Teleférico de Spielboden, Langflue,
Glaciar del Fee, Islote Rocoso, Cara Oeste, Alphubel Norte, Alphubel y Descenso
a Saas Fee.
19 y 20-7-13
Salida 16 h. Llegada 15 h.Sol.
Facil.
Juan Castejón, Rosa Mª. Martínez y Mariano Javierre.
Mapa del Alphubel procedente del Landeskarte der Schweiz. Vía en amarillo.
El
reloj de la torre de la iglesia de Fiesch me comunica las dos, las cuatro y las
seis, lo que significa que no duermo demasiado mal.
A
las ocho nos levantamos, el sol está ancho patalero en este 18 de Julio de
2013, y parece ser que molesta nuestro aparcamiento a alguien relacionado con
el camping del pueblo.
Relajadamente
desayunamos, ponemos a secar nuestras pertenencias y tenemos un altercado de menor importancia,
yo paso del tema.
Nos
han cerrado la salida cruzando un coche y ya nos la abrirán, como así será un
rato después sobre las nueve y media. Nos podrían haber fastidiado en otras
circunstancias pero hoy tenemos el día para descansar y organizarnos, así que,
¡Sanjoderse!
Nos
bajamos al aparcamiento y yo sigo secando cosas húmedas mientras mis chicos
marchan a la Ofina de Turismo de Fiesch.
El
parte meteorológico anuncia buen tiempo y consecuentemente nos reprogramamos
enseguida: esta tarde nos subiremos a Langflue para hacer mañana el Alphubel.
Carretera
hacia Saas Grund echamos gasolina y buscamos un lugar discreto y sombreado para
pasar la mañana entre almorzar, pegarnos
un buen baño en el barranco y preparar las mochilas. Sabemos organizarnos y
disfrutar de casi todo con muy poco.
Alrededor
de la una proseguimos carretera abajo hasta Saas Grund y tras tomar el desvío
con obras nos subimos hacia Saas Fee.
Cerca
del pueblo y en una parada de la carreta aparcamos, comemos y nos cambiamos de
ropa.
Serán
las tres menos cuarto cuando aparcamos junto a la Oficina de Turismo de Saas
Fee, el mediodía está medio nublado pero no nos preocupa.
Tardamos
un pelín en dejar la furgo en el aparcamiento 4, a cubierto, ventilada y lo más arriba posible. Luego,
cargamos con nuestras mochilas y entramos al pueblo.
Es
un pueblo sin tráfico donde únicamente se mueven cochecillos eléctricos y un
tren chispita. Atravesamos por medio de las casas típicas de madera destinadas
a atracción turística y nos vamos para abajo por la calle principal. No es una
hora punta pero nos parece un tanto vacío el pueblo.
Teníamos
dos opciones para hacer el pico. Una la centelleante con tiempo poco seguro
consistía en subir por la mañana con el teleférico a Langflue hacer el pico y
bajar con el teleférico. La otra con buen tiempo podíamos hacer andando desde
Saas Fee.
Las
informaciones que teníamos eran que el teleférico subía a Langflue pero eso
solamente lo hace en temporada de esquí. Ahora nos dicen que el hotel está
cerrado y que el teleférico se queda en la estación intermedia, en Spielboden.
Con semejante variante las cosas cambian ligeramente y puestos a reconocer el
camino desde el pueblo, nos subiremos en el teleférico y nos bajaremos andando.
Conocemos y evitamos la sudada de ascenso.
Pensábamos
pasar del hotel y llevar lo necesario para acampar por nuestra cuenta y la nueva
situación no cambia ese aspecto de nuestros planes. Consecuentemente las
mochilas van cumplidas con el material de acampada y molestan lo suyo de camino
al teleférico en una tarde tórrida.
Casas típicas de Saas Fee.
Hemos
de atravesar todo el pueblo y desde la Zona Polideportiva acercarnos a la base
del teleférico.
Sacamos
billetes de ida por 24 francos suizos y el servidor de la taquilla nos
pregunta, quizás con la intención de advertirnos ya que le pedimos billetes a
Langflue. Le decimos que llevamos tienda y parece tranquilizarse.
Alphubel desde Saas Fee.
El
teleférico funciona continuamente y a las cuatro nos montamos para desembarcar
en la Estación Espielboden a 2447 metros de altitud diez minutos después pues
asciende algo lento. Nos ha servido para reconocer la multitud de caminillos
que recorren la Ladera del Circo de Saas Fee, salpicada de caminantes. Incluso
hay una pista que llega hasta arriba.
