Castillo de Requesens desde el este.
La
Junquera, Fuente de la Saula, Puig Falguers, Requesens, Riera de Mirapols, Coll
de Llusarda, Els Vilars, Fuente Cadecas, Mas de Pils, Coll de Plaja, Sanquirce
de Colera y Vilamaniscle.
1-6-2012.
Salida 06:30 h. Llegada 18:30
h.
Desnivel ascendido 1800
m.
Desnivel descendido1650
m.
Distancia recorrida 34000
m.
Tiempo efectivo 09:00 h.
Sol.
Fácil.
Se
trata de un recorrido que engloba etapa y media de la GR11 y consecuentemente
se hace duro con el calor además del desnivel acumulado que es considerable.
Agua
segura en La Junquera, Requesens y Vilamaniscle. Las Fuentes de la Saula y
Cadecas me da la impresión de que deben secarse con el avance de la temporada.
En Els Vilars hay casas habitadas y… También en el Mesón de San Quirce de
Colera.
Rosa Mª. Martínez y Mariano Javierre.
Mapa de la Junquera a Requesens procedente de Prames. Vía en amarillo.
Mapa de requesens a Vilamaniscle procedente de Prames. Vía en amarillo.
Fue
allá por el 85 cuando iniciamos el recorrido de la GR11 con una cierta
intención de caminar el Pirineo de mar a mar pero, desde luego, jamás pasó por
nuestra cabeza el hacerlo de tacada, iríamos haciendo tramos más o menos largos
y a nuestra manera.
En
un par de oportunidades completaríamos prácticamente el tramo oscense que nos
venía al menos próximo y cómodo. Tiempo después haríamos un tramo del Pirineo
Navarro y también hacia el este recorreríamos el Pirineo de Lérida y parte del
de Gerona; en total de Rocesvalles a Camprodón.
Nos
quedaba, por tanto, recorrer los extremos y en ello estábamos cuando programamos
acabar el tramo este. Luego las circunstancias dictarían su sentencia y el
recorrido quedó fijado entre La Junquera y el Cabo de Creus con lo cual
aparcábamos, de momento, las etapas de Molló a la Junquera.
Las
malas comunicaciones que suele haber transversalmente en el Pirineo son de
sobra conocidas al igual que las consecuencias que conllevan de cara a la
realización de este tipo de travesías cuando no son la causa de que el personal
huya de ellas. En Alpes sucede lo mismo, también lo sabemos porque las hemos
sufrido.
Pero
a pesar de todo, aquello que no te mata te hace más fuerte, estamos en ello y
dispuestos para hacer todo lo necesario.
Hay
que echar toda la tarde del jueves 31 de Mayo de 2012 pues la pasamos en la
carretera, incluidos 150 kilómetros de obras en la C25. Bueno, podemos con
todas ellas y a las ocho y media de la tarde nuestro ton-ton nos deja en la
Calle Roselló de la Junquera y no de Gerona que también la hay.
Localizamos
las balizas rojiblancas en un extremo de la misma y misión cumplida, mañana
comenzaremos.
Cenamos
y dormimos en la furgoneta y el 1 de Junio llega a las seis menos cuarto de la
mañana. Desayunamos, sacamos las mochilas y cerrando la furgo nos echamos al
camino, son las seis y media de la mañana. Estamos a 110 metros de altitud.
Vamos
a caminar de oeste a este con el sol en los ojos y el contraluz en las fotos y
lo hacemos a la sombra y en dirección este. La calle se convierte en camino
ascendente que nosotros pretendemos
recorrer sin perder de vista las balizas pues sabemos de los inconvenientes que
procura la pérdida de las mismas más en un terreno absolutamente desconocido y
en una etapa que hemos programado larga.
Es
nuestro primer contacto con el Bosque Mediterráneo nacido del granito del
Parque Natural de la Albera. Un granito muy meteorizado que cubre los caminos
de arenilla.
