1 dic 2012

62-12. LA MAGDALENA DESDE CANFRANC. 1-12-2012.

La Magdalena desde Gabardito.

Canfranc Pueblo, Barranco de los Meses, Pista de Gabardito, Majada de Gabardito y Arista Sudeste. Descenso por el Circo de Añaza a Gabardito.
01-12-2012.
Salida 09 h. Llegada 15 h.
Sol.
Fácil.
 Rosa Mª. Martínez y Mariano Javierre.

Mapa de la Magdalena procedente de Prames. Vía en amarillo.

            Ha llegado Diciembre, el tiempo se ha puesto riguroso y hay que elegir con cierto cuidado tanto cuándo como dónde ir, porque lo que ya está decidido es ir.

            Dan mejor tiempo para el 1 de Diciembre, sábado que para el día siguiente. Hay anticiclón y nieve reciente de la primera nevada consistente de la temporada aunque por aquí no hay sido tanto como anunciaban y nos vamos a la Magdalena.

            La pista de las Blancas de Borau que llega hasta el Refugio López Huici  es de uso restringido para la mayoría de los “mortales” a pesar de que la barrera está levantada. La susodicha pista es muy larga pero pasa a escasos 100 metros de la Cima de la Magdalena con lo que anula la mayor parte del interés que puede tener como actividad montañera.

            Nosotros conocemos la cima y la fácil Divisoria de la Magdalena que recorriéramos allá por el 2001 cuando mi chica estaba recién operada de hernia, luego volveríamos en 2007  también como tarea de recuperación del accidente del Día de los Inocentes. Parece ser que es nuestra zona de rehabilitación particular: nada de tonterías, directamente al monte.

            Hoy queremos hacer la cima pero desde Canfranc pues creemos que tiene cierto interés para nosotros y nos permitirá conocer la arista sur del pico.

            Son las nueve de la mañana cuando aparcamos en Canfranc Pueblo a 1050 metros de altitud. La mañana está fresca y desapacible aunque algo mejor que en casa que teníamos 7 grados bajo cero.


            Tomamos el camino que tras atravesar un par de prados de las inmediaciones de la carretera se introduce en el Barranco de los Meses y en dirección oeste inicia el ascenso, entre los derruidos restos de un viejo vivero. Seguidamente pasa el barranco y por su orilla derecha prosigue para arriba en busca de las afloraciones calizas en las que se encuentra la Fuente de la Paja hoy con traje de hielo. Hemos salido pisando manchas de nieve pero esperamos que no vaya demasiado en aumento y nos permita hacer el trayecto largo con cierta comodidad. En esta época la nieve no se ha transformado todavía y puede ser ciertamente incómoda.

            Enseguida alcanzamos la pista que sube desde Villanúa, estamos a 1300 metros de altitud, y con ella seguimos para arriba al encuentro de la Fuente de los Abetazos en la que cogemos agua, aquí no falta nunca.


           En dirección nordeste recorremos la pista bastante blanca y con algo de hielo hasta que alcanzamos el Rellano de Gabardito a 1500 metros de altitud desde donde contemplamos nuestro futuro inmediato: la Arista Sudeste de la Magdalena.

            Avanzamos por el rellano en dirección este atravesando acumulaciones de nieve venteada, pasamos junto al refugio que está como siempre: con sus ventanas violentadas como ocurre con cierta frecuencia. Es algo sabido y el que quiera utilizar estos refugios libres debe estar dispuesto a casi todo incluso a sacar la nieve de dentro, limpiarlos y acondicionarlos y, por supuesto, nunca debe olvidar unos plásticos y algunas puntas y chinchetas para taponar ventanas. Utilizar estas cabañas y refugios es un arte y no menor.

