27 jul 2002

12-02. UNA JORNADA EN LOS RUSSELL. 27-7-2002.

Macizo de Russell desde las inmediaciones del Collado de los Bucardos.

Puente de Coronas, Ibones de Llosas, Arista Sur de Russell, Russell Este, Arista este, Russell Sudeste,  Corredor Sudeste, Aguja Sur de Russell, Corredor Sur, Rusell Sudeste, Cima Russell, Punta de la Brecha Russell, Descenso de la Normal, Corredor Noroeste y Aguja Sudoeste de Russell. Descenso a Llosas y Puente de Coronas.

27-07-02.

Salida 07 h. Llegada 17 h.

Mixto.

Bastante fácil.

Ascensión.

Juan Castejón, Rosa Mª. Martínez y Mariano Javierre.

Mapa de Russell procedente de Prames. Vía en amarillo.
            Hay frases hechas para casi todo y en este caso, esa tan conocida de “a la tercera va la vencida”, se hizo realidad.

            No pudimos hacer los picos a causa de mi caída en la que me rompí el dedo de la mano. Tampoco pudimos hacerlos en el 2000 por causa del mal tiempo. Era demasiado tanto infortunio y alguna vez se tenía que terminar.

            Dispuestos a borrarlos de nuestra agenda de proyectos los emprendemos, con permiso del buen tiempo para Santiago 2002.

            Rosa dispone, casi sin pedirlo, de siete días de vacaciones y el 26 de Julioa las seis de la tarde recogemos a Juan y nos vamos para Benasque dejando al pueblo en plenas fiestas patronales.

            Rosa se marea como nunca en la Guarguera y sobre las ocho y media decidimos parar en Benasque para dar una vuelta a ver si se espabila un poco. Allí nos encontramos con Rosa y Gabriel, que también han desertado de las fiestas y charlamos un buen rato hasta que la inminente caída de la noche nos expulsa para arriba a todo trapo.

            El capazo nos ayuda a tomar la decisión: nos vamos hasta el refugio de pescadores y así no tendremos que perder tiempo ni en montar ni en desmontar las tiendas.

            Pasamos por Senarta medio vacío y tomando la pista que se alarga un pelín más de lo esperado nos llegamos al Refugio de Pescadores de Senarta que está todo para nosotros y bastante limpio por cierto.

            Preparamos brevemente la cena y sacando unas sillas a la parte delantera del refugio, a la luz de las linternas cenamos en presencia de la luna ya menguante.

            Llega una pareja de San Sebastián que se conoce el garito y se acuesta. Nosotros rematamos nuestra faena, recogemos un poco todo dentro del refugio y nos empiltramos cuando van a ser las once de la noche.

            La dureza del hormigón le va a ir de cine a mis riñones. Pasaré una noche estupenda  y a las cinco y media, hora que señalaba de antemano la alarma de mi reloj, nos levantamos.

            Recogemos y desayunamos brevemente y a las seis de una mañana a la que le quedan todavía estrellas, nos montamos en el coche y por la misma pista nos llegamos hasta la Barrera de Senarta que es donde nos han dicho en la Oficina de Turismo de Benasque que se coge el autobús.

            Junto a la barrera no hay sitio para aparcar mucha gente y en contra de lo que en lógica de la correcta información aconseja, decidimos bajar hasta la entrada del Plan.

            Allí está un autobús lleno y una cola enorme para el otro. Total que nos quedamos fuera los seis últimos, con un cabreo impresionante, pero el autobús lleva gente por un tubo. La azafata de la oficina nos ha jugado una mala pasada, ya que nosotros teníamos tiempo suficiente para no habernos quedado en tierra.

            A las seis y cuarto bastante pasadas sale para arriba el segundo autobús con la promesa de que nos vuelve a buscar en cincuenta minutos, cosa que no creemos. Es más, suponemos que a la vuelta se bajará hasta Benasque y a las siete y media hará su viaje.

            No sucederá según nuestro peor escenario imaginado y cuando van a ser las siete se presenta el autobús, da la vuelta y arreamos para arriba a todo trapo. Ha subido y bajado en menos tiempo del anunciado y veinte minutos después, a las siete y media, nos deja junto al Refugio de Pescadores del Puente de Coronas; tras del incidente, casi a la hora que había calculado en condiciones normales.

