27 dic 1987

7-87. PEÑA SABOCOS. 27-12-1987.

Sabocos desde Mandilar. 24-2-11.

Final Arrastre Panticosa 1900 m, Ibón de los Asnos, Corredor Oeste y Arista Oeste.
27-12-87.
Salida 08:30h. Llegada 15 h.
Sol.
Fácil.
Ascensión.
Rosa Casas, Rosa Mª. Martínez y Mariano Javierre.

Mapa de Sabocos procedente de Iberpix. Vía en amarillo.

            Suena temprano el despertador y no precisamente por la hora que señala sino porque hace poco que estamos en horizontal. Levantarse es el primer “repecho” del día.
            Desayunar un poquillo y a todo trapo coger mochilas y ropas de abrigo y al coche para recoger el personal. Esta vez no se llena el coche y voy a ir entre flores.
            Dejamos atrás Biescas y en Santa Elena viento como casi siempre.  Por aquí podríamos haber subido aunque más vale diablo conocido que el día es corto.
            Búbal está todavía dormido y solo, apenas amanece.

Mandilar desde la Pista de Hoz de Jaca.13-4-04.

            Te elevas hacia Hoz de Jaca echando algún vistazo a las primeras luces que pintan Telera y cuando te das cuenta entre tumbo y tumbo has perdido la pista. Ya nos pasó la vez anterior.
            Vamos ganado altura y confirmando que la pista está igual de mal que siempre y se nos llenan los ojos de Midi que pastorea allá detrás el Portalet.
            El cuentakilómetros señala 9 kilómetros hasta que la alcanzamos el arrastre de las Pistas de Esquí de Panticosa cuando la mañana es moza espléndida como así se esperaba.
            La pista que continúa bastante más arriba  se viste allí mismo con un poco de nieve y mucho hielo y nosotros comenzamos a especular entre los 2000 metros que marca el altímetro, los resbalones  y si nos ponemos los crampones pues en el hielo ya hay huellas  de algunos menos perezosos.

Forato, Las Peñas y Sabocos vertiente norte. 27-2-05.

            Aparece el Ibón de Sabocos gris plata vestido de hielo en su letargo invernal, el hielo cede a la nieve dura y ganamos terreno por la caja de la pista hasta dejar a nuestra derecha el impecablemente nevado sobre el hielo, Ibón de los Asnos.
            Son las nueve de la mañana. Echamos un vistazo al Collado de Tendeñera de gratos recuerdos y abandonamos el sol que brillantemente nos ha saludado entre los ibones. Cuando volvamos a verlo estaremos arriba. Nos separa del sol 600 metros de sombra y desnivel.
            La nieve se vuelve más profunda y hacer huella te quita la respiración cada quince o veinte pasos, más en un repecho tan pronunciado como es la aproximación al Portillo Chetro al que nos dirigimos directos.

Sabocos desde el Ibón de los Asnos.

            Penetramos más y más en la umbría y la nieve se endurece poco a poco lo que es ampliamente agradecido por las rodillas. Desde abajo la Cresta del Portillo Chetro echa fuego. La mañana es espléndida y la solución de continuidad que aparece clara a nuestra izquierda nos invita a hacer un alto. Comeremos algo aunque no tengamos demasiado apetito.
            Al final caerán las naranjas, las galletas y algunos quesitos más por el hambre que tenemos por la que se nos pueda hacer, la pala que viene tiene “usía.”
            Continuamos la marcha por la amplia canal orientada al este. La pendiente que en último tramo se había suavizado un poco se empina sin compasión hasta alcanzar una inclinación que en el tramo final pasará de los 50º.

 Corredor Oeste de Sabocos desde Peña Roya. 24-2-11.

            La nieve dura pero amable con la bota en la primera tramada de alrededor de 200 metros se endurece algo más con la pendiente por lo que frecuentamos los descansos y los piolets pasan de servir como simple apoyo a elementos de imprescindible seguridad ya que las botas son frecuentemente escupidas por la pared.
            -Oye, esto se está poniendo valiente.
            -Pues ya hace rato que os digo que no hago huella.
            -Sí, será mejor que pongamos los crampones.
            Estamos a la izquierda de un pequeño espolón rocoso que divide la pared, hacemos una travesía hacia allí y nos ponemos los crampones apoyados en el mismo.
            Continuamos. Se calientan enseguida los tríceps crurales haciendo puntas pero en cambio progresamos deprisa y nos aproximamos a un pequeño collado en el Espolón Norte que cierra la pared.

Sabocos subiendo a Mandilar. 24-2-11.

            La llegada es extremamente empinada y como siempre, la bofetada del aire que sube por la chimenea  es formidable.
            Nos reunimos sobre la gran cornisa que adorna la arista, con el viento y por fin con el sol del mediodía contemplando la pala que acabamos de subir y que desde aquí tiene un aspecto francamente impresionante.
            Andamos por el estrecho collado para superar varios escalones rocosos y cruzar la cabecera de un amenazador corredor para alcanzar la arista que proviene del Portillo Chetro que nos ha de conducir por nieve profunda  y suavemente ascendente a los 2757 metros de altitud a los que se encuentra la Cima de Peña Sabocos.