            Son las diez y media cuando pasado el refugio, atravesamos el Barranco de Añaza por camino conocido hacia la Majada Baja de Lecherines por el Barranco Campón. El cruce está lleno de hielo pero si no me salen mal las cuentas no lo volveremos a pasar por aquí de vuelta. Tenemos la opción de la Arista Sudeste y la del Circo de Añaza.

            A pesar de que el viento azota ya de lo lindo y que la elección más adecuada debería ser la de ascender por el Circo de Añaza para protegernos del viento, preferimos la arista que vemos en su totalidad y que está bastante limpia de nieve. Consecuentemente, abandonamos el camino de la Majada baja de Lecherines y nos acercamos hacia la Paridera de Gabardito para incorporarnos entre pinos, enebros rastreros y manchas de nieve a la arista sudeste del pico.


            Se trata de un primer resalte suave que culmina en un descansillo de praderío en la cabecera del pinar del Barranco Campón. El viento sigue en aumento.

            Seguimos algún tramo de trochas de animales e iniciamos el resalte intermedio, el más consistente y en el que se alojan los pinos más altos. Junto a los últimos pinos, estaremos sobre los 1800 metros de altitud, buscamos su discutible abrigo y echamos un bocado y un trago caliente además de que nos ponemos los cortavientos cerrando todas las posibles vías de entrada del viento. Más arriba todo esto no será muy fácil.

Detrás Collarada.

            Son las once de la mañana cuando nos echamos de nuevo al vendaval tratando de dejar la arista e incorporarnos un poco al este de la misma que posiblemente pueda propiciar algo de abrigo, pero nos será así ya que el viento viene del nordeste y nos azota impío.

            Llevamos el cuerpo bien protegido pero las manos se nos entumecen como piedras a pesar de los guantes. Rosa peleará con ciertas dudas de si podrá continuar para arriba en medio de esta burrada de viento. Creo que nunca hemos soportado semejante intensidad de viento y nunca se me olvidará el día del Tozal de las Comas y Mondiniero. Puede ser que hoy sea uno de los contados días que hemos ascendido con todo puesto y no nos sobra nada sin olvidarnos del día del Puntal de Secus. Subimos muy despacio, lo que no es demasiado conveniente.

            Una manada de rebecos nos dice dónde hace mejor ”orache” pero no coincide con nuestros objetivos. El resalte se alarga un poco más de lo previsto y nos conduce a unas afloraciones rocosas de nuevo en la arista en las que tampoco hace abrigo.


            En la cabecera de las afloraciones rocosas hay un pequeño rellano medio herboso que nos conduce al resalte somital de praderío vestido de nieve.

            Avanzamos de la mano mientras en nuestras cabezas martillea la idea de lo que puede hacer 100 metros más arriba en la Divisoria de la Magdalena.


            Van a ser las doce menos cuarto, la meteorología es clemente una vez más con los montañeros y amaina el viento. Al principio no nos lo creemos y pensamos que es una tregua antes del esplendoroso infierno de la Divisoria de la Magdalena que esperamos.


            Enseguida alcanzamos la Divisoria y nuestra cima aparece ligeramente al norte en la distancia, una distancia que se nos hace incluso agradable en estas condiciones, además que se nos ha abierto el paisaje hacia el oeste: es el especial placer de las aristas.


            Son las doce de la mañana cuando alcanzamos la Cima de la Magdalena a 2286 metros de altitud. Una cima que nos la hemos ganado y que, a pesar de nuestros deseos, nos hace pensar en la facilidad de alcanzarla por la vertiente oeste cuando vemos la pista aquí mismo.


            Desde la amplia cima hacemos algunas fotografías con un cielo impecablemente azul-blanquecino debido a la ventisca que mueve nieve de todas las crestas y contemplamos una buena colección de viejos conocidos desde Peña Forca, Lenito y Rincón de Alano al oeste con el Agüerri, el Puntal de Agüerri y el Bisaurín, todo el Macizo de Aspe aquí mismo en primer plano al norte al que se asoma discretamente como invitado de honor la cabeza del Midí de Ossau. Hacia el este La Zona de Anayet, Escarra, Collarada y más al sur, Bacún y lleno de azules Oroel al igual que el Valle del Aragón.