            Rosa dirá que salimos también como motos para arriba. Nosotros no creemos que fuera así, pero psicológicamente había que aprovechar el tiempo perdido.

            Comenzamos a caminar pasando junto al refugio situado a 1950 metros de altitud en dirección este por la misma pista que evidentemente es mucho más estrecha ya que no se encuentra casi transitada.

            Antes de llegar al primer repecho, en el Barranco de Coronas, dejamos atrás a la gente que ha subido con nosotros y contemplando a nuestra izquierda el camino de Coronas seguimos adelante por una pista que primero se estropea y luego se convierte en transitado camino sobre retazos de pradera alpina en la que afloran tanto el granito como el pino negro.

            La mañana agradablemente cálida nos invita a caminar, todavía a la sombra, hasta alcanzar enseguida la húmeda Pleta de Llosas tras haber girado un poco en dirección nordeste. Nos guían los oscuros y lóbregos paredones del norte del Ibón de Llosas.

            Son las nueve menos cuarto cuando alcanzamos la minúscula cubeta lacustre del Ibón Inferior de Llosas situado a 2493 metros de altitud. Rodeamos por su orilla sur entre las varias tiendas acampadas en el lugar  y tomando el barranco por el que transita el camino, ahora de nuevo en dirección este pasando enseguida al norte del Ibón superior de Llosas.

Llosas Inferior desde el Barranco de Llosas de camino al Superior.

Cogemos agua en un torrente que baja de Tempestades y girando un poco al este-sudeste, en suave ascenso, nos aproximamos a la divisoria de Llosas y Vallibierna. Parece ser que vamos a hacer toda la arista además de que la vamos a comenzar más abajo todavía

            Tomamos la divisoria de valles en el resalte anterior a su punto culminante y tras una pequeña trepada  alcanzamos la cima a 2972 metros de altitud, al sol de la mañana definitivamente y la vista de los Ibones de Russell

            Descendiendo ligeramente alcanzamos enseguida el collado de la Arista Sur de Russell y por terreno fácil, ahora ya en dirección norte, comenzamos a ascender en busca de las Agujas Sur de Russell.

            Sabemos que las agujas se pueden contornear por el este pero sabiendo que  queremos hacer la Punta Russell Oriental que localizamos claramente en la arista este, prácticamente a nuestra altura y viendo que bajar de la arista en la que nos encontramos a la pedrera que se asienta bajo los paredones sur y este de la mole de Russell, no nos obliga ni a perder tiempo ni mucha altitud; decidimos abandonar la arista y flanquear en dirección norte bajo las paredes del este al encuentro de la pared de la arista este.

            Perderemos alrededor de 70 metros puesto que nos incorporamos inmediatamente a la parte superior de la pedrera que enseguida nos mete en la pared.

            Progresamos sobre amplias, inclinadas y gastadas repisas graníticas que nos depositan en un tramo de pared que hemos visto accesible desde el collado anterior.

            Cada uno por nuestro sitio nos buscamos la vida escalando fácilmente los algo menos de 100 metros de desnivel, alcanzando la arista por encima de los 3000 metros cuando son las once de la mañana.

Desde la Punta de Russell Oriental la Cima de Russell Sudeste.

            Hacemos una parada para almorzar y beber un poco ya que se nos está haciendo sed en esta despampanante mañana y quince minutos después, abandonando las mochilas, en dirección este, bajamos un poco hasta alcanzar el punto bajo de una arista que por su lado norte es un fácil pedregal y ascendiendo suavemente nos deposita pronto y fácilmente en la cima de la Punta Russell Oriental a 3034 metros de altitud, es el primer tresmil del día.

            Son las once y veinticinco y le dedicamos poco más que una foto y una panorámica circular ya que podremos disfrutar del mismo paisaje desde más arriba.

En la Cima de Russell Sudeste con Aneto detrás.

            Nos espera un repecho interesante y en dirección oeste desandamos el camino realizado hasta recuperar las mochilas. Y  Juan por la Arista de enormes losas y nosotros un poco al norte buscando materiales más asequibles a las patillas de mi esposa, nos vamos a subir los 200 metros de desnivel que por terreno fácil nos depositan en la cima del Russell Sudeste a 3205 metros de altitud cuando son las doce de la mañana.

