Cascada de la caída.
Pista de la Ripera , Barranco de la Ulot , y Majada de Yenefrito.
28-12-2006.
02:00 h.
Sol.
Fácil.
Senderismo.
Agua en los barrancos de La Ulot y Catieras según
temporada.
La montaña lo es todo incluso
esto que es de lo menos deseable.
Mapa del barranco de la Ulot. Vía en amarillo.
El
día 28 de Diciembre de 2006 nos vamos al monte. Iremos a Punta de la Bila y daremos una vuelta por
esos Puertos de Panticosa aprovechando que el tiempo es muy bueno y que hay muy
poca nieve.
Recogemos
la llave en el Ayuntamiento de Panticosa y sin prisas nos vamos para arriba por
la Pista de la Ripera.
Hay
unas placas de hielo sueltas que nos recuerdas algunas épocas pasadas pero sin
ningún problema nos llegamos hasta la desembocadura del Barranco de la Ulot. Damos la vuelta al coche
para dejarlo cuesta abajo como siempre hacemos en las pistas y lo aparcamos
junto al cartel indicador a 1500
metros de altitud.
Luces de la mañana sobre el Barranco de la Ulot.
Son
las nueve y cuarto cuando iniciamos la marcha junto al barranco, pues casi
nunca tomamos el camino que parte unos metros más adelante, y tenemos que dar
alguna pequeña vuelta pues hay mucho hielo en el lecho del mismo. No hay nieve
pero las temperaturas de este mes han sido frías como corresponde al lugar y a
la época.
Enseguida
alcanzamos el camino antes del primer rellano y por allí proseguimos suavemente
hacia arriba en dirección este.
Escuellas.
Forato y Las Peñas.
Brecha de Sabocos y Sabocos.
Las dos Cuevas del Forato.
La
mañana es sencillamente espléndida y el sol que todavía no se ha levantado
sobre el horizonte hace camino al igual que nosotros. Aprovecho las luces de la
mañana para fotografiar Tendeñera y especialmente Telera bellamente iluminada.
Dedo de Yenefrito.
El
camino suavemente nos conduce, tras el conocido resalte final que subimos por
la parte norte y fuera del camino, al Collado de Yenefrito a 1800 metros de altitud,
con su característico puntón extraplomado que tantas veces hemos fotografiado.
Escarra y Pala de Ip desde el Collado de Yenefrito.
Telera desde el Collado de Yenefrito.
Royo, Culibillas, Arroyeras y Diente de Anayet.
Durante
el ascenso he localizado entre varias de las huellas establecidas unas que me
parecen recientes y, efectivamente, así es. Hay un montañero delante de
nosotros que se encuentra un poco elevado en la ladera norte del Pico de las
Escuelas. Nosotros nos vamos a ir en horizontal para atravesar algo más
adelante el barranco.
La Sur del Pico Catieras.
El
camino llanea acercándose al barranco siempre por su orilla izquierda y está
medianamente cubierto de nieve que cede maravillosamente al paso sin ningún
esfuerzo adicional, lo que nos invita a pensar que por arriba estará igualmente
buena.
Barranco de Catieras.
Continuamos
adelante atravesando el viejo redil natural junto a la misma y tras coronar un
minúsculo resalte, descendemos con el camino hasta el barranco.
Tendeñera desde el Barranco la Ulot.
La
ladera está limpia de nieve salvo
algunas desperdigadas mánchas absolutamente insignificantes, pero el camino
tiene algo de hielo de surgencia. La ladera de pratenses ha escupido agua y una
surgencia ha propiciado la presencia de una cascada de hielo que poco más abajo
rellena el camino.
La cascada de la caída.
La
salida del camino está un poco empinada pero por el praderío, completamente
escalonado se sube perfectamente y enseguida se modera la pendiente con lo que
ascendemos tranquilamente unos metros más y nos acercamos a la cascada para
localizar un paso estrecho junto a su
nacimiento.
Voy
unos metros delante de Rosa y localizo varios pasos todos estrechos sin necesidad
de subir más arriba. Atravieso por una
vira herbosa y horizontal sobre un estrecho hilillo de hielo y prosigo a media
ladera al encuentro del camino fuera del hielo de la cascada y cubierto
ligeramente de nieve.
Rosa
detrás no controla el paso posiblemente al no distinguir bien el límite del
hielo, resbala, cae y grita.
No
es capaz de retenerse al principio y cuando me vuelvo instantáneamente la veo
que cae, e inmediatamente me doy cuanta de que baja completamente descontrolada
y que no para y que cada vez va más
deprisa y que salta y… para finalmente.
Yo
me tiro para abajo como un poseso llamándola, gritando… Rosa no se mueve… bajo
lleno de pena y miedo.
