y son las diez menos cuarto.
Narcisos assoanus.
El
camino, lazada a lazada se va incorporando a la Cara Sur del pico. Tenemos
especial cuidado en no perderlo pues está muy poco transitado y salirse del
mismo solo nos acarrearía que problemas. A pesar de ello y a media ladera se
desdibuja con frecuencia y nos deja intermitentemente pelear con aliagas,
rosales silvestres, enebros y carrasquillas, suerte que también hay narcisos
assoanus, romero y gayuba en flor.
La
mañana está débilmente arañada y el solecillo nos mete en calores y en sudores
conforme la pendiente se acentúa.
Una
zona de placas calizas nos conduce ilusionados a un crestón que corta la
ladera. Creíamos que era la punta pero hay que bajar de la peña y transitar un
pequeño collado lleno de encinas de mayor porte al tener más suelo.
Otra
zona de placas erguidas en las que encontramos alguna baliza nos deposita en
otro crestón desde el que vemos la poblada cima que perseguimos.
Bajamos
un par de metros, atravesamos un reducido prado y tras atravesar en ascenso
otra pequeña masa forestal alcanzamos la Cima de Punta Común. Situada a 1191
metros de altitud.
Son
las once menos veinte y junto al vértice geodésico, nos hacemos unas fotos,
fotografiamos Agüero y sus Mallos en medio de una persistente neblina que
malogrará la fotografía y tras contemplar
la parte sur de la Sierra de Santo Domingo nos orientamos al sol e
iniciamos el descenso en dirección este.
Arista a Peña Rueba.
Hay
que decir que el norte de la sierra está defendida por unas pequeñas paredes
verticales y que por su cabecera, aprovechando que escasea la vegetación por
falta de tierra transitaremos con cierta
comodidad en busca de un collado amplio y en el que desaparecen las paredes. Es
el Collado Yotampoco situado a 1050 metros desde el que iniciaremos el ascenso
en busca de las paredes en la Arista Oeste de Peña Rueba.
Vista atrás a Punta Común.
Avanzamos
por la cresta hasta que una prominencia situada sobre las paredes de su
vertiente sur nos obliga a faldearla por el norte lo que nos permite alcanzar
una brecha en la base de las paredes de Peña Rueba.
Estaremos
sobre los 1125 metros de altitud cuando nos introducimos en dirección sur, canal
abajo.
La
canal es una pedrera caliza bastante inclinada
y no tenemos duda, enseguida localizaremos la entrada a la Ferrata
Varela Portillo.
Bajaremos
poco más de una treintena de metros y enseguida localizo a nuestra izquierda una cita en un pequeño hombro que nace de la pared.
Hay que remontar media docena de metros
y antes de alcanzar el hombro aparece la línea de vida de la ferrata.
En
el hombro mi chica se pone el arnés, el casco y la cinta disipadora mientras
que yo me alejo un poco por el hombro para fotografiar el espolón por el que
arranca la ferrata.
El
espolón es francamente impresionante para los inexpertos tanto en ferratas como
en montaña convencional. Tendrá alrededor de 60 metros que son descaradamente
verticales pero están sobradamente equipados tanto con grapas y cadenas como
con una línea de vida continua y muy bien instalada. Además la pared de conglomerados
ofrece abundantísimos y buenos apoyos para pies y estupendas presas para las
manos que con tanto metal no son necesarias. Vamos, que por ponerle algún pero,
yo hubiera colocado algún rollo de papel higiénico para alguna urgencia si acaso.
Juan
sube en libre delante y contempla, yo subo detrás también en libre contemplo y
disfruto viendo como el vacío se desarrolla bajo nuestros pies y las maniobras
de mi chica que enseguida se desbloquea y tira para arriba con cierta decencia.
La
ferrata que ha arrancado rectilínea, describe un pequeño quiebro a nuestra
derecha tras introducirse en una pequeña fisura, atraviesa un pequeño dorso
para introducirse de nuevo en otra fisura más abrigada mentalmente y poco a
poco suaviza la pendiente para rematar el espolón depositándonos en la cresta
un poco por encima de los 1100 metros de altitud.
Nos
quedan alrededor de 400 metros de cresta muy fácil con cierta costumbre y en
suave ascenso o llana. Es bastante afilada a tramos pero se puede transitar
tanto por el filo como en la vertiente sur por la que se sigue la línea de vida
en su mayor parte.
