9 oct 2013

45-13. OROEL POR EL DIEDRO DE LA NORTE. 9-10-2013.

En la parte inferior del Diedro de la Norte de Oroel.

Parador de Oroel, Diedro de la Cara Norte, Faja Superior Cara Norte y Espolón Norte, Descenso por el Camino de las Neveras.
09-10-2013.
Salida15 h. Llegada 20 h.
Sol.
Bastante fácil.
Juan Castejón, Rosa Mª. Martínez y Mariano Javierre.

Mapa de Oroel procedente de Iberpix. Vía en amarillo.

            A Peña Oroel subimos con frecuencia fundamentalmente por su vertiente norte y por el transitadísimo camino que arranca en el Parador de Oroel. Hemos subido también  por la zona nordeste para alcanzar Puntas Bazials y Sora, y  también lo hemos hecho por Ordolés en la vertiente sur.

            Hece ya algún tiempo que había oído noticias de una vía  que ascendía los paredones de la vertiente norte de la peña y que llegaba directamente a la Cruz de Oroel. No era ni fácil, ni estaba muy transitada y suponía toda una incógnita para mí pero estaba dispuesto a explorar lo que no era más que una posibilidad.

            Por diversas razones marcharemos el nueve de Octubre de 2013 y lo haremos por la tarde para coger la roca más seca que por la mañana.

            Son las tres y media de tarde cuando aparcado el coche junto al Parador de Oroel a 1180 metros de altitud, tomamos una pista que sale de la carretera 200 metros al oeste del parador.


            La pista, en suave ascenso, vuelve un poco hasta enfrentarse al parador y termina enseguida en una ampliación de la que arranca un camino que en dirección sur-sudoeste atraviesa la ladera en busca de las paredes.

            Vuelta a vuelta y sin descanso  a través de pequeñas graveras  instaladas entre el praderío en el que abunda la gayuba llena de frutos, alcanzamos un torrente en el que las aguas han hecho profundas labores de arrastre.


            Allí perdemos los hitos que aunque escasos nos han ido guiando ladera arriba. En el barranco no hay huellas de tránsito pero nos deposita en la pared compuesta de resaltes poco agradables salpicados entre rampas tanto herbosas como terrosas muy húmedas, lo que nos dice que el asunto puede estar bastante chungo.

            Dudamos entre pasar el resalte por un lado u otro y al final nos decidimos  a hacerlo por el oeste, nuestra derecha. Una travesía a media ladera  nos conduce a otro barranquillo con resalte de acceso que nos invita a dar la vuelta y subir por medio con mucho cuidado ya que la hierba está muy húmeda.

            Ascendemos consistentemente agarrándonos a todo lo que viene a mano destacando como presas más francas los jóvenes abetos que pueblan la ladera llena de piñas con lo que los mejores apoyos de pies son los terrosos que ceden suficientemente debido a la humedad.

            Hemos visto la hendidura que recorre la pared y hacia ella nos dirigimos un poco “a huevo”, ya que esa referencia hace rato que la hemos perdido.

            Lo que sí tenemos claro es que habrá que alcanzar la base de la pared y allí ya trataremos de localizar la vía que buscamos.

            Unos metros más arriba tras un intento de localizar indicios de paso que no sea de jabalí alcanzamos la base de las paredes justamente bajo un empinado y estrecho corredor que no puede ser otra cosa que lo que vamos buscando. Estaremos ligeramente por debajo de los 1500 metros de altitud.

Entrando al Diedro de la Norte de Oroel.

            Unas gradas superpuestas y fáciles nos permiten acceder a la entrada del corredor sin que localicemos citas a pesar de nuestros esfuerzos, cosa que sucederá con la aparición de un ala de mosca que asegura el tramo inicial de pared que acabamos de subir. ¡Bingo! Sin confirmación no hubiéramos proseguido de ninguna manera.

            Se trata de un corredor rectilíneo y bastante vertical, establecido entre los conglomerados de pudingas típicos de la eña, los “patatones” y en general bastante húmedo ya que incluso corre el agua por el fondo del diedro. Una decena de metros fáciles  que hacemos un poco por cualquier parte nos depositan en el inicio de un diedro estrecho y vertical que tendrá alrededor de 15 metros y que a la postre será lo más duro de la ascensión.

            Encordamos a mi chica con lo que terminamos con los problemas iniciales y nos vamos para arriba. Subirá Juan que asegurará a Rosa y yo subiré detrás.


            El fondo del diedro pulido por las aguas nos ofrece presas desgastadas sobre las que hay que progresar en oposición aunque yo prefiero buscar empotres en el fondo ya que al subir en libre y estar muy mojado siempre me propicia algo más de amparo además de múltiples problemas a la hora de cambiar los pies. Será un largo paso de IIIº al estar húmedo.


            Superado el tramo vertical el diedro se ensancha un poco y nos permite un ascenso más fácil de otra veintena de metros que subimos en ensamble y que nos deposita en otro resalte, de nuevo vertical, donde el diedro se difumina un poco y se convierte en una pared de esas que las inicias por un lado y enseguida te arrepientes de haberlo hecho.