Saas Fee y atrás Langinhorn y Weissmies.
Salimos
a la parte de atrás de la estación y tomamos la pista que se empina
endiabladamente suponemos que recorrida por pisanieves y motos de nieve. Sube
sin compasión y nos mete en sudores salvajemente pues la tomamos sin
misericordia, espoleados por la inquietud de buscar un buen vivac a 2870 metros
de altitud y suponiendo que la gente que haga esta vía también ha de subir a
vivaquear ya que todavía restarán casi 1400 metros de desnivel hasta la cima.
El
teleférico ha ascendido por encima de un espolón de verdura, el Gletscheralp,
en dirección sudoeste y ahora el espolón se prolonga casi en dirección sur para superar un resalte
rocoso en la arista por un tramo de pista de esquí artificial que se encuentra
hormigonado.
A
la entrada del tramo pisamos el primer nevero y poco más arriba el espolón se
arrellana apareciendo las primeras
manchas de nieve que enseguida se hará continua.
La
pista de esquí va por nuestra derecha y nosotros casi siempre entre ella y la
arista que sube indecisa a nuestra izquierda. Nos guían los cables y pilonas
del teleférico.
La
nieve está muy blanda y lo que es peor, muy húmeda, por lo que nos vamos hacia
la arista en busca de roca pues con esta nieve se puede hartar uno de agua en
un visto y no visto.
Langflue.
Tendremos
que emplear las manos frecuentemente pero enseguida avistamos la llegada del
teleférico en unas potentes instalaciones. Estamos a 2870 metros de altitud y
son las cinco menos diez.
La
primera comprobación la hace Juan que va delante: tenemos mucho sitio a
cubierto en la llegada del teleférico. Lo imaginábamos pero subir sin nada
hubiera sido una temeridad imperdonable.
Luego
en el enorme edificio hay varias puertas abiertas para unas instalaciones de
trabajo con varios lugares para poder echar las esterillas y los sacos.
Finalmente en un pequeño hueco también abierto hay mesa, sillas, jergones que no
emplearemos y un par de placas enormes de gomaespuma cubiertos por un plástico
que han sido utilizadas como colchón. También hay una ingente cantidad de
botellas de agua gasificada.
Más
arriba hay un segundo edificio y todavía un tercero a los que con alguna
artimaña se puede acceder pero no será necesario. El más alto es el Hotel
Langflue que evidentemente no tiene el aspecto que esperábamos pues parece un
viejo refugio y no de la capacidad anunciada.
Tenemos
una enorme tarde para contemplar más de la mitad del camino de mañana, para
deleitarnos con el Allalinhorn espléndidamente iluminado y los verticales
paredones que se elevan hacia el Taschhorn y el Dom de Mischabel.
Recorremos
los alrededores y hacemos tiempo mientras contemplamos una relativa nubosidad
de evolución que ronda por los alrededores.
Sobre
las siete nos hacemos la cena que liquidamos con apetito religioso para
empiltrarnos suficientemente abrevados alrededor de las ocho.
Cómodamente
sobre los mullidos colchones la conversación se alarga distendida mientras que
la luz que entra por el ventanal disminuye paulatinamente anunciándonos la
llegada de la noche que nos pillará dormidos.
La
noche además de cómoda se hace larga pues nos despertamos repetidamente
volviéndonos enseguida a dormir. Siempre nos pasa.
A
las cinco y cuarto echamos el pie al 20 de Julio de 2013 las primeras luces del
alba de desparraman sobre el Glaciar del Fee.
Desayunamos,
nos ponemos crampones y polainas y a las seis de la mañana nos echamos a la
nieve en una mañana con el cielo absolutamente despejado en la que todavía no
ha salido el sol.
Atravesamos
el amplio rellano en dirección sur para pasar por las inmediaciones de la silla
más alta que llega desde el oeste y junto al Hotel Langflue.
No
hay una huella definida y reciente pero si hay una carretera de huellas que ya
vimos ayer desde Saas Fee y que vamos a seguir.
Hay
un pequeño lago medio helado que pasamos por su orilla oeste y tras atravesar
el desagüe iniciamos el ascenso del primer resalte en el que encontramos la
nieve blanda y que prosigue en suave ascenso en dirección prácticamente sur.