En
suave ascenso, nos espera arriba el Puig Falguers, vamos girando al nordeste a
la vez que comprobamos la presencia de balizas rojiblancas que nos acompañarán en
toda la travesía. El sinuoso camino enseguida nos presenta su capa vegetal
compuesta fundamentalmente de alcornoques, tojos y genistas en flor.
Entre
trozos de pista en pésimo estado y caminillos alcanzamos la Fuente de la Saula
de la que mana agua en medio de un merendero con bastante basura y desde el que
vemos fugazmente la Ermita de Santa Lucía a la que no llegaremos puesto que
unas escaleras nos sacan hacia el norte.
Luego,
un tramo de camino que difícilmente se abre paso en medio de la vegetación nos
lleva hacia arriba y salimos al sol hasta que, a través de un tramo de monte
desbrozado alcanzamos la cima del Puig Falguers situado a 778 metros de
altitud. Es el punto más elevado de la travesía que acabamos de empezar.
Son
las ocho y cuarto cuando cambiamos de ladera y entramos en terreno metamórfico
y aclarado que nos lleva a unos pequeños rellanos herbosos en las inmediaciones
de un collado al que llega la Pista de
Requesens.
Pista
abajo nos vamos suave y largamente por un firme pizarroso y en perfecto estado
que me recuerda a la del Ibón de las Saleras contorneando todos los
barranquillos de la Sierra de las Canals y agradeciendo los tramos sombreados
por orientación.
Serán
alrededor de 4 kilómetros los que nos depositan en Requesens, un lugar prácticamente abandonado que cuenta con unas viejas instalaciones
ganaderas y un mesón que está cerrado. Estamos a 500 metros de altitud y son
las nueve y media de la mañana.
Sabemos
que hay agua, vemos un depósito de hormigón, unas conducciones y en la pared
del mesón localizo un grifo con agua.
Almorzamos
bajo un viejo alcornoque mientras que llega la mesonera que nos indicará la
fuente situada al sudoeste y nos confirma la dudosa existencia de agua hasta
Vilamaniscle, descartada la Fuente del Ferro que encontraremos inmediatamente
al continuar el camino ya que se trata de aguas ferruginosas.
Media
hora más tarde proseguimos camino en descenso suave contorneando una serie de rieras por las que baja agua y que en
dirección este nos permite contemplar la espléndida estampa del Castillo de
Requesens.
El
camino desciende hasta alcanzar un nuevo barranco o riera y a través de un
bosque bastante cerrado se eleva poco a
poco por la derecha del barranco en busca de la cabecera de la sierra en el
Collado de la Dona Morta para orientarse al sur en busca del Collado de
Llusarda, de nuevo a 700 metros de altitud desde el que creemos localizar el
Canigó y al fondo, al este el Golfo de Rosas en medio de una neblina que
malogra el paisaje distante.
Luego
el camino se va para abajo en dirección sur alcanzando una pista que seguiremos
para abajo.
Visitamos
el precioso Dolmen de Corredor del Roure próximo a la fuente que no
localizaremos y proseguimos para abajo desoyendo las repetidas indicaciones de
la presencia más o menos próxima de diversos monumento megalíticos y otra
fuente en la que localizamos una mesa con bancos.
Luego
llaneamos sobre un a reseca pista que se alarga entre el calor del mediodía y que
termina por depositarnos en Els Vilars una pequeña aldea en medio de la reseca
ladera.
Son
las dos menos cuarto y entre cansados y acalorados nos detenemos a la sombra y
nos sentamos a comer, a descansar y a beber: hace calor y llevamos abundante
agua, incluso para la contingencia de no llegar a Vilamaniscle, aunque está
como un meado.
Media
hora después hay que sobreponerse a la pesadez de la jornada y proseguir el
camino. Lo hacemos hasta alcanzar una riera por la que discurre perezosa el
agua.
El
camino llanea por la orilla derecha de la misma hasta que alcanza una pista en
una revuelta en la que está la Fuente Cadecas.
