La Sur de Otal desde el Collado del Cebollar de Suaso.
Barrera Pista del Sorrosal, Refugio del
Sorrosal, Tozal del Cebollar de Suaso y Cara Sur. Descenso por el Corredor Oeste y Barranco
de las Planas de Abozo a la pista.
24-07-2015.
Salida 07:45 h. Llegada 14:45 h.
Mixto.
Bastante fácil.
Juan Castejón, Rosa Mª. Martínez y
Mariano Javierre.
Mapa de Otal procedente de Iberpix. Vía en amarillo.
La
Peña de Otal o Peña Arañonera es una cima, valga la redundancia, de peñas. Se
trata del penúltimo bastión de la Sierra de Tendeñera por su parte oriental.
Sus paredes se descuelgan hacia Fenez
para bajar a morir en el Ara por
la Gatera.
Vestido
de paredes prácticamente por todas partes, no es un pico demasiado visitado
pero se ve desde Sabi, la tentación estaba allí
y ya hace muchos años que lo subiéramos a partir de la Cabaña de Otal,
cuando la pista estaba todavía abierta al tránsito de los vehículos de los
mortales.
Años
después volveríamos al pico pero por la cara sur buscándonos la vida en las
peñas puesto que no hay camino ni balizado ni transitado. Hoy 24 de Julio
volveremos por el sur pero con la intención de recorrer el corredor oeste y así
conocerlo.
Estamos
en plenas Fiestas de Santiago 2015, nos cuesta la Tarantella pero así
madrugamos de tal manera que a las siete nos juntamos con Juan y controlada la
nubosidad tormentosa en la vertiente francesa aparcamos el Pic de Saint André y nos vamos a Otal.
Las Torres de Otal y las Fañanizas al sol de la mañana.
Son
las ocho menos cuarto cuando aparcamos en la Barrera de la Pista del Sorrosal a
1240 metros de altitud y nos ponemos en camino, pista arriba y en dirección
norte para aprovechar la sombra y el
fresco de la mañana para, en hora y cuarto, alcanzar el Refugio de las Planas
de Abozo o Sorrosal situado a 1690 metros de altitud. Hemos cogido agua en la
Fuente del Furco un poco más abajo.
Refugio del Sorrosal y el Tozal de las Planas detrás.
Dispuestos
a aprovechar la sombra cuanto sea posible iniciamos el ascenso de la herbosa
ladera del Tozal de las Planas pero en lugar de alcanzar la loma nos quedamos
en su vertiente oeste para continuar con una larga travesía suavemente
ascendente en la que seguimos huyendo del sol.
La Sur de Otal desde el faldeo al Tozal de Suaso.
Faldearemos
el Tozal de las Planas y el Tozal de Suaso llevando siempre debajo y al oeste
el Barranco de Las Planas de Abozo por el que bajaremos y contemplando las crecientes Lomas de las Fañanizas
que nos conducen a Tendeñera. Detrás de teloneros tenemos a Manchoya y Pelopín
sumergidos en el azul del horizonte sur y a Toronzué más al oeste
Desde el Cebollar de Suaso 500 metros.
Un
par de horas nos dura la sombra, prácticamente hasta alcanzar el Collado del
Cebollar de Suaso al norte del Tozal del Suaso. Estamos a 2178 metros de
altitud y desde el herboso collado contemplamos la rotunda Cara Sur de Peña
Otal.
La
estructura de la pared del pico es muy simple: se trata de un frontón de peñas
que arranca al oeste desde una arista
orientada al sur y se prolonga hacia el este hasta alcanzar el
dentellado collado de separación con Fenez.
Detalle de la Pared Sur de Otal en la entrada a la misma.
Las
peñas, salpicadas de gendarmes solamente tienen un punto débil y ese es nuestro
objetivo. El cartel colocado bajo el refugio inferior está cargado de razón. No
hay camino para Otal.
Una
larga, sostenida y amplia rampa herbosa arranca del collado y en dirección
norte se yergue paulatinamente en busca de las paredes. Al oeste tenemos la
arista que sabemos está vestida de paredones verticales situados en su cara
oeste y un poco al este la rotura de las paredes. Con esos dos hitos el ascenso
es imperdible. Hay que superar alrededor de 300 metros primero herbosos y
después mixtos para terminar ascendiendo
unas placas acostadas, escalonadas y rellenas de verdura que nos dejan en el
arranque de la pared.
Mondiniero en medio de Comas y Suaso.