Se
trata de ir subiendo una amplísima rampa que deja al oeste los fabulosos seracs
de la parte sur del pico y los seracs de la Cascada Inferior por debajo del
crestón rocoso que con más o menos continuidad se llega hasta el Feekopf.
Contemplamos
la salida del sol al este del Weissmies a la vez que vemos como se tiñen de
anaranjados y rosáceos los casquetes somitales de Allalinhorn y Alphubel y en
la parte alta del segundo resalte atravesamos algunas grietas nacientes de la
cascada de seracs bastante cerradas y a continuación nos alargamos por un
rellano hacia el espolón rocoso acotado a 3173 metros, encontrando nieve
reciente que enmaraña un poco la huella. Son las siete de la mañana.
Rebasados
los islotes rocosos la pendiente se empina un poco y avanzamos hacia el sur de
manera más incómoda pues la nieve reciente está sin transformar y la huella se
hunde demasiado con lo que la rampa se hace interminable.
Pasado
el rellano la rampa se vuelve a empinar y giramos un tanto al este al objeto de
entrar en un poco notorio corredor por el que bajan un par de montañeros. Aquí
toma el relevo Juan y me cuesta recuperar ya que estaba un tanto fundidillo.
Sin tener que chafar nieve la ascensión es otra aunque Juan nunca lo pone fácil
y en lugar de ascender suavemente en busca del corredor de forma cómoda y en la
parte baja se marca una largada de frente
con lo que la pendiente se empina considerablemente y nos perdemos una
buena parte de las bondades de la huella de los que han bajado ya que ellos se
marcharán hacia el Metro Alpino y nosotros alcanzaremos su huella a medio
corredor justamente debajo de una pequeña cascada de seracs.
Una huella en descenso y con nieve blanda
nunca es un chollo pero al menos te evita un tercio del esfuerzo de abrirla y
según su trazado sabes si es fiable o no. En este caso lo es pero unos pocos
metros más arriba la huella pasa por encima de los seracs abandonando el
corredor con lo que nosotros hemos de seguir abriendo huella por nuestra
cuenta.
Estamos
en la zona más erguida de la pared y con ella
ascenderemos alrededor de 200 metros de desnivel practicando algunas
zetas que coinciden de cuando en cuando con imperceptibles depresiones por las
que se desarrolla alguna vieja huella completamente cubierta por la nieve
reciente. Son las nueve de la mañana y estaremos ligeramente por debajo de los
4000 metros.
El
corredor desaparece convirtiéndose en pared
que nosotros acostamos practicando algunas lazadas al gusto mientras que
pasamos algunas grietas bastante cerradas y queremos advertir “la brisa de los
cuatromiles” aunque lo que de verdad notamos es que están entrando las nieblas
por arriba.
Hemos
derivado bastante al norte por lo que una gran diagonal al este nos permite
aproximarnos a la parte superior de la pared visualizando entre girones claros
de niebla una arista muy plana que suponemos se alargará en la distancia
conforme ganemos más altura. Pero no será así. La arista se perfila muy llana y
la alcanzamos en una suave protuberancia que identificamos como la Cima Norte
de Alphubel situada a 4188 metros de altitud. Son las nueve y media de la
mañana.
En Alphubel Norte. Atrás Tasch y Don.
En
ese punto y tras hacer suficientes
señales en la nieve por si las nieblas van a mayores, optamos por alargarnos
por la cresta hacia el norte para perder unos metros por nieve helada y suelta
y alcanzar un amplio lomo desde el que contemplamos una impecable imagen del
Taschhorn, del Dom de Mischabel y de la Lenzspitze.
Hacemos
algunas fotos en medio de unas nieblas volanderas movidas por un fresco
vientecillo y comprobamos que a partir de aquí la arista se hunde al norte en
busca del Mischabeljoch donde se encuentre el vivac que tanto me había tentado
a la hora de programar esta ascensión.
Alphubel.
Seguidamente
volvemos sobre nuestros pasos y buscamos un poco de abrigo del viento que
molesta un poquillo.
Enseguida
pasamos por el punto de incorporación a la arista y proseguimos al sur en suave
ascenso por la huella que han practicado los dos montañeros que hemos visto.
En la Cima de Alphubel.
Unos
minutos después, absolutamente relajados, alcanzamos la Cima del Alphubel casi
a la par de un nutrido grupo de austriacos que hemos visto subir hace rato
desde el Metro Alpino.