Llena del Bozo con traje de novia.

            No nos parece el día más adecuado para bajar por las Majadas de Lecherines y visitar el Refugio López Huici para ver qué tal está después del incendio y, consecuentemente, desandamos la arista sin siquiera acercarnos hasta la punta situada al norte.



            Llegados al punto de intersección con la arista que hemos subido, proseguimos hacia el sur todavía un poco y descendidos unos cuantos metros, sin siquiera llegar a la parte baja del amplio collado de separación con la Punta de las Blancas, viramos al este y nos vamos pared abajo poniéndonos a salvo del viento por si acaso.

            Entramos en el Circo de Añaza y un poco por cualquier parte con cuidado de no ir a parar a la zona de paredes, que las hay, bajamos al gusto ya que se puede con tranquilidad y cuidado. En el fondo nos espera la Majada de Añaza con  la caseta de hormigón.

Cabaña y Circo de Añaza.

            Aquí, orientados al este y defendido por las paredes del circo es otro día cuando alcanzamos la Cabaña de Añaza situada sobre los 1850 metros de altitud. Está cerrada, decentita pero los agujeros de la puerta y la ventana han permitido que se cuele la nieve dentro y su habitabilidad es comprometida, lo que nos hace pensar en la tremenda ventisca que ha tenido que haber por aquí estos días para que haya entrado así la nieve. Los viejos e injustificados destrozos la han dejado en precario para el invierno.

Cascada de Añaza.

            Es la una y cuarto pasadas y proseguimos camino para abajo por la orilla izquierda del barranco. Seguimos un camino que nos permite aproximarnos para contemplar la Cascada de Añaza llena ya de blanco hielo y a la sombra a estas horas, las doce y media solares. La carga que le espera.

            Poco más abajo terminamos por perder el camino y en consecuencia nos acercamos paulatinamente en descenso hacia el barranco sin cruzarlo de momento ya que el camino que baja por la otra ladera está bastante lleno de nieve.


            Hemos entrado en el pinar que salpicado de enebro copa  la pradera alpina pero con cuidado nos acercamos al cauce del barranco para pasar fácilmente a la orilla derecha por unos puentes de hielo bastante firmes y cubiertos de nieve.

Gabardito.

            Allí tomamos el camino que prácticamente de llano y por el praderío salpicado de pinos y rosal silvestre o, “gabardera”, de allí lo de Gabardito, que llenos todavía de escaramujos esperan turno para ser comidos este invierno por las aves.

            El camino nos conduce enseguida al Refugio de Gabardito y sentados en su cara sur, al solecillo del mediodía nos ponemos a comer. Son las dos de la tarde.

            Coincidimos con una pareja que llega de abajo y también se sientan a comer. Será las únicas personas con las que compartamos nuestra jornada además de los rebecos que hemos visto durante casi toda la mañana y en reunión plenaria que han debido celebrar en el Circo de Añaza y a la que hemos llegado un pelín tarde, según parece pues ya habían levantado la sesión.

Mallos de Lecherines.

            Comemos tranquilamente, se me debe de caer del bolsillo el trípode y allí se quedará cuando a las dos y media reanudamos la marcha.


            En la pista y a la sombra no corre el viento prácticamente pero no se hace un pelo de calor pero es lo mismo ya que nos llegamos a Canfranc cuando son las tres y media y el sol se empieza a marchar por las laderas del este del valle para arriba.

            Nos metemos en el coche, encendemos la calefacción y dando por liquidada la jornada en la que hemos movido un desnivel de 1250 metros nos bajamos hasta Villanúa para tratar de recoger las pieles de foca que tenemos a encolar. La temporada de esquí de travesía está a punto de comenzar.           

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