Cara Oeste del Gran Astazu. 19-8-02.
Gavarnie, Refugio de Espugettes, Cabaña
de Pailla, Rochers Blanques, Collado de Astazu, Astazus Petit y Gran, Collado
de Astazu, Hotellería du Cirque y Gavarnie.
14-08-1988.
Salida 19:30 h. Llegada 18:30 h.
Sol.
Bastante fácil.
4 p.
2 d.
Ascensión.
Rosa Casas, Gabriel Miranda, Rosa Mª.
Martínez y Mariano Javierre.
Mapa de Astazu procedente de Geoportail. Vía en amarillo.
En
el Puerto de Bujaruelo montamos en el coche y nos vamos sin pérdida de tiempo
para abajo. Qué bien se está sentado pero nos queda todavía un buen repecho por
delante.
Paramos
en Gavarnie, recogemos una bolsa con comida y tras atravesar el pueblo nos
dirigimos hacia el circo por la derecha del barranco hasta el aparcamiento de
un restaurante muy próximo al comienzo del camino que hemos de hacer.
Las
mochilas pesan bastante a estas horas y si pesan por la jornada que llevamos
encima, pesan todavía más porque nos encontramos por debajo de los 1400 metros
de altitud en un día francamente cálido en el que hemos de subir por encima de
los 2000 metros.
Hay que abandonar el Fondo del Ciro de Gavarnie para remontar al Refugio de Espuguettes. 10-4-17.
El
camino se empina pronto en dirección este y se introduce en el Bosque de
Arribama, lo que haya que hacer mejor hacerlo pronto. Un par de jinetes que
suben a caballo por el transitado camino nos llenan de envidia.
Poco
después alcanzamos el Plateau de Pailla y enseguida avistamos el refugio perdido
allá arriba. Hemos salido del bosque y la pradera alpina se inclina
salvajemente obligando al camino a dar un considerable rodeo serpenteando hacia
el norte, el atajo queda de frente.
Me
decido por el atajo: sudo como un búfalo y estoy loco por terminar el día pero
estoy dispuesto a liquidar los 250 metros de desnivel que nos quedan lo antes
posible.
Astazus y Picos de la Cascada de Gavarnie. 30-6-05.
Son
veinte minutos de brevísimas paradas para tomar aire y continuar con un ritmo
que me parece infernal. He cometido el error de subir con camisa y camiseta que
llegarán empapadas, me las quito y las pongo a secar en unas piedras, luego
llegarán los demás desperdigados.
Mi
filosofía montañera me indica que las nueve menos cuarto de la tarde es tarde
para rematar una jornada que hemos comenzado a las siete de la mañana, que algo
ha fallado y que habrá que arreglarlo de alguna manera. De momento está cayendo
la noche, sabemos las costumbres de los refugios y lo único con lo que contamos
es que tenemos literas para dormir.
Todos
estamos cansados después de esta jornada y con pocas ganas de preparar la cena.
La suerte es que el Refugio de Espuguettes es poco convencional y el comedor
está con luz hasta las diez. Así que preparamos la cena y cenamos
tranquilamente para luego preparar las mochilas del día siguiente a la vez que
charlamos con un grupo de españoles que vienen a ser los hijos de los que hemos
encontrado en Marboré. Ellos quieres subir por la Cresta de la Hount Blanque y
nosotros por el Collado de Astazu, camino que desconocemos y del que nos indican
lo que recuerdan que no es demasiado.
La Norte de los Astazus y el Corredor Swan desde Pailla. 14-8-88.
Nos
vamos a las literas a las diez bastante pasadas, los siete en la misma
habitación con lo que se prolonga la conversación y el jolgorio toma
considerables proporciones por lo que hemos de cortarlo pues al día siguiente
todos tenemos tajo.
¡Con
qué facilidad cerramos los ojos y dejamos que nuestros pensamientos se evaporen
al calor de las mullidas colchonetas!
Algún
reloj ha sustituido al tradicional gallo. Nos enteramos entre mantas que está
lloviendo este 14 de Agosto de 1988. Es temprano todavía, así no hay prisa pero
una vez despiertos y con el sueño hecho polvo nos levantamos.
Astazus desdeel Balcón de Pineta. 9-7-06.
La
mañana nublada, casi tenebrosa, está movida por un viento del sur que esperamos
empuje a los nubarrones que tenemos al
norte pero nuestros compañeros se empiltran de nuevo pues con la roca mojada no
quieren saber nada.
Desayunamos
y damos tiempo a que la mañana se decida pero seremos nosotros los que tomemos
la iniciativa.