Ellos,
con todo puesto se quedan un poco a bolos cuando nos ven llegar en mangas de
camisa como si estuviéramos en el patio de nuestra casa y es que los Alpes casi
se puede decir que son un poco nuestra casa. Una casa que nos hace padecer de
cuando en cuando y que nos llena de completo gozo en otras como hoy,
Nos
hacen hasta fotografías y al rato, cuando se van por nuestra huella, uno de
ellos nos dice:” ¡Viva España!”. Nosotros les decimos que viva también Francia,
Italia, Alemania, Austria y los Alpes.
Anda, y ese quién es...
La Nordend entre Signalkuppe y Punta Dufour.
Allalinhorn, Stralhorn y Rimpfischhorn.
Nubes de desarrollo hacia Italia como siempre.
De Signalkuppe a Kleine Materhorn.
Lagginhorn y Weissmies.
Más
al oeste del Cervino aparecen en la distancia
territorios por los que desarrolláramos nuestra Chamonix-Zermat pero no
termina aquí el espectáculo. Al norte aparecen notoriamente el Laginhorn,
Weissmies, el espectacular Weisshorn y los queridos Bishorn y Punta Burnavy.
Estamos en casa y tenemos cosquillas en el alma.
Nos
damos un amplio homenaje, un delicioso chapuzón en nuestros recuerdos y ni
siquiera notamos el fresqui que hace, la nieve se rehiela en las botas.
Se
nos hace las diez y media en un suspiro entre que nos asomamos al Feekopf y
contemplamos la fácil arista de subida al pico, o los Glaciares del Ried, Schwarzee, Grenz o el Gorner
Seguidamente
iniciamos el descenso que realizaremos
por el mismo camino de subida a pesar de que los austriacos han dejado la
huella trillada y es que hay un importante grupo de montañeros que no respeta,
creemos porque no reflexiona sobre el valor de una buena huella. ¡Con lo fácil
que resulta bajar junto a la huella de subida!
La
nieve sigue buena para bajar y en nuestro primer tramo nos bajamos hasta debajo
de los seracs del corredor. Hace abrigo y allí nos paramos a echar un bocado y
un trago. Son las once y media.
Langflue y Saas Fee.
En
poco más de diez minutos nos desocupamos y proseguimos para abajo a buen ritmo
que solamente cortamos en las zonas en las que aparecen grietas, asegurando el
paso de una que tiene un poco de peor pinta.
Son
las doce y media cuando llegamos a Langflue. Hemos bajado a muy buen ritmo y el
rellano con nieve muy blanda se nos resiste un pelín.
Solamente
tenemos que descansarnos un poco, comer algo y rehacer las mochilas. Juan se ha
rezagado un poco y llega después de haberse pegado un remojón en el lago.
A
las dos menos veinte dejamos todo recogido y cerrado y continuamos con el
descenso. Lo haremos aprovechando la nieve y en lugar de hacer el tramo de
camino balizado que encontramos a la subida lo hacemos por la pista de esquí
que baja por debajo de la silla más alta de la estación.
La
pista llega hasta una explanación realizada en la parte superior del tramo de pista hormigonado. De allí para
abajo seguimos el camino de subida y en media hora nos llegamos a Spielboden.
Alrededor
de la estación del teleférico incluido el bar, los paseantes pululan al igual
que por los varios caminillos que deambulan por el espolón cubierto por una
capa vegetal en la que destaca el rododendro en flor.
Marmota posando.
Tomamos
uno de los caminillos que bajan transitadísimos y nos vamos para abajo
abreviando. Bueno, abreviar es un decir ya que entre fotografías a flores y
paradas para contemplar algunas marmotas que creo están acostumbradas a comer
en la mano de los turistas, no cogemos ritmo ni queriendo.
A
medio descenso del espolón nos olvidamos de los entretenimientos y nos
dedicamos a bajar mientras contemplamos diversas opciones para hacerlo
descartando la de la pista que a la postre creemos que será la más directa.
Los socios cazados tras el rododendro.
El
camino elegido se da alguna que otra vuelta por la parte oeste del circo para
alcanzar la pradera tras cruzar un par de barrancos y tener que remontar
ligeramente al encuentro de la pista.
Con
ella alcanzamos las pistas polideportivas y luego la calle principal del pueblo
que recorremos en busca del aparcamiento, pasándonos de largo incluso, lo que
ya nos ha sucedido alguna vez. Son las tres y media.
