Aneto por Coronas.
Puente de Coronas, Ibones de Coronas,
Collado de Coronas, Punta Oliberas, Aneto y Espalda de Aneto.
08-08-2012.
Salida 10 h. Llegada 18 h.
Sol.
Fácil.
Juan Castejón, Rosa Mª. Martínez y Mariano
Javierre.
Mapa de Aneto procedente de Prames. Vía en amarillo.
No
es lo mismo la tradición que el hábito aunque a veces utilicemos estas palabras
con un significado parecido. Habitual es para nosotros ir a la montaña: vamos
siempre que podemos y eso es muchos días al año; tradición significa repetición
costumbrista, ocasional y realizada a lo largo del tiempo, como nuestros vivacs
en las cimas de los picos, solemos hacer alguno cada verano.
El
pasado año, por diversas circunstancias, no cumplimos con la tradición pero
este año si. Es 8 de Agosto de 2012 y nos vamos al Aneto.
Será
un día en el que estrenaremos la Yebra-Fiscal, pero aunque egoístamente nos
beneficie la nueva carretera, no nos anula nuestros sentidos. Nosotros no queremos una autovía en la puerta de
nuestra casa ni un aeropuerto en el pueblo ni, muchísimas de esas barbaridades
que, todos tenemos alguna que otra a nuestro alrededor, son fruto del más
descarado despilfarro de nuestros políticos jaleado par el irresponsable
egoísmo del pueblo. Esta carretera será una obra infrautilizada como otras
tantas mientras que sigue habiendo accidentes con fallecidos en otras
carreteras de Aragón sin ir más lejos. Pero bueno, Benasque nos queda más cerca
pero habrá que saber a qué precio, lo que sí sabemos es que los despilfarros
siempre salen carísimos.
A
las siete menos cuarto nos metemos en el coche en Sabiñánigo y antes de las
nueve menos cuarto estamos en Senarta. A las nueve y cuarto cogemos el autobús
y a las diez menos cuarto estamos en el Puente de Coronas.
Sin
prisas ultimamos nuestros bártulos y a las diez iniciamos la marcha a 1950
metros de altitud y en dirección este con el GR 11. que conduce a Ballibierna,
Llosas y Coronas.
Enseguida
lo abandonamos para, por transitado camino en dirección nordeste, introducirnos en el Valle de Coronas.
El
camino, en suave ascenso discurre por el fondo del valle en el que se disputan
ámbito el granito aislado con el fresco praderío a la sombra del emblemático
pino negro. Enseguida escaseará la hierba, menudeará el pino y se enseñorea del
medio el pedregal granítico mientras el camino se yergue paulatinamente en la
orilla izquierda del Barranco de Coronas que nos enseña las espumas de su
Cascada Inferior.
Entramos
en calores en una espléndida mañana en la que el sol nos ha venido a recibir a
medio pedregal todavía por debajo de la Plata de Coronas.
Empezar
un camino con abundante desnivel como futuro a estas horas de la mañana no es
lo más aconsejable, pero en este caso si es lo conveniente para nosotros, así
que, asumidos los inconvenientes, enseguida alcanzamos el Ibonet de Coronas
situado a 2230 metros de altitud, pero esto no acaba sino de comenzar.
Dejamos el ibonet a nuestra izquierda que es el oeste y nos
orientamos al este siguiendo un todavía transitado camino que se alarga en el
segundo resalte de la jornada ascendiendo la cara oeste del Pitón de Llosas.
Nos
entretenemos contemplando tras la Cascada Superior de Coronas, el Aragüels que
espléndido ha venido a la cita e incluso discretísimo el monolito cimero del Piedras Albas. Conforme
ganemos altura irá apareciendo el resto de la manada que es crecida aquí.
A
las doce menos cuarto estamos en la orilla del Ibón Inferior de Coronas a 2635
metros de altitud. Contemplamos el conocido corredor que conduce a la Brecha
Inferior de Llosas y abandonamos el camino para dirigirnos de manera más
directa en busca del Ibón Superior de Coronas.
