La Jungfrau desde Jungfraufirm. 3-8-92.
Estación
Jungfraujoch, Jungfraufirm, Espolón Este-Noroeste del Rottalhorn, Rottalsattel
y Cara Este. Descenso a Jungfraufirm y Refugio Monchjoch.
03-08-1992.
Salida 08:45
h. Llegada 16
h.
Sol.
Bastante
fácil.
Ascensión.
Juan
Castejón, Rosa Mª. Martínez y Mariano Javierre.
Mapa de Jungfrau procedente Bachman. Vía en amarillo.
En
Tach la tarde está medio-medio. Recogemos el coche, buscamos posibilidades por
si acá y terminamos cenando junto a una pequeña capilla que nos ofrece cobijo en caso de lluvia.
Cenamos
a gusto, celebramos nuestro no éxito, con permiso de Juan, con Sidra y turrón…
Rosa propone descansar un día y volver de nuevo al Cervino, a Juan le va bien
pues en el Cervino se divierte, pero rechazo tan amable invitación pues no está
en programa y no se acaba el mundo por no hacer cima aunque sea el Cervino.
Alguien
dice, o lo he soñado, que lo importante
es que estemos aquí para contarlo y celebrarlo y a lo mejor es verdad,
la verdad de nuestras vidas que no son
más que una enorme ilusión. Nos empiltramos pues han llegado las
estrellas con tanta celebración.
El
2 de Agosto de 1992 es otro día. Ponemos a secar los trastos, desayunamos
pantagruélicamente y luego nos vamos al
cámping para darnos una ducha. Se trata de un recinto abierto en el que las
duchas funcionan con monedas. Juan se ducha como un señor y nosotros tomamos
una ducha gélida pues la maquinola nos limpia el dinero sin la contraprestación
del agua caliente.
Luego
damos una vuelta por el pueblo que poco tiene que ofrecer y volvemos a nuestro
campamento para comer, tarea en la que
se nos hacen las dos y hay que ahuecar el ala de Tach.
Jungfrau desde Kleine Scheidegg. 3-8-92.
Nos
despedimos del valle tras pasar junto al enorme desprendimiento de la ladera
izquierda del valle acaecida hará un par de años y pasando Visp nos vamos hacia
Brig avanzando junto al Rhone. La ciudad es un infame nudo de comunicaciones
más complicado si cabe con el Túnel del Simplón.
Luego
viene Gletsch pasando por la estación
del tren alternativo al Furkapass y nos vamos al Grimselpass ambas
carreteras se cierran una buena parte del año debido a la altitud. La carretera
es buena pero sube salvajemente a base de vueltas de 180 grados poniendo en
prueba al coche.
Coronado
el puerto descendemos brutalmente por una carretera que festonea los dos Lagos
Artificiales de Grimsel en los que vierte sus aguas el Glaciar de Aar, pintados
de un verde pálido esmeralda en un marco de granito incomparable.
Pasado
Interkirchen, contorneamos el Lago Brienz por el sur utilizando unos cuantos
túneles y ni siquiera tenemos que entrar en Interlaken, una carretera nos saca
hacia Grindelwald a la que llegaremos sobre las seis de la tarde aunque
parezcan las nueve pues la tarde amenaza.
Se
trata de un pueblo grande situado a 1034 metros de altitud y en la parte baja
está la estación del ferrocarril donde aparcamos.
El
primer tren de la mañana para el Jungfraujoch
sale a las siete y dieciocho como ya sabíamos, además hay un forfait de
ida y vuelta por 77 francos que es un “regalo” condicionado a realizar el
regreso antes de las 12 horas pero no dice de qué día. Hay un aparcamiento al
otro lado del río que es libre pero no dejan aparcar por la noche.
Hemos
de buscar información meteorológica y campamento. Nos vamos hacia el centro del
pueblo y se echa a llover. Las ciudades suizas con muchas calles y pocas casas
son delicados laberintos que hay que tomar con paciencia.