Está
boca abajo sobre el hielo del camino. Suelto el piolet y le vuelvo un poco la
cara y el cuerpo llamándola. Un hilillo de sangre ha brotado de su ceja derecha
y corre sobre el hielo pero no tiene importancia. En la cabeza no veo nada más.
La
giro un poco hacia mí para darle la vuelta con tanto miedo como cuidado y mueve
los labios, balbucea algo y yo soy el tío más feliz de la tierra.
La
giro con cuidado hasta ponerla boca arriba y la incorporo un poco, la abrazo,
la lleno de besos y la palpo para ver si tiene algo roto. Le presiono brazos y
piernas, me dice que no le duelen, que lo que le hace mal es el costado
derecho. La cabeza tampoco le duele y el aparatoso golpe de la ceja no sangra
en absoluto.
Me
quito la mochila, saco mi anorak que es largo para ella, muy cálido, tiene
capucha mullida y cuenta con tapabocas y
se lo pongo. Evalúo celéricamente y me creo que el tema no será más que de
costillas o así quiero creerlo.
Quiere
probar y la pongo de pie con cuidado y con cierta dificultad, y me dice que no
ve. Bueno, creo que debe ser fruto de un poco de mareo consecuencia del estado
de sus costillas.
La
saco un poco del hielo, se queja y pelea conmigo, quiere que bajemos juntos, se
cree que podrá bajar por su propio pie. Yo ya lo tengo claro: el móvil que
finalmente ha aparecido en su bolsillo está destrozado y yo me tengo que
marchar a todo trapo en busca de ayuda.
Todavía
la pondré de pie una vez más pero se marea; así que, la coloco completamente
fuera del hielo lo más confortablemente que se puede en ese lugar, le pongo
unas piedras bajo sus pies para que le sirvan de apoyo en la ladera y no se
vaya para abajo, le coloco las mochilas como respaldo y le tapo las piernas con
una camisa y un forro polar.
Vuelvo
unos metros pues me olvidaba las llaves del coche junto a ella y me voy para
abajo no sin antes pegar un patinazo sobre el hielo de la cascada pues ha
quedado entre dos ramas de hielo de la misma.
Bajo
con el forro polar que llevaba puesto, con el piolet en la mano por si acaso
pero olvido los guantes. ¡Menudo negocio si me caigo! Pero no es nada fácil
actuar en momentos como éste. De la teoría que todos controlamos a la práctica
urgente de la realidad hay algo más que un par de abismos.
Ni
siquiera me canso pues bajo hasta el coche en un solo trote y sin dar un solo
resbalón. Me van muy bien los pequeños retazos de nieve que busco para bajar
más suavemente ya que amortiguan los pasos de mi carrera. No creo que haya
tardado más de diez minutos en alcanzar el coche. ¡Cuántas cosas pasan por mi
cabeza en ese rato! Ya se sabe que tanto las largas caminatas al igual que las
carreras son unos impresionantes trampolines para que nuestro cerebro vuele a
su libre albedrío.
En
el coche y pista abajo voy deprisa pero controlando y a media pista veo a un
paseante, detrás sube su familia. Tiene móvil. Hay cobertura y como las líneas
del 112 están ocupadas me dice que la Guardia
Civil está de prácticas en Panticosa, que él lo arregla. Se llama
Mariano como yo y trabaja en una de las sillas de la parte alta de la estación.
Unos
minutos después nos llama la Guardia Civil ,
les informo y nos dice que llaman al helicóptero para que suba de Huesca. Quedamos
en la casa cuartel para ponernos en contacto ya que yo no tengo móvil.
Me bajo con el coche hasta Panticosa, devuelvo
la llave en el Ayuntamieno y me llego con cierta dificultad hasta el cuartel.
Allí charlo con los dos guardias que están preparándose para el rescate. Les
indico precisamente el lugar donde he dejado a Rosa y les digo que les acompaño,
pero no me aceptan.
Solamente
me queda esperar a que resuene el helicóptero en el valle.
Entre
tanto charlo con un guardia que está allí, joven montañero que sale solo al
monte e intercambiamos algunas opiniones al respecto de la actividad en la
montaña bebiéndose alguno de mis
consejos de perro viejo. Me ayuda a pasar un rato que se hace largo, pero no
será nada comparado con lo que vendrá después.
El
helicóptero que sube con el médico llega al fin y recoge al resto del equipo de
rescate. Yo entonces me bajo hasta el helipuerto que es un prado junto a la
variante de Panticosa a esperar con controlada impaciencia.
Cuando
llego allí el helicóptero está, calculo yo, sobre el Collado de Yenefrito.
Dejo
de verlo pero van bien. Enseguida volverán.