La Brecha de Sabocos desde el Verde. 9-3-14. 

            A esto y por esto hemos subido, la visión es emocionante como el día: Oroel, Peña Blanca. Telera, Collarada, El Midi de Ossau, la Foratata, Argualas, los Picos del Serrato, al fondo Vignemale, Cañón de Ordesa, Oturia, ¿quién da más?
            También el pilar del vértice geodésico descabezado y la neblina entre el Gállego y la Val Ancha. Estamos condenados a soportar la polución y sobre todo el vandalismo innecesario e injustificado.
            Comemos al sol y al abrigo del viento  contemplando las dos vías de la cara sur: el Barranco de San Bartolomé-Infierno y el Barranco de la Selva de Asieso completamente limpios de nieve hasta los 2500 metros.

En el Corredor Oeste de Sabocos. 14-12-97.

            Las fotografías de la constancia y aunque los tres nos querríamos quedar pues estamos en la gloria mucho más siendo un día de invierno como este, hay que bajar.
            Sin problemas hasta el collado norte. Con precaución y de espaldas al valle la parte superior de la pared para proseguir luego de cara al valle conforme la pendiente y la nieve se van tornando amables.
            El descenso es rápido. Cuando nos damos cuenta estamos ya en la zona de los ibones contemplando a un par de esquiadores que bajan de Mandilar y se pierden pista abajo.

 La Noroeste de Sabocos  desde cerca de la cima. 24-2-11.

            Nosotros que nos hemos quitado ya los crampones hacemos altas comedias en el hielo de la pista, dando incluso con los huesos en la pista con lo que en plan de broma alguien propone volver a ponerlos.
            Se acaba el hielo y  rescatamos nuestros ojos del Macizo del Balneario de Panticosa, determinadas atracciones son irresistibles y ya estamos en el coche tranquilos porque lo hemos dejado cuesta abajo por si las moscas, hay que evitar si se puede cualquier sorpresa. Son las tres de la tarde.
            Bajamos por la pista saltando entre piedras y al sol ya que al estar altos todavía nos acompaña con el correspondiente permiso de Telera que poco a poco va llenando de sombras al Valle de Tena.

Haciendo huella para los mallencos. 14-12-97.

            Con conversaciones  y comentarios propios del día nos llegamos al Bar de Hoz y pedimos tres cafés con leche. La economía mixta de estos valles en invierno a base de trabajar en las pistas de esquí dejan a los pueblos vacíos de gente joven y no tan joven; el servicio del bar es bastante precario, pero eso sí, con un abuelo al mando más tieso que un ajo, la cafetera fría, la leña de abedul junto a la estufa apagada todavía, el refugio cerrado. Estos pueblos no tienen vida hasta pasada media tarde que vuelve la gente al pueblo.
            Ya estamos en el asfalto y Búbal pueblo nos enseña tristemente su soledad y su abandono a la vez que su artificial y caprichosa cara nueva: hay que ver el trabajo que da el dejar caer los pueblos para levantarlos después  a base de los impuestos de los religiosos contribuyentes.

Cima de Peña Sabocos. 

            El paisaje conocido va pasando entre comentarios y proyectos. Un girón más de nuestra alma se ha quedado en la montaña en este 27 de Diciembre del 87.

27 sept 1987

7-87. PALAS Y BALAITUS SIN MAS. 26 y 27-9-1987.

En la Cima del Balaitus. 27-9-87.

La Sarra, Llano Cheto, Paso del Pino, Ibones de Arriel, Corredor Ledormeur y Arista Sur Pallas. Descenso a Ibones de Arriel, Ibón Helado, Abrigo Andre Michaud, Gran Diagonal. Cima de Balaitus, Brecha y Glaciar de Latour, Refugio de los Vascos en Obras, Presa de Respomuso y Llano Cheto.

y 27-09-1987.

Salida 08 h. Llegada 16:30 h.

Sol.

Bastante fácil.

Rosa Casas, Gabriel Miranda, Rosa Mª. Martínez y Mariano Javierre.

Mapa de Palas y Balaitus procedente de la Alpina. Vía en amarillo.

Es el  año 87, año del  Señor y finales de Septiembre cuando se nos ocurre una de esas genialidades que recordaremos mientras vivamos. Ibamos a la montaña con nuestros jóvenes corazones de montañeros que teníamos en aquel momento, a lo que añadiríamos nuestra inexperiencia y atrevimiento por partes iguales y lo vamos a hacer con Gabriel y Rosa en plan de… el primer día nos subimos al Palas y al día siguiente al Balaitus por la Gran Diagonal para bajar por la Brecha de Latour… Estaba chupado pues nuestro atrevimiento podía con todo.

Al Palas y al Balaitus no se va todos los días si ya los has visitado en alguna ocasión. Nosotros hemos estado en un par de ellas  a posteriori, lo que tampoco es gran cosa y tratando de hacer vías diferentes como acostumbramos dentro de la idea de conocer, pero iba a ser nuestra primera y nuestra ilusión era enorme.

