Entrando a las Foyas de Brazato.
Balneario de Panticosa y Barranco
Tablado.
Sol.
Fácil.
Esquí de travesía
Agua en las fuentes del
Balneario o al cruzar el barranco. En
verano tampoco falta el agua en la zona de ibones.
Se trata de una ascensión fácil
para principiantes en la técnica del esquí de travesía que, supone un poco más
de un paseo con esquís. Con climatología
favorable una delicia.
Mapa de las Foyas de Brazato procedente de Prames. Vía en amarillo.
Es
bastante difícil imaginar el ciclópeo trabajo durante el Cuaternario de los
glaciares de Argualas, Bachimaña y Brazato para modelar la actual cubeta
lacustre en la que se asienta el Ibón de los Baños de Panticosa. Después llegaría
Nozar y…pero eso es otra historia.
Para
poder salir del fondo de la cubeta en cualquiera de las direcciones que elijas
hay que pagar un ineludible peaje de copiosos sudores y si ha de ser con los
esquís en la chepa pues eso.
Hoy,
3 de Mayo de 2009, puede ser un día que señale el tránsito entre simples paseantes
con esquís a felices disfrutadores del
esquí de montaña, que a eso aspiramos.
Son
las nueve de la mañana y tras aparcar en las inmediaciones del Gran Hotel a 1650 metros de altitud,
nada de hacerlo en la quinta puñeta más bajo de la embotelladora; nos metemos
en camino por las escaleras que, pasando junto a la Fuente de San Agustín nos
conducen al amplio camino que nos saca
del fondo de la cubeta en dirección este.
No
hemos querido empezar antes puesto que imaginábamos, como así será, la dureza
de la nieve matutina, en una ladera orientada al este y abrasada por el sol del
día anterior. No conviene exagerar y para novedad ya vale con cargar los esquís
en la mochila. Las cuchillas pueden seguir con su sueño mochilero.
El
camino con suaves lazadas y manchas de nieve mezcladas con agua que baja ya a raudales por el camino, se orienta
al nordeste hasta alcanzar un
paravalanachas junto al cruce de caminos de Bachimaña y Brazato
convenientemente señalizado. Seguidamente gira al sudeste para enseguida
avanzar sobre manchas de nieve medianamente uniformes y aparecer, poco después,
las primera huellas de esquís que se aproximan al Barranco Tablato.
Hay
un momento en el que creo recordar que el camino remonta una pala un tanto al
nordeste en la que no distingo huellas pero… nos vamos con la mayoría hacia el
barranco para progresar por la orilla derecha del mismo, en consistente ascenso
y con machas, todavía intermitentes, de nieve.
Con los esquís puestos frente a Foratula.
Ascendemos muy lentamente pues no tenemos
costumbre de caminar con las botas de travesía pero vamos para arriba. Nos
hemos separado un poco del rumor del barranco y en un punto en el que ya vemos
huellas de esquí de descenso, descargamos las mochilas y nos ponemos los
esquís. Estamos sobre los 1900
metros de altitud y son las diez y cuarto de una
primaveral mañana en la que ya hemos entrado en calor.
Enseguida
la pendiente se suaviza y variadas huellas transitan entre pinos aproximándose
de nuevo al barranco en busca de puentes de nieve.
Dejamos
a nuestra izquierda una larga diagonal que permite superar fácilmente el
escalón que conduce al Ibón Inferior de Brazato y enseguida atravesamos el
Barranco Tablado sobre los 2000
metros de altitud y proseguimos al sur-sureste por la orilla izquierda del mismo.
La doble Cima de Tablto.
El
barranco se allana y se amplia completamente cubierto de nieve y nos ofrece
unos amables y maravillosos campos de nieve por los que ir ganando altura con
suma tranquilidad, todavía entre majestuosos pinos negros que hoy, si cabe, son
más negros aún debido a la insultante luminosidad de la mañana.
Dejamos
atrás los pinos más altos del circo y proseguimos por el fondo del mismo ya en
dirección casi sur superando resaltes suaves que alargan el camino y nos
acercan a los torreones limítrofes del mismo a los que hemos ascendido tanto en
verano como en Invierno: las Puntas de Brazato, Tablato y Foratula.
Ganamos
altura hasta enrasarnos con el lecho del Ibón Inferior de Brazato a la vez que
dejamos a nuestra izquierda un amplio y suave corredor que se yergue en el
cuarto superior para alcanzar el rellano del Ibón. Detrás aparece la nevada
cúpula de la Punta
del Puerto.
Todavía
proseguimos un poco más arriba ya en dirección sur hacia la vertical del
Collado Bajo de Brazato, superando la ubicación de los dos ibonciechos de lo
alto de las Foyas absolutamente enterrados en la nieve.