Tenemos
tiempo de echar la vista atrás mientras aprovechamos para tomar aire y
contemplar al contraluz la Oeste de Fenez y más al sur Comas, Mondiniero y
Suaso cuyas yerbas crecen estériles ya que el ganado brilla por su ausencia. Lo
hay, creemos que muy poco pero no lo veremos. Tampoco veremos rebecos ni, por
supuesto a nadie en todo el día: deliciosa y casi abrumadora soledad.
Hay
un corredor en la parte oeste de la zona de rotura de las paredes y un crestón
marcado de sombra en la parte este y por medio de ellos nos vamos.
Entrando en la Pared Sur de Otal.
Un
corredor herboso y en quiebro permite el inicio del ascenso y ganar una
veintena de metros que nos dejan en medio de las peñas. Se pueden tomar algunas
opciones pero la más cómoda permite mediante apoyos de manos continuados
proseguir el ascenso de la pared por unas placas escalonadas y remontar un par
de pequeños corredores algo erguidos y herbosos en la base de un crestón
vertical que nace en la pared y que faldeamos por debajo hacia el oeste.
Echando manos en las Peñas de la Sur de Otal.
Otro
corredor fácil y con bastante basura nos permite ganar unos metros con lo que
salimos de la parte inferior de la pared y localizamos un hito que nos confirma
el paso.
En las pedrizas somitales de la Sur de Otal.
A
esta altura hay una pequeña e inclinada faja que recorre esta zona de la pared
y que hacia el oeste conduce al corredor por el que hiciéramos el descenso en
su día. Más allá, tres gendarmes adosados en la pared y muy visibles desde
arriba sirven de orientación para el descenso. Aquel día hice varios hitos para
no extraviarnos en la pared a la vuelta. Hoy solamente localizaremos otro hito
unos metros más arriba y colocaré otro más en la cabecera del crestón, pero en
estas paredes deben tener poco futuro ya
que las avalanchas de la misma bajan fundamentalmente por aquí.
En la Arista Oeste de Peña Otal.
La
pared se convierte de aquí para arriba en ladera muy inclinada en la que se
alternan las pedrizas claras con materiales ocres bajados de la zona somital;
también incómodas pedrizas sobre caliza madre con escalones herbosos que nos
van aproximando a la arista cimera.
Casquete Somital de Otal desde el oeste.
Visualizamos
el torreón que encaja el corredor por el que queremos bajar y alcanzada la
arista la recorremos hacia el este en suave ascenso para llegar enseguida a la Cima de Peña Otal situada a 2705 metros de
altitud. La Cara Sur de Otal ha sido un repechón de 500 metros.
Cima de Peña de Otal.
Son
las once y cuarto y en la alargada además de amable cima hay un vivac de
fortuna y poco que hacer ya que la nubosidad creciente de la mañana secuestra
la nitidez del paisaje. Solamente se salvan debido a la proximidad Fenez y
Tendeñera. Vignemale ya está con nieblas al igual que Ordesa y difícilmente se
distingue Neouvielle, Gela y Gerbats reconocidos por su perfil y la Faja del
Mallo que podríamos contemplar con detalle solamente es una bruma azulada.
Incluso del Cañón de Ordesa solamente se distingue el reflejo plateado del
Arazas.
Tendeñera desde la Cima de Otal.
Buscamos
un poco de abrigo de la brisilla que corre y nos sentamos a echar un bocado en
el inicio de los tubos que bajan hacia el Collado Royo.
Fenez espléndido desde Otal.
Comemos con ganas quizás previendo que
no habrá parada para la comida y tres cuartos de hora después iniciamos el
descenso.
Torreón en la Cabecera del Corredor Oeste de Otal.
Desandamos la arista en dirección oeste y
descendemos finalmente hasta el arranque del enorme torreón de calizas claras
que marca el comienzo del corredor oeste.
El
corredor arranca de los 2625 metros de altitud y se encuentra encajado entre la
arista oeste del pico que prosigue hacia los Torreones de Otal y el
espectacular torreón del que arranca la Arista Sur de Otal.
Pasada la entrada la roca mejora.
Desde
la cabecera visualizamos la parte superior del mismo sin perspectiva: se trata
de un caos de agujas, bloques, rampillas y fisuras del que no podemos asegurar
nada más que el inicio está bastante descompuesto y que al final se sumergirá
en un amplísimo cono de deyección.
La
entrada más directa está muy erguida y recorremos unos metros el borde superior
para entrar al mismo un poco más abajo.