En aquella época se hacían pocas fotos y se funcionaba con los Mapas de la Alpina cuando se tenían y cuando no servía el viva voz de alguien que había estado allí. No se acostumbraba a tener competencia específica de montaña pero a cambio, teníamos capacitación natural que sin entrenarla nos tenía preparados para cualquier actividad física consistente.

De un par de fotos que guardo surge un pequeño baile de fechas, pero eso importa poco: teníamos buen tiempo, coche y pasaríamos la noche en el Abrigo Andre Michaud. Todo estaba calculado.

La actividad sería imborrable pero no tanto  como quisiéramos pues el tiempo hace de las suyas y la memoria actúa de manera selectiva y ahora cuando pretendo reflejarla  pues eso, hay más lagunas de las imaginadas.

El 26 de Septiembre de 1987 creo recordar que madrugamos para subirnos hasta el Embalse de La Sarra llegando por una carreterucha que conocíamos y que incluso ya hiciéramos andando un par de años antes.

Cogemos nuestras mochilas culonas en las que podía coger medio armario, yo llevaba una de arnés metálico para travesías y marchamos para arriba por un camino que conocíamos  puesto que en Respomuso y en los Ibones de Arriel ya habíamos estado.

Con nuestro caminar ligero echaríamos una hora hasta el Llano Cheto y frente a la Cascada del Paso del Pino tomaríamos el Camino a los Arrieles para entrar al Barranco de Arriel y cruzarlo por encima de la Cascada Inferior con la vista puesta en la brecha de acceso a tan irregular como bella cubeta lacustre.

Un camino que ya hemos recorrido con anterioridad nos permitirá recorrer los ibones del más bajo al más alto pero antes de terminarlos avistaríamos la espléndida Sudeste del Palas pues es una imagen inolvidable.

Para recordar los Mapas de la Editorial Alpina.

La Alpina dice: “ Pico del Palas 2974 m. Desde el Ibón de Arriel seguimos por su izquierda hacia el Collado de Lavedán y antes de llegar al mismo ascenderemos por terreno suelto en dirección al pico tomando una chimenea herbosa que se aprecia entre el Pic Von Martin y el Palas denominada Chimenea Ledormeur, por la que se sube hasta la arista cimera, no pasando la dificultad de P. D. Hay que tomar la chimenea más próxima al pico, 2 h. o 2 h. 30’.”

Rodeamos el Ibón Alto por su Orilla Oeste y un poco por cualquier parte, nos elevamos en busca del Collado de Arremoulit que visitamos un par de años antes. La lógica nos conduce a vadear los dos  resaltes rocosos por lugares favorables.

Hemos dejado a nuestra izquierda el amplísimo Collado de Arremoulit y por delante nos queda la Referencia del Pitón Von Martin que es inconfundible y las pedreras que se elevan en busca del Puerto de Lavedán y de la Pared Sudeste del Pallas.

La pedriza es inclinada y descompuesta pero eso no es problema, subimos  escudriñando la Arista Sur del Pallas que une al Pitón con la Cima que es nuestro objetivo.

Las pedrizas son sustituidas por placas graníticas algo erguidas y lisas que se descuelgan de las paredes pero no es problema ya que aparece un hito de piedras que señala la entrada al Corredor Ledormeur.

Sabíamos que lo encontraríamos a nuestra izquierda y ya no tenemos dudas a pesar de que disponemos de dos opciones de entrada. Tenemos dos pies y dos manitas cada uno y nos vamos para arriba. El corredor es algo herboso y tieso pero de espaldas al valle trepamos con bastante tranquilidad pues la roca es muy buena y hay sobrados apoyos.

Un rato después el corredor se amplia y acuesta permitiéndonos acceder a una faja con bastante verdura escalonada, en la que un caminillo con algún hito de piedras, continúa el ascenso por debajo de la arista que llevamos a nuestra izquierda y que nos tiene que llevar hasta arriba.

En la Cima del Palas. 26-9-87.

Poco después una pequeña brecha nos lleva a la arista y al otro lado de la misma hay un amplio e inclinadísimo corredor en el que vemos huellas de tránsito. Nos bajamos al mismo y siguiendo las intermitentes trazas de camino ganamos la altura que nos permite alcanzar las inmediaciones de la cima y enseguida alcanzamos la Cima del Pico Pallas situado a 2974 metros de altitud.

De la cima no recuerdo prácticamente nada, tan sologuardo una foto. Digamos que le concedemos poca importancia pues debemos considerarlo como un trámite previo a nuestro objetivo fundamental. Rosa tenía mucho empeño con el Palas y es una cima prestigiosa pero…

Calculo que llegaríamos a la cima alrededor de las doce y media y que echaríamos nuestras visuales a los alrededores aunque lo que si recuerdo es que nuestra vista se iba hacia el Balaitus, desde aquí muy visible en lo que concierne a nuestro proyectado camino de subida.

