Sur de los Infiernos desde Pondiellos.
Balneario de Panticosa, Mallatas
de las Argualas, Collado de Pondiellos, Cara Sur, Infierno Oriental, Infierno
Central, Infierno Occidental, Garmo Blanco, Collado de los Infiernos, Ibones
Azules, Ibones de Bachimaña y Balneario de Panticosa.
28-08-2010.
Salida 07 h. Llegada 19 h.
Sol.
Fácil.
Ascensión.
Jesús Alastruey y Natalia, Rafa
Bosque y Elena, Jose Carlos Ciprián y Silvia, Raúl López y Clara, Miguel Angel,
Rosa Mª. Martínez y Mariano Javierre.
Mapa de Infiernos procedente de Prames. Vía en amarillo.
Vueltos
de los Eristes dábamos por finalizado el verano puesto que se terminaban las
vacaciones pero me telefonea mi amigo Raúl.
-Oye,
y Clara para hacer… Está preocupado.
A
los Infiernos hemos ido unas cuantas veces desde aquel Octubre del 86 y
recuerdo especialmente la del 90 en la que subimos con Biola, nuestra hija:
tenía siete años; pero nunca hemos hecho la circular aunque supongo que esa no
es la razón. ¿Hay que tener razones para ir a la montaña?
-Mañana
a las seis y media en casa.
Son
las seis y media de la mañana del 28 de Agosto de 2010. Raúl y Clara llegan,
nos subimos al coche Rosa y yo y nos vamos para el Balneario de Panticosa.
A
las siete y cuarto estamos a 1650 metros de altitud, bordeando el Ibón de Baños
por su orilla este y buscando entre una multitud de caminillos el que pasando
por la clásica y vieja fuente se orienta hacia arriba por la orilla izquierda
del Barranco de las Argualas resuelto en tumultuosa cascada.
Un
conocido por recorrido camino rompe la profunda cubeta lacustre labrada por los
tres glaciares que confluyeron en el lugar y en dirección oeste, vuelta a
vuelta por la pared granítica se eleva en busca del primer rellano: es la Majada Baja de las Argualas.
Dejamos
atrás a un nutrido grupo de montañeros que huele a Garmo Negro y dejando a
nuestra izquierda la mayor parte del rellano continuamos camino arriba entre
los Barrancos de Argualas y Arnales, por praderío alpino salpicado más por el
granito que por el pino negro.
Subimos
a un ritmo muy decente y vamos ganando altura en busca de un resalte que nos
saque definitivamente del falso rellano y nos introduzca en los pedregales de la Mallata Alta. El camino hasta
ahora muy transitado e incluso terroso se convierte en indeciso y con variantes
puesto que en las zonas de pedriza no es sencillo que se establezcan.
Nos
alcanzan un par de montañeros conocidos de nuestros amigos con los que
charlaremos brevemente pues ellos se van al Garmo Negro y enseguida comenzaran
en horizontal el faldeo del pico y nosotros proseguimos en ascenso y en
dirección noroeste. Nuestro primer objetivo que ya hemos visto desde el momento
de la salida es alcanzar el Collado de Pondiellos.
Hacemos
un pequeño descanso y enseguida pasamos por el difícil lugar de uno de nuestros
campamentos familiares pues no es fácil encontrar un buen lugar en la Mallata Alta.
Hemos
subido a la sombra durante la primera hora de camino, cosa que nos ha venido de
perlas y ahora, al sol, no se sube mal puesto que hemos ganado la suficiente
altitud como para que no moleste.
Divisamos
el neverillo residual del collado y recibimos el primer soplo de brisa
denunciando su proximidad cuando ascendemos por la ladera izquierda del
barranco transitando ya materiales metamórficos mezclados con el granito de
base.
Aguja de Pondiellos y Garmo Negro.
Son
las nueve y media de la mañana cuando van a ser las diez. Hacemos una
fotografía vigilados por la
Aguja de Pondiellos al sudoeste y por el Pico de Pondiellos
al nordeste, y ventilados al “orache” del collado salimos como motos para
introducirnos en la Cubeta Lacustre
de Pondiellos. Estamos a 2809
metros de altitud y la mayor parte de la subida está
conseguida.
Un
camino establecido horizontalmente transita la ladera oeste del Pico de
Pondiellos en dirección norte y por allí nos vamos en busca del rellano de las
inmediaciones del Collado de Saretas, no sin antes contemplar la metamórfica y
poderosa pared sudoeste de los Picos del Infierno adornada por su decidido
corredor semiocupado todavía por
neverillos residuales. Arriba está nuestro siguiente objetivo.
Ibones de Pondiellos.
A
media travesía, es el momento de fotografiar los recónditos y encantadores
Ibones de Pondiellos con el Midí d'Ossau al fondo, el caminillo indeciso se
ramifica pero no es mayor problema alcanzar el pequeño rellano bajo la zona más
sur de los picos.