Vallibierna desde Russell Sudeste.

            Dejamos de nuevo las mochilas tras echar un trago y tomando la Canal Sur, al este de la arista de las agujas, nos vamos para abajo descendiendo más de lo que le apetece a mi esposa, según manifiesta.

            Hemos localizado gente en la aguja y sabemos que desde el corredor que estamos bajando se accede a la horcada de separación de la aguja, en la que se encuentra un bloque empotrado.

Desde Russell Sudeste se ve Russell la espalda y el Aneto.

            La canal se abre en dos, la rama pegada a la arista se ve menos transitada por tener materiales más sólidos que la otra, y seguimos bajando por ella mientras Juan toma una vira horizontal a la derecha de la canal y se asoma para localizar la aguja que es nuestro problema más inminente.

            Nosotros bajamos algo más ya en travesía por la pared hasta situarnos  por debajo de los 3100 metros de altitud y con cierta comodidad alcanzamos el canalón que baja de la horcada de la aguja en la que localizo el bloque empotrado. Juan funambulea por arriba con la cuerda en las costillas.

            Iniciamos el ascenso del canalón pasando bajo el lugar en el que Juan libra su particular pelea con la pared. Le indico la mejor vía de las varias malas que tiene para alcanzar el canalón en el que nos encontramos y nosotros nos ponemos a salvo de los regalitos que nos está enviando para proseguir en busca de la horcada.

Aguja Sur de Russell desde el canalón de descenso de Russell.

            Para alcanzar el bloque empotrado hay, a primera vista, que superar un extraplomo un tanto potente al que le encuentro solución de inmediato: con las dudas de si alcanzaremos el punto culminante de la aguja, cosa que no siempre se consigue cuando escalas lugares desconocidos e indefinidos como éste, meto a mi chica delante por un vertical y estrecho corredor que tiene muy buena roca y unas presas muy decentes, del que he visto alrededor de una veintena de metros que si no nos dejan en la punta poco le faltará.

            Mientras nosotros escalamos el corredor Juan ha alcanzado el canalón y se va hasta el bloque empotrado, aquí hay platos para todos los gustos.

En la Aguja Sur de Russell.
            El corredor conduce a la punta buena y respiramos contentos de nuestro buen ojo, mientras le indico a Juan que tome un fácil diedro que en una decena de metros le permite reunirse directamente con nosotros. Son las doce y media cuando alcanzamos la cima de la Aguja Sur de Russell de 3146 metros de altura. Es un poco tarde cuando alcanzamos nuestro tercer tresmil del día puesto que pensábamos hacerlo como primero.

Aguja Sudoeste de Russell desde la Asuja Sur de Russell.
            Hacemos otra foto en medio de las inverosímiles lajas de la diminuta cima y contemplando posiblemente lo que yo he visto desde la cima anterior cuando me quitaba la mochila y que he desechado por parecerme excesivamente fácil y próximo, además de que transitaba un paraje un tanto al oeste de la arista y fuera evidentemente de la canal sur, que era nuestra fundamental referencia; iniciamos ésa, la que será nuestra vía para retornar a por las mochilas.

Desde Russell Sudeste la Aguja Sur de Russell.

            Bajamos fácilmente al bloque empotrado y tomando un canalón  también fácil y transitado ganamos altura rápidamente y alcanzamos enseguida, para sorpresa de mi esposa, las mochilas y la cantimplora para echar un cumplido trago.

Cima de Russell con la arista hacia Russell Sudeste.

            Es la una menos cuarto cuando con las mochilas al hombro, prácticamente en dirección norte tomamos la arista que no presenta desnivel. Resultará un agradable paseo incluso en su parte final en la que pasaremos un par de dientes también fáciles aunque un tanto aéreos que nos depositan en la cima principal del grupo: el Pico Russell con sus 3207 metros de altitud, cuarto tresmil del día y techo de todos los mismos. Es la una del mediodía.

            La cima es un amplio pedregal cortado en vertical por su ladera nordeste pero que se inclina suavemente hacia el oeste hasta alcanzar los paredones, lugar por el que está llegando un paquete de “fransuas.”