Desvelados los secretos de nuestro pico nos iremos para abajo siguiendo escrupulosamente el camino de subida pero abreviando pues cuesta abajo siempre se abrevia. Gabriel, cuesta abajo me parece que se apaña mejor que cara arriba.

Destrepamos el Corredor Ledormeur y enseguida entramos a las pedrizas que vamos a descender un poco al este de nuestro camino de subida con el objeto de alcanzar el Ibón Alto de Arriel en su parte norte de tal forma que tengamos menos trozo que rodear.

En la orilla del ibón nos sentamos a comer un poco mientras contemplamos el barranco por el que desagua el Ibón Helado de Ariel o Balaitus, nos queda todavía un buen repecho.

Comemos tranquilamente  y a continuación iniciamos el ascenso siempre por las inmediaciones del espumoso barranco. Se trata de una pedrera metamórfica bastante descompuesta pero  no supondrá ningún problema aparte del calor que hace en tan abrigado lugar.

No llegarán a los 200 metros de desnivel que tiene el tramo pero cuando se acuesta lo agradecemos, encontramos hitos que vienen por nuestra derecha  y enseguida alcanzamos el Pequeño Ibón Helado de Arriel o Balaitus.

Se encuentra en un rellano bastante largo que prosigue poco después al nordeste en lo que se llama la Gran Diagonal que nos tiene que llevar a la cima, pero eso será mañana.

           La ladera es un importante pedregal del que recuerdo algunas ondulaciones que vamos superando con la vista puesta en la Brecha de Latour y el Glaciar de las Frondiellas. También recuerdo que ya muy cerca del Abrigo Andre Michaud, uno de los sacos de dormir se suelta de la mochila, pues no debía de estar muy bien atado y marcha a vueltas pedrera abajo. Menos mal que unos metros más abajo se detiene.

Tras recuperarlo, vemos algunos vivacs que pueden ser utilizados, a una mala, en el caso de que no encontremos lo que buscamos y enseguida localizamos el Abrigo Andre Michaud. Estamos sobre los 2700 metros de altitud y es inconfundible: orillado en un corredor que prosigue para arriba, tiene una pequeña puerta orientada al fondo del valle y practicada en una pared de piedra seca que tapona la boca de la cueva, un cartel metálico de fondo rojo y letras negras nos indica que estamos en la Cueva Andre Michaud por si alguno tiene dudas.

Es un habitáculo reducido con una zona plana de media docena de metros cuadrados a la entrada. Siguiendo de frente hay una zona de piedras apiladas que hacen como una especie de litera  a poco más de un metro del suelo y hacia el fondo izquierda según entramos, una grieta se prolonga ofreciendo un pequeño rellano donde puede dormir una persona. Rosa y Gabriel dormirán abajo, mi chica en la litera de piedras y yo al fondo.

Serán alrededor de las seis de la tarde cuando disponemos nuestro futuro, hacemos la cena, cenamos tranquilamente y contemplamos largamente la caída del sol a la vez que nos abrigamos un poco pues se hace fresqui.

La noche será larga, fresca y ventilada pues después de un largo rato de conversación con choteo incorporado, nuestros amigos se enfrentan a la dureza del suelo con la protección de las esterillas y el saco, Rosa peleará con las piedras de su lecho y yo que he subido un colchón inflable de plástico comenzaré cómodo pero enseguida, han abierto la ventilación, comenzará a entrar viento que me sacude directamente y se me hace frío. La noche será toledana pues a pesar de llevar anoraks pues eso, con unos pantalones tiroleses de pana, medias de lana y unas convencionales camisetas, camisa de cuadros y jersey de lana pues se hará eterna.

Las dos Rosas y los Ibones Altos de Arriel desde la Cima del Palas.

El 27 de Septiembre del 87 llega con las luces del día y tras el desayuno lo enmochilamos todo pues no volveremos por aquí y nos disponemos a continuar con nuestra ascensión.

La Alpina dice: Balaitus, 3151 m. Desde el Ibón de Arriel ascendemos por la margen izquierda del barranco que baja del Glaciar de Balaitus hasta un pequeño ibón. Continuamos por la margen derecha y pasamos por el Abrigo Andre Michaud 2698 m., este refugio tiene capacidad para unos 8-10 personas. Desde aquí y siguiendo a nuestra izquierda ascendemos por la Gran Diagonal, al principio muy amplia pero la segunda mitad más estrecha, conduce a la Brecha de los Sarrios, tras haber cruzado un pequeño collado y una canal descompuesta. Desde la brecha se sube primero a la derecha y luego a la izquierda por otra canal descompuesta hasta la cumbre, 3 h.” Hay otra descripción similar por la Brecha de Latour.

La mañana está buena a pesar de que estamos a la sombra y en el corredor por el que prosigue nuestro camino entramos enseguida en calor.

No recuerdo tener dudas con el camino que poco después nos lleva a una afilada cresta desde la que contemplamos la Subida de los Franceses desde el Refugio de Larribet. La Pared Noroeste del Balaitus la vemos que arranca de bastante abajo con relación al lugar en el que nos encontramos y por allí andan los Lacs de Batcrabere.