El
rellanito guarda, en la parte alta del mismo, neveros residuales cuyas escorrentías busco. Cogemos agua
decididamente helada, casi tanto como el acuarios de Raúl, es el lugar más alto
que yo sepa para coger agua y casi nunca falta, hacemos la fotografía del Garmo
Negro con su hija la Aguja
de Pondiellos y continuamos para arriba por un poco marcado caminillo
establecido en la pedrera metamórfica que se eleva paulatinamente para alcanzar
la base del corredor que divide la cara sur
de los picos.
No
vamos a subir por el corredor porque además de los neverillos que lo
estrangulan un poco hay un trío que va por arriba, es fin de semana y época
propicia para zaborreros sin intención despectiva.
Pasamos
por debajo del corredor y nos introducimos en la pared. Vamos a subir al oeste
del mismo pero siempre en sus inmediaciones.
La
pared que desde el Collado de Pondiellos tiene un aspecto terrorífico está
perfectamente escalonada y llena de gradas repisas y viras que permiten una
fácil progresión con alternativas diversas. Muy limpia de basura por los aludes
de cada temporada ofrece un ascenso de auténtico disfrute.
Apoyamos
las manos por aquí, contorneamos ese escalón por allá, nos asomamos al corredor
y ganamos altura muy fácilmente. La parte superior se acuesta paulatinamente y
se va llenando de basura pero no es problema estamos llegando al collado de
separación entre los Picos Oriental y Central.
Hemos
subido por la ladera perteneciente al Central y en horizontal atravesamos el
collado, nos asomamos al norte para ver lo que queda del reducido Glaciar de
los Infiernos y en dirección este nos vamos hacia la cúpula de mármoles claros
que conforma la primera de nuestras cimas.
Infierno Oriental.
Unos
mármoles escalonados permiten un fácil y corto ascenso, no serán más allá de 30 metros , que con algún
apoyo de manos nos deposita en la cima del Infierno Oriental situado a 3076 metros de altitud.
Son las once y cuarto de la mañana y hemos subido tranquilamente en cuatro
horas.
Infierno Central desde el Oriental.
En
la cima hacemos fotos y contemplamos un conocido paisaje que extasía a nuestros amigos: El Macizo de las Argualas
completo y aquí mismo, las Cubetas de Bachimaña, Bramatuero, Azules y Brazato…
aquello de allá es el Midí de Bigorre y eso oscuro es Vignemale.
Sin
prisas desandamos camino, volvemos al collado de llegada y ascendiendo la suave
y corta loma vestida de materiales ocres alcanzamos la cima del Infierno
Central, el más alto de los tres acotado a 3082 metros de altitud
cuando la gente está sembrada por los alrededores, pues son las doce menos
cuarto, una hora muy decente para estas cimas.
Las Marmoleras y el Infierno Occidental desde el Central. El Midi oscuro de envidia.
Encantados
y deslumbrados por las marmoleras proseguimos hacia el oeste por el filo de la
cresta que es el lugar más fácil además de adecuado para transitar entre picos
y tras admirar la rotundidad de la marmolera que tantas veces hemos contemplado
refulgente desde el Formigal por poner un ejemplo, nos llegamos hasta las
inmediaciones de la cima oeste y allí nos sentamos para almorzar. Son las doce
y cuarto y estamos en el emplazamiento de nuestro vivac de hace tres años.
Azules, Bachimaña, Bramatuero... desde el Infierno Central.
Nos
abrigamos un poco y comemos y bebemos relajadamente mientras el personal va y
viene.
Frondiellas, Balaitus y Crestas del Diablo.
Contemplamos
todo el horizonte de este a oeste y que incluye Ordesa muy oscuro, Tendeñera,
ese es Sabocos y toda la
Partacua impecablemente iluminada. Aquella depresión entre
esas dos bandas rocosas es Bucuesa y allí Escarra, Collarada la del neverillo
debajo del collar, la Pala
de Ip, Borau, Tortiellas… Aspe…Bisaurín…
Raúl
trata de ponerse en comunicación con el resto del grupo que habrá salido a las
nueve y cuarto del Balneario ya que Rafa salía a las ocho del trabajo, pero la
cobertura falla demasiado. Nosotros calculamos y decidimos esperarlos un buen
rato.
Llega
gente al Infierno Central pero suponemos que primero se irán al oriental.
La Nevera de los Infiernos. ¡Qué poco queda!
Pasada
la una decidimos ponernos en marcha para desde la inmediata cima del Infierno
Occidental de 3076
metros de altitud contemplar un poco más del paisaje del
oeste.
Allí
esta el Pico Tebarray telonado por la inconfundible y emblemática estampa de
las Frondiellas, Balaitus, Crestas del Diablo, Cambalés y las Faxas. Esa loma
es las Marmoleras y allá los Arrieles y el Lurien. Aquí debajo Foratata.