Para
ello rodeamos el ibón por su orilla este y en dirección nordeste continuamos
con el ascenso a plena pedrera que enseguida nos ofrece un tramo, con granito
de colosales proporciones, en el que el avance se complica ligeramente
obligándonos a dar algún quiebro que otro en nuestra trayectoria.
Luego
atravesamos en diagonal un subsiguiente tramo inestable y descompuesto que nos
permite alcanzar una suave rampa en la que aparece algo de hierba y nos
deposita en las inmediaciones de nuestro objetivo: la ladera se arrellana y nos
muestra la irregular plancha de agua del Ibón Alto de Coronas situado a 2780
metros de altitud.
Buscamos
su orilla oeste y nos sentamos tranquilamente para almorzar cuando son las doce
pasadas.
Bebemos
agua del ibón a temperatura de hielo del nevero residual que todavía lo
alimenta con alto riesgo para nuestros empastes, mientras contemplamos y
recordamos nuestras andanzas en la zona
noroeste del circo que es la Cresta de Cregüeña y que arranca allá abajo con
los Picos de Estatas y Quillón, se llega al Piedras Albas y Aragüels, pasa
sucesivamente por las Agujas Juncadella, Cregüeña y Haurillón y se encumbra
directamente hasta el Pico Maldito.
No
es un mal almuerzo que liquidamos a las doce y media poniéndonos de nuevo en
pie y orientándonos hacia la base de la morrena en la que continuaremos con el
camino que recuperamos enseguida.
Alcanzada
la morrena se descubre la totalidad del circo con la cresta de Llosas al
contraluz del sudeste y la Cresta del Medio y Coronas al norte y que irá
desapareciendo paulatinamente conforme nos acerquemos a la base de las paredes.
Nosotros orientados al nordeste ascendemos en busca del Collado de Coronas perfectamente
guiados por la mole del jefe, el Aneto vestido sombríamente con traje de
ceremonia.
La
subida hacia el Collado de Coronas tampoco la regalan cuando subes con cumplida
mochila y a ritmo de maniobra pues son 400 metros de desnivel que hacen sentir
su peso; así que, agradecemos alcanzar el rellanito intermedio en el que se
acuna un neverillo residual de nieve blandurria que atravesamos con decidida
devoción esperando que compense a nuestros pies de tanto granito ardiente y
abrasivo.
Corredor Estasen.
No
será así pero es igual, a veces son impagables las ilusiones.
Una saxifraga florida de altura.
Unos
cuantos apoyos de manos colaboran con
nuestras piernas en la terea de alcanzar el Collado de Coronas que, a 3196
metros de altitud, nos recibe con un
ligero vientecillo propio del lugar y la
sombra que nos propician dispersas nubes blancas que se han apiadado de
nosotros.
Aquí
aparece a nuestros ojos el horizonte norte que no nos interesa demasiado y la
cubeta, prácticamente vacía, del ibón Coronado.
Buscamos
una piedra plana junto a la nieve y nos sentamos a comer y a beber todo cuanto
nos apetezca antes de reponer agua. Son las dos menos cuarto.
Charlamos
un poco con una pareja que tienen la enfermedad del Aneto sin atisbos de cura y como no parece demasiado oportuno
proporcionarle nuestra terapia, nos vamos en busca del fondo de la cubeta donde
rellenar el agua que nos tienen que bastar hasta que mañana volvamos por aquí.
Bajamos
un pedregal absolutamente inestable y lo subimos con seis litros de agua que
van a parar a nuestras mochilas de las que sacamos los crampones y los piolets
y nos introducimos en la nieve tras colocarnos los crampones.
Inmediatamente
aparece la desoladora imagen del casi extinto Glaciar de Aneto. La clásica ruta
que conduce del Portillón Superior al Aneto está completamente limpia de nieve
hasta aquí, solamente para que los conquistadores de Aneto puedan disfrutar de
una exigua ración de hielo, hay una huella trazada sobre unos cientos de metros
cerca de la base de las paredes norte de los Picos de Coronas.