Tempestades y Aneto desde la Punta de la Brecha de Russell.

            Echamos un trago, nos hacen una foto con flash de relleno, contemplamos una vez más la Arista de Salenques  a Tempestades y proseguimos en dirección nor-nordeste en descenso hacia la suave depresión que hace de separación con el siguiente pico. Por amplio pedregal similar al de descenso comenzamos otro breve ascenso, que en pocos minutos nos conduce a la Punta de la Brecha de Russell a 3192 metros de altitud, es poco más de la una y cuarto.

En la Punta de la Brecha Russell con Tempestades y Margálida.

            Hacemos una foto y unos metros más adelante nos asomamos a la Brecha Russell de fácil acceso hasta la misma en la que desembocan un par de corredores de respeto pero que no dificulta en absoluto el tránsito por la misma.

            Contemplamos el llamativo y conocido fondo nordeste con los próximos picos de Margálida y Tempestades, la adivinada Brecha de Tempestades, la Espalda  y  el Aneto que en descenso se continúa con la Cresta de Llosas. Aquí tenemos una cita pendiente y esperamos que todo llegue en su momento.

            Poco después retrocedemos sobre nuestros pasos, recuperamos las mochilas por enésima vez y nos vamos en busca de las citas que nos lleven a la Gran Cornisa o Canal Noroeste que es la vía normal de acceso a la mole de los Russell.

Vira de acceso de la Normal a Russell por donde bajamos.

            Tomamos el corredor situado más al norte muy descompuesto pero bastante estabilizado que a pesar de la fuerte pendiente no tiene nada de particular que no sea cuidar con las piedras. Bajados alrededor de 100 metros el corredor se acaba, se une con el otro y por marcado camino poco inclinado deriva hacia el noroeste atravesando casi toda la pared oeste, hasta que pierde potencia la misma y el camino nos deposita en la pedrera.

Corredor de acceso a la Punta Sudoeste de Russell, será el último del día.

            Prácticamente pegados a la pared, hemos girado casi 180º, seguimos en descenso suave atravesando algunos neveros residuales, ya que la base del corredor que buscamos no queda lejos ni muy abajo. Encontramos algunas difusas trazas de camino que nos conducen a la rimalla del nevero alojado bajo el corredor. Son las dos de la tarde.

De camino a la Aguja Sudoeste de Rusell.
            En una repisa que ni pintada al efecto dejamos las mochilas y ligeros de equipaje nos vamos por el corredor aunque a Rosa no le guste ni un pelo, como casi siempre.

            El corredor que es muy vertical tendrá alrededor de 70 metros. La parte baja es de  roca bastante descompuesta pero sobran presas por cualquier parte ya que su anchura resulta considerable. Está doblemente estrangulado por un par de bloques empotrados; el de la derecha que es por donde me voy yo se supera con un paso medianamente atlético. Desde encima del bloque les digo a mis socios que vienen detrás, que el otro bloque empotrado, de mayores dimensiones, tiene gatera de salida y lo pasan con facilidad.

            Luego el corredor sigue muy inclinado, fácil pero está lleno de basura y hay que poner toda la atención del mundo.

            Casi al final del mismo, otro bloque empotrado que se supera con pies en oposición enseguida nos deposita en la brecha a la que se puede llegar por el otro lado con suma facilidad, como habíamos visto ya por la mañana, pues se trata de un corredor muy corto y poco inclinado.

Pleta de Llosas desde la Aguja Sudoeste de Russell.

            De la brecha para arriba quedan una veintena de metros también muy verticales pero a través de un diedro de buena roca que permite un acceso protegido, de los que le gustan a mi esposa y en un santiamén alcanzamos la cima de la Aguja Sur de Russell de 3029 metros de altitud cuando son las dos y media. Es nuestro sexto  y último tresmil del día.

            Satisfechos por tan agradable trepada, echamos una limitada visual desde este elegante pináculo y sin más nos vamos tranquilamente para abajo desandando idéntico camino al encuentro de las mochilas.

            Juan acuesta la cuerda, que hemos llevado por si acaso, para que duerma en el fondo de su mochila y tomando el nevero nos vamos para abajo al encuentro de agua para saciar nuestra sed y lugar para comer tranquilamente, cosa que conseguiremos enseguida, en una primera surgencia de agua sobre pulido granito alrededor de los 2800 metros de altitud cuando son las tres de la tarde.