Paso delicado en el Corredor Oeste de Otal.
Enseguida
se advierte que no es un corredor transitado pues tiene enorme cantidad de
basura y todo está suelto sobre todo un crestoncillo que hemos de atravesar para alcanzar el fondo
del corredor al que hemos rehusado entrar desde arriba.
Una
rampa estrecha y llena de basura bastante menuda nos coloca en una segunda zona
del corredor en el que la caliza mejora y aunque las presas sean más pequeñas
bajamos con más seguridad.
En la Zona Inferior del Corredor Oeste de Otal.
Alcanzamos
un resalte vertical cortado por el fondo del corredor y hay que tomar una
grieta en la parte izquierda del mismo por la que una vira muy vertical pero
transitable nos permitirá proseguir para abajo.
Alcanzar la entrada de la vira requiere de un paso
expuesto sobre caliza mediana. Será el
paso más delicado de todo el descenso que haremos con cuidado. Luego encajados
en la grieta de la vira descendemos poco a poco con la esperanza de que el
corredor no se corte más abajo y tengamos que darnos la vuelta.
La Zona Final del Corredor Oeste de Otal es pedregosa.
Bajo
delante y soy apedreado no al derribar piedras al paso sino tirar una antes que
se vaya sola para abajo. La jodida de abre en dos y una mitad casi me afeita en
seco.
De
la vira que se poner vertical y desaparece volvemos al fondo del corredor y ya
por el fondo el descenso es más cómodo aunque salpicado de pequeños resaltes en
los que hemos de apoyar las manos para seguir descendiendo. El corredor pierde
pendiente y de manera moderada prosigue mostrándonos el tramo final relleno de
pedriza con el que se incorporará al cono de deyección del mismo.
Cardo lanudo en flor bajo el Corredor Oeste de Otal.
El
corredor se ensancha y proseguimos con el descenso de la pedrera que sabemos de
visu que es larga pero no imaginamos de
verdad cuanto. Echamos la vista atrás y
el corredor ha desaparecido sumergido en un caos de agujas además de que la
parte final gira un poco al oeste.
La
pedrera no es excelente pero permite patinarla con ciertos cuidados. La parte
sur de calizas claras más descompuestas se salpica de materiales de mayor
tamaño y roca madre emergente; la parte derecha, la otra mitad del mismo, es de
calizas ocres y a pesar que parece más estable también se puede resbalar
parcialmente. Alternamos el descenso de ambas siempre en busca de los
materiales más favorables.
En la pedrera bajo los Murallones de la Oeste de Otal.
Bajamos
y bajamos perdidos en medio de un enorme cono de deyección que en su parte
intermedia acoge a una numerosa población de cardos lanudos en flor pues no en vano tendrá alrededor de 400
metros.
Saliendo del cono de deyección al Barranco de las Planas de Abozo.
Alcanzamos
el fondo del Barranco de las Planas de Abozo en un rellano poblado de enormes
bloques erráticos de calizas bajados del pico y ya en dirección sur proseguimos
descenso por el praderío de forma paralela a la subida pero alrededor de 150
metros más abajo.
Posiblemente la borda más bonita del Pirineo está aquí en el Sorrosal.
El
barranco desemboca en la pista ya en las inmediaciones del Refugio de Sorrosal
y pista abajo, que atajamos en las inmediaciones del refugio, nos bajamos hasta
la Fuente del Furco para echar unos buenos tragos de agua fresca. La nubosidad
que quería amenazar en la cima no ha cuajado y en el puerto se hace calor al
medio sol que calienta de lo lindo.
Cogemos
un poco de orégano que está en flor y poniendo la marcha de resistencia pista
abajo, tras fotografiar posiblemente la borda más bonita de este Pirineo, nos
llegamos al coche cuando van a ser las tres menos cuarto, finiquitando una
jornada matinal en la que nos hemos chupado alrededor de 1500 metros de
desnivel.
Flores de clematis vitalba o hierba de pordioseros en todo su esplendor en el Sorrosal.
Hoy
hemos podido liquidar uno de esos asuntos que suelen estar instalados en el cerebro, aparcados durante largo tiempo.
En este mundo, casi todo tiene su momento. Lo malo, o mejor dicho, lo bueno es
que de cuando en cuando tachas algo de una lista a la que han accedido muchos
más y cada día es más larga. La montaña es así y nos llama con inusitadas voces
que no somos capaces de desoír.
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