Nosotros cruzamos la arista y con un faldeo fácil nos introducimos en el enorme pedregal que es la Parte Superior de la Gran Diagonal que no tiene mala pinta. Hay un montón de opciones con caminillos que se pueden seguir  y que de cuando en cuando te exigen algún apoyo de manos.

Durante el ascenso cruzamos varios corredores para terminar la pared en la parte norte de la misma que creemos sea el Paso de los Sarrios. No tiene ningún problema especial pues nuestro camino se acuesta enseguida y poco después nos deposita en la Cima del Balaitus situada a 3151 metros de altitud.

            En el horrendo trípode que hay en la amplísima cima nos hacemos una foto. Nos ha costado subir poco rato, no creo que haya llegado a un par de horas de ninguna manera y tenemos todo el día por delante por lo que nos sentamos a echar un bocado. Nos queda todo el descenso pero eso ya llegará.

Contemplamos una buena parte de nuestra vía al Palas de ayer y nos entretenemos con unos desconocidos valles franceses. Luego iniciamos el descenso siguiendo algunos hitos y trazas de caminillo al sur por una amplia lqdera que vamos dejando a nuestra derecha mientras que nos aproximamos a la arista sur ya en suave descenso.

La arista enseguida se inclina y afila parta continuar un descenso de granito escalonado  que enseguida nos aproximará a la Brecha de Latour.

Vemos el Bloque empotrado de la brecha al que hay que llegar pero alcanzarlo no va a ser fácil. Unas clavijas muy separadas se pierden en la vertical pared de la orilla izquierda del glaciar muy lejos del Bloque Empotrado.

Para poner los pies en el Bloque empotrado habrá que destrepar una inclinada laja de media docena de metros muy lisa y con un  par de pobres fisuras en medio y otro  par de pequeños anclajes empotrados con su correspondiente anilla y con eso nos tiene que servir y nos sirve pues uno a uno aparecemos sobre el Bloque Empotrado de la Brecha de Latour que tendrá media docena de metros cuadrados de superficie al menos.

Ha sido un paso difícil porque la laja te expulsaba hacia la pendiente fuera del bloque y respiramos.

Del bloque bajamos al corredor que está cubierto por nieve del glaciar que lo rellena todo. Es bastante estrecho además de bastante erguido y enseguida bajamos un corto tobogán que termina en un pequeño rellano.

Bajo el rellano hay otro tobogán algo más largo y decidimos descolgar las mochilas para bajarlo si es necesario resbalándolo pues abajo hay otro pequeño rellano

Las mochilas convencionales bajan bien pero la mía con el arnés se pone a rodar, pega un salto y marcha glaciar abajo parándose una veintena de metros más abajo  en medio del hielo. Seguidamente bajamos y mientras ellos se recomponen yo me meto por la rimaya derecha y desciendo empotrado hasta alcanzar una grieta horizontal del Glaciar.

Con el propósito de ver, avanzo por la grieta unos metros pues está bastante taponada y enseguida salgo a la superficie justamente donde está la mochila. ¡Joder que suerte!

Vuelvo a la rimaya  con la mochila recuperada y me alcanzan los socios prosiguiendo para abajo. Tres o cuatro metros después la rimaya se ciega y por la unión de la nieve con la roca de la derecha del corredor, nos encaramamos en ella y bajamos unos metros hasta que aparece un dorso rocoso, nos montamos en el mismo cuando ya se arrellana y nos despedimos del Glaciar de la Brecha de Latour.

Bajando de Balaitus en Vuelta Barrada.

Poco más abajo y en medio del Circo de Vuelta Barrada nos hace una foto Rosa salidos del empantullo y satisfechos por lo nuestro: el Balaitus nos había salido bien.

Nos queda un largo descenso que haremos por la Orilla Derecha del Barranco Respomuso hasta alcanzar el Refugio de los Vascos en construcción en la orilla del ibón. Luego llaneamos hasta cerca de la Presa, pasamos por la Capilla de la Virgen de las Nieves y bajando los escalerones tomamos el camino que conocemos y que nos bajará por la orilla derecha del Aguas Limpias hasta la Cascada del Paso del Pino donde cerraremos la circular.

Poco más de una hora después nos llegamos a La Sarra serán las cuatro pasadas o por allí y aquella quimérica ilusión se había convertido en realidad. Años después volveríamos al Balaitus por la Aguja de Lamathe o haríamos un vivac en sentido inverso a la primera vez, siempre imborrables pero ninguno tan especial como el primero. ¡Podíamos con casi todo!

15 ago 1987

5-87. TRAVESÍA BENASQUE-ORDESA. CILINDRO DE MARBORE 87. 15-8-1987.


Desde el Corredor Oeste del Perdido. 16-8-09.

Balcón de Pineta, Cuello del Cilindro. Ibón Helado, Corredor Este y Arista Oeste. Descenso al Ibón Helado, Refugio de Góriz y Pradera de Ordesa.
15-08-1987.
Salida 06:30 h. Llegada 16:45 h.
Sol.
Fácil.
Ascensión.
Rosa Mª. Martínez y Mariano Javierre.