Nos
dicen que la Oficina de turismo está cerrada y hasta mañana a las ocho… Con el coche nos vamos a la parte alta del
pueblo ya que por abajo no hemos visto nada. Salimos del pueblo y en el
aparcamiento de un restaurante del que parte la gente para ver el Glaciar
Superior de Grindelwald, junto a una autocaravana en la que están cenando,
haremos lo propio con discreción aprovechando que ahora no llueve.
Después
de cenar tomamos una pista corta que conduce a un promontorio en el que
suponemos habrá terreno escurrido en medio de tanta humedad y localizo una
cabaña de madera en reconstrucción en la que con las tablas podremos hacer
literas y pasar la noche a cubierto sin montar las tiendas. Una vez más pienso
que mi buen olfato nos ha salvado.
Detalle de la Eigerband en una parada del Tren Cremallera a Jungfraujoch. 3-8-92.
Cerca
de nosotros termina el Oberer
Grindelwaldgletscher en medio de dos paredones ingrávidos y verticales,
son el Weterhorn y el Mettemberg y allá arriba perdido tiene que estar el
Refugio Gleckstein en medio de un panorama absolutamente espectacular. Pero
llega la noche y con los sacos y las linternas nos vamos a nuestro cobijo ya
que la pista está prohibida para coches.
Iluminados
con las linternas improvisamos dos entarimados con unas preciosas tablas que
tienen para la reconstrucción. Nos ofrecen una considerable comodidad sobre
todo desde la moral que da una noche en seco, a cubierto y contemplando el
parte meteorológico por el hueco de una ventana: una maravillosa carpa de
estrellas.
Nos
da la salida de la carrera del lunes 3 de Agosto de 1992 los 20 dobles toques
de mi casio a las seis de la mañana. Juan y Rosa se suben al coche mientras yo
recojo sacos y arreglo las tablas dejando la cabaña como estaba.
Desayunamos
y a las siete menos cuarto nos vamos para abajo, aparcamos donde habíamos
previsto y sacamos los forfaits, un regalo por 5400 pesetas comparado con lo
que esperábamos pagar por el trenecito.
Puntuales
como relojes suizos partimos para arriba un par de trenes, calculo que seremos
alrededor de 500 viajeros. Salimos del valle primero al suroeste para continuar
al sudeste. Paramos en Brandegg y luego en Alpiglen para llegar a Klein
Scheidegg a 2061 metros de altitud.
Cambiamos
de tren y también de pendiente pues a partir de ahora subiremos a destajo para
incorporarnos a la Cara Norte del Eiger. Una espléndida mañana nos permite
contemplar un sensacional paisaje alpestre de primera magnitud que incluye la
norte de los picos a los que vamos e incluye la mítica, temida y legendaria
Norte del Eiger y las fastuosas obras del ferrocarril.
De Jungfraujoch a Conkordiaplatz. 3-8-92.
Una
cuarta parada en la base del Eigergletscher a 2320 metros de altitud nos
precipita al interior del Eiger. Nos vamos a tirar casi una hora en el túnel en
el que hay previstas un par de paradas para el turista: la primera sobre la
Eigerwand a 2865 metros de altitud y la segunda en Esismeer a 3160 metros.
Salimos en las dos. Unos grandes ventanales al final de las galerías permiten
contemplar la Cara Norte del Eiger y los artilugios que facilitan los rescates del primer tramo de ascensión y del Glaciar
Superior del Eiger.
Lo
que vemos no es particularmente difícil pero algo más tendrá unido a la
calamitosa climatología y a la extraordinaria longitud de la pared que
imposibilita los rescates a partir de cierta altura lo que le ha conferido el
incuestionable carácter de “ogro.”
A
las nueve menos diez paramos en la Estación Término de Jungfraujoch a 3454
metros de altitud bajo la mole de la Esfinje de 3569 metros en cuya parte superior hay un observatorio
astronómico.
Con
las mochilas al hombre y a través de un laberinto de pasillos acartelados
veremos las terrazas de un par de restaurantes y algunas cosas más mientras
buscamos la salida del Túnel de la esfinge que alcanzamos un cuarto de hora
después.