Hacemos
fotos y aligeramos pues mi chica no utiliza la disipadora y alcanzamos la Punta
Norte de Peña Rueba cuando son las once menos veinte. Estamos a 1176 metros de
altitud.
Contemplamos
la trayectoria de la ferrata que acabamos de recorrer, hacemos algunas fotos y
nos sentamos en la Punta Sur a la que hemos llegado llaneando para almorzar al
amor del sol que se cuela entre las nubes. Son las doce menos cuarto
Es
una pena de día pero a pesar de ello visualizamos las Paredes de San Juan de la
Peña y Oroel sin ninguna claridad, casi imaginamos más que vemos a Oturia y
Cancias y poco más que los Mallos de Riglos aquí abajo; hasta pocos buitres hay
hoy, a cambio localizamos un alimoche con su panza blanca característica.
Alrededor
de las doce y media nos despedimos de cuatro ovejas lanudas que están en la
cima sin aclararnos por qué vía han subido e iniciamos el descenso en busca de
la arista sur, dejando a nuestra izquierda otra arista que desciende hacia el
este.
Nos
guían hitos de piedras que nos
introducen en una ladera amplia y desnuda
que desciende en busca de las paredes. Hay un gendarme o mallo que nos guía también cuando
aparece en el suelo la línea de vida de la Ferrata de la Mora.
La
pared, poco inclinada se limpia de basura enseguida y nos conduce a un piquete
de hierro que a modo de banderola señala el inicio de la pendiente.
Hay
una mitad superior que se puede bajar incluso sin apoyos de manos y la
continuación ya más erguida nos invita a emplear las sirgas más por comodidad
que por otra cosa, son alrededor de 30 metros que bajamos con comodidad. Luego
una travesía horizontal hacia nuestra derecha en descenso nos deposita en un
collado del que arranca un tramo equipado hasta la Cima del Mallo de la Cara
Sur de Peña Rueba.
Me
alargo en un periquete y fotografío a mis chicos terminando la pared. Luego nos
juntamos en la punta del mallo para contemplar nuestro descenso.
Mallos de Riglos.
Es
la una cuando volvemos al collado y continuamos con el descenso que se va a
desarrollar por un crestón paralelo a las paredes de Peña Rueba y separado de
las mismas por un barranco que se llena paulatinamente de verdura.
Se
desciende caminando y alternando pequeños resaltes en los que hay instalados
algunos tramos con sirgas.
Contemplamos
una pareja de escaladores que viene hacia el barranco para continuar descenso por
donde bajamos nosotros y charlamos un rato con ellos de conocidos comunes, son
guardias civiles de montaña de Jaca.
Algo
más abajo aparecen un par de tramos equipados con sirga que permiten descender
cómodamente un par de zócalos verticales y que nos depositan en la base de la
pared.
Descendemos
un par de tramos de corredor algo tiesos
e iniciamos seguidamente el camino que faldea la peña por el sur pasando
por las inmediaciones del espectacular techo que adorna uno de los espolones de
la peña.
Hemos
terminado nuestro descenso por la Ferrata de la Mora y ahora viene la pestosa
tarea de volver al coche.
Desde
arriba lo hemos visualizado bastante bien, hemos visto los coches aparcados y
el camino que llevamos nos llevará a ellos en dirección sudoeste.
Una
pista que debe arrancar de Murillo da la vuelta inmediatamente y en suave
ascenso alcanza la rampa por la que hemos subido esta mañana.
En
lo alto abandonamos la pista que marcha al sur, debe ser la que nosotros
buscábamos esta mañana y atravesamos la
corona por medio de un par de campos de almendros recién labrados y un corto trozo de yermo espinoso que nos
deposita en la pista que hemos subido
ya.
Peña Sola y los Mallos de Agüero.
Desde
la pista alcanzamos los campos de almendros de la mañana y tras un remonte
comprometido por la maleza nos llegamos
al coche cuando son las dos y media de la tarde.
Luego,
pisteamos de vuelta hasta la carretera, comprobamos que la pista buscada
arrancaba en el kilómetro 2 y nos volvemos para casa parando a fotografiar la
Chimenea de Hadas de La Peña.
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