Mapa del Cilindro procedente de Iberpix. Vía en amarillo.

            La noche es larga y en nuestra mente están las tres fisuras del primer escalón  sobre el que se asienta el Glaciar de Monteperdido y de ellas la que se abre en la parte superior nos parece la más asequible. No hemos observado trazas firmes de camino en el gran pedregal recostado sobre la pared y estamos ansiosos.  Esta ansiedad nos llena de inquietud toda vez que nos encontramos a punto de emprender  una especie de examen de una asignatura pendiente  desde hace dos años: querríamos que despuntara ya el alba; hemos esperado dos años y ahora que nos faltan tan solo unas pocas horas se está parando el reloj de nuestras mentes.
            Ese enorme silencio que lo llena todo, al empezar a caer la tarde, se ha comenzado a romper discretamente: el glaciar despierta tras una jornada cumplida de calor infernal lo que no nos sorprende demasiado. Los crujidos se van repitiendo, quizás con mayor intensidad o al menos así nos lo parece cuando cae la noche sobre nuestra tienda.

Glaciar del Perdido desde la Brecha Tucarroya. 6-10-11.

            Sobre las dos de la madrugada del 15 de Agosto de 1987, lo hemos oído los dos y callado también ambos,  un brutal y terrorífico crujido ha rematado nuestro frágil sueño y por nuestra sorprendida mente ha pasado el derrumbe del glaciar entero por lo menos. Quien no tenga claro que un glaciar es un ser vivo, que pase una noche en circunstancias como esta y saldrá de dudas. Conciliamos malamente el sueño ocultándonos la inquietud el uno al otro.
            No serán todavía las cinco y media de la mañana cuando estamos ya a la nívea claridad de las estrellas, total para lo que hemos dormido…
            Desayunamos sin gana, recogemos con premura pero nos cuesta lo mismo ya que lo hacemos sin luz pues queremos estar, según nuestra última estrategia, en la base de la pared cuando empiece a clarear.

Remontando el Glaciar del Perdido hacia el Collado del Cilindro.

            Cruzamos el barranco algo disminuido de caudal alrededor de las seis y media y atacamos el pedregal. Las dimensiones reales de la pared se irán descubriendo a la vez que nos vayamos aproximando a ella y la claridad del día comience a llegar.
            Los primeros tramos mixtos del pedregal inestable y empinado  nos llenan de sudores y llegamos parejos con el sol a la base de la pared cuando son las siete de la mañana ya entre los primeros hitos que acabamos de encontrar y que tiran por tierra nuestro pronóstico al dirigirse hacia la fisura central.

Después de una noche a la música del Glaciar del Perdido.

            Reafirmamos algunos hitos y atacamos la fisura con decisión: sube ligeramente acostada hacia nuestra izquierda y tiene buenas presas. Subimos con un ritmo excelente pero a pesar de ello se nos lleva veinte minutos; claro que la fisura subirá alrededor de los 125 metros que se rematan con una serie de escalones rocosos en los que nos guían hitos. El glaciar que esperábamos encontrar allí está más retirado.
            Hemos abandonado la dirección de la fisura para continuar hacia el Cilindro. Nos han aconsejado ganar la característica loma pétrea y redondeada tal y como vamos de camino, por la parte posterior; es decir, por la parte que da al glaciar por lo que atacamos por  la rimaya al principio con nieve blanda y con los piolets mientras esta nos lo permite. Luego la nieve se endurece, tallamos unos pocos escalones sobre nieve ya muy dura y alanzamos el rellano que el glaciar forma al apoyarse sobre el lomo que acabamos de subir.

El Ibón Helado desde el Cuello del Cilindro. 3-8-07.

            Nos ponemos cómodamente los crampones pues aunque no es grande el trecho de glaciar que hay que atravesar para ganar el roquedo por el que acceder al Collado del Cilindro, la caída por el embudo que forma el hielo en la margen oeste del glaciar es francamente espantosa, además y exclusivamente para esto los hemos llevado encima toda la travesía.
            Luego de puntillas como los gatos  atacamos la pared de hielo que se comienza a empinar. El hielo que se derrite abundantemente y son solamente las ocho de la mañana, corre haciendo profundos regueros glaciar abajo. Nosotros glaciar arriba vamos tan a gusto que en lugar de cruzar el embudo y ponernos a pelear con el inestable pedregal, proseguimos por el hielo un poco a nuestra izquierda y ganamos altura con mayor comodidad.

El Corredor Este y el Pitón Sudoeste del Cilindro. 9-8-96.

            Se nos acaba el hielo en la dirección en que ascendemos cuando la pendiente es decididamente brava. Hemos perseverado tanto sobre el hielo porque nos encontrábamos seguros y continuamos subiendo los últimos tramos del pedregal que nos conducen al Collado del Cilindro.
            Nos miramos y sonreímos bajo la severa mirada de los violentos pliegues de los estratos del Cilindro que nos regalan el aprobado de esa asignatura pendiente con la que con tanto ahínco y voluntariamente nos habíamos comprometido.