Son
las nueve y cinco cuando salimos al sol de la mañana en la Cabecera del Glaciar
de Aletsch. Una rápida ojeada nos facilita la situación y sin más pérdida de
tiempo nos lanzamos a la nieve todavía dura a estas horas de la mañana, en
busca de una huella que atraviesa el Jungfraufirm en dirección sudoeste,
perdiendo algo de altura y no por nuestro gusto, lo que carga un poco más la
decisión tomada: hacer hoy el pico largo pues disponemos de todo el día aunque empecemos a una hora pésima y dejar
para el día siguiente el corto que nos permitirá emprender el regreso ya a media mañana.
Vamos
cuesta abajo al trote y Rosa no muy a gusto gruñe como una jabalina. Paramos a
ponernos los crampones pues la chica patina mientras pienso que así querría yo
la nieve para todo el día.
El Rottalsattel y la Pared Cimera de Jungfrau. 3-8-92.
Poco
después tocamos fondo y nos vamos en busca del Espolón Este-noroeste del
Rottalhorn ya que, a estas alturas de la temporada, las grietas están muy
abiertas. Adelantamos a la cordada que nos ha adelantado previamente, superamos
la rimaya del espolón que se está poniendo complicada y nos incorporamos al
espolón y a la pendiente. Nos encordamos pues los puentes de nieve deben estar
ya algo maduros.
Rosa
ve al rato una laja limpia de nieve, se le hacen los ojos una auténtica fiesta
y nos dice que no puede más y que se queda. Juan sonríe beatíficamente
atragantado con la increíble bola y, claro está, yo solidariamente le digo que
también me quedo. De esta rápida y limpia manera abortamos tan pobre intento de
deserción y ganamos la parte superior del espolón en dirección sur.
Un
fuerte repecho sobre terreno seguro bajo el Rottalhorn nos hace ganar altura
hasta alcanzar la pared sur. Allí hay que iniciar obligatoriamente una
peligrosa travesía al oeste bajo las cornisas que penden de la creta que une el
Rottalhorn con el Rottalsattel.
Atravesamos,
siguiendo la huella bastante llana los restos de pequeños aludes, todavía
seguros a estas horas, hasta alcanzar la base del corredor.
Cruzamos
la rimaya y por fuerte pendiente ahoyada divinamente alcanzamos el Rottalsattel a 3885 metros de
altitud con lo que abandonamos la zona de riesgo de aludes y nos disponemos a
afrontar lo que esperamos sea un fácil nevero somital en la Cara Este de la
Jungfrau.
En la Cima de Jungfrau con nieblas. 3-8-92.
Tan
pronto como salimos del fondo del abrigado collado recibimos el azote del
viento y somos vigilados por las nieblas que están agazapadas en la cara
sudeste defendiendo el casquete somital del pico.
Ese
viento es el que ha convertido la nieve expuesta en hielo y que nos va a dar
faena durante un buen rato.
Tomamos
unas barras rocosas que afloran sobre la nieve helada y que nos permiten
progresar con relativa facilidad pero siempre con cuidado. El viento azota
inclemente y resulta además molesto y frío, suerte de que como la pendiente es
muy fuerte y estamos metidos en la harina de la cima, nos importa poco.
De
barra en barra, buscándonos la vida como mejor podemos, nos vamos para arriba
haciendo alguna que otra travesía y ganamos altura en una pared que se hace
larga en medio de un ambiente amenazador. Son 250 metros de desnivel que se
hacen largos a pesar de la variedad de técnicas y recursos que empleamos.
Una
travesía a la derecha nos saca del azote
directo del viento pues la cresta sudeste se acaba. La nieve dura se ablanda
desapareciendo sobre el espolón rocoso terminal y se hace la luz de entre las
tinieblas que amenazadoras hemos dejado atrás.
El Monch desde la Cima de Junffrau.
Son
las doce menos cinco cuando alcanzamos la Cima de la Jungfrau a 4158 metros de
altitud. Hemos empleado dos horas y cincuenta minutos en la ascensión.
Nos
desencordamos y nos ponemos por primera vez los anoraks en una cima, la nevera
de la niebla va y viene a su antojo.