Nos
aseamos un poco en los aseos de los aparcamientos y alrededor de las cuatro
salimos de los mismos previo pago de 14 francos suizos para iniciar nuestra
vuelta.
El
pueblo estaba flojo y hoy también lo está y la carretera flojilla como no la
recordamos más si tenemos en cuenta que es sábado. Parece ser que no hay tanta
gente como otros años.
Además
y por una vez parece que emprendemos el regreso sin que nos eche el mal tiempo
y eso también es nuevo y ya para completar el cupo de novedades no me va a
pegar el sueño a pesar de que la jornada ha sido interesante con 1750 metros
subidos de los cuales ayer fueron 425 y 2525 metros bajados.
Seguimos
nuestro acostumbrado camino, nos llegamos por la autopista a Martigny y tras
pasar la frontera entramos en Chamonix cuando son las siete de la tarde.
Aparcamos
frente a la zona deportiva y nos damos una vuelta por la calle principal en la
que hay bastantes paseantes, es normal, aunque las terrazas están flojas.
A
la salida de Chamonix, sobre las ocho, echamos gasolina en un Carrefour a
precio español y entramos en la autopista.
A
la altura de Les Houches hay una zona de descanso y entramos. Está sin gente,
tiene un hotel al lado del aparcamiento y tiene aseos. Es justo lo que
podríamos haber soñado y nos quedamos. Pasa el ferrocarril por al lado pero
solamente pasarán un par o tres de trenes mientras estemos allí.
Gotea
ligeramente mientras preparamos la cena pero no es problema con el portón
trasero levantado que nos permite maniobrar sin problema.
Cenamos
tranquilamente y celebramos con sidra fresca y galletas variadas el final de
nuestro proyecto en los Alpes por esta ocasión en el que el cielo ha tenido
clemencia con los montañeros.
Sobre
las diez de la noche nos ponemos horizontales para disfrutar de una noche
espléndida que nos reponga de los abundantes dispendios del día en el que hemos
conocido el Alphubel, un pico que hemos hecho casi al estilo de antes, es
decir, pasando de remontes mecánicos.
El
día 21 de Julio de 2013 lo tomamos con calma a las siete de la mañana.
Nos
regalamos con una espléndida vista de la Dome de Gouter y la Aguja de
Bionnassai antes de que a las ocho nos echemos a la carretera.
Con
poca circulación nos llegamos hasta el
Iserre y paramos en nuestra playa de agua dulce
y caliente para echarnos un baño. Luego bajamos hasta Valence y
decidimos marchar por el interior ya que por la costa pasaríamos a muy mala
hora.
Comemos
cerca de Le Puy tras tirarnos un rato de malas carreteras. Después de comer
mejoran y en Rodez ya son buenas con autovías incluidas y echamos gasoil.
Un
poco más debajo de Albi entramos en una parada de autovía que tiene buena pinta
y allí nos quedamos pues son las ocho y media. Hace bastante calor.
Hemos
pasado todo el día con la musiquilla del ruido que hacen, para mí las pastillas
de los frenos pero qué hacer en domingo en Francia. La furgo frena bien.
El
área de descanso tiene poco movimiento ya que los camiones tienen la parada un
tanto distante de la nuestra y pasamos una noche tranquila.
El
22 de Julio ya no tiene otra historia que desarrollarse, a juego con casi todo
el viaje, con poca circulación. Pasamos por Tarbes y Lourdes y a la una estamos
en casa finiquitando nuestra marcha a los Alpes de la que hemos vuelto con
cuatro cuatromiles, dos de ellos de cierto fuste, al precio de 6000 metros
subidos y 6750 bajados, caminando 35 horas y media efectivas a lo largo de 6
jornadas en las que habremos recorrido alrededor de 81500 metros, y además
hemos recorrido una parte decente de los Glaciares de Aletsch.
Alguien
me dirá que cuando va a Alpes no hace esto, pero los Alpes que tantas
satisfacciones nos han procurado permiten hacer esto y mucho más. Son tan
variadas las opciones que difícilmente no encontraremos algo al gusto y la
mediada de cada uno. Y no solamente en Alpes, se trata de la montaña y que se
sepa, no está prohibido soñar. ¡Que nadie me despierte!
Estas actividades de Alpes arrancaron Aquí.
Estas actividades de Alpes arrancaron Aquí.
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