La imagen más guapa del Cilindro desde el Corredor Oeste del Perdido. 26-6-12.

            Buscamos el camino que nos conduzca hacia el Pequeño Lago Helado que discurre hacia la Vertiente Sur del Cilindro. A media ladera, superados los resaltes rocosos, tomamos a nuestra derecha  el camino que serpenteando por el canchal del pico asciende corredor arriba.
            Dejamos las mochilas y en mangas de camisa con la cámara y el tomavistas además de la cantimplora, emprendemos ligeros  la ascensión del corredor sur que nos conduce al Cuello de Marboré, para darnos de narices con una pared que no quedará más remedio que estudiar.


Los Corredores de la Oeste del Cilindro. 9-8-96.

            La primera conclusión es que hay que dejar el tomavistas, por segunda vez una cima nos ha vuelto a engañar y la segunda  es que ligeramente a la izquierda del collado, orientados hacia el pico hay una especie de corredor con presas que parece hacer accesible la pared. No creemos que tan transitado camino en la pedrera sea hecho por gente que llega al collado y se dé la vuelta.
            Superamos con lógica el corredor, avanzamos un poco por una crestecilla para luego continuar el ascenso por dos amplias lomas terminales.

La Arista Oeste del Cilindro. 9-8-96.

            Un francés madrugador que vuelve de la cima nos hace una foto en el promontorio terminal. Son las nueve y media de la mañana cuando respiramos el aire de la Cima del Cilindro de Marboré a 3355 metros de altitud. No he resistido la tentación de encaramarme  en el montón de piedras de abrigo cimero y decirme: “se acabó la subida por esta vez.”
            Rosa se ha sentado al lado del abrigo y enciende su acostumbrado cigarrillo de las cumbres que le debe de sentar bastante bien pues entre volutas de humo contempla sus botas que tan bien le han ido hoy tras reservar sus pies con las zapatillas en las jornadas anteriores. Yo hace ya algún tiempo que paso de tabaco.

El Perdido desde la Cima del Cilindro. 12-7-92.

            No se mueve ni un solo pelo de nuestras cabezas. Abajo en Marboré el sol se recuesta en el rellano, más abajo el Balcón de Pineta parece dormido, El Cañón de Ordesa se adivina bajo una espesura lechosa rebosante de las paredes del cañón y a este nivel está todo bañado por una luminosidad translúcida que nace de un sol que a duras penas molesta cuando se le mira de frente: la calima está servida.
            Estamos de buen humor, bromeamos sobre nuestros aspectos y nos fotografiamos con las camisas cambiadas. Rosa pasa a la posteridad recién mudada y el Perdido complaciente que recibe a los primeros visitantes del día que promete serán multitud. Nosotros compartimos el Cilindro con nuestra felicidad.

Desde el Cuello del Cilindro. 16-8-09.

            Tenemos que bajar 2000 metros y no estamos dispuestos para dejarlo para el día siguiente. Delante de nosotros tenemos dos jornadas de nuestra travesía pero nos damos la vuelta, echamos una visual larga al Circo de Gavarnié y empezamos nuestro descenso por donde hemos subido.
            Llegamos a la pared sobre el cuello  unos metros más al sudoeste y encuentro una clavija con dos anillos de cuerda preparados para rapelar o montar un seguro. Particularmente nos parece bien que en los pasos complicados de las vías normales a los picos se coloquen elementos de seguridad para ser utilizados discrecionalmente y que pueden ser la llave adecuada que abra el camino a un lugar digno de ser visitado no dependiendo exclusivamente del nivel de competencia para ese paso.

Faja Roya y Cilindro desde la Ciudad de Piedra. 13-7-01.

            Destrepamos hasta el Cuello del Cilindro, recogemos el tomavistas y nos vamos pedregal abajo mientras contemplamos el desperdigado rosario de montañeros en el Corredor Oeste del Perdido. Sería curioso hacer una estadística del personal que sube al Perdido, al Cilindro o pasa hacia Pineta. Comprobaríamos que el hombre es un animal de costumbres, que el pirineo integral es un perfecto desconocido y que es realmente cierto el refrán que dice: “va Vicente a dónde va la gente.”
            Llegados al Ibón Helado, remojamos nuestros pies y tomamos un vaso de leche a la temperatura del agua del ibón. El día va de calores.
            Luego continuamos de camino para bajo por un camino conocido con el asunto completamente consumado.
            Una pareja de jóvenes montañeros deben ver en nosotros a gente adecuada y nos preguntan. Van hacia Pineta, sin crampones ni piolets y nos dan un poco de miedo. Les diremos que se puede hacer casi todo fuera del hielo pero que los pocos metros que hay que atravesarlo son de alto riesgo.

Cañón de Ordesa por encima del Circo de Soaso. 3-8-07.