Hacemos
una foto sin paisaje pues el día no está
ni para delicadas ni dilatadas contemplaciones y a duras penas podemos ver al
Eiger entre nieblas. Comemos un poco, echamos un trago y charlamos pues hay
tiempo. Mientras y mentalmente me voy despidiendo de los Alpes, mañana será
todo muy rápido.
El Rottalsattle desde la Pared Cimera de Jungfrau. 3-8-17.
Llegan
los dos que hemos adelantado, uno de ellos con una cara de lata horrorosa y
charlamos sobre todo con el alemán que ha estado en el Aneto y en el Teide.
Como
hemos pisado nieve de todas las raleas incluso blandísima los pies mojados se
enfrían y creyendo que el asunto de las nieblas parece que va para largo y
llevamos tres cuartos de hora en la cima, nos vamos para abajo.
Descendemos
con más cuidado asegurando con la cuerda pero sin utilizar las grandes clavijas
instaladas en esta parte de la pared. Nos cruzamos con otra cordada que sube
ahora que parece que el tiempo mejora, el viento comienza a amainar y las
nieblas quieren disiparse. Montamos algún numerito de salón con mi esposa
empeñada en bajar con el culo arrastro pero alcanzamos el Rottalsattel sin más
percance.
Desde Jungfraujoch, la Jungfrau, Wengenjungfrau y la Esfinge. 3-8-17.
Salimos
del viento y del hielo y entramos en el calor y en la nieve blanda. Bajamos el
vertical y amplio corredor bajo el Rottalsattel y atravesamos a la carrera la
zona expuesta a los derrumbes de las cornisas de la cresta hundiéndonos,
tambaleándonos cayendo y levantándonos
como si fuéramos una reata de perros polares tirando de un trineo cargado de riesgo. Un
riesgo aumentado si cabe por las vibraciones producidas por las repetidas
pasadas de un helicóptero que lleva a turistas de más pasta que pata.
Sudorosos
y fatigados salimos del trance y ya cómodamente continuamos para abajo. Nos
quitamos ropa cargando con ello las mochilas y sobre nieve blanda atravesamos
las grietas de la mañana y proseguimos siguiendo la huella al encuentro del
fondo de la cabecera del glaciar sobre los 3250 metros de altitud.
Hace
calor y el sol campa por todo lo alto, las nieblas y el viento han desaparecido
y no queda otro remedio que poner la marcha de resistencia y remontar al
encuentro de la Salida del Túnel de la Esfinge.
Llegando al Refugio de Monchjoch. 3-8-92.
Con
resignado esfuerzo nos acercamos al mogollón de los turistas que han subido en
el tren y deambulan sobre la nieve blanda, esquían con un telearrastre de
juguete a un módico precio o contemplan las evoluciones del helicóptero.
Son
las tres de la tarde, abrasados por el sol debemos ser la atracción del
personal. Bebemos mientras contemplamos
la Arista Suroeste de la Jungfrau con el Observatorio de la Esfinge y el Wengen
Jungfrau en primer plano.
No
se está mal descansando pero tenemos prisa pues no sabemos todavía donde está
el refugio. Hacemos una foto y por una pista hecha por los pisanieves nos vamos
para arriba pasando bajo la Sur del Monch. Allá arriba, al oeste imaginamos el
Collado y el Refugio del Monchjoch hacia el que caminamos lentamente.
Son
las cuatro de la tarde cuando ascendemos la rampa terrosa del Refugio del Monchjoch
amparado en el Espolón Oeste del Monch a 3650 metros de altitud y contemplamos
el collado del que ahora se está marchando el sol.
Croquis de Jungfrau. Vía en amarillo.
Estamos
a cubierto de una jornada que a pesar de haberla comenzado tardísimo la hemos
aprovechado subiendo 1308 metros y
bajando 1133 metros de desnivel. Alguna razón tendrá Rosa cuando se queja pero
no será cuestión de hacerle caso por si las moscas.
Para ver la Continuaión.
Para ver la Continuaión.
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