El
sur está bastante claro y confiamos en nuestra fortuna y en que nuestro camino
no discurre demasiado lejos del fondo del Circo de Gavarnie. Si la cosa se pone
fea tenemos la Cabaña Pailla o la Hotelleríe del Circo para poder cambiar de
ruta y conocer el Fondo del Circo de Gavarnie con la Gran Cascada y sus alrededores.
Ordesa desde el Prequeño Astazu.
Desandamos
camino bajando hasta la Cabaña de Pailla perdiendo unos buenos 250 metros con
lo que nuestro altímetro se sitúa sobre los 1780 metros gravando negativamente
nuestra actividad. Van a ser las ocho cuando salimos del Plateau de Pailla para
entrar en el pinar que rodea la Hount Blanque. Vamos hacia el sur y el cielo se
aclara.
El
final del pinar está cubierto de flores de nieve de extraordinarias
dimensiones. No podemos evitar la tentación de coger unas cuantas y guardarlas
entre las hojas del mapa. Dejamos el pinar cuando la ladera se había puesto
absolutamente abrupta y nos incorporamos a las Rocas Blancas ganando un sendero perfectamente señalizado
con abundantísimas señales de pintura amarilla y roja que destacan sobre el
blanco lechoso de la caliza.
El
camino se convierte en un laberinto de solución inimaginable que alterna
repetidas trepadas por canales descompuestas y verticales con travesías aéreas
y horizontales para salvar un par de
espolones verticales por medio de un camino que es un tratado completo de
imaginación. Ahora entendemos el cuidado que nos habían recomendado en este
tramo, en el que señales de pintura,
incluso con cortos intervalos de 5 metros, lo hacen imperdible.
Gran Astazu desde el Pequeño. 19-8-02.
Son
las nueve y media cuando dejamos atrás el laberinto y comenzamos a subir el
pedregal calizo que ha de desembocar en el amplísimo corredor que separa a
Marboré de los Astazu.
Hemos
ido ganando altura pues desde el inicio
de las paredes rocosas no hemos dejado de subir y cuando cruzamos el barranco
estamos sobre los 2400 metros de altitud. Ahora el camino se allana
momentáneamente y nos coloca en el centro del corredor, queda mucho tajo y el
ritmo que llevamos es algo lento por lo que yo no voy cómodo ni mental ni
físicamente.
Paramos
a almorzar pues vamos a llevar tres horas de camino. La mañana se termina de
aclarar aunque todavía es fresca en los lugares donde aún no ha llegado el sol.
Pimenes desde el Collado entre los Astazu. 9-7-06.
Lo
que viene después del almuerzo es peor pues cogemos una pedrera de gravas
absolutamente inestables de alrededor de 200 metros de desnivel y con una
pendiente que nos sabe a 60º, de esas que hay que superar a base de generosísimo
esfuerzo, pues si no das el paso siguiente de inmediato corres el riesgo de
perder el anterior y que subimos dando media docena de pasos casi a la carrera
para detenerte a respirar en el lugar seguro que has elegido previamente.
Gabriel sube muy flojo, Rosa a su lado y nosotros vamos descargándonos
mutuamente nuestros nervios.
Por
medio del infierno del canchal alcanzamos el nivel del nevero terminal que
defiende el collado. No hay huellas en el nevero y por el centro que es la zona
que hemos supuesto como más accesible hay una decidida pared con una fisura no
apta para nosotros.
Sabemos
que hay paso y con paciencia franciscana recorremos metro a metro con la vista
la pared del circo y el nevero y adivinamos más que vemos la solución en la
parte izquierda del mismo justamente donde el nevero es más largo y está más
empinado. De haberlo sabido hubiéramos girado más al este con lo que hubiéramos
pillado la pedrera más transversalmente y podríamos haber salvado la parte
final del nevero al que nos dirigimos.
Desde la Cima del Gran Astazu.
Con
cuidado abro huella en el nevero en dirección a una chimenea que surge del
mismo y que cada vez con más seguridad parece practicable. Alcanzada la misma
localizamos viejísimas y casi imperceptibles huellas en una ruta que confirma
su escaso tránsito.
La
trepada es entretenida e interesante. Nos lleva en un momento hacia la fisura
central del circo como si quisiera que contempláramos las dificultades vencidas
por algún rápel que atestigua un lazo de cordino en la parte superior de la
misma. Luego vuelve a la izquierda de nuevo para acostarse después y
facilitarnos un buen camino al este para alcanzar por la loma de esquistos
calizos el plano y nevado Collado de Astazu.
Son
las doce y estamos a 2950 metros de altitud. Al este se abre, encajonado por
Astazus, Cilindro y Perdido el grisáceo anfiteatro morrénico que remata en el
brutal tajo del Balcón de Pineta. En el nevero están fresquísimas las huellas
de un par de rebecos que huyen de nuestros ruidos hacia la base del Cilindro de
Marboré poniendo nieve de por medio.