Tablato de Piniecho.
Superamos
un último resalte hasta la cabecera de una suave loma bajo la pared que
defiende el acceso al collado y allí nos quedamos. Estamos a 2400 metros de altitud
y son las doce y cuarto.
Quitando pieles en las Foyas de Brazato.
Cien
metros más arriba tenemos el Collado Bajo de Brazato y el Collado de Tablato con Foratula que enlaza con las
Puntas de la Foratula
que más al noroeste se alarga hasta la
Peña de los Baños. Encima de nosotros tenemos las Puntas de Tablato
y el Pico Tablato de Piniecho y detrás, escondiéndose de nuestra vista la Peña Brazato y el Pico Brazato
pero fuera ya de nuestro circo. Al norte se asoman por encima de la cubeta del
lago de Brazato y de los Ibones Altos de Brazato los Picos de Labaza, los del
Serrato y detrás todavía sacan la cabeza los Dientes de los Batas y la
Peña Xuans. Quedan ya, fuera del valle y al
noroeste desde Argualas hasta la
Faxa , destacando poderosamente la mole de los Infiernos defendida
con el Arnales y el Piedrafita soportado por el contrafuerte del Marmoleras. A
sus pies la arista de Bachimaña que te conduce la vista al recóndito discreto y,
todavía en obras, Refugio de Bachimaña.
Puntas de la Foratula desde las Foyas de Brazato.
Los Infiernos y el Nuevo Refugio de Bachimaña.
Comemos
con apetito pues solamente hemos comido una naranja y echado un trago de café
con leche en todo el ascenso, mientras somos achicharrados inmisericordemente
por un sol de justicia. Estamos solos pues la gente ya ha pasado el valle en
descenso.
Media
hora después, hemos descansado lo suficiente, nos disponemos para el descenso con fundadas esperanzas:
creemos que por una vez, la primera parte del descenso que nos aguarda no será
ni un suplicio más y ni siquiera, en el mejor de los caso, un poco agradable
trámite que te permita llegar para abajo.
La
nieve esta sencillamente divina para nosotros: giramos como potrillos sueltos,
como irrefrenables posesos, de un lado a otro en las amplias laderas vestidas
de una nieve completamente transformada. ¡Qué gozada! La gloria celestial tiene
que ser algo parecido a esto.
Punta del Puerto sobre el Lago de Brazato.
Que maravilla de descenso.
Descendemos
dichosa y largamente hasta la entrada en los pinos y como la nieve sigue
igualmente transformada aunque un pelín más blanda, trazamos nuestro propio
camino por entre el laberinto de los pinos nunca muy lejos del barranco.
Brazato y Tablato desde la entrada a los pinos.
Cascada bajo el Ibón Inferior de Brazato.
Puente de nieve sobre el barranco.
Decidimos
aprovechar a tope el descenso por la orilla izquierda del barranco e incluso
estamos dispuestos a pasarlo como sea, pero tenemos la fortuna de encontrar un
puente de nieve cuando ya debíamos de hacer rebasado casi todos ellos.
Hemos
de remontar unos metros en la orilla derecha del barranco y enseguida
alcanzamos una huella de esquís que nos lleva a otra más confirmada que baja de
otros puentes superiores.
Nosotros
que, por razones que conocemos, somos muy malos esquiando en nieve virgen,
estamos crecidos y terminamos descendiendo hasta las manchas intermitentes de
nieve que hemos ascendido al principio de la mañana y que habíamos descontado
para hacer andando. Terminamos en el lugar en el que nos hemos calzado los
esquís a la mañana. Son las dos de la tarde.
Trampas de nieve continuas.
Tranquilamente
rehacemos las mochilas, cargamos los esquís y nos vamos para abajo. La nieve
dura de la mañana que se subía muy bien, esta absolutamente soleada y blanda.
El descenso se convierte en un suplicio que no empañará en modo alguno el
disfrute placentero de la jornada. Mi chica contará algo más de una docena de
trampas de nieve y yo por el estilo, cada uno por su sitio pero compartiendo la
misma “pejiguera”.
Ibón de los Baños de Panticosa.
Pero
como dice el adagio: “No hay mal ni bien que cien años dure...” Se ha terminado el placer del descenso y
también se terminará el martirio posterior del mismo. La nieve se acaba y el
camino que a la subida nos parecía tan malo con las botas de suelas rígidas ya
nos parece estupendo.
A
las tres y media liquidados los 750 metros de desnivel, llegamos al coche, nos
quitamos las mochilas y nos sonreímos felices. ¡Qué gozada, Carlos!
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