Tardan
y tardan lo impensable y eso si que se hace largo. Finamente el helicóptero
ronca, y aterriza. Inmediatamente se asoma uno de los guardias del rescate y me hace
gestos para que me acerque.
Llego
hasta el helicóptero y me dice que no la encuentran, que se han ido hasta el
ibón y que no la localizan. Yo me lo quedo
mirando, supongo que con cara de pocos amigos, y sin perder los nervios,
no me corto un pelo y les digo: “¿Pero no os he dicho que os acompañaba para
localizarla? Lo entienden de sobra y yo también les entiendo.
¡Qué
despacio sube el helicóptero!
Le
comento al que va junto a mí que está exactamente donde les he indicado y que
no tiene pérdida. El me dice que desde el helicóptero se ve todo diferente y
además ellos están acostumbrados a que la gente o les indique mal o no saben
dónde están ni cómo indicar. Yo sé que es difícil pero está en el camino normal
al Ibón de Catieras en la primera ladera tras cruzar el Barranco de la Ulot a unos 100 metros del mismo y
en medio de una cascada de hielo, y eso creo que es una indicación precisa.
Pasamos
por la parte norte del Collado de Yenefrito, luego sobre la caseta pastoril y
los dirijo de frente a la ladera. Allí tiene que estar, pero no la vemos le digo que de media vuelta tiene que estar
debajo de nosotros.
Rosa
cuando ha oído el primer helicóptero se ha incorporado para hacerle señales y
se ha dicho, cuando ha pasado de largo, que ese no iba a por ella. Ahora cuando
está dando la vuelta localizo la tapeta roja de su mochila, está sentada y con
mi anorak azul marino no se distingue fácilmente.
El
helicóptero nos deja abajo a un guardia y a mí
y se va para dejar un poco más arriba al médico y a otro de los
guardias. Yo salgo como una moto cuesta arriba. Llegaré el primero junto a Rosa
que está sentada. Inmediatamente llega el médico.
Tras
algunas comprobaciones acerca del estado en que se encuentra deciden sacarla
hasta un lugar más adecuado para el helicóptero. Lo hacen tras ponerse los
crampones confirmando las dificultades que yo calculé en su momento cundo pensé
en sacarla un poco a un lugar en el que llegaría antes el sol.
Rosa
se queja de dolor pero resiste el traslado medio de pié y medio sentada. La
subimos al helicóptero y se va para abajo con el médico.
Como
yo ya he recogido previamente todo lo suyo nos vamos para abajo los tres que
quedamos. El helicóptero vuelve inmediatamente a recogernos en el lugar en el
que nos ha dejado a la llegada.
En
el helipuerto encuentro a Rosa dentro de la camilla y con el oxígeno. Es mejor
asegurar ya que se trata de un traumatismo importante con clara afección
pulmonar. Le doy unos besos y me despido. Les he facilitado sus datos, el
helicóptero la traslada a Huesca y yo he quedado con el médico que nos veremos
en el Hospital de San Jorge.
Monto
en nuestro coche, bajo hasta casa, le comento el tema a nuestra hija Biola y nos bajamos a Huesca.
Hemos
comenzado a caminar a las nueve y cuarto, el accidente ha debido ocurrir sobre
las once menos cuarto, alrededor de un cuarto de hora estoy con Rosa, calculo
que sobre las once y cuarto llego al coche y en poco más de cinco minutos
hacemos la llamada al 112. Luego en algo así como en diez minutos nos confirman
el inicio del rescate y veinte minutos emplearé en bajar a Panticosa, devolver
la llave y llegar al Cuartel de la Guardia
Civil. En el Cuartel estaré casi una hora, veinte minutos largos
estarán entre ida búsqueda y vuelta, sobre la una y diez me recogen y alrededor
de las dos menos cuarto estamos todos en el helipuerto. A las tres y cuarto
llegamos con Biola a San Jorge, Rosa calculo que habrá llegado a San Jorge
pasadas las dos y cuarto.
Luego
vendrán días de UCI suficientes para
despedir el año tomando las uvas de la suerte que comenzamos a tomar el día 28,
los tres juntos; después otros días en planta, luego una larga recuperación que
esperamos sea satisfactoria y el futuro ya se verá, está por llegar tras una
inocentada con mucha suerte que recordaremos por mucho tiempo aunque Rosa no
recuerde nada.
La cascada prácticamente sin hielo unos días después. 20-1-07.
Lugar de la caída. 20-1-07.
A
posteriori, no llegaremos a saber el número de costillas fracturadas, fueron
más de diez, se le perforaron los dos pulmones, tuvo dos fisuras de vértebras y
toda la suerte del mundo. La Federación
Aragonesa de Montaña nos prestó un servicio sencillamente
maravilloso pues nos esperaba la montaña.
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