Macizo de Russell desde la Pleta de Llosas.

            Comemos tranquila y abundantemente, a cubierto de la nubosidad que aparece del nordeste. Es un auténtico regalo en un día de sol como éste que nos ha hecho sudar lo suyo; bueno, no solamente ha sido el sol el causante de nuestros sudores sino que también habrán influido los alrededor de 1700 metros de desnivel que hemos movido.

            A las cuatro menos cuarto reemprendemos el camino para abajo por cualquier parte que nos ofrezca una bajada lo más cómoda posible para mis maltrechos pies que me duelen bastante.

Lilium en Llosas.

            Prácticamente en dirección este y a través de crecida pradera alpina que ni siquiera deben pastar los rebecos, nos incorporamos al camino de la mañana en las proximidades del Ibón Superior de Llosas.

            Echamos otro trago de agua en las inmediaciones del Ibón Inferior de Llosas que contemplamos largamente llenos de agradabilísimos recuerdos y poco a poco, sin prisa vamos para abajo con frecuentes paradas para contemplar el paisaje a la fresca sombra de la nube que nos protege de los rigores de la canícula.

            Más abajo de la Pleta de Llosas fotografiaremos un precioso lilium que no sé bien si es el pyrenaicum o el martagón, es la primera vez que lo veo en el monte.

            A las cinco y media recojo los melocotones en el barranco a la vez que me remojo los pies, ambas cosas resultarán un auténtico placer de recién nacido.

Croquis del Macizo de Russell.

            Mis socios que vienen detrás cargan con los melocotones, deliciosa carga; y se van a echar una ojea al Refugio de Pescadores que tiene hasta literas y radioteléfono, ¡menudo lujazo!

            A las seis llega un autobús pequeño que, “al loro”, tomamos de inmediato y al asalto pues ha ido llegando el personal y somos mogollón. Al fin no entramos todos a pesar de los esfuerzos del chofer.

            Baja la pista a velocidad considerable y de cuando en cuando produce unos extrañísimos ruidos que nos ponen la mosca detrás de la oreja.

            Al fin, a las seis y veinte pasadas llegamos a Senarta. Voy a abrir el coche y advierto que he perdido la llave. Se me ha debido caer por un agujero del bolsillo del pantalón.

            El chofer del autobús me dice que el que hemos llevado por la mañana está ya en los garajes, que él tiene que hacer un servicio pero se preocupará de saber si la han encontrado en el autobús y se lo dirá por radio al autobús que está arriba para bajar a los últimos,  pues en la zona no hay cobertura para los móviles. Si no aparece la llave  intentará mandar a alguien de algún taller que nos pueda solucionar el asunto.

            Absolutamente desesperado me voy hacia el lugar donde hemos cogido el autobús y de momento se me ocurre preguntar en la casetilla de información  a la entrada del plan.

            -¿No habrás recogido una llave de coche?

            -...

-¡Esa es míaa...!

No le he dado tiempo a reaccionar. Alguien la ha debido recoger y lógicamente la ha entregado allí.

            Le doy apresuradamente las gracias y nos vamos a celebrar nuestra buena suerte comiendo los restos de comida que guardamos en el coche y bebiéndonos las cervezas de la nevera que están justillas.

            A las siete, sin prisas, nos montamos en el coche. En el desvío del Valle de Estós está el autobús recogiendo gente. Detengo el coche y le doy las gracias al chofer además de comunicarle que he encontrado la llave. Luego ya: carretera y manta, tras decidir que no volvemos por Barbastro a pesar de las obras de la carretera entre en Esera y el Ara que no sabemos cuando tendrán a bien  terminar.

            Paramos en la fuente del Molino Escartín para estirar las piernas más que para beber el agua de la fuente, bastante fresca por cierto y a las nueve y media depositamos a Juan en su casa que se queda nuestra cuerda, toda dormida en su mochila; mientras que nosotros, será para compensar, nos quedamos con su tienda que se ha despistado también dormida entre nuestras cosas y que ya devolveremos luego que se les pase el sueño.

           

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