La
vista se vuelve atrás cuando iniciamos el descenso del crestón oeste pues
acabamos de recibir un mensaje que les sitúa en el Infierno Central. A mitad
descenso del crestón nos hacemos señas. Y en el cuello del crestón en el que
nos iremos hacia el noroeste esperamos a que nos alcancen.
Son
las dos de la tarde cuando nos encontramos y nos saludados, conocemos
ligeramente al alguno de ellos y a Rafael Bosque que es del pueblo, los demás
son de Huesca y alguno tiene raíces en Sabiñánigo y alrededores.
Ibón y Pico Tebarray desde Garmo Blanco
.
Tras
un rato de conversaciones animadas decidimos proseguir el camino, pues nos
quedan todavía tres horas largas de fácil camino ya que el camino por los
Azules es más largo que por Pondiellos, eligiendo la opción del alto que pasa
por encima de la marmolera oeste y se va por la
arista norte hasta alcanzar el Garmo Blanco.
Estamos
a 2960 metros
de altitud y contemplamos desde aquí lo que hay que ver y que es la preciosa
estampa del Pico Tebarray que rivaliza con el inigualable Ibón del mismo nombre
a sus pies: la enésima maravilla de metamorfismo de Panticosa-Sallent.
Otra
nueva y distendida charrada tras el paso de la cresta en la que ha habido que
apoyar un poco las manos y a duras penas nos echamos pared abajo en dirección
norte, un poco por cualquier parte, pues se trata de un enorme pedregal
metamórfico que tiene un claro objetivo: el Collado de los Infiernos.
Bajamos
por varios lugares, cada cual va eligiendo pues se puede, en algún momento hay
que apoyar las manos pero de cualquier forma, siempre fácil alcanzamos el Collado
de los Infiernos situado a 2721
metros de altitud. Son las tres de la tarde y el
personal picotea un poquillo, son más corredores que montañeros y parece ser
que tienen esa costumbre pues no han debido parar demasiado a comer.
Un
rato después tomamos el camino del valle hacia el este y vamos bajando por
camino transitado en el que hay todavía algunos neveros de nieve blanda hasta
que el valle se arrellana en el asentamiento del Ibón Azul Superior situado a 2420 metros de altitud.
El
personal quiere bañarse y algunos lo hacen. Otros, nos remojamos los pies y
disfrutamos del espectáculo que ofrecen los “más valientes” en las frescas
aguas del ibón.
La Norte de los Infiernos.
Se
hacen las cuatro y media muy pasadas cuando retomamos la marcha para pasar por
el Ibón Azul Inferior. Alguno pregunta por el refugio que aparece en el mapa.
Pues no hace tiempo que voló el viejo barracón metálico del que solamente queda
la cimentación hormigonada del mismo.
Poco
a poco nos acercamos a la cola de Bachimaña Superior y en suave ascenso
iniciamos el largo rodeo por la orilla oeste del mismo.
Les
muestro le viejo Refugio Alfonso XIII todavía en pie de camino ante Bachimaña y
Bramatuero, contemplamos la profusión de Islas de Bachimaña pues el ibón está
muy sangrado y nos acercamos al Bachimaña Inferior especulando acerca de si el
nuevo Refugio de Bachimaña está abierto ya o no.
Digitalis purpurea o dedalera a juego con el día.
Situado
sobre los 2200 metros
de altitud, está cerrado y bastante acabado exteriormente es pie de
conversaciones que nos llevarán al desastre de Nozar en el Balneario que nos
tendrá ocupados mental y oralmente en el descenso que todavía nos queda.
Suerte
que nos vamos entreteniendo primero la Cascada del Fraile y el Barranco de Labaza, luego
con las frambuesas cuando el camino confluye con el Caldarés de Baños que
siempre bajará a nuestra izquierda, luego con la breve subida que sabe siempre
a rayos.
Pasamos
el conocido rellano vestido de pratenses y de cascada en cascada nos vamos con
el barranco, el a la central hidroeléctrica a la que le han adjuntado un
teórico centro de alto rendimiento, como si los kilovatios no rindieran
suficiente y nosotros hasta la casa de
Piedra que presenta una terraza más concurrida que el más conocido de los zocos
árabes, incluso puede ser que haya algún jeque despistado saciando su sed a
golpe de jarra de cerveza. Son las siete y media
Echamos
un traguillo, picoteamos un poco, volvemos sobre los recuerdos inmediatos de la
jornada y nos descansamos de los 1500 metros de desnivel que nos hemos tragado
hoy de manera muy satisfactoria para todos tanto los que van a la montaña de
manera ocasional como para los que lo hacemos de manera más sistemática.
Cae
la tarde y nos espera la carretera después de las despedidas y de los deseos de
que nos volvamos a ver dónde sea y si fuera en el monte mejor.
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