Nosotros
cruzamos el brevísimo tramo de nieve y atravesamos el cordón rocoso que
desciende del Oliberas. Más allá una diagonal ascendente sobre hielo viejo de
un centenar de metros en dirección sudeste, nos conduce a la pared somital
donde el personal se mete y quita los crampones.
No
nos quitamos los crampones y atravesamos enseguida en suave ascenso un último
neverillo residual para quitarnos los crampones en la parte alta del mismo.
Dejamos las mochilas y tomamos la Cresta Este del Oliberas-Arenas.
Se
trata de una cresta muy horizontal de bloques graníticos que se pasa enseguida
y con facilidad y que nos deposita inmediatamente en la Cima de Punta Oliberas
a 3292 metros de altitud.
La
cima no tiene otro objetivo que levantar acta de defunción del Glaciar del
Aneto y contemplar una espectacular imagen cenital del Collado de Coronas. Son
las tres de la tarde.
Collado de Coronas.
Hacemos
algunas fotos y cinco minutos después nos damos la vuelta sobre nuestros pasos,
recuperamos las mochilas y continuamos con
el ascenso del Casquete Somital del Aneto.
En el Paso de Mahoma.
Enseguida
alcanzamos el Paso de Mahoma en el que hacemos algunas fotografías alcanzado
inmediatamente la Cima del Aneto, que debe estar a 3404 metros de altitud a
pesar de que mi altímetro mienta como un bellaco y en la que nos espera Juan
que se ha subido a tomar posesión y ya tiene vivac.
Son
las tres y media y disponemos de una tarde infinita para beber, descansar,
hacer fotos y alguna que otra tontería y acondicionar nuestro vivac.
Es
sabido que los vivacs de cima no suelen ser demasiados pero están ordenados
numéricamente en virtud de sus bondades. El elegido, al norte de la cruz, tiene
unos muretes inmejorables especialmente en la parte oeste que nos defenderá del
cierzo que soplá y lo hará durante la tarde; la puerta al este,hacia La Meca
como mandato perentorio del Señor Mahoma, para recibir los primeros rayos de
sol de la mañana.
El
suelo, suficiente para tres y de gravilla presenta unos escollos posiblemente
incómodos que vamos a pasar por la piedra y nunca menor dicho puesto que
primero machacaremos, segundo removeremos, tercero arrancaremos y finalmente
rellenaremos con pedreguilla y es que a lo largo de unas cuantas cimas del
pirineo hay una colección de vivacs cimeros que son una auténtica delicatesen.
Una
pareja que ha subido la Arista de Llosas se va para abajo y nosotros, alrededor
de las cinco nos vamos a dar un paseo: tomamos la arista sudeste y en descenso
nos vamos hacia la espalda de Aneto.
Pasando la tarde en la Espalda de Aneto.
Espalda de Aneto.
Son
las cinco y media. Hacemos algunas fotos, contemplamos el horizonte sudeste en
el que se encuentran Tempestádes, Margálida y Russell, diseñamos una fácil
subida a través del también extinto
Glaciar de Barrancs y relajados charlando distendidamente nos volvemos a
nuestro vivac. Hemos coronado hoy el Cristo y los dos ladrones crucificados a
su lado.
Pasamos
la tarde, cenamos y charlamos luego con la pareja que ha subido a vivaquear
pues será la primera vez que lo hagamos en compañía. Tienen lazos en la zona a
pesar de que no son de la tierra y charlamos de cosas, gentes y montañas comunes.
Pasadas
las nueve, la tarde está fresquilla, nos empiltramos esperando la puesta del
sol y la compañía de las estrellas que nos acune y arrope cálidamente.
Y
así sucederá pues disfrutaremos de una primera parte de la noche donde el
Aguila, la Lira y el Cisne nos custodian por encima de la Vía Láctea. Vega está
sencillamente espléndida reinando en medio de su corte celestial.
Luego
saldrá la luna y teñirá de naranjas el rutilante cielo del Aneto y
disfrutaremos nuestro vivac durmiendo a tramos y a vueltas y moviendo mucho los
pies que se enfrían descaradamente.
La noche tiene su Continuación.
La noche tiene su Continuación.
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