            Tendrá un poco más de 30 metros ya que no es suficiente con un largo de nuestro cordino y unos metros más arriba, tendrá que recomponer Juan el seguro.

            Tras la parte vertical el tramo final se acuesta bastante pero lleno de Basura y completamente mojado nos obliga a una trepada poco estética en busca de seguridad con lo que alcanzamos un amable y descompuesto cono de deyección nacido de las paredes superiores.


            Estamos sobre los 1600 metros de altitud y hacia el oeste arranca la faja que vamos buscando y que nos tiene que depositar en la base del Espolón Norte de Peña Oroel bajo la Cruz.


            Se trata de una faja suavemente ascendente, de entre 10 y 20 metros de ancha, muy inclinada,  que presenta tramos muy agradables y con abetos asentados en su inclinada superficie fundamentalmente cubierta de verdura larga y mojada alternándose con otros desnudos, feuchos, estrechos y muy inclinados donde hay que soportar la presión tanto de los paredones establecidos sobre nuestras cabezas como los que arrancan a nuestros pies: el bosque queda allá abajo.


            Hemos de atravesar una serie de proas y corredores que articulan las paredes superiores con lo que la travesía se hace larga además de que nos obliga a continuos y suaves sube y bajas. Hay alguna clavija con cintajo azul  que permite asegurar el paso en algunos tramos aunque en esta ocasión no sea necesario.


            Siempre siguiendo un poco transitado camino alcanzamos un corredor cubierto de pedrera que ascendemos  en busca de un cintajo colgado tras el que localizamos un tenue camino entre el sotobosque de boj y proseguimos faja adelante. Será nuestro error ya que si hubiéramos echado la vista arriba con un poco de atención nos hubiéramos dado cuenta de que estábamos en la base del espolón norte tras el que se asomaba la Cruz de Oroel.

            Lo que viene después de un largo tramo de faja sin balizas de ninguna clase y menos transitado que el anterior es otro trozo de faja más estrecha, más fea y más pestosa en la que desaparece el camino y aparecen los cintajos y las clavijas. Es un tramo de alrededor de 300 metros de faja absolutamente desagradable y que nos conducen a la Arista Oeste de Peña Oroel.

            Hay alguna posibilidad de proseguir con la faja para entrar a la cima por la ladera sudoeste pero yo tengo claro que ese no puede ser el camino que vamos buscando y sin discutir gran cosa nos damos la vuelta sobre nuestros  pasos con todo el cuidado del mundo pero abreviando, la tarde pasa.

Entrada correcta a la pared somital.

            El despiste nos ha contado algo más de media hora. He hecho delante tanto la ida como la vuelta y cuando alcanzamos el corredor cubierto de pedrera, como sospechaba, localizo los restos de un cintajo que nos enseña la cruz: justamente en el inicio del caminillo en el sotobosque de boj arranca el espolón.


            Estaremos sobre los 1700 metros de altitud y el espolón nos parece una maravilla salidos del marrón del embarque. Un corto tramo a toda cresta que es amplia y fácil nos deposita en una ladera muy amplia y descompuesta en la vertiente este del mismo. Subimos por cualquier parte con ganas de llegar.


            Una travesía al oeste nos devuelve a la cumbrera del espolón y de allí, tras superar unos escalones fáciles alcanzamos el resalte final, un paretazo de alrededor de 10 metros verticales en los que nos guían unas balizas rojas y azules y que nos depositan justamente en la Cruz de la Cima de Oroel a 1770 metros de altitud. Son las seis y cuarto de la tarde.


            Estamos solos, cosa rara y nos recibe el agradable y cálido sol de la tarde en medio de una lejana neblina que secuestra prácticamente la totalidad del paisaje.

Hasta allá abajo hemos llegado por error.

            Hacemos algunas fotos, comemos unos dulces y echamos un trago de agua. Se nos va media hora pues hemos marchado al sudoeste para tratar de ver la posible salida de la faja que hemos recorrido y que queda como compromiso para otro día y también me he alargado hasta la Punta Oeste para asomarme a los cortados y localizar el lugar desde el que nos hemos dado la vuelta.


            A las siete menos cuarto nos vamos para abajo en dirección este en busca de las Neveras, hay que aligerar si no queremos que se nos haga de noche en el bosque.


            Bajamos a buen ritmo en dirección norte, sobre un transitadísimo camino que están reparando en su parte inferior y todavía tenemos luz suficiente para localizar algunos cantarelus lutescens o trompetillas amarillas sobre el húmedo musgo de las inmediaciones del camino. A las ocho menos cuarto, cae la tarde largamente ya, nos llegamos al coche. Nuestra subida a Oroel, por la que creo llaman la Vía de los Mayencos, ha tenido algo más de carácter que los 600 metros de desnivel que hemos salvado en una tarde que ha resultado interesante y de la que en modo alguno se puede decir que se trata de una senda de vacas.

Cantarelus lutescens.

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