Unos
metros más adelante atravesamos una riera con gente remojándose e
inmediatamente encontramos una carretera por la que avanzamos en persistente y suave ascenso, a lo
largo de unos 5 kilómetros hasta alcanzar las inmediaciones del Mas de Pils.
Allí
abandonamos la carretera con ganas y con calor, minados por los esfuerzos de la
jornada y nos vamos por una pista a nuestra derecha para cruzar una riera por
la que baja agua y allí nos detenemos para remojarnos los pies que nos abrasan.
Van
a ser las cuatro de la tarde cuando arrancamos esperando que el remojón obre
algún milagro. Hay ganado en las inmediaciones y ganado en la pista que
transitamos hacia el Coll de Plaja; pero nosotros, al llegar al pie de la
sierra, tomamos el camino que ataja el recorrido de la pista, pasamos por una
fuente en la que tenemos que disputar el agua a las vacas y en fuerte ascenso
nos vamos al encuentro de la brisa que denuncia la presencia del collado. Son
las cuatro y veinte.
Recorremos
el tramo superior de la pista en el Coll de Plaja y al instante nos echamos
para abajo por la misma que baja casi al sur.
A
medio descenso abandonamos la pista por el camino que ataja una enorme lazada y
baja directamente hasta el rellano en el que se encuentra el Convento de San
Quirce de Colera al que llegamos a las cinco de la tarde sentándonos a
descansar frente a la sombra de la ermita mientras contemplamos el convento en
restauración.
Sabemos
que nos quedan alrededor de 6 kilómetros y van a ser en dirección sur por una
carretera llena de pasos canadienses que haremos bajo un solazo de justicia.
Nos molestan pos pies y a mí los cuádriceps femorales me pellizcan descaradamente
a cada paso.
Se
hace largo llegar al desvío a Rabós y pesado el casi imperceptible repecho que
en dirección sudeste, nos ofrece la carretera hasta que nos enseña nuestro
punto final.
Preciosa jara que nos alegra un poco la tarde.
En
la parte baja del pueblo hay unas huertas que nos pueden ofrecer algún lugar
para plantar la tienda y a la entrada del pueblo una fuente. Estamos en
Vilamaniscle a 155 metros de altitud. Son las seis y media de la tarde.
Por
la mañana le había dicho a mi chica que se olvidara del mundo negativo que le
ofrecía su cerebro y que pusiera su imaginación en las seis de la tarde, o lo
que es lo mismo, que dejara que gobernara el camino el piloto automático.
Han
sido alrededor de 34 kilómetros, hemos movido un desnivel de alrededor de 1800
metros subidos y 1650 metros bajados en nueve horas efectivas de camino.
En
la tienda-bar del pueblo nos tomamos la cerveza con limón más a gusto de
nuestras vidas mientras recordamos la jornada.
Media
hora después volvemos a la fuente que está en un lugar discretillo, nos pegamos un cuidadoso
remojón y nos hacemos la cena a la sombra de los árboles de la misma, muy
tranquilos y relajados.
Alrededor
de las ocho enmochilamos de nuevo y nos vamos para arriba. Mi chica prefiere
buscar un lugar camino adelante ya que llevamos toda el agua que queremos.
No
será tarea fácil encontrar un buen lugar de camino al Coll de la Serra en un
paraje tan reseco como este. La calle se convierte en pista que asciende al
nordeste y buscamos infructuosamente lugares decentes hasta que alcanzamos un
rellano desde el que ya se ve el collado, encontramos una mancha horizontal de
arena en un ensanche amplio de la pista y allí, sobre los 250 metros de
altitud, nos quedamos.
Montamos
la tienda mientras charlamos con un paseante y a las nueve y media liquidamos
horizontales la primera jornada que nos ha parecido enorme.
Si quieres aquí tienes la Continuación.
Si quieres aquí tienes la Continuación.
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