El enorme Rellano del Balcón de Pineta desde el Gran Astazu. 9-7-06.
Por
cresta fácil salvamos el breve desnivel que nos separa del Pequeño Astazu y sus
3012 metros de altitud. El tajo al norte es impresionante pero la cresta se
alarga hacia el este y el pliegue ligeramente inclinado hacia el sur por el que
transitamos se pone vertical por lo que
hemos de recorrer un delicado pasillo al norte de la arista hasta alcanzar un
nuevo tramo suavemente descendente que nos lleva a la salida del Corredor Swan,
poco practicable a estas alturas de la temporada ya que la nieve solamente cubre
algunos tramos del mismo.
Sin
perder mucho tiempo continuamos por
entre media ladera y la cresta para acabar finalmente a toda cresta en la Cima
del Gran Astazu a 3080 metros de altitud. Una pequeña cruz de hierro arrancada
de su lugar original se encuentra sobre un gran hito de piedras dominando la
cima. Poco más adelante hacia la Brecha Tucarroya hay un pequeño enterramiento
de basura, es una mala solución pero antes de que quede esparcida… yo prefiero
bajarla para abajo.
Es
la una y cuarto, el día está seguro aunque por el sur aparecen discretas pero
consistentes masas nubosas. El Marboré, el Cilindro, el Cuello del Cilindro, El
Perdido, El Glaciar Norte del Perdido y el Ibón de Marboré son solamente para
nosotros: la postal no tiene precio.
Pequeño Astazu desde el collado entre los Astazu. 19-8-02.
Iniciamos
la vuelta con algún pesimismo por mi parte pues no me salen las cuentas
horarias. No puedo remediarlo, estoy cansado, nervioso y aburrido y lo que
debería ser un sudado placer se está convirtiendo en un desastre a un ritmo
excesivamente lento y no se trata de una apreciación personal sino que lo
denuncia la hora. Se trata de desandar
el mismo camino sin embarques ni
improvisaciones.
Alcanzado
el inicio del destrepe Gabriel cambia de marcha de tal forma que en lugar de
descender luego el pedregal lo hacemos por la nieve y al trote de tal manera
que alrededor de las tres menos cuarto
estamos comiendo en el barranco algo más abajo de donde hemos almorzado y con
eso está todo dicho.
Estamos
contentos, nos remojamos los pies y liquidamos todas nuestras provisiones
haciendo la del pobre: “antes reventar que sobre” y nos bebemos casi medio barranco. Ha cambiado
completamente el panorama.
Collado de Marboré y Pequeño Astazu. 19-8-02.
Continuamos
a ritmo decente el descenso de las Roches Blanques. Ganado el camino en la
inclinada pradera lo abandonamos por el que baja directamente al Hotel del
Circo de Gavarnie, Gabriel y Rosa lo conocen.
Lo
que parecía una senda poco transitada desaparece enseguida y a su encuentro nos
vamos pared abajo. No la encontramos en
unos tramos que de cuando en cuando se ponen casi verticales lo que nos obliga
a cambiar de dirección con frecuencia.
Derivamos
hacia un barranco que se resuelve con un escalón impracticable y vuelta para
atrás. Dando vueltas, tumbos y resbalones por un pinar seco inhóspito e
inclinado alcanzamos finalmente el fondo del circo 200 metros más abajo de la
hospedería. Son las seis menos cuarto.
19-8-02.
El
último tramo ha resultado desconsolador y nos ha castigado las rodillas cosa
que notaremos pista abajo. Mi cansancio también es mental pues me esperan tres horas de coche y me acostumbra a tentar el
sueño desesperadamente.
Empujamos
nuestras anatomías por entre una multitud de viandantes y unas interminables
reatas de burros, mascando el polvo y presas de la pesadez de una tarde
tórrida que se ha nublado alcanzamos el
coche, son las seis y media.
Montamos
en los coches nos echamos carretera abajo. Gabriel va delante mientras yo tengo miedo de que me visite el
sueño al amor de la comodidad.
El Circo de Gavarnie.23-8-14.
Nos
han aconsejado volver por Lurdes y vamos a cambiar de ruta y así no cruzaremos
ni el Soulor ni el Aubisque. Llegamos a Lurdes que circunvalamos casi
interminablemente y eso que no bajamos de 100 kilómetros a la hora. Pasamos
Betharram, echamos las luces y nos enfrentamos al torrente de coches que vienen
de la frontera pero no me pega el sueño.
Estamos
a las nueve en el Portalet, echamos un trago en Escarrilla y ya de noche, llegamos borrachos de ganas, a Sabi con nuestro regalo
a petición de nuestra hija: una cantimplora de “agua de nieve.”
Para ver el Comienzo.
Para ver el Comienzo.