            Poco más abajo llegamos al “Laberinto” un caos de piedras a medio camino entre el Ibón Helado y el Refugio de Góriz y que nunca he logrado atravesar por el mismo sitio y lo acabamos haciendo el sarrio en un escalón rocoso en el que Rosa está a punto de pegarse un castañazo. En la montaña, cuando menos lo esperas salta la liebre y es que son esos momentos en los que por cansancio, desidia, descuido o desatención se relaja la vigilancia y se producen accidentes más o menos trascendentes. Lo sabemos pero… De  cualquier forma vale más recordarlo pues es el mejor camino para que esto difícilmente suceda ya que seguro no hay nada.
            Nos alcanzan cerca del refugio un par de montañeros a los que hemos despistado con nuestro ascenso al Cilindro. Iban al Perdido y se darán la vuelta desde el Cuello del Cilindro. Nos cuentan y les hacemos los dientes largos contándoles.
            Abandonamos los grises calizos para introducirnos poco a poco en el verde de los primeros retazos colonizados por las pratenses aunque seguimos en el gris caliginoso del día. Nuestros fortuitos compañeros nos toman con el tomavistas a la entrada de Góriz pues queremos aparecer los dos en el reportaje. Son las doce y media del mediodía.

Cola de Caballo. 11-7-92.

            Preferimos estar a la fresca penumbra del refugio y nos sentamos en el fondo del comedor. Rosa va a por un par de cervezas y una bolsa de aceitunas y tiene un rifirrafe con la esposa del guarda más que otra cosa por desagradable pues no creemos sea pecado preguntar si están frescas. No debe saber que hay ya refugios que te sirven el champagne con el termómetro. Le deseamos suerte para beberse las cervezas calientes porque somos gente educada.
            El comedor está vacío a excepción de un montañero que reposa lo que parece ser una frugal comida, no es de lo corriente que funciona por estos pagos, tiene aspecto de estar de vuelta de casi todo y no ha perdido detalle del suceso.
            -Estos no cambiarán no, le comento a Rosa.
            -Qué, ¿a dónde vais?
            -¿Quién, nosotros? En polvo para casa.
            -¿Hacéis travesía no?
            -Sí, venimos desde Benasque y nos desmontamos aquí.
            Sin querer y solidariamente en contra de los avinagrados guardas del refugio entramos en conversación.

Las Tres Sorores desde el Pueto de Mondicieto. 27-9-00.

            Yo entiendo que regir un refugio concurrido como éste, con todo tipo de personas, montañeros y algún que otro guerrillero urbano que lo confunda con su acostumbrada boite, se las debe traer con abalorios; pero por encima de todo deben de ser profesionales y disimular  cuando no se pueda evitar tales contingencias personales y además, la experiencia, que estos la tienen,  debe capacitarles para distinguir a unos de otros propiciando un trato adecuado a cada uno. Ni el momento, ni la concurrencia ni nuestro aspecto y modales podía llevarles a engaño.
            En algún momento debemos nombrar nuestro pueblo.
            -Yo también soy de Sabiñánigo.
            -¡No me digas! Somos de una edad muy aproximada.
            -Soy Carlos.
            Le invitamos a otro vaso de leche, se acaba de tomar un cazo de campeonato y charlamos. Se ha venido a despedir del Pirineo por estas vacaciones.
            Se iba a marchar para abajo cuando hemos llegado e insiste en esperarnos y en bajarnos a Sabi. Recogemos a todo trapo e iniciamos juntos el descenso del Camino hacia el Circo de Soaso.

Quinta y última etapa de la travesía. 

            Es un mozo de paso ligero y nosotros de invitados le seguimos.  La magia de la conversación que para los tres es tema preferido, nos deposita en un suspiro en la Cola de Caballo, hemos bajado en tres cuartos de hora exactos. El ritmo del descenso y el calor del día nos invitan tomar un baño y en un momento estamos los tres en bañador y en el agua que está fresquita pero estupenda.
            En las gradas de Soaso tomamos unos litines que Carlos se fabrica y felices y animados, cuando todavía falta bastante para que el reloj llegue a las cinco, dejamos las mochilas en el coche. Nuestra travesía ha tocado a su fin. Han sido 7200 metros de subidas y 6400 metros de bajadas a lo largo de 90 kilómetros bastante bien lastrados por si soplaba viento en los collados.
            Tomamos un refresco en el Restaurante de la pradera de Ordesa ya sin prisas, nosotros celebrando sencillamente nuestro subjetivo éxito con tres tresmiles de prestigio.
            El coche nos regala el mullido de sus asientos y por conocida carretera nos deposita en la puerta de nuestra casa. Nos despedimos no sin el deseo de preparar algún reto juntos para sus próximas vacaciones.

Croquis completo de la travesía

            Una vez duchados nos vamos  a por nuestra hija andando, nuestro coche está en Huesca y habrá que bajar a buscarlo. La bofetada de calor que recibimos, al abrir la puerta de la calle donde el asfalto hierve día y noche en la semana más caliginosa que se recuerda por estos pagos, la recordaremos durante mucho tiempo. Luego, el atroz calor disipará discretamente nuestras mentes para en cualquier momento volverse a condensar en alguna parte del Pirineo.
           
Para ver el Comienzo.